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Amandonos en el mar por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Mi reina, no puedo decir que me hiciera ilusión a primera vista verla aquí, pero… ahora me doy cuenta de que me adelanté en conclusiones” Akame, la esposa de Kawarama, le sirvió una taza de té a su cuñada. Estaba muy pálida e hinchada gracias a su embarazo y más que predispuesta a conspirar la caída de su esposo. “¿Está diciéndome que si la ayudo a ponerse en contacto con España, usted puede deshacerse de mi esposo?”

“Una vez que sea la regente, seguramente lo puedo hacer” la pelirroja estaba completamente seria, poniendo sobre la mesa una sortija. “Y curiosamente ya tengo a alguien que puede ponerme en contacto con el rey Fernando” le mostró el escudo de armas, haciendo que sus ojos se abrieran. “También es mi aval”

“Y su… intermediario… ¿no podría él hacerle el mismo favor?” obviamente la chica había afilado sus garras durante su matrimonio. “¿Por qué recurriría a mí con la historia entre nuestras dos familias?”

“Necesito su apoyo, princesa” la mayor siguió, ofreciéndole un brazo. “Mi esposo no es la persona más querida por ninguna de las dos y planear su caída es lo que más me daría placer en este momento. Pero” su voz se afiló también. “si voy a utilizar a alguien de intermediario, tiene que ser discreto. Y Tokusa está demasiado cerca de mí para funcionar, sabrían inmediatamente la procedencia de los mensajes.”

“Oh, querida, me das más crédito del que tengo. España no ha respondido ninguna de mis desesperados mensajes desde que mis padres murieron, ni siquiera cuando prometo mi propia mano a ellos” la chica sonrió. “Es incluso un juego divertido para mi esposo el verme escribirlas y enviarlas, se ríe todo el tiempo.”

“Por eso le entrego el anillo, alteza” señaló la mujer, tomando un poco de té. “Más me parece que voy a necesitar mucha más confianza de la que me da esa sortija…”

“No te preocupes, Tokusa te la dará en seguida” ella se levantó. Ya había pasado mucho tiempo con la princesa y necesitaba encontrarse con otros aliados que le ayudaran a derrocar a enseñarle a su marido que no era la idiota que él pensaba. Mientras ella caminaba, la princesa Annaisha lo pensaba seriamente, observando la cresta en la sortija. La casa a la que pertenecía el príncipe era muy conocida como aliada de España… y al parecer pronto se haría con más territorios y riquezas.

“¿Qué posibilidades tengo?” preguntó ella, observando a uno de sus caballeros de confianza, uno que sabía que sólo había inclinado la cabeza para cuidarla tras la muerte de sus familiares en la guerra.

“Sin ellos, ninguna” le respondió él con franqueza, moviendo el vino en su copa. “El rey actual ha sido muy justo para con el pueblo, muy sabio en la paz y en la guerra… es demasiado querido para esperar que sufra una muerte que no sea natural” levantó la vista apenas. “Sin embargo, si llegara a morir por culpa de su reina, le daría una oportunidad a tu marido y eventualmente a ti de ser regente.”

“Lo entiendo…” bebió de golpe el té que quedaba. “Los apoyaré por ahora. Eventualmente haré mi jugada para hacerme con la corona” se detuvo a pensar antes. “Creo que antes hablaré con el príncipe. Tengo curiosidad sobre lo que me va a decir.”

“¿Qué está insinuando, mi señora?” el viejo inquirió, de repente interesado por la posible relación entre los dos conspiradores.

“Mi querido caballero, hay cosas que sólo una mujer es capaz de detectar. Como a una chica enamorada o a una mujer deshonrando a su esposo” ella levantó la cabeza con una sonrisa contenta. “Aunque tampoco puedo decir que no hubiera hecho lo mismo en su lugar. Por cómo habla de él, estoy segura de que la engaña abiertamente, posiblemente con una sólo mujer, pero… eso a veces es peor”

“¿La bella entre bellas no capturó el amor de su marido? Una noticia que sin duda recorrerá los salones de los castillos durante generaciones” bebió de un trago el licor que el cáliz contenía. “¿Qué debería hacer con vuestro marido, alteza?”

“Eso déjamelo a mí” Akame acarició su vientre, señalándole que ya poseía lo necesario para hacerse cargo de la situación. Mientras tanto, Mito se reunía con Tokusa en una posada cercana que, aunque no era muy lujosa, tenía lo necesario para acomodar a un noble. La mujer por precaución tenía la cara tapada por su capucha. Su rostro era demasiado conocido para arriesgar que alguien la reconociera.

“Me da gusto volver a verte” la saludó él, tomando su mano y acariciándola con sus dedos. “Tantos meses de sólo oír de ti por las cartas que me envías han sido un martirio.”

“Uno que va a dar sus frutos, mi amor, muy pronto” le aseguró la pelirroja, sonriendo. “Y terminará muy pronto, junto con el ansia de mi esposo por amantes. Ahora sabrá que debe pensárselo dos veces antes de traicionarme” lo besó. “Y por supuesto, haremos de ti un hombre rico. El más rico e influyente en España… que se casará muy pronto con una bellísima reina viuda”

“Creo que vas a ser la viuda más feliz de todas” entonces bajó la voz, repasando lo que ocurría alrededor de él. “Tengo entendido que ahora contamos con el apoyo de la princesa, ¿no?” ella asintió. “Muy bien, eso hará las cosas más sencillas” suspiró “aún así tenemos un problema” continuó. “Tú y el rey tendrán que hablar frente a frente”

“No será una conversación agradable, sobre todo porque desde un principio sospechará que espío para mi marido” levantó un dedo, mirando con fría expresión la sortija en su dedo. “Nadie creerá al principio que la bella entre las bellas no puede ganar el corazón de un hombre como Hashirama… o como cualquiera.”

“Sin embargo, el rey es muy religioso. Si le hacemos saber las perversiones en las que participa tu marido, seguro que se sentirá tan asqueado como para ayudarte” se frotó las manos. “Todavía necesitaremos apoyo, su majestad no participará abiertamente en este conflicto…”

“Lo tengo controlado” la mujer respondió sin mucho entusiasmo. “Ya estoy en contacto con un noble francés con mucho dinero y una gran armada que puede prestarnos su colaboración. A cambio, por supuesto, de un precio” movió la mano. “Uno que estoy dispuesta a pagar, pero debe ser tratado con mucho cuidado.”

“Matrimonio” comprendió el príncipe. “¿Tu hijo?” la reina repitió su asentimiento. “¿Estás segura de que quieres hacer ese sacrificio?”

“Siempre he sabido que algún día tendré que renunciar a él y ya era tiempo de buscarle una prometida de alcurnia que eventualmente se convierta en su esposa” Mito admitió. “Además, comienzo a pensar que es mejor que se conozcan antes de la boda. Funcionó con nosotros, después de todo.”

“¿No te preocupa que haya cosas indebidas?”

“Con todo lo que ha pasado en mi vida, creo que el amor entre dos jóvenes no es tan indebido como lo piensan todos. Siempre y cuando se mantenga dentro de un límite, claro” Tokusa sonrió. Si algo no iba a tolerar su amada, es que hubiera bastardos en la familia. En ese momento cambió de tema a uno más serio. “¿Cuándo será mi reunión con el rey?”

“Lo más pronto posible” señaló él, observando por la ventana. “Hay que aprovechar esta oportunidad, ya que no todos los días puedes escapar del palacio. Lo he arreglado todo para que la entrevista se realice en territorio neutral, relativamente cerca a tu reino, pero lejos de los ojos de tu marido y donde nuestro invitado podrá tener naves cerca sin que resulte sospechosa su presencia.”

“¿De verdad está interesado en lo que yo le tenga que decir?” preguntó la mujer, frunciendo el ceño. “Me parece difícil de creer, considerando la clase de relación que ha tenido hasta ahora con el país.”

“Mi amor, él está dispuesto a escuchar siempre y cuando haya ganancias de por medio” le sonrió. “Y con la cantidad de naves que ha hundido Uchiha Madara, hay bastantes en juego. Sobre todo con el tesoro real de las colonias a punto de salir del puerto del Callao.”

“Muy bien, me reuniré con él donde me digas, pero si descubro que me han mentido…”

“Querida mía, me conoces, sabes que nunca querría hacerte daño” el príncipe le aseguró. “Mi único deseo es ayudarte a salir de la horrible situación en la que tus padres y yo mismo te hemos metido.”

“Perdóname, Tokusa, pero me es difícil confiar en hombre que dicen que me aman tras lo que sucedió en mi matrimonio” apretó las manos. “Bueno, no hay mejor momento para dejar todo en el pasado. Pronto el cadáver de ese perro estará flotando en el mar, muy lejos de la cama de mi esposo. Jamás volverán a verse” sonrió maliciosamente. “Eso le enseñará a ambos a no tomarme por tonta.”

“Tenlo por seguro, amada mía” le dijo Tokusa, besándole los nudillos. A la mañana siguiente se pusieron en marcha hacia el lugar designado para la cita, deteniéndose en algunos pueblos para crear el espejismo de que la reina estaba haciendo este tour para conocer mejor a su pueblo. En ningún lugar fue bien recibida, cosa que esperaba debido a que pasó más tiempo en el palacio que conociendo a sus súbditos, pero no le desalentó. Más enérgica que nunca, llegó al sitio designado como lugar de reunión.

“¿Estarás conmigo todo el tiempo?” le preguntó, apretándole la mano al ver los galeones españoles en el fondo. El príncipe asintió, devolviéndole el apretón. “Gracias” respiró hondo antes de entrar al lugar de reunión, una pequeña taberna. Dentro, un hombre con una capucha esperaba, moviendo un cáliz de oro. Un sirviente le apartó la silla a la reina para que se sentara y le ofreció un poco de vino, pero ella lo rechazó. “Mejor evitar malentendidos y crisis diplomáticas. ¿No lo cree, majestad?”

“Es usted realmente brillante… mi reina” él le respondió, admirándola. A pesar de su edad y de haber parido tres hijos, seguía siendo tan inmensamente atractiva como en sus días jóvenes. “Ha llegado a mis oídos que tiene usted información importante para mí y que está dispuesta a entregarla. Lo que no me queda claro es por qué.”

“Ambos tenemos una cosa en común” ella entrelazó sus dedos. “Los dos queremos ver a Madara Uchiha muerto.”

“Sigo sin comprender por qué” el rey observó la flama de la vela que tenían en el centro de la mesa. “Ese pirata les ha hecho ganar mucho dinero, una cantidad muy superior a la de cualquier corsario que su esposo haya tenido” frunció el ceño. “¿Realmente debo creer que entregará a semejante instrumento por la bondad de su corazón?”

“Si estuviera haciendo esto por la bondad de mi corazón, entonces lo sabría” ella sonrió. “Digamos simplemente que él y mi esposo disfrutan de la misma clase de… desviaciones.” La cara del hombre se puso completamente roja antes de pasar a blanca y luego a verde. “¿Desea un médico, majestad?”

“Sólo… sólo que usted me diga que no es lo que estoy pensando” dijo el monarca poniendo una mano sobre su boca, como tratando de no vomitar. Podía entender a un hombre que se deshonrara a sí mismo yaciendo con una mujer que no era su esposa y también la furia de una esposa al encontrar a su marido en cama con otras, después de todo eran humanos y la carne débil; pero esa clase de cosas… “No me puedo imaginar a un soberano elegido por dios teniendo esa clase de tendencias…”

“Mi señor, nada me gustaría más que negarlo, más me he visto en la incómoda posición de encontrarlos juntos en la cama” el tono verde rápidamente se apoderó de su piel, apenas evitando que el vómito saliera por su boca. La mujer sonrió por dentro, sabiendo que podría aprovechar perfectamente su homofobia. “Supongo que ahora comprende mi apuro por librarme de ese hombre.”

“Una buena mujer como usted sin duda desea expulsar de la vida de su esposo esa influencia corruptora” el rey ahora parecía querer hacer lo mismo. “Y yo me sentiría muy en falta por no echarle una mano. ¿Qué desea de mí?”

“Que lo eliminen” finalmente pidió ella. “Sé que han tenido inmensos problemas con él a lo largo de los años y que estarían muy felices de hacerme este favor” señaló ella. “Pero antes de darle la información quiero que me prometa que de ninguna manera buscará la conexión entre mi país y ese pirata. No puedo perjudicar a mis súbditos ni manchar la reputación de mi casa de esa manera, ni siquiera por el alma de mi esposo.”

“Mi señora, juraría solemnemente con mi mano sobre las sagradas escrituras ahora mismo si las tuviera. Todo por librar a este mundo de un demonio tan terrible” mandó a llamar a uno de sus pajes, que le trajo la biblia que siempre llevaba en sus andares. Frente a testigos, juró solemnemente matar a su enemigo sin mencionar a su empleador ni a los contactos que tuviera en tierra. A cambio, Mito entregó la información necesaria para la captura del corsario en su siguiente incursión.

“Me hace usted una mujer muy dichosa, majestad” dijo ella finalmente, despidiéndose con una inclinación. “Gracias por ayudarme a salvar el alma de mi marido.”

“No podía hacer menos por una mujer tan bella como usted, señora, y por librar al mundo de uno de esos pervertidos” él reciprocó el gesto, besando su mano antes de irse. Mito subió a la carroza preparada para ella, limpiándose la mano con un pañuelo.

“Al final no fue tan mal, ¿verdad?”

“Oh, Tokusa, mi querido amigo y amante. Realmente no tienes ni idea de lo mal que ha ido” se miró la mano, como si estuviera en otro mundo. “¿Por qué siento que acabo de hacer un pacto con el diablo?” se preguntó, apretándola. “Siento que ahora mi felicidad será aún más efímera que la de ellos… o quizás tanto como la de ellos. Siento… que me estoy condenando a mí misma por esto.”

“No estás cometiendo ningún pecado” trató de tranquilizarla él, pero era difícil cuando ni él mismo estaba seguro. había pasado muy poco tiempo en compañía del rey y menos en la de su amante, más sólo un ciego no se daría cuenta de que esos dos se amaban de verdad. Incluso él lo había admitido en voz alta, de cara al pirata, que sonrió antes de marcharse en silencio.

“Tampoco se elije a quién se ama, querido. Si algo he aprendido es que el corazón es caprichoso y quiere lo que quiere, sin escuchar a razones” le dijo antes de cerrar la puerta del carruaje para comenzar el lento viaje a casa.

-En el castillo, semanas más tarde-

“Ahhhhh… ahhhh… ahhhh…” Madara disfrutaba de cada penetración, con las manos alrededor del cuerpo de su amante mientras se entregaban como si no hubiera un mañana. Y por alguna extraña razón, el pelinegro seguía deseoso a pesar de que llevaban haciéndolo toda la noche.  Se besaron antes de que el éxtasis los consumiera, desplomándose sobre el suave colchón. Ya debía irse, estaba seguro de eso, pero… simplemente no podía marcharse. Quería quedarse ahí, en los brazos de su amante… por la que presentía sería la última vez. “Si yo muriera… ¿me seguirías a donde quiera que fuera?”

“¿Qué cosas dices? Ya te he dicho que no vas a morir” Hashirama entrelazó sus dedos, aún enterrado dentro del otro, conectados como muchas veces antes. “A cualquier lugar que vayas, yo iré. Te seguiré hasta el infierno de ser necesario.”

“Te creo… harías de mi infierno un paraíso” lo besó de nuevo antes de que se quitara de encima para permitir que se recostara contra su pecho. “Tengo que irme, me deben estar esperando en el barco.”

“Que te esperen un poco más, tengo un regalo para ti” como muchas otras veces, le llevó una caja de madera a la cama, que el marinero abrió sin mucho interés. Dentro, envuelto en terciopelo, había un huevo de oro enjoyado. Madara lo levantó, percatándose de las bisagras y abriéndolo. La parte superior estaba decorada con ónices y diamantes, simulando hábilmente el cielo nocturno y la inferior de zafiros, con una pequeña réplica perfecta de su barco en oro navegando en ese mar. “Dijiste que querías una noche estrellada”

“Otra vez has interpretado mal mis palabras… y aún así me gusta” acarició las piedras preciosas, tan azules que parecían verdaderamente el mar. Se quedaron un rato más juntos, admirando la pieza y silenciosamente despidiéndose, hasta que Madara se vistió para marcharse. Con la pieza escondida en su fardo, fue a su barco. Una multitud se había reunido en el camino para ver el regreso de la reina, algo en lo que el pirata no tenía el más mínimo interés. Sin embargo, sus orejas atendieron cuando vio a una figura encapuchada hablando con Ishikawa, entregándole un cofre.

“Es sólo la mitad” la voz de Mito salía de la boca del personaje. “Les daré el resto cuando tengan el trabajo terminado.”

“Como diga usted” Madara simplemente siguió de largo. No creía que su tripulación lo traicionara… pero tampoco ponía más allá de la mujer querer robarle las joyas que su amante le entregó. En el barco fue directamente a su cuarto, cerrando la puerta en cuanto entró. Admiró su huevo enjoyado en la penumbra, sonriendo como un idiota enamorado.

“Ojalá fuera diferente” suspiró él tras unos minutos, sacando su baúl especial y metiendo dentro el huevo, su collar y su anillo, ese que jamás se quitaba. Lo volvió a poner en su sitio, sabiendo que nadie en el barco resistiría la tentación de semejantes tesoros. Ishikawa se le acercó unas horas después para decirle que estaban listos para zarpar. Y una vez en el mar… “me gustaría cambiar de curso” sacó el mapa, mostrándole al timonel la alteración deseada. “Evadir a las patrullas nos será más fácil si no usamos las rutas usuales.”

“Me parece bien” comentó este, moviendo el timón. Tras días de observar con cuidado su habitación y que nadie se acercara a ella, sacó a escondidas su baúl secreto, ocultándolo en uno de los botes de remos que tenían. El pelinegro sonrió al distinguir un edificio bastante familiar por el telescopio, melancólico. También en ese caso tenía el extraño sentimiento de que era la última vez que vería el lugar de su niñez.

“Esta noche no te toca vigilancia” comentó su segundo, acercándose a él. estaba muy serio, también decepcionado. ¿Acaso sería por el trato con Mito?

“Ahhhh, mi querido amigo, sólo quiero ver el faro. Ya te dije que me gustan mucho, en especial este” le dio el telescopio, estirándose con algo de teatralidad y picardía. “Bueno, es hora de acostarse. Voy a volver a mi camarote… ¿tú no quisieras tenerlo?”

“¿A qué viene esa pregunta?”

“Es que te vi rondándolo el otro día y pensé que quizás querías quedarte con él... ¿o es con mi puesto?” siguió con esa sonrisa que no auguraba nada bueno. Ishikawa apretó los puños, sintiendo ganas de golpearlo al verse descubierto.

“Mi próximo ascenso será un retiro” informó. “Ya estoy muy viejo para hacer de capitán, lo único que quiero es dinero suficiente para dejar esta vida.”

“Ummmm… supongo que también es buena opción” se marchó, agitando la mano en despedida. Fue directamente a su camarote, del que escapó cerrando la puerta con un hilo. Así nadie sospecharía que se había marchado. Sigiloso como un fantasma, se dirigió al bote designado para su último truco. Lo bajó en silencio, remando lo más calladamente posible, cubierto de una capa negra, hasta la tierra más cercana. Un faro conocido se alzaba, apagado pero visible desde el mar.

“¿Qué haces aquí?” Hikaku le preguntó, sobresaltándose por su presencia. Y más aún, por el cofre que tenía a sus pies. “¿Qué es eso?”

“Algo que ella no va a tener” respondió, empujándolo. No tenía mucho tiempo, así que era mejor dejarlo en claro. “Por eso te lo doy. Escóndelo por mí, es lo único que pido.”

“Es más de lo que debería darte” de todas maneras lo recibió, simplemente porque se veía serio. “¿Acaso es tu botín de retiro? ¿Ya has entrado en razón y vas a dejar esa vida?”

“Más bien, es la prueba de que sigo siendo humano” respondió él con franqueza, volteándose para salir. “En cuanto a lo otro… ya se sabrá.”

Notas finales:

¿Qué les pareció el último regalo? Está inspirado en los huevos de Pascua de los Romanov. Sé que eso es de mucho después, pero... ¡son tan lindos que no me pude resistir! La noche estrellada sobre el mar, una de las vistas más romanticas, plasmada en una joya... ¡Qué romántico! ¡Yo quisiera tener uno igual! ¿Y ustedes? Review!!!


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