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Amandonos en el mar por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste.

“En otras palabras, alteza, sería prudente conseguir algunos corsarios antes de que España se convierta en una potencia tal que pueda aplastarnos” el concejero terminó. Hashirama se arregló la solapa del traje, viéndose en el espejo antes de salir de su escritorio. La música se podía escuchar desde abajo. “Alteza…”

“Consideraré el problema” el moreno respondió, silenciándolo. Era consciente de lo importante que era esta fiesta para su padre, sobre todo si iba a conseguirles una alianza con Uzushio. Más no podía sacarse eso de la cabeza… se suponía que contratar piratas y ofrecerles protección estaba en contra de la política entre las naciones, lo que podría causarles una guerra, pero a veces era la única manera de evitar que una nación se volviera demasiado poderosa para controlarla. Y él, que estaba acostumbrado a atender asuntos de estado en nombre de su padre, lo sabía.

“Espero que lo haga, alteza” él se inclinó, dejándolo salir. Hashirama salió del cuarto con la mente plagada de nombres. Habían muchos piratas con una reputación terrible que podían ocupar el puesto de corsario, pero ninguno parecía de confianza. Además, el asunto debía tratarse con sumo cuidado. Bueno, lo dejaría para más tarde, cuando tuviera tiempo. Ahora era hora de conocer a su prometida. Entró a la sala de baile con toda la dignidad de su rango.

“Aquí estás finalmente” Butsuma lo llamó, extendiendo una mano hacia él. Su corona brillaba con todas las joyas engastadas en el oro. “Déjame presentarte a tu futura esposa, la princesa Mito” lo llevó hasta la chica, que hizo una venia con la cabeza. “¿Por qué no van a bailar mientras yo hablo con el príncipe Mokuto?”

“Por supuesto, padre” le tendió una mano galantemente a la mujer, que tomó su invitación. Ella lo miró… era muy galante. Y bajo la luz de las velas proveniente de los candelabros del techo se veía como uno de esos príncipes de las baladas. Su expresión melancólica la capturó inmediatamente, impidiendo que sus ojos se apartaran de aquellos profundos pozos verdes. “¿Está disfrutando de la fiesta, alteza?”

“¿EH?” eso no sonó muy principesco. “ah, sí, muchas gracias, mi príncipe” ella finalmente consiguió decir, maldiciéndose en su mente. Con Tokusa podía hablar, ¿Por qué no con este chico? ¡Era su prometido, por amor de Dios! “Esta velada es esplendida”

“Sólo está comenzando” contestó él de manera monótona, tratando de ser galante, aunque no le gustara la chica. Después de todo, algún día tendría que procrear hijos con ella. Se inclinó brevemente, a lo que ella respondió con el gesto correspondiente. Puso su mano en su cadera y ambos comenzaron a dar círculos en una danza conocida. “Es un auténtico honor estar en compañía de la Bella de las Bellas.”

“Veo que ha escuchado de mí” ella se sonrojó con algo de vergüenza. Cuando bajó del barco con su padre, un lord muy presuntuoso le había puesto ese apodo, cosa que le había traído más de uno de esos. “Le aseguro, milord, que no he hecho nada para merecerlo”

“Al contrario, princesa, es usted la imagen de la perfección femenina” dijo recitando los pasajes de un libro de poesía que había leído hace poco. En él aprendió a halagar la belleza femenina, por más que a él le gustaran más los cuerpos masculinos. “Si la hubiera visto ahí también lo hubiera dicho. O a lo mejor la habría confundido con la Venus de los mitos, volviendo a nacer de la espuma blanca del mar.”

“Es usted muy halagador”

“Sólo digo la verdad, mi dulce princesa” siguió con su charada, dando vueltas en círculo con ella. La chica parecía más que hechizada con sus palabras… obviamente estaba haciendo un buen trabajo. “Es usted la más bella doncella en la que he fijado la vista.”

“Seguro que tiene gran cantidad de bellezas por aquí que pueden hacerme la competencia” ella paseó la vista por la sala. Las damas de la corte estaban observándolo un poco frías. Todas ellas habían intentado tener algo con él, con una falta de éxito que las dejó resentidas.

“Las bellezas de este reino palidecen en comparación con la suya, mi señora” la música terminó y ambos se inclinaron de nuevo. Él cogió dos copas de vino de uno de los sirvientes y le tendió una a la chica. Estaban a plena vista de sus padres, se les permitía beber un poco. “Quizás no debería confiároslo tan pronto, pero siempre he estado buscando el amor. Se dice que es algo muy bello, pero sumamente esquivo y difícil de hallar.”

“Espero que algún día lo haga”

“Yo también… sobre todo si es en vos, mi bella prometida” beso su mano como gesto de galantería, haciendo que ella momentáneamente se olvidara de que habían otras personas en el mundo. Él, por su parte, se felicitaba por su sarta de mentiras. Sabía que jamás conocería el amor en esa mujer, ni siquiera le gustaba. Quizás pudieran tener una bonita amistad, pero no amor.

“Cre… creo que me iré a tomar el aire. Discúlpeme” pidió ella antes de quedar en evidencia. Salió al jardín envuelta en un halo de esperanza… hasta que recordó que le había entregado su virginidad a Tokusa. Si los Senju se daban cuenta de eso, perdería a ese maravilloso hombre del que se acababa de enamorar. Sus dulces palabras… todo para nada.

“No esperaba encontrarte aquí” su madre la alcanzó. Ella portaba un vestido azul con toques plateados, apropiado para la estación. “¿Qué te sucede, hija mía? Deberías estar adentro, cualquier princesa de tu edad estaría emocionada por conocer a su prometido. ¿Acaso no es de tu agrado?”

“No, madre, al contrario” ella respondió. “él es todo lo que podría imaginar y más… pero tengo un problema muy grande”

“¿Cuál es?”

“Yo…” ella estaba renuente a admitirlo, pensando en lo que se podría decir de ella. Finalmente decidió decirlo, ya que ella podía tener una solución para el problema. “Cuando pensé que me casaría con Tokusa, me apresuré y él me convenció de hacer el amor antes del matrimonio” lágrimas vinieron a sus ojos. “Madre, sé que he pecado, pero…”

“No digas más, hija” la dama se acercó más a ella, envolviéndola en sus brazos. “Tengo la solución para tus problemas, más debes aprender a ser discreta para que tu esposo no se dé cuenta en la noche de bodas.”

“Sí, madre, haré lo que sea” ella se apresuró a decir. No sabía cómo su madre lo sabía, pero al parecer la mayoría de damas no se casaban vírgenes, sino que fingían serlo. Por su parte, Hashirama se acercó a su padre, que parecía satisfecho con el avance de aquella velada. El príncipe no tanto.

“¿Acaso no es preciosa la novia que te conseguí? Hasta tú podrás enamorarte de ella en pocos días” dijo él rey, levantando su cáliz. “Tal como querías”

“No se ajusta a mis gustos” respondió él, haciendo que el rey se atragantara con su vino. “Pero no hablemos más de estas cosas, por favor. He venido aquí esperando que hablaras conmigo de un tema sensible. Es importante para el gobierno que lo hagas.”

“Te escucho” tan pronto oía la palabra gobierno, el padre distante Butsuma se convertía en un oyente muy bueno. Y Hashirama lo sabía.

“Uno de los concejeros vino a verme más temprano” le contó. “Expresó su preocupación por el desarrollo de España como potencia. A decir verdad, yo también lo encuentro preocupante. Si las cosas siguen así, gracias al nuevo mundo podrán aplastarnos. No deseo terminar mis días como el prisionero político de una potencia extranjera.”

“Y no lo harás” el otro moreno bebió un poco. “Admitiré que el concejero tiene razón, no podemos dejar que esto continúa así por más tiempo. Nuestra alianza con los Uzumaki ayudará, pero son un país pequeño” mordió su labio. “¿Cuál fue su propuesta para frenar el desarrollo de nuestros enemigos?”

“Corsarios” contestó su hijo, dejando de lado su copa. “Piratas contratados por nosotros que a cambio de poder volver a ingresar a la tierra asalten los barcos españoles y nos traigan una parte del botín. Con sólo una quinta parte de semejante tesoro podríamos comprar muchos barcos y armarnos tan bien que se la pensarían dos veces en atacarnos.”

“¿Por qué no usar nuestros propios marineros?”

“Eso causaría un incidente internacional y, a pesar de la valentía de nuestros caballeros, no estamos preparados para una ofensiva como la que ellos mandarían a nuestras costas” el soberano asintió con la cabeza. No estaba muy de acuerdo con su hijo en muchas cosas, pero en su modo de gobierno sí. Sería un gran rey cuando lo sucediera.

“Suena bien” accedió él. “Mañana en la mañana, cuando la familia Uzumaki se haya ido, quiero que escribas cartas a todos los piratas que puedan encajar en el perfil de corsario. Luego envía a algunos de nuestros hombres a buscarlos.”

“Sé a quienes enviar y en dónde podrán hallarlos” el príncipe se retiró para volver a atender a la princesa, que volvía de su paseo al jardín. Su real madre venía detrás de ella, con una expresión ilegible.

“¿Me tardé mucho, alteza? Espero no haberlo hecho esperar”

“Al contrario, princesa, me dio el tiempo suficiente para discutir algo con mi padre” la llevó de vuelta a la sala de baile, donde interpretó una pieza más con ella. Se despidieron en buenos términos, con sus padres hablando del compromiso muy emocionados. Hashirama fue a su habitación, donde miró el techo con tristeza.

“Pareces demasiado deprimido para haber conocido a la mujer con la que pasarás el resto de tus días, sobre todo si es tan bella” Tobirama entró de improviso en su cuarto. “¿Qué sucede? ¿Acaso ella no es lo que esperabas?”

“No se ajusta a mis gustos” dijo con toda sinceridad.

“Supongo que las pelirrojas no son lo tuyo, entonces” él se encogió de hombros. “Pero tranquilo, seguro que lo que sea que no te guste en ella con el tiempo dejarás de notarlo. Y entonces te esposa y tú serán muy felices.”

“¿Y si eso no sucede?”

“Ya te lo he dicho, siempre puedes buscarte una amante” suspiró. “aunque dudo que encuentres una más bella que esa. No, estoy seguro de que sabrá llegarte al corazón tarde o temprano.”

“No lo sé…” realmente no era así, sí sabía que era improbable por no decir imposible. Salió a su balcón, a observar el cielo estrellado, preguntándose dónde estaría la persona que había esperado toda la vida. ¿Acaso él notaría su ausencia tanto como él la suya? ¿Estaría buscándolo? Eso esperaba.

-En el mar-

“¿Cuánto falta para el siguiente puerto?” preguntó Madara a su segundo de abordo, cansado del vaivén de las olas y el inmenso mar azul. Días sin novedades como este le hacían pensar mucho en la tierra y en lo mucho que se divertiría unos días en Tortuga. No iría con prostitutas, claro que no, pero igualmente se divertiría.

“Todavía unas cuantas horas, capitán. Llegaremos con el alba a más tardar” Ishikawa bajó el telescopio apuntado al horizonte. “Debería considerar lo que hablamos la otra vez. Creo que podemos aprovechar un perdón de…”

“Sí, claro, ajá, como si no fuera una trampa” el líder de la tripulación simplemente lo ignoró, observando otra vez las estrellas. “Oye, ¿alguna vez alguien te hizo una predicción? Algo así como decirte tu futuro.”

“¿Hablas de adivinos?” el mayor parecía un poco escéptico. “No, jamás. Aunque… una gitana se la leyó a mi mujer una vez. En un carnaval, en nuestra ciudad natal” sus ojos se tornaron soñadores. “Ella estaba muy emocionada, le dijeron que tendría un hijo varón y que, aunque hiciera un viaje largo, el amor de su vida siempre volvería a ella” gruñó. “Supongo que mi destino no recibió ese mensaje.”

“O quizás ella se encontró a otro” se burló el pelinegro antes de ir al timón. “¿Ella creía en eso de verdad?”

“Bueno, lo del varón en su futuro resultó ser verdad” el Uchiha se quedó pensativo. Verdad… ¿eh? Levantó la mano, viendo las líneas en su palma. Según esa mujer, su línea de vida era extremadamente corta y se le acabaría pronto, quizás dentro de pocos años. Por él estaba bien, ya no tenía a nadie por quién vivir. Sólo quería divertirse lo suficiente como para divertirse en grande.

“¿Cómo se siente enamorarte de alguien?” preguntó a lo que sea que ella hubiera visto en su palma. No le respondieron, así que se recostó a dormir en su camarote por un rato. En sus sueños estaba parado en medio de un jardín, como los que poseían la gente adinerada de la nobleza. Volteó a su alrededor y se encontró con un hombre leyendo un libro pacíficamente cerca de una fuente. Despertó inmediatamente después, sintiendo los temblores del anclado en el puerto. Se vistió rápidamente y salió del cuarto.

“¿Te sientes mejor?” él gruñó a su mano derecha, que simplemente bajó por la tablilla. Fueron directos a los bares, donde otros capitanes contaban sus aventuras y las victorias que tuvieron contra la marina. Nada como las suyas propias, por supuesto. Sobre todo contra ese enorme barco español.

“¿Capitán Madara Uchiha?” alguien se le acercó mientras estaba bebiendo con sus compañeros. El hombre delante de él no lucía en lo absoluto como un pirata. Es más, lucía como un caballero. En otras circunstancias, el hombre ya habría sido asaltado o asesinado por su dinero, pero estaba intacto. Eso significaba que tenía una guardia fuerte.

“Qué osadía la suya, adentrarse en un puerto pirata” dejó su tazón de licor encima de la mesa. “Deberían saber que la marina real de cualquier país no es bienvenida en este sitio.”

“Sabemos eso, muchas gracias” el capitán se sentó y le tendió un documento con un escudo real. “Un mensaje del príncipe. Está reclutando corsarios para asaltar los barcos españoles en beneficio de nuestro país y usted es uno de los candidatos. Uno de los que están al principio de la lista, diría yo.”

“Supongo que mi reputación habrá llegado a oídos de su príncipe” el escupió la última palabra. “Ser el único en tener éxito en algunas empresas sin duda llama la atención” el pelinegro continuó. “Por curiosidad ¿qué fue lo que más le impresionó? ¿El asalto al buque de los comerciantes persas o el galeón español que hundí después de llevarme su tesoro?”

“Sea lo que sea que vio en ti, escoria, no lo compartió conmigo” el marino estaba rápidamente perdiendo la paciencia. “Sólo vio que sería útil y por eso va a ofrecerte un perdón. Podrás entrar en su país, anclar en sus puertos y disfrutar de las riquezas que ganarás en su país siempre y cuando le cedas una parte del botín.”

“Cederle una parte de mi botín… perdón…” Madara frunció el ceño y estaba a punto de tirarle la oferta a la cara cuando recordó lo decepcionada que estaba la tripulación después de negarles el retiro. Si rechazaba una oferta tan tentadora como esta, la tripulación podría amotinarse. Y eso no le convenía para nada. “Si acepto esto, cualquier integrante de mi tripulación podría pisar su suelo sin problemas, ¿no?”

“Siempre y cuando respeten los barcos de nuestro país y nos traigan tesoros españoles” contestó el hombre. “Con su reputación eso será fácil de conseguir.”

“Eso creo, sí” la verdad es que vencer galeones españoles no era nada fácil, lo que pasaba era que él era muy bueno en lo que hacía. Compartir sus tesoros no le haría gracia, con el trabajo que le costaba conseguirlos… pero su tripulación. “Tendría que conversarlo con mi tripulación, así que… ¿hasta cuando está abierta esta oferta?”

“El reloj corre, hasta mañana en la mañana” le contestó el hombre, levantándose de la mesa. “Otros capitanes podrían estar interesados en esa patente de corso, así que yo que tú me daría prisa en conseguir la aprobación de mis hombres.”

“Veremos” dejó unas monedas sobre la mesa antes de marcharse. Salió del bar a buscar a Ishikawa, que estaba intentando ahogar sus penas con una prostituta, una muy fea. “Ven conmigo, tenemos que reunir a todos.”

“¿Qué no ves que intento olvidarme del retiro con mi familia que tú me negaste?”

“Pues… acaba de haber un cambio de planes” Madara le enseñó la carta. “Acaban de ofrecerme una patente de corso, así que… podrás regresar a tu linda familia siempre y cuando yo le dé una poción de las ganancias a su alteza… no sé cómo se llama.”

“Patente de corso, ¿eh?” de repente había perdido todo interés en la mujer. “¿Vas a aceptarlo así como así?”

“Con la protección de un país podremos tener ese retiro… a medias, pero podrán anclar en puertos diferentes a Tortuga y ver a quien quieran ver” el pelinegro caminó lejos de la fila de mujeres que se ofrecían. “¿Quieres o no? Es oferta limitada”

“Pues sí… voy detrás de ti” pronto hubieron reunido a todos los integrantes de la tripulación en el barco. Los ojos de los marines estaban centrados en el capitán.

“Debo avisarles que me han ofrecido una patente de corso” un murmullo los recorrió, llenos de curiosidad. “Es una oportunidad de tener un puerto más al que anclar, de empezar a gastar nuestras fortunas. ¿Qué dicen? ¿Quieres aceptar la oferta?”

“Señor, con todo respeto, perderemos las presas fáciles si aceptamos la patente”

“Lo sé, camarada, pero si no tomamos riesgos, no ganamos” sonrió. “Recuerda lo que pasó con el galeón español, esa fortuna nada más nos bastaría para comprar diez mil barcos y empezar nuestra propia empresa de navegación. ¡Si tan sólo pudiéramos usarla! ¿Cómo creen que podremos hacerlo sin un permiso oficial de piratería?”

“Además el botín justificó el riesgo” añadió Ishikawa, sentado en el lado del barco. “yo digo que sí. ¿Ustedes qué dicen?”

“Sí”

“¡Sí!”

“¡SI!”

“¡SIIIIIIIII!” Madara sonrió, la tripulación en pleno estaba de acuerdo. Al día siguiente volvió al bar, donde estaba el caballero de antes, rodeado de piratas.

“Acepto, llévame con el príncipe”

“Vaya que te tardaste, ya casi expiraba la oferta” se levantó. Los llevó al muelle, donde los esperaba un gran galeón de la marina. “Entren al barco, SOLOS” les dijo. “Una vez se hayan reunido con el príncipe podrán volver a sus galeones. Estos están autorizados para seguirnos, pero si nos atacan ustedes mueren, ¿entendido?”

“Como digas” el Uchiha entró. Tenía la sensación de que esto iba a salir condenadamente bien.

Notas finales:

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