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Amandonos en el mar por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Advertencia, un poco de lemon viene a continuación...

“Me agrada que hayas decidido verme” Hashirama recibió a su favorito después de mucho tiempo ausente. Madara no esperaba regresar tan pronto, pero le había resultado difícil mantenerse alejado del rey. Sobre todo con la corona de rosas en su pequeño baúl. Cada noche no podía dormirse hasta sacarlo de su escondite y admirarlo. Incluso… incluso a veces se perdía en las flores, soñando con algo imposible.

“Tenía que entregar el pago de este mes, majestad” el pelinegro se inclinó ante el nuevo rey y su reina, que no estaba muy segura de si le gustaba estar en presencia de semejante persona, pero lo resistía por querer estar al lado de su esposo. “Hubiera enviado a alguno de mis chicos, más… no confío mucho en ellos con el dinero.”

“La honestidad en un pirata es en verdad un tesoro difícil de encontrar” comentó la pelirroja secamente, deseando que se fuera para poder salir de la mano de su amado y pasar un tiempo juntos como marido y mujer. Todavía no era mayor, podía darle unos cuantos hijos más…

“Oh, mi dulce señora, no es honestidad, es conveniencia” anunció él. “Me conviene mantener buenas relaciones con el rey, es mucho más fácil abastecer mis barcos si puedo usar sus pueblos que solamente en los puertos piratas.”

“No me cabe la menor duda” señaló ella, aunque podía detectar un tono extraño en la voz del criminal. Abrió el lugar donde tenía su tesoro, revelando una maravilla de joyas y finas telas, seguro robadas de algún rico mercante persa atacado en el mar. Los ojos de la soberana se posaron en un gran zafiro del color del mar, deseándolo. “En verdad se ha hecho con tesoros inigualables esta vez.”

“De no haberlas cogido yo estarían en manos de los españoles. Y eso sería una tragedia” la miró con una sonrisa de suficiencia. “¿Verdad, mi reina?”

“En verdad” el rey intervino en ese momento, no deseando mediar en ningún enfrentamiento entre su amado y su esposa. “Querida, creo que ya has tenido suficiente por hoy. Yo me encargaré de recibir a los demás corsarios y ver que entreguen sus partes”

“Pero…”

“Mi reina, sé que no estás acostumbrada a lidiar con este tipo de gente y no sería un buen esposo si te expusiera a más peligro. Confío en Madara ligeramente más que en el resto y por eso le he permitido mirarte, más no podría dejar que el resto, indeseables más de lo que te imagen, posen sus ojos en una diosa de la belleza como tú. No fueran a ofenderte de cualquier manera.”

“Mi rey… sólo porque es tu mejor deseo protegerme abandonaré esta sala. Estaré esperando a que vuelvas a alegrar mi día con tu presencia” la muchacha dejó la habitación, convencida de que su esposo sólo quería protegerla, como su caballero en brillante armadura. Hashirama suspiró arrepentido. Ojalá hubiera una manera de apartarla de su lado sin hacerle más daño.

“Debo recibir a los demás” anunció en voz alta, tratando de sonar lo más frío posible en presencia de sus guardias. “Espérame en el mismo lugar de siempre, tengo una cosa de la que hablar contigo.”

“Como ordene” el Uchiha se inclinó teatralmente, saliendo de la habitación. Se sentó en la fuente, aspirando el fuerte aroma de las rosas, cerrando los ojos e imaginando los ojos del moreno posados en él con una expresión de cariño… ¡pero qué cosas! Eso no era posible.

“¿Me tardé demasiado?” su amigo entonces se sentó a su costado. Sus manos tocándose levemente. El pelinegro se sonrojó un poco, dándole un toque adorable a la que usualmente era una cara cruel. A Hashirama le encantaba mirarlo, sobre todo cuando estaba así. “¿Te gustó el libro que te presté la última vez?” susurró para que solo él lo escuchara. “Tenía una escena de un baile… ¿lo imaginas? Dos personas realmente enamoradas bailando…”

“Seguro que tú y tu esposa se ven justo como esos personajes cuando hay bailes” respondió él, sintiéndose un poco extraño mientras lo hacía. ¿Qué era eso en su pecho? Algo pequeño con mandíbulas que lo carcomía… un poco.

“Oh, no lo creo” él negó con la cabeza. “Mito y yo… nuestro matrimonio es puramente de conveniencia, no hay verdadero amor en él” bajó la mirada. “Ella me ama, eso lo tengo claro. Sin embargo me ha sido imposible sentir lo mismo por ella.”

“Y… ¿nunca te has enamorado?”

“¿Qué clase de pregunta es esa? ¿acaso te interesa tanto saber?” Madara le fulminó con la mirada. “Sí, me he enamorado. Sigo enamorado desde hace tiempo de la persona de la que me enamoré por primera vez” confesó. “Pero dudo que sienta lo mismo por mí” suspiró. “¿Puedes creerlo? Siempre he querido enamorarme y ahora que finalmente sé lo que es, no soy capaz de decírselo por temor al rechazo.”

“Invítala a bailar, seguro que consigues que se enamore de ti con eso”

“Tengo planeado hacerlo en el baile de esta noche, pero… necesito un poco de ayuda moral” en realidad, lo que necesitaba era una excusa para que el amor de su vida estuviera ahí, disponible para un baile. “¿Qué me dices? ¿Te hace ilusión un poco de diversión al estilo de la alta sociedad?”

“Dudo que se emocionen de tenerme ahí” sus ropas estaban descocidas, su cabello completamente enmarañado y, para ser franco, olía algo mal por el tiempo encerrado en el barco sin bañarse. No era precisamente material de elitista.

“No te reconocerán” prometió el rey, tendiéndole una mano. El pirata lo siguió. El joven se vio entonces guiado a través de unos pasadizos secretos hasta una habitación de piedra adornado con una cama de caoba con doseles de seda. Estaba falta de decoración, pero… jamás había visto un cuarto tan hermoso en su vida. Ni tan rico. “Hermosa, ¿no? Cuando tenían un invitado discreto, los reyes solían traerlo aquí” más bien a amantes “¿Te gusta?”

“Sí, es muy… lujosa”

“Es tuya cuando quieras” lo sorprendió. ¿Qué rey le ofrecía a un pirata una habitación en su propio castillo? Estaba a punto de rechazarla cuando el otro se alejó hacia la puerta. “Un sirviente vendrá en unos minutos a traerte el traje que elegí y un baño caliente. Hasta entonces… relájate.”

“Ehhhhhh, yo…” no pudo decir nada más. Y justo como dijo, unas horas después un grupo de sirvientes muy discretos le traían una gran tina de madera y cubetas con agua caliente. Él se desnudó, metiéndose en el agua. Se sentía tan bien… incluso pasar las manos por los mechones negros de pelo, desenmarañándolo y sacando la suciedad. Uno de los sirvientes echó al agua algo y en seguida esta empezó a oler a… “Rosas” pensó mientras terminaba de asearse. “Todo huele a rosas”

“Su traje está listo” señaló uno cuando se retiraron de la habitación. Él se cambió, sorprendido por lo bien que le quedaba la ropa. Se miró a un espejo, dándose cuenta de que el rey tenía razón. Así vestido nadie iba a reconocerle.

-En la cámara real-

“Me parece que mi señora esposa está un poco molesta” Hashirama se acercó a la mujer, a la que no había visto en todo el día. Ella no estaba acostumbrada a ser ignorada, sobre todo por los hombres. Además… su esposo debía interesarse al menos un poco por ella. Desde el nacimiento de su segundo hijo que no la tocaba. De hecho, ya no visitaba sus aposentos con deseo. “¿Puedo hacer algo para remediarlo?” sacó algo de su bolsillo y lo puso alrededor de su cuello. Era un largo collar de perlas legítimas blancas como la espuma del mar. “¿Estoy perdonado?”

“Muy atento, esposo mío” ella las tocó. Durante un segundo creyó que era el zafiro que llamó su atención antes, pero luego se reprendió. Eso era estúpido, el zafiro necesitaba ser engastado en una joya, lo que tomaría más tiempo. Ya lo recibiría después.

“Las perlas son las piedras que más te quedan, mi reina” qué extraño, ella siempre había pensado que los rubíes eran los que le hacían lucir más, aunque no se quejaba si le daban zafiros u ónices. “Dime… ¿hay alguien con el que realmente desees bailar esta noche?”

“Con mi marido solamente”

“No puedes reservarme todos los bailes, debe haber al menos un noble con el que quieras compartir la velada… o eso imploro. Una reina que se niega a recibir a los nobles o bailar con ellos puede convertirse en un peligro para la administración de su rey.”

“Comprendo mi deber muy bien” ella sintió el deseo de refunfuñar. Últimamente no hablaban de nada más que deber o sus hijos. “Sir Kurama ha aceptado bailar conmigo una pieza, a partir de entonces… el conde de Aburame o el Barón Lee serán los siguientes. Sigo sopesando mis opciones.”

“Son leales, es bueno” se volteó. “Quiero que te diviertas esta noche, ¿está bien? Es posible que me tenga que marchar temprano, tengo una jaqueca que temo que me tumbe esta noche antes de tiempo.”

“¿Deseas cancelar el baile? Puedo ponerles una excusa a…”

“No te preocupes, querida, no hay razón por la cual los demás tengan que sufrir por mí” salió del cuarto con una expresión austera.  Unos minutos después los dos estaban entrando al salón, recibidos con una reverencia por los nobles. Hashirama escaneó el lugar, encontrando a Madara escondido en la parte de atrás. Se camuflaba muy bien, nadie podría creer que no era uno de ellos. Les dio la bienvenida a su hogar a los señores y abrió el baile con su esposa. Tan pronto como pudo dejarla se dirigió hacia su amado, cogiendo una copa de vino para ambos. “¿Te diviertes?”

“Me gustaría decir que sí, pero no sé bailar” señaló a las señoritas con la cabeza, observando ensimismadas cómo los grandes señores bailaban con damas de alta alcurnia. Se quedaron conversando un rato, bebiendo unos cuantos cálices de la bebida. Gracias al ron que tomó antes de la fiesta, el pirata empezaba a sentirse un poco mareado. Quizás era hora de parar. “Quisiera aprender”

“Yo puedo enseñarte… aunque no aquí. Todos ellos se sentirían un poco confusos si un noble no sabe bailar” lo llevó al jardín, discretamente desapareciendo de la fiesta. “Pon tus manos aquí y aquí…” le indicó, hasta que incómodamente se puso en la posición adecuada. “Ahora…”

“Es… es muy extraño” el capitán se puso ligeramente sonrojado cuando ellos comenzaron a moverse al son de la tenue música. Bailaron por un momento, hasta que las manos del moreno se posaron alrededor de su cintura, levantándolo ligeramente y dando una vuelta. Sus ojos no se pudieron apartar del rey. “Si… sigue siendo muy extraño”

“Seguro que sí” el otro se rio, volviendo a ponerle en el suelo. Siguieron bailando al son de la música, bajo la luz de la luna. “Estás tomando la posición de la chica.”

“¡Eres un idiota!” Hashirama estaba sorprendido. Nadie nunca le había llamado idiota en toda su vida. Madara trató de zafarse, pero volvieron a girar como una pareja, el rey alzándolo en alto. Otra vez se quedó con la mente en blanco, permitiendo que el rey lo guiara hasta que se terminara la canción. En ese momento, el mejor de todos, los labios del soberano se posaron sobre los suyos. Para su sorpresa, respondió inmediatamente, profundizando el beso. “Para” finalmente lo empujó, poniendo sus pensamientos en orden. “Esto… no está bien”

“¿Desde cuándo eso te importa?” no quería soltarlo todavía, manteniéndolo apretado contra su cuerpo. “Me devolviste el beso, sé que sientes algo por mí, no lo niegues.”

“Yo… sólo estamos tomados, nada más. Yo… debí haber esperado más tiempo antes de tomar licor” se alejó un poco tembloroso, aun afectado por el beso. Se marchó, tambaleándose hasta la habitación prestada que tenía en el castillo. Ahí se sentó sobre la cama, tocándose los labios con un poco de turbación. Cuando sus bocas se tocaron, su primer instinto fue responder. Y eso… eso lo asustaba. Jamás había pasado lo mismo con nadie y vaya que lo había intentado. “Necesito una copa” se dijo, abalanzándose sobre la botella de ron que tenía escondida ahí, a pesar de saber lo que pasaría. Sólo quería olvidar… “Mi rey…”

“Despierta” no habían pasado ni unos segundos para él cuando despertó de su sueño, siendo sacudido por el mismo rey. “No hemos terminado de hablar de lo que pasó”

“No mucho más que decir” en medio de su estupor por el alcohol no midió sus palabras. “Tú me atraes, yo a ti también… es obvio, jamás había respondido a un beso así” torpemente se sentó en la cama. “En verdad, me gustó eso… debes tener mucha experiencia besando a tu mujer… o quizás a ella no.”

“¿Estás ebrio?”

“Claro que sí, tenía que olvidarme de lo de ahí afuera y cómo lo disfruté” señaló él, rodando los ojos. “No debió haber pasado, se supone que relaciones como esa no deberían existir, menos entre nosotros dos y…”

“¿Acaso importa? Te amo… y creo que tú ya empiezas a corresponderme. No por nada me devolviste el beso” el otro apartó la mirada, sintiéndose tímido. “Te amo”

“No lo digas…”

“Te amo…”

“Basta…”

“Te amo” estas palabras fueron acompañadas por un beso en los labios que acalló cualquier protesta que pudiera tener. Su lengua respondió, danzando con la del otro. Sus ojos entrecortados parecían no ver claramente. El moreno lo empujó levemente contra la cama, era ahora o nunca. Se colocó encima y lo besó profundamente. El pelinegro no parecía comprender. “¿Me dejes demostrarte cuánto?”

“Yo… yo jamás… jamás he…” sus mejillas estaban muy rojas, sus manos sujetaban su pantalón como tratando de esconder sus partes privadas.

“¿Eres virgen?” eso sí que era una sorpresa. Un pirata que no hubiera tenido al menos a dos putas en cada pueblo, eso sí que era increíble. Nunca había tenido a alguien virgen en su cama, pero sabía que con ellos se necesitaba ser delicado. “Seré bueno contigo”

“Yo…” Hashirama se agachó, besando su cuello suavemente. Debía ir lento para no asustarlo, descubrir cada parte de su cuerpo con delicadeza, dándole placer, acariciándolo con suavidad y esperando su aceptación después de cada movimiento. Un suspiro de placer le señaló que estaba haciéndolo bien. Lamió su oreja y rebuscó más en su cuello, sacándole más de esos sonidos adorables. Desabotonó lentamente la camisa, besando cada pedazo de piel expuesta. Acarició suavemente su piel en cada una de las superficies expuestas, deteniéndose en los pectorales bien formados y rosando los pezones. “Ahhhh…”

“¿Está bien que te toque aquí?” preguntó, rosando de nuevo la zona. Golpeó suavemente los botoncitos hipersensibles con sus manos, pellizcándolos y apretándolos. Se detuvo un momento para quitar totalmente las prendas de ropa, tirándolas de la cama. Tras eso reemplazó sus manos por su boca, lamiendo y succionando la piel. Sus dedos siguieron delineando los pectorales, bajando suavemente por las sensuales líneas hasta el pantalón. Mientras desabrochaba la prenda, sintió su erección contra sus manos. Lentamente bajó el pantalón, dejándolo en ropa interior.

“Espera…” Madara la sujetó con las manos, sin querer quedar completamente al descubierto. El moreno lo entendió. Dejó por un momento su pecho para besarle los labios, aprovechando el momento para deshacerse de su propia ropa.

“Shhhhh… no te voy a hacer daño” prometió, separándose antes de besarlo de nuevo. Una de sus manos se posó en sus caderas, frotando suavemente la zona y descendiendo lentamente por ella hasta llegar a la tela que tapaba las partes privadas del joven. “No tengas miedo” sus manos lo acarició suavemente por encima de la ropa, arrancándole altos gemidos de placer. El rey sonrió, lamiéndole de nuevo el oído. “No voy a hacerte daño”

“Ahhhhh…”  fue lo único que pudo decir. Sus manos ahora estaban apretando las sábanas de seda con encaje y de su boca resbalaba un sensual hilo de saliva. Sus interiores finalmente resbalaron por sus piernas, dejándolo al descubierto. Hashirama entonces lo masturbó, pasando su dedo en círculos sobre el glande primero y luego bajando y subiendo a un ritmo pausado. “Ahhhhh… ummmmm…”

“Se nota que nunca has disfrutado de los placeres de la carne” le dijo al oído, levantando una mano hasta sus labios mientras la otra seguía con sus atenciones. “Chupa”

“¿Cómo…?” los tres dedos que sostenía hallaron su camino hasta su boca, donde instintivamente pasó su lengua sobre ellos. Tras unos cuantos minutos los retiró, llevándolos hasta su entrada. La acarició durante un momento en círculos, admirándola. “¿Qué estas…?” un dolor agudo le recorrió la espalda cuando un dedo entró. “¡Duele!”

“Te dolerá un poco, no lo puedo evitar, perdóname” se disculpó un poco culpable. Siguió rebuscando en su interior, intentando tocar aquella zona que lo cambiaría todo. Se tomó más tiempo que de costumbre, a pesar de que su propio sexo apremiaba. Había prometido ser delicado después de todo. “Es necesario, sino te dolerá aún más”

“¿Qué….? ¡AHHHH!” finalmente la tocó, arrebatándole un alarido de placer, dos toques más y se vino en sus manos estremeciéndose fuertemente y estrechándose más. Hashirama sonrió, pensando que había sido muy rápido. Le dio unos minutos para que se recuperara antes de continuar estirándolo, metiendo un segundo dedo cuando estuco más relajado. Abrió los dedos para acelerar el acto. Miró a su inexperto amante, que a pesar de la incomodidad estaba jadeando de placer. El tercer dedo entró, estirándolo aún más. “Ahhhhh… ahhhhh… ahhh”

“Shhhhhh, ahora vamos a pasar al siguiente nivel. Por favor, relájate un poco” lo distrajo un poco besándolo con fuerza. Sus lenguas chocaban la una contra la otra… entonces comenzó a entrar en él. un grito fue ahogado dentro de su garganta. Con una mano, acarició su miembro para darle placer mientras, lentamente, se abría paso en medio de esa caverna virgen que lo apretaba tanto que sentía dolor al penetrarlo. “Ahhhh” resopló contra el hombro de su ahora amante al entrar completamente. “Estrecho…”

“Duele… mucho…”

“Lo sé, lo sé… lo siento… ummmm” comenzó a moverse con cuidado, sujetándose de sus hombros. “Pronto te haré sentir muy bien” le prometió, cambiando los ángulos. Un grito de placer y las manos del pelinegro alrededor de sus hombros le señaló que había dado en el blanco. “Ahhhh… ahhh… Madara… ¿te gusta?”

“AHHHHH… ahhhhh… ahhhh” el pirata no podía decir nada más. Delante de sus ojos danzaban un millón de colores brillantes, junto con una sensación que se esparcía por todo su cuerpo por su espalda, estallando en su sexo. Se sentía tan cerca de… de algo… como lo de antes… “Sí… sssssiiii… me… ¡ahhhhh!”

“Ummmmmm… aún no…” las uñas de su amante se clavaron en su espalda, tratando de retrasar el momento de la culminación. Siguió golpeando su próstata sin piedad, arrancándole altos gemidos de placer. Las paredes lo estrujaban de tal manera que… ahora entendía por qué todos apreciaban tanto la virginidad. Se sentía tan bien ser el primero de la persona que amabas, como si sólo te perteneciera a ti. Continuó empujándose, cada vez más profundo. “Ahhhhh… sí… ahhhhhhh… delicioso” mordió el cuello con fuerza, dejando una marca roja. “Mío… sólo mío… ¿entiendes? ¡Eres sólo mío!”

“Ahhhhh… ummmmmm… ahhhhhhh… ¡AHHHHHHH!” en medio de una confusión de colores y sensaciones tan poderosas como para noquearlo, Madara se vino con fuerza en sus vientres. Hashirama terminó también dentro de él, jadeando con fuerza. Salió con cuidado, notando que el pirata estaba inconsciente. Lo acomodó con cuidado contra su pecho. Instintivamente, el otro se acurrucó contra él.

“Lindo” comentó, dándole un beso en la frente. “Buenas noches”

Notas finales:

¿Les gustó el lemon? Me pregunto cómo será la mañana siguiente, cuando Madara se de cuenta de lo que ha hecho. Bueno, espero que hayan disfrutado del capítulo, publicaré el siguiente tan rápido como pueda. Review!!


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