-Aioros, ¿Qué hora es?- preguntaba Shaka saliendo del estanque de agua con ese molesto y pesado traje.
-Once y media- respondió su cuñado llegando hasta él, quien salió corriendo para vestirse. Aioros lo siguió extrañado -¿Qué sucede?
-Tengo veinte minutos para llegar a las rebajas de bebés. Soy adicto a las cosas de bebés- dijo el rubio sonriendo.
Aioros lo acompañó a comprar todo lo necesario y lo que no también, así él podía comprar algo para sus pequeños... y podría decirle a Shaka lo que había evitado toda la mañana.
-Conseguí calcetas, un columpio, mecedora, baberos y biberones.
-Sí, claro- dijo Aioros ausente mientras Shaka comenzaba a guardar todo eso en su cajuela, aunque su amigo no lucía muy bien.
-¿Aioros? ¿Por qué tienes esa cara?
-Shaka, lamento decírtelo pero tuvimos junta de presupuesto y no creo que renueven tu contrato, ya que fuiste el último en contratar.
-Pero este es mi empleo principal, ya íbamos a comprar la casa.
-Te juro que haré todo lo que pueda, pero sabes que no es mi decisión.
-Entiendo- dijo el rubio cerrando su auto y dirigiéndose hacia la puerta del piloto.
-Lo lamento, Shaka.
-Sí… amm, hazme un favor, sólo no le digas a Aioria hasta que consiga un nuevo empleo.
-Claro.
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-Cielo, llegaste ¿Quieres algo de comer?- saludaba Milo recibiendo a Camus con un beso, beso que fue dado en una revista que colocó el francés frente a su cara, revista donde salía Milo en la portada.
-“No pienso circuncidar a mi bebé”- leyó el peliceleste molesto- Bien hecho, bien hecho y en la portada- reclamó mientras Milo sonreía rodando los ojos.
-Juro que te lo iba a decir, yo no les dije eso en la entrevista, escucharon nuestra conversación. Jamás hablaría sobre nosotros.
-¿Por qué te importa tanto eso?
-Porque no creo que sea correcto, yo lo llevo dentro.
-Ajá y yo te ayudé con eso, no lo olvides. La paternidad es compartida.
-Amor y compromiso, Camus.
-Te lo he demostrado, Milo, duermo en tu casa, y pasamos Navidad con tu familia.
-Sí, pero yo sacrifiqué mi cuerpo y la temporada de mi programa- se quejó Milo mirándolo con desazón.
-¿Y eso significa que tendrás la última palabra?
-No, significa que en cada relación hay un jefe la manada.
-¿Y eres tú?
-Así es.
-Bien, será mejor que hoy duerma en mi casa- finalizó Camus saliendo de la vista del peliazul, quien resopló.
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Esa tarde, Mu estaba en su negocio de paternidad sentado en una gran pelota de yoga sufriendo un poco por las patadas de sus bebés y que claro, apretaban su vejiga.
-“Baby shower de Mu y Saga Dídymo, demos cosas y amor para el arribo de su pequeñas princesas”- leyó el pelirrojo- Pondré una foto de ustedes con ese molesto gato que tienen, esa cosa peluda siempre sale bien en las fotos.
-Claro, es parte de la familia- Dohko sonrió asintiendo, pero de repente su sonrisa se desvaneció en una mueca al ver por la ventana que estaba detrás del pelilila.
-Mu, no veas hacia allá si es que no quieres quedar deslumbrado.
Demasiado tarde, Pandora se acercaba al lugar con un bello vestido corto de encaje, tacones y lucía radiante con su pequeña barriga redondeada y perfecta.
-Descuida, es mi suegra- la joven saludó por fuera para entrar al negocio haciendo que Dohko la mirara sorprendido. La conocía en fotos, pero no en persona, ni siquiera Shion había lucido tan bien en su embarazo de mellizos.
-¡Mu!
-Pandora, hola.
-Qué grandes panzas, parecemos mellizos- sonreía la pelinegra abrazando al pelilila, quien se levantaba con dificultad de la pelota de yoga.
-Me fascina que me lo recuerdes cada vez que nos vemos, él el Dohko, mi cuñado.
-Hola, Pandora Dídymo- Dohko le sonrió tendiendo su mano para saludar a la suegra de Mu, diablos, qué extraño era todo eso. Era la mamá de Saga o madrastra mejor dicho.
-Mu, sólo vine personalmente a invitarte a nuestro baby shower y tuve la genial idea de hacerlo juntos ¿Qué te parece? Las cuatro bebés Dídymo en camino- sonrió la pelinegra- Invité a Kanon, pero dice que por ahora no puede viajar con los niños, así que vendrá en unos meses.
Pandora le entregó una caja blanca con un listón del mismo color y dentro había una tela brillosa de color dorado con pétalos de rosas blancas, además de que olía delicioso, y claro, la invitación al baby shower de los Dídymo.
-Vaya… yo…
-Mu, yo sé que Aspros y Saga no siempre se llevan muy bien, pero somos familia y sería muy importante para mí que aceptaras compartir ese día conmigo.
-Claro, claro que sí- Dohko en ese momento cerró la portátil. Ya no era necesario hacer esas invitaciones.
-Gracias, Mu será grandioso, ya lo verás y no tienes que organizar nada, ya lo tengo todo.
-Vaya, Pandora y con siete meses de embarazo, igual que yo, pero ¿Cómo te sientes? Con las molestias porque yo sé que en este punto del embarazo el acné, hemorragia de encías y constipación es muy normal- explicó Mu sentándose en un puff, aunque más bien recostándose mientras Pandora se sentaba como si nada en un pequeño sillón.
-Cuando uno de mis amigos se embarazó, le dio herpes- soltó Dohko mientras Pandora y Mu lo miraban extrañados.
-No, eso no te da por el embarazo, no- musitó el pelilila mientras su cuñado fruncía el ceño.
-Yo me siento tan llena y radiante con toda ésta vida que llevo en mí, es bellísimo, pero para qué te digo, tú sabes lo que se siente.
-Sí, lo sé- decía Mu haciendo una mueca cuando sintió una patada justo en su estómago.
-Bien, sólo vine a darte nuestra invitación y ahora voy a mi clase de embaralates. Ya sabes, embarazo y pilates, es genial- dijo sonriendo divertida.
-Claro, suena bien.
-Te invitaré la próxima semana, te llena de energía- sonrió saliendo por la puerta pero antes de salir se dio cuenta que en el marco había tarjetas de un fotógrafo de bebés. -Oye, Mu, ¿Puedo llevarme una de éstas? “Shaka Sone-Ka, fotógrafo”. Aspros está presionándome para que me haga una fotografía embarazada.
-Shaka es el mejor, hará que te veas… sorprendente- sonreía Mu. Esa mujer no podía verse más sorprendente.
-Gracias, adiós- se despidió la joven para ir hasta su convertible.
-Es como una embarazada mágica o algo así- soltó Dohko sin dejar de verla.
-Saga hará explotar la galaxia cuando vea esto- musitó Mu con una mueca mientras miraba la invitación a ese evento que para el peliazul sería el infierno.