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Rebirth por Helsic

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¿Nunca te has parado frente a un espejo y haz sentido que el reflejo que contemplas no eres tú sino una hipócrita y maleable marioneta de la sociedad?

Yo tampoco.

{Helsic aka Kensou no miko}

"Rebirth"

~ Capítulo 11 ~

Mi identidad

Esa tarde habían ido a entrenar como había dicho Kyo, pero a falta de un dojo decente donde pudieran hacerlo libremente, fueron al acogedor parque donde días antes Kyo se había encontrado con Yagami. Ni Shingo ni Kyo se hubiesen esperado algo como lo que allí sucedió, de repente Kyo había invocado sus llamas y estas se habían mostrado rebeldes y perdió el control sobre ellas.

- Kusanagi-san! – aulló Shingo al ver que su maestro tenía problemas con el fuego. Con un movimiento amenazador de su mano, Kyo le quiso dar a entender a su alumno que no debía acercarse, el fuego estaba totalmente fuera de control y podría hacerle daño. Pero el muy buen Shingo no obedeció la advertencia y se acercó corriendo hacía él. ¿Cómo dejarlo solo afrontando ese problema?

Kusanagi intentó nuevamente alejarlo, pero en menos de lo que tardaba Yagami en decirle algún insulto desagradable, Shingo ya se encontraba encima suyo, con sus ojitos rebozando preocupación y sin dejar de preguntar cosas.

Luego de forcejear por unos minutos que para ambos fueron eternos el fuego pareció cambiar de idea y dejarse "manejar" nuevamente por Kyo, por lo que el joven pudo hacer que desapareciera con un movimiento de su brazo y un chasquido de dientes.

- ¿Qué fue eso? – exclamó Shingo sumamente preocupado, pero Kyo no podía responder, no tenía idea de porque de repente las llamas habían tomado vida propia y lo peor de todo, habían arremetido contra él. Era extraño, porque no recordaba haber perdido el control sobre su energía desde aquella lejana vez en su niñez, cuando apenas comenzaba a entrenar con sus tutores y aprendía a controlar el fuego.

Entonces ¿a que se debía todo eso? Se puso de pie con algo de dificultad, sin embargo trató de sonreír para no alarmar mas a Shingo. Pero lo que Kyo no sabía, era que su alumno no había creído ninguna palabra de lo que le había dicho hasta ahora, el alumno estaba totalmente seguro de que Kyo no se encontraba precisamente "bien" como solía decir cada que Shingo se lo preguntaba.

Lo había notado desde aquella vez que llegó a la casa mal herido, no quiso agobiarlo con preguntas ni hacer que se preocupara mas, pero Yabuki sabía que se había enfrentado a alguien esa tarde y que evidentemente el resultado no fue positivo.

Pero Shingo conocía muy bien a Kyo, sabía lo egocéntrico y orgulloso que podría llegar a ser {y que de hecho ya lo era} y por esa justa razón no había mencionado nada, aunque muriese de curiosidad por dentro. Primero esas pesadillas extrañas sobre un Iori rescatándolo y luego... ¿Un momento Iori rescatándolo? Yabuki o pudo evitar mirar a Kyo con sus ojos bien abiertos como platos como si acabara de ver un sapo en su cara...

¡Eso era! ¿Cómo no lo adivinó antes? Ese sueño no había sido precisamente un sueño, había sido un recuerdo! ¡Iori realmente lo había recatado! Entonces ahora entendía porque esa noche el pelirrojo se lo había "entregado", seguramente acababa de sacarlo de la base NESTS o de donde fuera...

- ¿Shingo? – la voz de Kyo interrumpió sus pensamientos - ¿Sucede algo? – Shingo lo miró en silencio. ¡Claro que sucedía algo! Acababa de descubrir como había salido de NESTS... ¿Pero debía decírselo? Involucraba a Iori y es significaba perderlo de nuevo...

- Nada, nada... solo pensaba... – respondió el otro con una media sonrisa. Kyo lo miró con recelo y por supuesto que tampoco le creyó nada.

* * *

De regreso a casa, Shingo no dijo nada ni Kyo tampoco, solo caminaban el uno al lado del otro en silencio, Shingo no podía dejar de pensar en la idea de Iori rescatando a Kyo... ese nuevo descubrimiento le trajo miles de nuevas preguntas. ¿Por qué lo había hecho? ¿Acaso no lo odiaba?, el alumno se estremeció por unos instantes...

Miró a Kyo que caminaba a su lado cabizbajo, en ese momento cruzaban el anden para llegar a la casa. ¿Como reaccionaría su maestro si se lo contaba? ¿Se alegraría? ¿acabarían con esa riña milenaria de una vez por todas? O se sentiría humillado... rescatado por su peor enemigo.

- No se que sucedió allá – dijo Kyo cuando finalmente entraron en la sala de la casa, parecía demasiado afectado por el incidente, se paró al lado del comedor y colocando sus manos sobre el vidrió sonrió hacia su propio reflejo – No se... no entiendo... – la voz de Kyo sonó esta vez casi como un sollozo ahogado.

Shingo se encontró una vez mas sin la mas remota idea de que hacer, su maestro se encontraba ahí recostado en el comedor, dándole la espalda, sufriendo por algo que, no entendía... ¿Y que podía hacer él que nunca había sentido lo que era tener el fuego Kusanagi en sus venas? ¿Qué iba a poder hacer él que siempre estuvo a la sombra del Kusanagi? ¿Él que no era mas que un aprendiz que buscara descaradamente copiar a su maestro?

Nunca pudo entender por que en ese momento solo atinó en abrasarlo con todas sus fuerzas por la espalda, lo rodeó con sus brazos sin decir nada y para su asombro Kyo no lo rechazó.

Se sintió extraño, pero era lo que quería hacer en ese momento y la única forma por la cual podría mostrarle su apoyo sincero e incondicional a su maestro, simplemente abrazándolo. No había necesidad de palabras... además ¿Qué podría decirle? ¿Qué no se preocupara? ¡Como no iba preocuparse! Si era su fuego... su razón de existencia... su identidad...

- Shingo – escuchó que decía Kyo.

- ¿Si? – respondió el joven aún sin soltarlo de su abrazo. Kyo pareció suspirar antes de continuar hablando.

- Si yo... de alguna forma... perdiera el fuego... tu... – El Kusanagi no entendía porque pero las palabras salían solas - ¿Seguirías a mi lado? –

La última frase provocó que a Shingo se sintiera mucho mas nervioso de lo que ya se encontraba {si eso era posible} y lo apretó con mas fuerza. Kyo sentía los brazos de su alumno rodeándolo de esa manera tan cálida, sintió como de repente Shingo recostaba su cabeza en su espalda, el calor de su suave mejilla se trasmitió a través de la tela de su delgada camiseta y casi pudo sentir su respiración continua.

Se sentía tan bien estar ahí simplemente siendo abrazado por él, como si de repente creyera que a su lado todo iba a estar bien, como si fuera un pequeño gatito que busca cobijo en el regazo de su dueño y la verdad, Kyo era como un gato, con sus facciones tan delicadas y su piel tan sedosa, con sus movimientos sensuales , ligeros e inconscientes que hacía al caminar, hablar o hacer cualquier cosa. Como un gato hermoso y peligroso.

- Usted cree, que si no... que si no me interesara en lo mas mínimo... ¿me preocuparía en seguir a su lado? – las palabras llegaron como un susurro a sus oídos. ¿Interesarle?

Kyo se giró lentamente y quedó frente a frente con su alumno que ahora lo miraba con esos cálidos ojos marrón desbordando gentileza y ternura. Le sonreía de la manera mas sincera y sin que Shingo dijese algo mas, Kyo podía sentir el cariño su alumno sentía por él.

- No es su fuego Kusanagi-san – volvió a hablar sin dejar de mirarlo a los ojos y Kyo pudo notar un leve color rosa matizar sus mejillas pálidas – es usted –

No tuvo tiempo para pensar en algo mas antes de que los labios de Shingo rozarán su frente en un movimiento nervioso e inseguro, se quedó helado, tan sorprendido que no supo si corresponder o no. El aliento cálido del joven rozó su barbilla y le hizo cosquillas. Sonrió. Shingo era como un perrito que movía la cola y corría tras su amo. Y el amo era él. Siempre había sido así, pero aún después de tantos años le extrañaba.

Pero ya no eran chiquillos de escuela, ya no tenían 16 años y una mente llena de sueños y promesas, Ahora eran adultos en cierta forma ya tenían mas de 20 años en los que habían aprendido muchas cosas de la vida.

Entonces Kyo correspondió el gesto, atrapó los labios de Shingo en los suyos con la delicadeza que solo un gato como él podía tener. Entre el beso, el alumno pareció suspirar aliviado. Quizás tuviese miedo de ser rechazado, sin embargo el Kusanagi solo tomó ese contacto como una demostración mas de cariño que su alumno le brindaba, una forma de decir "te quiero" sin palabras y mientras lo abrazaba con mas fuerzas y lo atraía contra su delgado cuerpo quería protegerlo.

Protegerlo del mundo que quería hacerle daño. Y a decir verdad, Kyo lo necesitaba. Necesitaba un abrazo y alguien que le apoyara incondicionalmente, ahora que parecía estar totalmente sólo y olvidado, ahora que sólo tenía a Shingo a su lado.

El beso continuó unos segundos mas, mientras ambos disfrutaban de la sensación de tener una mariposa revoloteando en sus estómagos y finalmente separaron sus labios. Kyo abrió los ojos y vio el rostro de Shingo con aquella expresión tan angelical, con el rostro rojo hasta las orejas, aún con los labios abiertos, húmedos y anhelantes.

Kyo Sonrió de nuevo mientras lo abrazaba, dejando caer su cabeza sobre el hombro de su alumno y Shingo solo atinó en llevar una mano al cabello de su maestro para acariciar las sedosas hebras y dejarlas resbalar entre sus dedos...

X x X

Esa noche debía presentarse en el bar "Adonai", era increíble la casualidad de que justamente ese bar fuese administrado por la luchadora rubia, habían pasado varios días ya, desde le incidente con el baterista y afortunadamente no había sido nada grave, por lo que de nuevo el grupo estaba completo otra vez y dispuesto a tocar. El pelirrojo se encontraba en el camerino, abotonaba su delgada camisa de franela blanca con concienzudo cuidado mientras recordaba...

Era muy estúpido a veces, hacía las cosas sin detenerse a pensarlo dos veces, solo siguiendo su instinto natural y obviamente esto no siempre traía consecuencias positivas. Quizás fuera por eso que aquella vez en el bosque se había ido dejando vivo a Kyo. ¿Por qué no lo había matado? Era la oportunidad perfecta para acabar con él Kusanagi de una vez...

Sacudió la cabeza enojado consigo mismo, sus cabellos rojos como una cascada de sangre se mecieron apacibles con el repentino movimiento. Era absurdo, simplemente era eso. Había algo que de alguna forma u otra le hacía sentir como si...

Debiese protegerlo...

Aquella noche, cuando irrumpió en la base de NESTS, estaba cegado por la rabia, corría por los pasillos destruyendo cuanta cosa le impidiese el paso, furioso, con todo y con todos, iba a matarlo de una maldita vez, lo mataría por huir como un cobarde, por esconderse en ese lugar. ¿Qué acaso no tenía honor? Pensó, sin embargo después de recorrer por aquellos pasillos una y otra vez, finalmente llegó a una habitación que por algún motivo se sintió atraído a abrir.

Lentamente deslizó su mano y tocó la fría superficie de metal de la puerta, todo estaba en llamas, explosiones simultaneas reventaban sus tímpanos cada minuto que pasaba, aún así abrió la puerta, la empujó con desgano y las explosiones y todos aquellos ruidos que le atormentaban desparecieron de repente, todo quedó en absoluto y sepulcral silencio, cuando Iori observó el cuerpo de Kyo semidesnudo y amarrado a esa camilla.

Fue como si todo odio y deseo de matarlo desapareciera por completo, al igual que los sonidos de las explosiones. El impacto visual le dejó atontado por unos segundos hasta que decidió que no podía dejarlo ahí.

Tan indefenso...

En la camilla Kyo parecía estar inconsciente. ¿Qué significaba todo eso? Pensó angustiado, todos esos cables algunos finos y otros gruesos, entrando por los poros de su piel, todas esas máquinas registrando los latidos de su corazón, tan irregulares, la expresión de Kyo, de dolor indefinido...

Tan vulnerable...

En ese estado el Kusanagi era como si de repente hubiesen encerrado al león en la jaula y le hubiesen asustado con fuego, era como si el gato astuto de movimientos arrogantes, ahora estuviese atrapado en una enorme muralla que no podía escalar. Iori no supo como pero con solo verlo se dio cuenta de que ese si era el verdadero Kyo Kusanagi.

Aún sostenía en sus garras el cuerpo desangrándose de un asqueroso clon que salió a su camino mientras lo buscaba, su rostro era idéntico, su cuerpo, todo! Quizás podría engañar con su apariencia exacta... pero no a Iori.

No a Iori que conocía al verdadero Kyo Kusanagi, a la faceta de él que nadie se había atrevido a descubrir y que Kyo nunca se dignó en mostrar. Además matar al clon no presentó ningún placer para el pelirrojo, mientras que la sola idea de tener a Kyo sufriendo en sus manos, la sola idea de poder matarlo, le deleitaba los sentidos... inclusive lo excitaba.

Y ahora estaba ahí... el verdadero, amarrado, herido... ¿Quién mas se atrevió a hacerlo sufrir? Solo él Iori Yagami, el último y mas poderoso descendiente del Clan de la luna creciente, él, que por derecho de nacimiento era dueño de su vida. ¿Y alguien mas se atrevía a tocarlo? A experimentar con su cuerpo...

Ese cuerpo que sólo es mío...

- Ya...Yaga – un ronco y casi inteligible intento de hablar de Kyo, Iori se giró y notó los ojos castaños mirarlo profundamente horrorizado – Ya...gg..a – suplicándole acabar con ese miedo... con ese dolor, pidiéndole ayuda... a él

Aunque ya hubiese pasado varios meses, Iori aún no entendía porque, en ese momento sólo atinó acercarse a la camilla y con sus manos impregnadas en sangre que, tomó a Kyo por la cintura y lo ayudó a ponerse de pie. El Kusanagi tenía una expresión de sorpresa mezclada con miedo tatuada en su rostro, Iori solo gruñó cuando Kyo no pudo sostenerse ne pie y su cuerpo cayó desmadejado sobre el suyo.

"Siempre estoy salvándote el maldito trasero" bufó mientras intentaba ponerlo de pie nuevamente, pero su eterno rival estaba inconsciente de nuevo.

Quizás ver a Kyo indefenso era lo que le impedía matarlo, saber que si lo atacaba no iba defenderse le hacía sentir culpable.

- ¡Yagami! Salimos en 5 minutos – la voz pastosa del guitarrista se escuchó temblorosa desde el otro lado de la puerta. Iori no respondió nada, pero al cabo del tiempo estipulado salía al escenario junto al resto de la banda. Era reconfortable saber que aún podía ejercer esa bella vocación musical suya que desde niño le había acompañado.

El concierto dio inicio y la gente escuchaba las delicadas baladas mientras continuaban con sus apaciguadas tertulias o simplemente fumaban un cigarrillo. En el intermedio, cuando Iori bajó del escenario no se esperó encontrar ese par de ojos castaños que lo miraban acusadoramente, fue por eso que el cigarrillo se tambaleó en sus labios por la sorpresa, pero solo se limitó a dar un bufido de inconformidad.

- Que quieres – dijo y Shingo tragó saliva apretando los puños con fuerza.

x x x co n t i n u a r a x x x

Nota de Helsic: waaaaaa Orochi mío! Inspiración donde estaaaaaaas! ;___;


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