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Sin corazón por zandaleesol

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Notas del fanfic:

Adaptación de la novela Homónima de Kat Martin

Título: Sin corazón

Personajes: Harry/Draco

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de propiedad de J.K. Rowling, solo los tomo prestados para divertirme con ellos. No percibo ningún beneficio económico.

Advertencia: Universo Alterno. Mpreg. Otras.



Capítulo 1.


Surrey, Inglaterra, 1800


Era una noche sin luna, pero de todas formas brillaban las estrellas en el cielo negro y, en la oscuridad se distinguía el perfil de la cabaña construida con paja y barro. Estaban a mitad del verano y, afortunadamente podía quedarse a la intemperie. Era una verdadera suerte que a su tía no le importara que él durmiera con los mismísimos cerdos. Ciertamente prefería a los cerdos. Era más soportable que tener que respirar los olores de aquel sujeto nauseabundo. Por otra parte, compartiendo la misma habitación, no dudaba de que una de esas noches el miserable buscaría el modo de abandonar su camastro, y mientras él estuviese dormido, aquel cuerpo repugnante se montaría sobre él y acabaría quitándole lo único valioso que tenía, su virtud.


A pesar de contar apenas con trece años, se daba perfecta cuenta de la mala intención del marido de su tía. Los tres meses que tenía viviendo con ellos, habían resultado más largos y duros que los vividos en el orfanato. Recordaba a la perfección el día en que se presentaron en el lugar, para reclamar al sobrino que tanto buscaron. Y él, con absurda alegría se marchó con ellos creyendo haber encontrado por fin el hogar que tanto soñó. Ridículo. Le rescataron de ese orfanato solo para traerlo al campo y obligarle a trabajar de sol a sol igual que una bestia. Sin embargo, lo peor estaba por venir. A los pocos días comenzó a notar las miradas de su tío. En un principio no supo cómo interpretarlas, creyó que era curiosidad del hombre, pero un día comprendió sus malas intenciones, cuando el miserable le arrinconó mientras se disponía a encender el fogón para preparar el miserable desayuno de la familia.


Vernon no solo era un borracho, era un sujeto perverso que cualquier día de aquellos terminaría violándolo. Si eso ocurría podía darse por perdido, pues pobre y sin virtud no tenía ningún futuro. Eso era lo que siempre le decían los chicos del orfanato. Debía elaborar un plan para escapar de ese lugar. Era cuestión de tiempo para que su tío Vernon lograra su ruin propósito.


Se acomodó sobre la paja seca y cerró los ojos con fuerza para no llorar. En el orfanato se había hecho fuerte a base de resistencia y voluntad. Lo primero fue necesario para sobrellevar los castigos físicos, que en su caso particular, era continuos y brutales, las marcas de los azotes eran evidentes en su frágil cuerpo. Lo segundo fue vital para no dejar que su corazón se llenara de odio.


Finalmente el sueño lo rindió mientras su mente ideaba formas de escapar de aquella terrible situación.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


El camino que conducía a la ciudad pasaba por un páramo recién arado. Harry caminaba lentamente por sobre el polvo rojizo. Ese terreno pertenecía a un rico propietario. Era tan vasto que a ambos lados del camino y en frente solo se veían los surcos idénticos de la tierra labrada. Todas esas fincas, incluyendo la que arrendaba su miserable tío, pertenecían a un mago. Harry jamás le había visto, y se alegraba de ello. Escuchó decir a su tía Petunia que aquel hombre era muy rico. Los magos eran muy respetados y temidos, pero no solo por los extraordinarios conocimientos que poseían, sino también porque muchos de ellos, poseían títulos de nobleza, especialmente los más ricos.


Harry había pasado sus trece años de vida en un orfanato, jamás vio ni tuvo contacto con un mago. Y lo cierto era que pese a la gran curiosidad que le despertaban sentía mucho miedo, pues había oído historias bastante atemorizantes sobre estas personas. Precisamente el terreno por el que caminaba ahora pertenecía a un poderoso mago. Un Conde de nombre Lucius Malfoy.


Harry pensaba que ese nombre sonaría extraño en una persona que no fuera un mago.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


Finalmente se encontraba en las puertas de la ciudad. No fue sencillo llegar, teniendo que tirar de la mula vieja en la que transportaba las hortalizas que había cosechado el día anterior. Su tía Petunia le amenazó con azotarlo si no vendía todo. Se suponía que su primo Dursley que aún venía por el camino, debía ayudarle en la venta, pues conocía a la gente del pueblo. Pero Dursley era obeso como su padre, y Harry sabía que tardaría por lo menos una hora en llegar, si le esperaba para iniciar la venta posiblemente no tendría mucho éxito.


Buscó un lugar en medio de la plazoleta y sin más se puso a ofrecer las zanahorias, nabos, y todo lo que había traído. Una mujer anciana se le acercó y le dijo que debía mostrar la mercancía, era el único modo de venderla. Le ofreció un espacio en su puesto de frutas. Harry le agradeció infinitamente. Presionado por la necesidad de vender para llevarle a su tía algo de dinero se puso a ofrecer las hortalizas a todo pulmón. No le agradaba esto, pero debía hacerlo, pues no era el único que deseaba vender. La plaza era grande y existía mucha competencia.


Había pasado casi una hora cuando finalmente vio aparecer a su primo Dudley.


-Por fin llegas -dijo Harry a su primo.


El muchacho le miró con enojo.


-No vine para ayudarte idiota, tú solo debes vender las hortalizas.

-Eso no es justo…

-Usa la boca para vender, porque si no lo haces cuando llegues a casa mi padre te dará unos buenos azotes -dijo Dursley mientras se daba la vuelta para marcharse.

-¿A dónde vas?

-Con mis amigos.


Harry miró la enorme espalda de su primo alejarse en medio de la plaza. Lo detestaba, el chico a pesar de tener su misma edad era tan miserable como su padre, cada vez que podía Dursley lo golpeaba.


De pronto apareció un enorme carruaje negro y su primo debió apartarse con rapidez del camino, Harry sonrió y continuó ofreciendo zanahorias. Pero pronto se distrajo, pues aquel carruaje se detuvo a poca distancia de él. Pronto escuchó que el nombre Malfoy era repetido con insistencia por la gente.


En los rostros cautos de quienes tenía cerca pudo leer el temor y respeto que tal nombre provocaba. Pero a él más que temerle al nombre le provocaba gran expectación, pues nunca había visto en persona a ese Conde Malfoy. Se acercó un poco más movido por la curiosidad, era la primera vez que vería a un mago. Sin embargo, se decepcionó un poco. El carruaje era ocupado por dos chicos más menos de su misma edad, quizá un poco mayores, era difícil precisarlo, pues él era pequeño y delgado para los trece años que tenía.



Los dos chicos que ocupaban el carruaje eran muy diferentes. Uno era de piel oscura y el otro rubio y de piel tan blanca como la leche.


Un hombre bajó del carruaje, parecía que era un sirviente, pues tras escuchar al chico rubio inclinó la cabeza.


Harry no podía apartar los ojos del carruaje y su interés iba en aumento, casi no se dio cuenta de lo cerca que estaba hasta que por la ventanilla vio asomarse una cabeza rubia, sus ojos verde esmeraldas dieron de lleno con los del muchacho rubio. Nunca en su vida vio facciones tan hermosas y perfectas. Una extraña sensación le sacudió el estómago cuando por un efímero segundo esos ojos grises se fijaron en él. El instante fue tan breve que Harry lo único que pudo hacer fue contener el aliento. Luego la cabeza rubia se perdió en el interior del carruaje. Se quedó mirando hacia el oscuro interior, deseaba ver aquel rostro hermoso nuevamente, pero casi al instante llegó el sirviente cargando una canasta con frutas, y él debió apartarse para evitar ser atropellado por ese hombre. Con gran agilidad ocupó un lugar junto al cochero y rápidamente carruaje se puso en marcha, llevando a ese chico rubio lejos de él.


Harry se quedó observando el coche hasta que lo perdió de vista. No sabía muy bien porque, pero experimentó cierta tristeza. Nunca conocería la identidad de aquel chico rubio, no volvería a verlo jamás. Vivían en mundos opuestos, y sus caminos no se cruzarían otra vez. De un modo extraño esa certeza era dolorosa.


*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~


La estación estaba llegando a su fin. A Harry le preocupaba enormemente el no tener todavía ningún plan de huida. Hasta entonces había tenido suerte de escapar a las malas intenciones de su tío, pero el tiempo y la suerte se le acabarían, estaba seguro de ello.


Era casi mediodía y pese a su cuerpo pequeño y esmirriado manejaba el azadón con algo más de destreza. Pronto comenzaría la cosecha del trigo y debería trabajar sin descanso. Por eso decidió hacer un alto y descasar bajo la sombra de un árbol. Se sentó y abrazó sus delgadas piernas con los brazos. De pronto unos dedos gordos le apretaron por el cuello y le faltó el aire. Sus ojos se desorbitaron al comprender que lo que tanto temió finalmente ocurría. Su tío Vernon estuvo espiándole, y justo en el momento de mayor descuido se abalanzaba sobre él.


Parecía que esta vez el hombre se saldría con la suya. Estaban en medio del campo, nadie vendría para salvarlo, pensaba Harry mientras inútilmente trataba de apartar la mano que apretaba su garganta.


-¿Realmente creíste que te escaparías por siempre? Pues ya ves que no… ahora te portarás como un buen chico y abrirás las piernas para mí -dijo Vernon con voz sofocada.


Harry se removía y lanzaba patadas al aire.


-Deja de resistirte mocoso, será mejor que nos entendamos o será peor para ti. Vamos, sé bueno… si te portas bien conmigo ganarás mucho.


El muchacho dejó de moverse. Comprendió que no serviría resistirse.


-Eso es, eres inteligente después de todo. Ya verás cómo seré bueno contigo… eres tan hermoso -dijo Vernon con voz cansada mientras pasaba sus dedos gruesos por la mejilla de Harry -. Debes quedarte muy quieto y no gritar.


El chico sabía que estaba en desventaja. Su tío era grande y gordo, y en ese momento le aplastaba con su obeso cuerpo. Sin embargo, a pesar de todo no se había rendido como creía Vernon, pues prefería morir a ser violado por alguien tan repugnante. Miró buscando alguna posibilidad en derredor, observó con asco como el hombre hurgueteaba su ropa, buscando con dedos ansiosos y torpes el miembro que pretendía introducir en su virginal cuerpo.


Con la mano tanteó el suelo de tierra, esperando encontrar una piedra que le sirviera como arma. Rogó intensamente, con desesperación y cuando comenzaba a perder confianza por fin dio con una, gracias a Dios. Su tío estaba demasiado preocupado de cortar el cáñamo con que sujetaba sus pantalones, por eso no se dio cuenta de que una piedra iba directo a golpear su cabeza.


El golpe sonó seco, horrible. Sin embargo, el hombre no pareció muy afectado, pese al fuerte quejido que brotó de su garganta. Un segundo golpe provocó que callera hacia un lado medio aturdido, al chico le fue suficiente eso para liberarse y huir.


-¡Maldito! ¡Voy a matarte! -aulló como fiera Vernon, mientras intentaba ponerse en pie.


Harry ni siquiera se cercioró de si el hombre se había levantado. Simplemente corrió a través del campo, debía alcanzar el camino que llevaba hacia el pueblo.


Corrió tan rápido que en apenas unos minutos se encontraba en medio del camino, se paró un poco mientras recuperaba el aire de sus pulmones. De pronto, como salido de la nada apareció un carruaje negro, el chico reconoció el escudo de armas, era el mismo que había visto un tiempo atrás en la plaza del pueblo. Era el carruaje del Conde Malfoy.


Sin pararse siquiera a pensarlo, se puso delante del carruaje y el cochero que conducía no tuvo más remedio que detenerse.


-¿Por qué te has detenido? -preguntó una voz asomándose por la ventanilla.


Harry se impresionó en grande al mirar al hombre. Era rubio, sus ojos y demás facciones eran iguales a las del chico rubio que divisara en la plaza el primer día que debió vender las hortalizas de su tía Petunia. Ese hombre debía ser el padre de ese chico.


Lucius le dio una mirada de pies a cabeza al chico que estaba de pie junto al carruaje. Estaba sucio y vestía harapos. Sin embargo, tenía un rostro angelical y unos impactantes ojos verdes. Lucius tenía muy buen ojo para apreciar la belleza, sobre todo si se trataba de un jovencito, pues estos eran su mayor debilidad. Su actual amante tenía apenas dieciséis años.


No apartó la mirada del chico. Sin pensarlo descendió del carruaje.


Harry retrocedió un poco.


-Mi carruaje pudo atropellarte muchacho.

-Lo lamento -respondió Harry.

-Nunca te había visto, ¿eres de por aquí?

-Sí señor.

-¿Cómo te llamas?

-Harry Potter, señor.

-Harry -repitió el hombre rubio -. Tus padres no deberían dejarte ir solo, podría sucederte algo malo.

-No tengo padres señor, vivo con mis tíos.


Al escuchar que ese chico tan hermoso no tenía padres, algo se despertó dentro de Lucius.


-¿Y quiénes son tus tíos?

-Vernon y Petunia Dursley.

-Ah, Vernon es mi arrendatario -se explicó el hombre rubio.

-Lo sé, señor.


Lucius volvió a mirar de pies a cabeza al chico.


-¿Qué edad tienes muchacho?

-Trece años, señor, los cumplí el mes pasado.


Lucius pensó que era una lástima que fuese tan pequeño. Con tres años más le hubiese ofrecido a Dursley una buena cantidad por el chico. Podría haberlo llevado a su mansión y meterlo en su cama. Era una pena.


-Ve a casa muchacho, estos caminos solitarios pueden ser peligrosos para un chico como tú.

-No voy a regresar a esa casa, señor.


Lucius miró al chico intrigado.


-¿Y a dónde pretendes ir?

-No lo sé. Creo que regresaré a Londres.

-Ah sí, y, ¿tienes parientes allá?

-No, crecí en un orfanato. Mis tíos hace seis meses fueron a buscarme y me trajeron aquí para que les ayudara con el trabajo del campo.

-Entiendo. Y ya te cansaste de eso.

-No, señor, no me importa trabajar… pero…

-¿Qué?

-Mi tío…

-¿Qué sucede con tu tío?

-No es bueno… él…

-¿Te golpea?

-Sí, aunque no me importa eso… pero lo otro no puedo soportarlo.


Lucius miró con suspicacia a Harry.


-¿Qué es lo otro?


Harry sintió que las mejillas le ardían y no se atrevió a levantar la vista hacia el hombre rubio.


Lucius arrugó el ceño, se acercó un poco más a Harry.


-¿Tu tío se ha propasado contigo?


El chico de ojos esmeraldas ya no pudo contener las lágrimas.


-Hace un momento intentó violarme. Desde que llegué he tenido que huir de él. No puedo seguir aquí, al final obtendrá lo que tanto quiere.

-No cabe duda de que has sido un chico muy valiente.

-No tengo opción señor, soy pobre, mi virtud es todo lo que poseo.


Lucius sonrió, le agradaba ese chico.


-Me temo que tu virtud que tanto has protegido tampoco estará a salvo en Londres. Te aseguro que ahí encontraras muchos más peligros que aquí.


Harry sintió angustia y dejó caer sus lágrimas a raudales.


-¡Oh señor! -exclamó Harry, mientras se ponía de rodillas -, por favor… sé que usted es un hombre rico y poderoso, ayúdeme.


Lucius sonrió.


-Vamos pequeño levántate, no es necesario que hagas eso. Tal vez yo podría ayudarte.


Harry levantó la cabeza y lentamente se puso de pie.


-¿De veras señor?

-Sí. Pero naturalmente mi ayuda tendría un precio.

-¿Qué tengo que hacer?

-Convertirte en mi amante, creo que ya sabes lo que eso significa. Te aseguro que soy mucho más agradable que Vernon Dursley.


Harry no veía la diferencia entre ser violado por su tío y ese hombre rubio. De todos modos perdería su virtud.


-Señor… yo no…

-Naturalmente comprendo que eres muy joven aún, pero estoy dispuesto a esperar a que crezcas.


El chico pensó que tal vez tendría más suerte de la que había esperado.


-Entonces, si acepto, ¿no deberé ser su amante ahora mismo?

-No claro que no.


Lucius realmente deseaba que el muchacho aceptara su propuesta.


-Estoy dispuesto a esperar hasta que cumplas tu mayoría de edad.

-Pero para eso faltan cinco años, señor.

-Es bastante tiempo. Pero yo tengo paciencia, sobre todo cuando algo vale la pena. Además durante ese tiempo, creo que podría enviarte a la escuela para que te conviertas en un caballero.


Harry abrió la boca asombrado.


-¿A caso no te gustaría eso? Aprenderías a leer y escribir, y muchas otras cosas.


El chico guardó silencio. Nunca imaginó que ese hombre pudiese ofrecer algo así.


-Sí, señor, me gustaría eso.

-Bien, ¿tenemos un trato?


Harry comprendió que era mucho lo que ese hombre le prometía. Era probable que no tuviera tanta suerte otra vez. Por otra parte no tenía más opciones por el momento.


-Esta bien, acepto.

-Eres un chico inteligente. Entonces sellaremos nuestro pacto, ¿estás enterado de que soy un mago?

-Sí.

-Bien. Hacer esta promesa es algo serio Harry. No podrás romperla.

-Cumpliré mi parte cuando llegue el momento señor.


Lucius sonrió abiertamente.


-Mi amigo nos servirá de testigo.


Harry miró desconcertado al rubio, pero enseguida comprendió que Lucius Malfoy no viajaba solo en el carruaje, alguien le acompañaba.


-Severus -llamó el hombre rubio -, necesito tu ayuda.


Un hombre alto vestido de negro y con un aspecto temible bajó del carruaje. Se fijó en Harry por un segundo y luego miró al rubio otra vez.


-¿Qué ocurre?

-Este jovencito se llama Harry Potter. Acabamos de conocernos.


El hombre de negro alzó una ceja y torció la boca.


-Ya veo, y supongo que deseas convertirte en su «amigo» como has hecho con otros.


El hombre rubio sonrió.


-Entiendo, pero creo que es demasiado joven, ¿me explico? -dijo el hombre llamado Severus.

-Sí, claro que lo es, Harry apenas ha cumplido trece años.

-Siendo así, no entiendo qué hacemos aquí. Nos estamos retrasando.

-He decidido convertirme en el protector de Harry.


Severus rodó los ojos con gesto impaciente.


-¿Otro más Lucius? Creo que ya has tenido bastantes «protegidos» en esta ciudad, sin contar el que tienes en Londres.

-Uno más no hará ningún daño. Harry es sobrino de Vernon Dursley.

-¿Ese muggle imbécil? -preguntó extrañado el hombre de negro.


Harry no entendió el significado de la palabra «muggle» pero imaginó que no se trataba de un halago, en todo caso su tío merecía que lo insultarán. Era una bestia.


-¿Estas pensando hacer un trato con ese borracho?

-No, no será necesario. Harry ha decidido no vivir más con él. Pero como no tiene a nadie más en el mundo, pues haremos un pacto.

-Ya me imagino que tipo de pacto ¿Te has asegurado de que entiende de que se trata?

-Por supuesto, es un chico muy inteligente.

-Aun así, insisto en que es muy joven.

-Es cierto. Por eso su parte del trato deberá cumplirla dentro de unos años, y yo comenzaré a cumplir la mía desde este mismo instante.

-¿De qué hablas?

-Harry desea convertirse en un caballero, y yo estoy de acuerdo en pagar su educación.

-No estás hablando en serio.

-Severus, me conoces, yo nunca bromeo con estas cosas. Pagaré la educación de Harry en la mejor escuela para muggles que exista.


Harry arrugó el ceño. Ahí estaba esa palabra otra vez, parecía que no era un insulto después de todo. No podía ser que existiese algo llamado «Escuela para imbéciles».


-Así que vas a educarlo antes de convertirlo en tu amante -dijo el hombre vestido de negro sin ningún miramiento.

-Prefiero usar la palabra «protegido» si no te molesta, Severus.

-Está bien. Pero… no has pensado que tal vez tu «protegido» podría cambiar de parecer dentro de unos años, y luego de que hayas gastado una fortuna en él.

-Es como si no me conocieras Severus, por supuesto que lo he pensado. Por eso Harry y yo sellaremos este pacto con un juramento mágico.


La frase juramento mágico sobresaltó bastante a Harry. Pensó que debió esperarlo, después de todo estaba frente a un mago.


-¿Y él está de acuerdo?


Lucius miró fijamente al chico.


-Harry, sé que no eres un mago, pero todos modos al hacer un juramento con alguien que sí lo es, no podrás retractarte.

-Eso significa que si no cumplo con mi parte, ¿moriré?


Lucius sonrió benevolente.


-Oh no Harry, el asunto no es como para llegar a ese extremo. Pero el juramento para ti será sagrado. Yo como mago que soy, estoy obligado a cumplir… es más si algo me impidiera hacerlo…

-¿Algo como qué, señor? -preguntó el chico con preocupación.

-Bueno como si por ejemplo muriera…

-¿Va a morir, señor?

-Oh claro que no, no está en mis planes. Pretendo vivir muchos años más, los magos tenemos una vida muy larga. No tienes de que preocuparte.


Harry asintió con más calma.


-Y aunque algo malo llegara a sucederme, pero te aseguro que no pasará… me aseguraría de que tú no te vieras perjudicado.


Severus movió la cabeza de modo casi imperceptible. No era la primera vez que oía a su amigo decirle toda aquella sarta de ridiculeces a un prospecto de amante. En realidad a todos les contaba la misma historia. No tenía la menor duda de que Lucius enviaría a ese mocoso a una escuela para que lo civilizaran y así tener un amante más deseable. Aunque realmente no dudaba de que el crio fuera realmente atractivo dentro de unos años y, siendo así, Lucius lo metería en su cama aunque no fuese un caballero.


-Está bien señor, confió en usted. Solo quiero dejar este horrible lugar para siempre y no volver a ver a mis tíos nunca más.

-No te preocupes Harry. Estarás a salvo, siempre voy a protegerte -dijo el hombre rubio con una sonrisa tranquilizadora -. Severus, necesito que actúes nuestro testigo.


El hombre de negro bufó, pero igual sacó su varita y la apuntó hacia el cielo, cosa que impresionó en grande a Harry.


Lucius hizo lo mismo con la que sacó de interior de su túnica.


-Dame tu mano Harry -indicó Lucius.


El muchacho obedeció un poco tímidamente.


Lucius apretó la mano de Harry mientras dirigía la suya hacia el cielo, una luz dorada salió de la misma.


Ambos magos se miraron algo sorprendidos y luego observaron a Harry por un segundo.


-¿Sucede algo malo señor?-preguntó el chico al percatarse de esto.


Lucius sonrió ampliamente.


-Nada malo Harry, al contrario. Acabo de comprobar que soy el mago más afortunado que ha existido jamás.


Harry asintió, aunque no comprendió. En todo caso no le importaba, ahora que sabía que su vida cambiaría se sentía el chico más dichoso de la Tierra.



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