Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi razón por MADkriz

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No tengo mucho que decir por ahora, solo espero que lo disfruten.

 Antes de dormir, el recuerdo de la hermosa joven no salía de mi mente, aún creía sentir el penetrante aroma a jazmín llenando todo el apenas entró al lugar. Me hacía preguntas estúpidas sobre qué jabón de baño usaba para oler tan bien a la distancia, sobre si fuera del denso vapor se podría percibir su aroma, ¿tan suaves de piel y firmes al eran esas hermosas piernas como se veían de lejos? Bueno, he de confesar que esa noche ella estuvo envuelta en más de una fantasía, aunque habían partes de su cuerpo que permanecieron por completo a la imaginación, claro que mi mente se había encargado de hacer lo suyo. Tuve tiempo de la noche suficiente para completar más de un cuadro mental y sí, he de admitir que hubo cosas que atender después de eso, pero es que, vamos, ¿no es lo más normal del mundo para alguien hacérsela con un poco de imaginación? Lo es más aún cuando por el mandito y bendito trabajo hay que hacer más de un sacrificio, como el no poder tener una vida sexual activa sin enfrentarse a consecuencias estúpidas y todos sabemos que en Japón lo más importante es la imagen.



 Al amanecer me di a la tarea de recorrer el lugar, claro que no lo hacía solo con fines turísticos, mi objetivo principal era ver a Shima, como aquel sujeto extraño la había llamado. Tenía esperanzas de éxito, pues el sitio no era tampoco el más grande ni más concurrido, se suponía que ese era el objetivo, un lugar que casi pudiera ser considerado modesto para no ser interrumpido en mis días libres. Irónicamente el sitio me parecía cada vez más grande cuando, luego de recorrer cada rincón me había topado con la infinita ausencia del motivo de mi desvelo en la noche anterior. La peor parte fue percatarme del primer grupo de niñas portando, algunas de ellas, gafas como las mías, otras más con ropa de estilo muy parecido a mi desenfadado look y todas con una característica inconfundible: alguno de mis libros y una pluma ya preparada para pedirme un autógrafo en cuanto me las encontrara “por casualidad” en el pasillo. No es que me molara del todo, es un alago que hagan ese tipo de cosas solo por mí, sacrificándose por mí, siguiéndome sin descanso, aun siendo que no soy más que un simple ser humano, el problema principal era la falta de privacidad que tenía por ello.

Si bien no podría exagerar diciendo que el hotel se había vuelto un caos por las chicas que estaban llegando, sí me parecía realmente incómoda la idea de encontrarme a más de un grupo cada que salía a almorzar o siquiera caminar hacia el área de masajes. Claro, mi rutina antes de dormir dictaba ser siempre la misma, tomar un baño en mi habitación e ir directamente a las termas de aquella noche en que la vi por primera vez, casi siempre a la misma hora, variando por diez o quince minutos antes, tristemente sin resultado. Sabía que estaba comportándome de forma un poco estúpida, pero como siempre he dicho, no se puede vivir la vida de otra manera, sino aprovechando cada oportunidad.

 

En uno de esos días, caminaba por uno de los pasillos divagando en mis pensamientos, ni siquiera podía recordar qué tenía en mente en el instante exacto en que me topé con alguien que salía de una habitación, chocando con él sin remedio, pues al levantar la mirada para disculparme me llevaría la sorpresa de que a quien tenía frente a mí era justamente al rubio cara partida que secuestró a Shima de mi impúdica mirada aquella noche; la esperanza de que aún permaneciera en el sitio de reposo había renacido. El hombre más feliz del mundo simplemente me dijo que no había problema y siguió su camino.

 

Volteé a la puerta para ver el número de la habitación, estaba tan distraído en verdad que no tenía idea de dónde me encontraba y fue entonces cuando la vi parada en la puerta, su rostro inconfundible, esos labios con los que había estado fantaseando los últimos tres días y sus piernas, caramba esas piernas que sin duda eran capaces de hacerme caer con sólo verlas. Di un paso hacia ella cuando noté que me veía, no sé si lo hacía por mi insistente mirada o como dictaban mis sueños, también yo había logrado captar al menos un poco su atención.

 

-  Shima, ¿cierto? – le pregunté con voz tranquila, no iba a dejar que ella notara que me tenía temblando por dentro. Ella asintió con la cabeza, en ese momento no parecía muy conversadora, aunque también llegué a pensar que era tímida - ¿estás sola? – pregunté y ella parecía a punto de morirse de risa, incluso de cubría los labios para no soltar la carcajada, aunque de igual modo seguía sin responderme - ¿está alguien contigo? – continué y ella volvió a reír y negar de la misma manera. No estaba seguro si mis insistentes preguntas eran las que no le daban oportunidad a responderme, pues hasta esa última me daba cuenta de que sí, acababa de sonar como un idiota con más prisa de la necesaria. Antes de poder seguir con aquello que parecía más interrogatorio que otra cosa, al inicio del pasillo escuché algunas risas trataban de ser discretas, pero vaya que estaban fallando en su intento - ¡maldición! – ni siquiera me importaba que la molestia fuera evidente, eran ellas llegando a arruinar una probable oportunidad - ¿y ahora qué hago? – murmuré ansioso, creyendo haber hablado para mí mismo. De la nada Shima me tomó del brazo y me metió a su habitación, yo sólo me dejé llevar sin poder evitarlo, no solo por mi repetitiva distracción, sino además porque, teniendo que admitirlo, la chica era algo más fuerte de lo que parecía.

 

 No podía creerlo, estaba con ella en su habitación y a juzgar por el silencio, estábamos solos, ella usaba la misma bata de baño blanca de la otra noche, esa que, por su altura daba una vista espectacular de esas piernas que me habían fascinado.

-  ¿Segura que no hay problema? – dudé al hablar, por ello fue que mi voz había sonado algo temblorosa y baja, pues además no tenía la certeza de que estuviéramos solos por culpa de sus extrañas y contradictorias respuestas a señas. Puso los ojos en blanco como si hubiera algo que yo no entendía y parecía querer hablar pero, culpa de mi maldita manía de querer auto responder a mis preguntas con teorías provenientes de la nada me provocaba interrumpirla a cada momento – el chico rubio que fue por ti la otra noche… podría molestarse si nos encuentra a solas, ¿no? – mi forma sutil y estúpida de preguntar si era su pareja solo le provocó una risa más, entre dientes y cuando por fin parecía estar a punto de responderme el grupo de niñas pasó frente a la habitación, haciéndome voltear por puro instinto a la puerta suplicando que estuviese cerrada, aunque claro, tenía la certeza de ello pero la inseguridad y los nervios estaban haciendo presa de mí desde hacía unos dos días.

-  Parece que eres muy famoso – dijo una voz masculina, bastante agradable si hay que admitirlo, a mis espaldas y en ese momento todas las respuestas parecían tomar sentido, ella nunca dejó en claro si estaba sola o no, tampoco si había alguien con ella, menos si era una o más personas. Luego de mi instante en shock volteé algo nervioso para contestar a nuestro acompañante pero al buscarlo con la mirada pude ver que, en efecto, estábamos solos, lo cual me tranquilizó por menos de dos segundos hasta que caí en la cuenta. - ¿Shima? – tragué saliva mientras, al parecer, él, me miraba divertido con esa carita de ángel completamente inocente.

-  Si, Takashima, Kouyou Takashima – su voz se me antojaba realmente agradable, su rostro fino y perfilado, sus piernas aún lograban enloquecerme importándome un carajo que se tratara de un hombre.

-  Hermoso – aquella palabra había escapado de mis pensamientos directo a los oídos ajenos, sin mi permiso.

-  ¿Disculpa? – dijo la bella criatura con una preciosa expresión de sorpresa, lo cual exaltaba aún más su belleza.

-  No puedo creer lo hermoso que eres – nuevamente las palabras saliendo por voluntad propia, no esperaba ver algo como lo que vino después de ello, pues podría jurar que notaba en su rostro un ligero color rosado que en ese momento amenazó con robarme la poca cordura que creí que me quedaba.

Notas finales:

¡Espero sus comentarios para mejorar! 

Estaré de vuelta pronto.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).