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Amandonos en el mar por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“El tesoro está en frente de nosotros una vez más” Madara dijo a su tripulación cuando esta se reunió en la cubierta en preparación para el siguiente ataque al gigantesco galeón español que llevaba en su interior el tesoro que en un par de ocasiones había conseguido robar. Ishikawa tenía una expresión muy extraña, pero también estaba centrado en la embarcación rodeada por otros barcos más rápido. “Han cambiado su formación.”

“Pasa periódicamente” su segundo respondió, aunque él mismo notaba que esto no tenía nada de usual. Se habían preparado específicamente para ataques marítimos, tomando en cuenta los anteriores ataques de piratas como ellos. Además, había otra cosa que no era igual. Él mismo. “¿Seguimos con el plan?”

“Sí, nos funcionará si hago un par de ajustes de último minuto” el capitán señaló antes de ponerse en marcha. Los piratas saltaron al barco, despachando rápidamente a los soldados que estaban en la cubierta. A pesar de tener que pasar la formación defensiva, fue increíblemente fácil llegar hasta la bóveda del barco. Ishikawa se quedó vigilando con algunos hombres mientras Madara se dirigía al botín. El Uchiha abrió la puerta… y se quedó de piedra al ver un enjambre de soldados salir de ahí corriendo, rodeándolo. Rápidamente reaccionó, embistiendo el punto débil de su formación. Entre disparos, consiguió salir a la cubierta. “¡Hay que retirarse! ¡Es una trampa!”

“¡Ya escucharon! ¡A moverse!” el pelinegro se apretó el hombro, donde le había alcanzado una bala, volteándose para encarar a los primeros soldados que los perseguían mientras escapaban sin nada… sólo para ser impactado en ambas rodillas por balas. Cayó al piso sin oportunidad de moverse. Levantó la vista antes de que los soldados españoles se le fueran encima. Ishikawa sosteniendo una pistola humeante fue lo último de su tripulación que captó, viéndolos retirarse, dejándolo atrás.

“Mire lo que atrapamos, capitán” uno de los más jóvenes le jaló el cabello, mostrándole su cara a su oficial superior. “Parece que la pesca ha sido la mejor.”

“Suéltalo, tenemos que llevarlo vivo. El rey quiere una ejecución pública a lo grande” así que era una trampa, ¿eh? Lo estaban buscando, tenían una trampa preparada, información que sólo alguien de su tripulación tendría… y Hashirama. Pero estaba totalmente seguro del último, él jamás lo vendería. La respuesta por supuesto tenía que ser su rebelde segundo al mando, alimentado por dinero de la reina. ¿Cómo…? Ahhh, ya lo recordaba, el príncipe que lo atajó en el jardín, el que la conocía desde antes. Su nuevo viejo amor que tenía una buena conexión con España.

“Aclarenme algo” dijo Madara, permaneciendo calmado a pesar de su peculiar situación. “¿Tiene la reina Mito alguna relación con mi milagroso arresto o lo pensaron ustedes solitos?” lo arrojaron dentro de la bóveda, algo un poco extremo a su parecer. ¡Tenía las rodillas destrozadas, por Dios! Luego llamaron al doctor del barco para que revisara sus heridas. “Vamos, hombres, que no puedo caminar. Al menos háganme ameno el camino hasta el cadalso.”

“Cállate” le ordenó el oficial que lo custodiaba.

“Ohhh, alguien está de mal humor aquí” comentó, recostándose. Aun de cara a la muerte iba a conservar su actitud desafiante y algo sarcástica. Después de todo, tenía una reputación que mantener. “Da igual, sé que tiene algo que ver con esto. Fue extremadamente sospechoso cuando la vi hablando con uno de los miembros de mi tripulación antes de zarpar.”

“Que te calles” aunque era una buena idea decirle al rey ese pedazo de información. Si alguien se llegara a enterar de que tenían de su parte a la reina Mito… sólo diría que a sus aliados no les gustaría nada saber que se mantenían en contacto con alguien de una casa real enemiga. Perderían muchas alianzas.

“Cuando la veas, dale un mensaje de mi parte” dijo sonriendo. “O al menos el rey, que sé que sí la ve… y vaya que debe verla. Seguro que siempre está limpiándose la baba como el idiota que es frente a ella” el oficial estuvo a punto de pegarle un tiro, pero se contuvo. Respiró hondo, diciéndose que el rey quería hacer de colgarlo un espectáculo y miró al frente. “Que sé lo que hizo. Sé que fue ella quien me vendió y si se puede dignar a verme una última vez, que lo haga. Además, dile que lo que quiere jamás lo tendrá. Por más que lo busque, jamás.”

“Y según tú, ¿Qué está buscando la reina?”

“Mi tesoro” respondió simplemente el pirata. Con todo lo que había robado, el soldado se imaginó montones de plata y oro, joyas preciosas y perlas de todos los tamaños. Se encontró de repente soñando con lo que podría adquirir con esas cosas… y después en lo que Mito podía comprar con semejante cantidad. Sin duda no era tanto como pensaba, después de todo el corsario le daba tributos a la corona, pero sería una cantidad enorme. Si la obtenía…

“Y… ¿Dónde está ese tesoro?” sin embargo el condenado guardó silencio. Siguió guardando silencio durante todo el viaje hasta España, por más que cientos de personas le preguntaron. Cuando llegaron ahí, sus carceleros se habían aburrido de cuchichear, así que simplemente lo llevaron hasta la cárcel. En su camino, el pirata pudo ver el lugar donde moriría al día siguiente, como le habían informado. La gran horca se alzaba ahí, amenazante, se podía ver incluso desde su ventana.

“Mírate nada más, ¿hay una vista más dulce que esta?” una figura encapuchada entró en su celda. El pelinegro no necesitaba ver su rostro para saber quién era. Se trataba de la reina Mito, victoriosa. Sonrió. Desde que la conoció sabía que llegaría este día. “Me encantaría ver la cara de mi esposo cuando sepa que estás aquí y que no va a verte más… o pasar otra noche entre tus piernas.”

“¿Estabas esperándome? Que tierna” ella no frunció el ceño por su comentario, demasiado feliz por su victoria. “Supe que esto pasaría. Y cuando te vi cerca de Ishikawa, tuve la ligera sospecha de que mi tiempo en la tierra se estaba acortando lentamente.”

“¿Y aún así no esquivaste la trampa? Eres más tonto de lo que creía” ella se irguió sobre él. “Ya quiero ver a Hashirama cuando vuelva a casa vistiendo todas las joyas que te regaló. Y le tendré otra bonita sorpresa, un dibujo de tu cuerpo colgado sobre las olas en el acantilado, cayendo lentamente al mar…”

“¿Eso es lo mejor que tienes? Bah, siempre supe que mi cuerpo descansaría entre las olas del mar” bostezó. “Espero que me den una buena última cena, tengo pensado disfrutar de estos últimos momentos… y pensar en tu cara cuando te des cuenta de que jamás tendrás mis regalos, como jamás tuviste el amor de tu marido.”

“Zorra...” ella volteó para marcharse, pero algo la detuvo en la puerta. Posiblemente la mirada cargada de emociones que le dirigía el pirata. Emociones que ella misma esperaba que no tuviera, que le daban la razón a Tokusa.

“Hay algo más que quiero preguntarte” el pelinegro habló. “¿Qué es lo que realmente piensas de mí?” le espetó, con morbosa curiosidad. “Sé que la mayoría de personas pensarían que simplemente me aprovechaba del rey, pero debo asegurarte que no es así… aunque sé que tampoco creerías eso.” Suspiró. “La verdad es que hubiera dado todo por estar en tu lugar, estar casado con él… por poder casarme con él…”

“Te creo” ella murmuró con la misma amargura de siempre, por fin sacándose de encima un peso. “Por más que me digan que es una aberración, que no puede existir el amor entre dos hombres, que Dios no lo acepta, no puedo negar que ustedes dos… se amaban” escupió la mujer. “Detesto siquiera pensar en ello, pero no puedo decir que todo lo que vi era inexistente… igual que mis ilusiones” ella dio un paso más. “Debí quedarme con Tokusa”

“Mándale recuerdos de mí, por favor”

“El único que tendrá serán unas bonitas imágenes de tu muerte” le pelirroja dijo con odio. “Ustedes me torturaron por años con su amor, así que ahora él tendrá que sufrir. Me aseguraré de que no tenga nada con qué recordarte, ni siquiera la habitación donde te hacía el amor” apretó los puños. “Cuando haya terminado de divertirme veré que pase años con el corazón roto como yo.”

“Entonces quedarás decepcionada” se despidió Madara mientras se marchaba. Mito se quedó en su cuarto esa noche, ni siquiera asistiendo a la celebración que el rey español estaba haciendo por la captura del pirata más odiado por ambos. A la mañana siguiente apenas y tuvo fuerzas para levantarse. Fue la ejecución… sorprendiéndose de que cuando iban a decir que Dios se apiadara de su alma, este gritó a la multitud. “¡Se han olvidado que también duermo con hombres!” la turba se escandalizó al escucharlo. “¡Si van a hacer un listado de mis pecados mejor que lo hagan bien!”

“¡Ahórquenlo ya!” el soberano ordenó, poniéndose verde. La muerte de su adversario le resultó mucho menos dulce desde ese momento, incluso el momento en que lo colgaron sobre el mar para que callera a pedazos en el océano.

“Hashirama no volverá a verte, ni siquiera en la siguiente vida” fue lo único que dijo, lívida de rabia, antes de escupirle y retirarse. Montó un carruaje que la llevó al siguiente puerto. Antes de abordar el siguiente barco para su hogar, se reunió con un tipo que no debería estar ahí. “Vamos, he estado esperando noticias tuyas todo el día. ¿Dónde están las joyas que mi marido le regaló a la zorra de tu capitán?”

“Deberías hablar mejor de los muertos” Ishikawa le susurró, mirando con sospecha a su alrededor. “¿Tienes el perdón real para mí?” ella le tendió un papel, el que le permitiría volver a vivir tranquilamente con su familia. “Muy bien” se lo guardó. “¿Y el dinero?”

“¿Y mis joyas?”

“No las encontré” contestó con desfachatez. “Madara debió moverlas en momento… quizás ni siquiera llegaron al barco, porque en los últimos días no fue a ninguna parte fuera de ahí” ella enseñó los dientes como una víbora. Realmente no esperaba eso, ni siquiera cuando Madara le dijo que estaría decepcionada y que nunca encontraría su tesoro. “debería buscarlas en el castillo, donde seguro que las guardó.”

“No están ahí, créeme”

“Entonces no puedo ayudarla. Ya he revisado en todos los escondites conocidos y nada”

“Entonces no tenemos nada más de qué hablar” ella se levantó con fuerza, saliendo de la taberna. Sus guardias la llevaron directamente al barco que abordaría mientras Ishikawa brindaba por su difunto capitán, cuya vida, si bien no le había comprado una fortuna extra, sí le dio una nueva vida. Por él abandonaría el mar para siempre. “Va a pagármelas por esto”

-De vuelta en el castillo-

“Ahhhh… ahhhh…”

“Aniya” Tobirama apretaba la mano de su hermano. Hace unos días se había desplomado en medio de la sala del trono con la mano en el pecho, como si estuviera sufriendo de un ataque cardiaco. “No puedo entenderlo” le susurró, apretando aún más. “Un minuto estás muy bien y al siguiente caes al piso, enfermo, sin poder levantarte y tan…”

“Hermano… el cuadro… en el cuarto secreto… el cuadro…” le dijo entre respiraciones entrecortadas. “Escóndelo… por favor… escóndelo” respiró hondo. “Hazme ese… ese favor… preserva… lo que tengo… de él… por favor”

“Aniya… guarda tus fuerzas, ¿sí? Tienes que recuperarte” el albino se levantó, caminado hacia la puerta. Se detuvo junto a los doctores que lo atendían. Ninguno parecía entender cuál era el problema, sólo que venía del corazón. Hashirama, por su parte, sabía exactamente qué estaba pasando. A pesar de estar separados por kilómetros de distancia, supo en el exacto momento en que su corazón se dio por vencido que Madara estaba muerto y que jamás volvería a él. por fin su tétrica profecía se había cumplido… y la del Senju mismo también. Pronto iba a seguirlo a la tumba.

“Alteza, la reina finalmente ha aparecido y quiere ver a su majestad” Tobirama abrió mucho los ojos. Tras todo ese tiempo, pensó que jamás volverían a verla. Y también el esposo de la susodicha. “en privado, si es posible. Ha dicho también que no quiere que haya mucha gente en el cuarto, que eso podría exaltar a su majestad.”

“Esa mujer no va a echarme del…”

“Tranquilo, yo… me arreglo con ella. Que pase” el rey sonrió. De todos modos, no tenía mucho tiempo de vida. Mejor terminar con esto de una vez por todas. La pelirroja entró en ese momento, vistiendo un conjunto de viaje manchado de polvo. Ahora estaba seguro, ella había tenido algo que ver con la muerte de su amado.

“Vaya, vaya… no creía que se pudiera morir de un corazón partido, pero tú me están demostrando lo contrario” ella se sentó junto a la cama, demasiado sonriendo para alguien a punto de convertirse en viuda. “Parece que mis tontas fantasías de niña tenían razón en una cosa después de todo” apartó la mano de su pecho, a pesar de lo mal que respiraba. “Estuve en España, ¿sabes?”

“Lo intuía”

“Muy bien, ni estar a las puertas de la muerte ha conseguido quitarte esa mente tan sagaz” Mito siguió siendo sarcástica. “Supongo que no te lo tengo que decir, pero vas a morir, cariño. Un poco diferente a como él lo hizo, pero pronto tendrás el mismo destino” suspiró. “Estoy un poco decepcionada, la verdad. Yo esperaba poder hacerte sufrir por años, sabiendo que no podrías verlo, destrozando todo lo que te recuerde a él hasta que lo único que tuvieras para aferrarte fuera una tenue memoria que se desvanece…”

“Llevo aguantando el tiempo que puedo” Hashirama respiró hondo para poder hablar mejor. “Dime, ¿Cuándo fue?” ella le dio la respuesta, interesada en su reacción. “Entiendo… entonces en verdad ocurrió al mismo tiempo. Justo ese mismo día… mi corazón comenzó a debilitarse de repente y caí enfermo.”

“Awwwww, las maravillas del verdadero amor” ella cruzó los brazos. “Es una cadena que te une a otra persona de manera tan definitiva que cuando uno muere, el otro lo siente. O aún peor, en tu caso.”

“Quizás… esto sea culpa mía” el moreno admitió, aspirando suavemente. “yo mismo le dije una vez que si llegaba a morir, yo me moriría para estar con él.”

“Cumpliste tu promesa, qué lindo” ella se levantó. “Posiblemente es la única de amor que cumplirás en tu vida” bajó la mirada. “¿Qué haré ahora que me convertiré en la regente? Mi niñito necesitará mucha ayuda, posiblemente de España…”

“Ten cuidado, podrías acabar… quemándote… ahhhh” el dolor se hizo más fuerte. Esta era la última vez que se hablaría con su esposa, seguro, más no le importaba. Lo que más importaba en ese momento era… “Tienes… tienes que asegurarme de que el país… mi pueblo estará bien. Si ellos… te pueden destruir… y a la dinastía… no permitas que… sufran… servimos a nuestro pueblo” además, también estaba… “Su cuerpo… dónde…”

“Cayendo en pedazos al océano, como el de todos los piratas ajusticiados” respondió la mujer, caminando hacia la salida. “No podrás seguirlo, a los monarcas se los entierra en ataúdes de piedra.”

“Tira… mis restos… al… mar”

“Lo pensaré” y con esas palabras, abandonó el cuarto.

-Al día siguiente-

“Aniya” Tobirama observó cómo el ataúd de su hermano era cerrado en el féretro de piedra comúnmente usado por los reyes de su familia. En su testamento, el moreno había expresado su deseo de que sus restos fueran arrojados al mar, pero eso se vio como una falta de respeto a un monarca tan querido y fue ignorado por completo. Además… estaba seguro de que la mano de Mito tenía algo que ver en eso. Quizás deseaba ocultar información… ¿pero de qué? ¿Podría ella haber…?

“¿Tienes sospechas?” Kawarama, que había llegado ese mismo día, se acercó a él con una vela apagada en las manos. “Me apresuré a venir en un momento difícil para hacerle compañía a mi hermano enfermo sólo para encontrarlo muerto” acarició la tapa del ataúd con genuina preocupación. “Pero eso sólo me hace sospechar más” ojeó a la pelirroja. “No sería la primera que quiere matar a su marido.”

“No, no lo sería” le respondió su hermano mayor, recordando el incidente al que el moreno se refería cuando entró en la habitación. “¿Has tenido más incidentes después de eso? ¿El pueblo necesita un recordatorio de que son parte de nuestra nación ahora?”

“Puedo controlarlos” lo tranquilizó el menor.

“¿Y tus hijos? ¿Están bien?”

“No la recuerdan, son bebés todavía” el príncipe asintió con la cabeza. Quizás era para mejor, después de todo, que sus hijos recordaran a su madre tras haber sido ejecutada por traición a su país sería todo menos bueno. “Y me encargué de que el problema no se repita, así que no debes preocuparte”

“Todavía no me has dicho lo que pasó realmente”

“Bueno… mi amada esposa estaba embarazada cuando empezó a planear una manera de derrocarme junto con algunos caballeros que seguían siendo fieles a su nombre. Por suerte, pude oler su traición a kilómetros y tenía preparada una contramedida” sonrió. “El único problema es que no iba a matar a mis hijos con ella, así que tuve que ser delicado. Y por esa delicadeza es por la que tuve problemas.”

“Escuché que tuvo gemelos… te felicito, dos varones de golpe” Tobirama le palmeó la espalda, echándole un vistazo a las nanas que tenían a los mencionados bebés en sus brazos. Seguro que crecerían para ser guerreros fuertes.

“Gracias” le señaló un lado. “Aniya… tengo que decirte algo. No sólo vine para darle el último adiós a Hashirama, sino que… tengo que entregarte algo” puso unos papeles en sus manos. “Los encontré después de ajusticiar a mi esposa. Había estado en contacto con España desde hace mucho tiempo, lo sabía, pero no fue hasta que este nombre apareció que empezaron a responderle y hacer planes para ayudarla.”

“Suerte que la atajaste primero” leyó las cartas, en las que se mencionaba el nombre de Mito y que también estaba tratando con el rey de España. “Creo que nuestras sospechas no son del todo infundadas.”

“¿Quién la puso en contacto? Olvídalo, ya sé quién” el albino recordó al príncipe que acompañaba a su cuñada cuando regresó y los sonidos indecentes que salían de la habitación de este la noche de la muerte de su hermano. “Tokusa es el amante de Mito” lo dijo. “Él la puso en contacto con sus aliados para planear cómo apoderarse del trono.”

“Y ahora es regente hasta que nuestro sobrino sea mayor de edad” los dos la miraron con sospecha. “Tenemos que sacarla del poder e instaurar a uno de los dos como regente.”

“Tengo que ser yo, soy el soltero” Tobirama miró a los lados, como tratando de detectar a los espías de su cuñada. “Sólo hay que tener cuidado, está aliada con una de las mayores potencias mundiales. Si no andamos con pies de plomo, el poderío de España nos aplastará.”

“Eso mismo” Mito captó sus recelos. Tenía que terminar con esto, pronto. O jamás podría tener un poco de paz.

Notas finales:

¿Qué tal? Los enamorados han muerto, pero sus historias no. Y tampoco sus espíritus, que por el momento están separados. ¿Qué deparará el destino en este momento?¿Podrán realmente volver a reunirse? Bueno, el siguiente capítulo será una especie de culminación y el siguiente un pequeño epílogo. ¿Cómo lo quieren? Review!!


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