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Qué esperar cuando se está esperando por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

El último capítulo mis amores, espero les haya gustado esta historia.

Aioria encendía la vela que Shaka tenía en las manos, así como otras parejas a su lado. Era el momento y tenían que hacer esa ceremonia típica de Japón para poder ser padres.

Se escuchó una campana, la cual avisaba la llegada de los niños acompañados de sus cuidadores. Shaka sonrió con más alegría que nunca.

-Ay, por Dios, los bebés, Aioria- susurró mientras el castaño tenía en el rostro quizá un poco de angustia, pero no significaba nada malo, estaba nervioso.

Las mujeres que cargaban a los bebés se colocaron paralelo a los padres, quienes comenzaban a acercarse con su vela encendida hacia ellos. Mientras los hacían, había un hombre hablando en japonés y otro traduciéndolo indicándoles que dijeran las palabras después de él.

Prometo cuidar de este niño

y criarlo fuerte y orgulloso

Y nunca dejaré que olvide que Japón es su herencia,

y que Dios me ayude. Amén.

Una vez terminado, Aioria y Shaka estaban frente a su bebé, a su hijo. Lo miraron como se mira a la estrella más bella del firmamento.

-Hola- susurró Shaka entregándole la vela a la joven que cargaba a su hijo. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos y Aioria sonreía con los ojos algo humedecidos.

-Te estábamos esperando- dijo Aioria mientras el rubio recibía a Shun en sus brazos. Era un hermoso bebé de cabellos y ojos verdes, pero de pronto se escuchó un ligero tumulto.

-¡No! Él es mi hermano- llegaba un pequeño de cabellos azules y ojos grises con el rostro descompuesto entre el llanto y el enojo. La joven frente a ellos se disculpó apenada.

-Lo lamento, él es Ikki. Ambos fueron dejados en el orfanato, es sólo que es muy difícil separarlos, pero también lo es que adopten a ambos.

Shaka y Aioria se miraban consternados y enternecidos por el pequeño que alzaba sus bracitos queriendo tomar al pequeño Shun.

-¿Podemos adoptar a ambos?- preguntó Aioria mientras Shaka lo miraba sorprendido. La joven torció los labios pensándolo.

-En teoría se puede, ambos están en adopción, creo que podemos hacer algo- sonrió mientras Shaka se llevaba una de sus manos al rostro conteniendo el llanto mientras Aioria se colocaba en cuclillas para hablar con el pequeño peliazul que se limpiaba las lágrimas del rostro.

-Ikki ¿Cierto?– el niño asintió -¿Shun es tu hermano?

-Sí, y no quiero que se lo lleven.

-No lo haremos, ¿Quieres formar parte de nuestra familia? ¿Tú y Shun?

-¿Serán mis padres?- soltó el pequeño mirándolo con los ojitos enjugados de lágrimas.

-Sí, tuyos y de tu hermano Shun ¿Te gustaría?

-No quiero que me separen de él- gimoteo el pequeño mientras Shaka miraba todo aquello con lágrimas en los ojos cargando al pequeño Shun.

-No lo haremos ¿Quieres ser nuestro hijo?- preguntó Aioria con una sonrisa tendiéndole la mano a lo que Ikki la tomó asintiendo.

-Felicidades, son padres ahora- dijo la mujer sonriéndoles mientras Shaka sostenía contra su pecho a su pequeño Shun, quien enseguida se había acurrucado en él.

Aioria tomó a Ikki entre sus brazos para después mirar a Shaka y besar su frente. Eran padres de dos pequeños ahora.

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-Señor Dídymo, su esposo ya despertó- dijo una enfermera. Saga sostenía un vaso de café y Aspros estaba a su lado. Todo estaba bien ahora.

Por otro lado, Milo y Camus no dejaban de ver a su pequeña bebé, mezcla de ambos con un tono de piel porcelana como Camus y el cabello azulado como el de Milo.

-Nombre: Serafina Natasha Aquante Scorpio.

-No, no, Scorpio Aquante.

-Me quitas importancia, amor- soltó Camus rodando los ojos mientras llenaba la tarjeta de nacimiento de su pequeña recostado a un lado de sus dos amores.

-Dios, ¿Alguna vez estaremos de acuerdo en algo?

-En las cosas pequeñas no, pero en lo que importa, sí- sonreía el francés mirando a la dulce Serafina.

-Eso sería bello- negaba el peliazul besando la frente de su hija mientras el peliceleste lo miraba embelesado.

-Sé mi esposo, Milo.

-Creí que no lo dirías nunca- sonrío el griego besando los labios de su ahora futuro esposo. Eran una familia completa ahora.

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-Hola pequeñas, son hermosas, tienen los ojos de su padre- sonreía Mu con sus pequeñas en sus brazos.

-Son hermosas como tú- sonreía Saga acariciando las pequeñas narices de sus dulces princesas.

-Ay, Saga, son preciosas, tienen una linda nariz, sus labios son perfectos y son muy listas ¿No se nota? Son muy listas- musitaba Mu con lágrimas en sus ojos sosteniendo más contra sí a sus gemelas.

-Jamás me había asustado tanto, Mu, fue horrible- Saga estaba a punto de llorar, pero el pelilila besó sus labios sonriéndole.

-No ,amor, fue muy hermoso, fue increíblemente bello. Al fin apareció.

-¿Qué, amor?

-El brillo del que tanto hablan, ellas son mi brillo, mi perfecto brillo- dijo mirando a sus hijas con lágrimas en los ojos mientras Saga besaba su frente sintiéndose afortunado por su familia.

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Afrodita estaba saliendo de su casa con unos chocolates en la mano cuando al abrir la puerta, ahí estaba DeathMask. Tenían un par de meses sin verse y muy en el fondo eso le dolía al peliturquesa.

-¡Death! ¿Qué haces aquí?- gritó exaltado al ver de repente al italiano, quien parecía que apenas estaba a punto de tocar el timbre.

-Yo… vine a buscarte… yo te debo una disculpa.

-No.

-¿Qué?- preguntó el peliazul al ver a Afrodita sin expresión alguna en el rostro.

-Yo te debo una disculpa. Ella era de los dos e íbamos a criarla juntos y sé que todos los días me siento terrible pero cada vez que te veía, me sentía menos miserable.

-Dido, lo siento tanto- dijo el italiano atreviéndose a cruzar esa línea entre ellos y estrecharlo en sus brazos. Había dejado de ir a trabajar con tal de no ver a Afrodita, no podía con eso.

-Sí, esa no fue una declaración de amor, no sé qué lo sea- sonreía el sueco separándose del italiano limpiándose una lágrima de la mejilla.

-Te amo, Dido, lo que teníamos y todo eso, lo extraño. Cometimos muchas estupideces en el pasado, pero el estar juntos no fue una de ellas.

-Bien, ¿Quieres llenar de cinta mi auto? En lo que conseguimos uno mejor, claro- dijo Afrodita mientras DeathMask sonreía de oreja a oreja.

-Viviremos en mi casa, Shaina me da algo de terror- musitó el peliazul fingiendo un escalofrío haciendo sonreír al peliturquesa.

-Claro, por cierto los caramelos estaban deliciosos.

-Hechos con amor- el menor asintió complacido- y ¿A dónde ibas?

-A ver a mi primo. Su esposo Mu acaba de dar a luz y esperaba verlos, los había evitado por su embarazo por… ya sabes, pero a tu lado será menos difícil ¿Vamos?

-Sé que después de lo que sucedió debemos esperar al menos un año para intentarlo de nuevo.

-¿De qué hablas?- preguntó el sueco cerrando la puerta de su casa.

-Que tenemos un año para prepararnos y hacerlo mejor ésta vez. Creo que la idea de ser padre de un bebé tuyo no me desagrada tanto.

-Idiota- sonrió tomando su mano y caminando hacia el hospital.

-¡Dita! ¡Espérame!- gritó Shaina alcanzándolos- Hola, DeathMask- saludó con un ramo de flores.

-Shaina ¿Qué haces aquí?

-Voy contigo a ver a Mu o mejor dicho, con ustedes.

-No irás, Saga te sacará a patadas de ahí.

-Y eso precisamente es lo que quiero- decía la joven con una sonrisa boba mientras Afrodita y DeathMask hacían una mueca confundidos.

-¿Qué demonios te pasa?

-Te lo dije, Mu guarda un especial lugar, pero Saga tiene todo mi corazón.

-Lárgate de aquí- dijo Afrodita tomando la mano de DeathMask de nuevo siendo seguidos por la peliverde.

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Y ahora todos formaban una hermosa familia.

Milo y Camus nadaban en su piscina con su hermosa Serafina. Saga y Mu le mostraban su habitación a sus pequeñas Saori y Sasha. Pandora y Aspros se miraban con ojeras y una mueca en el rostro mientras cada uno cargaba a sus pequeñas Paradox e Íntegra, quienes no dejaban de llorar.

Shaka les tomaba fotografías a sus pequeños Ikki y Shun y después de esa sesión Aioria los llevaría a pasear con sus amigos.

Ahora todos los amigos llegaban al parque en donde se veía un nuevo camión de comida llamado “El cerdo de los paninis”, donde vendían carne y emparedados de durazno atendido por Afrodita y DeathMask.

Aioria, Julian, Shura y Minos entraban al parque con sus hijos, ahora el castaño era uno de ellos y no sólo él, en la entrada los esperaba Saga con las pequeñas Sasha y Saori en una carriola doble, y al estar todos reunidos Aldebarán llegaba en su Van con el apuesto Kanon de copiloto y sus pequeños Geist y Shiryu.

Esa Van tenía todo lo que sus pequeños podrían necesitar y ellos también, como algo de bebidas, comida y demás.

Quizá en algún momento, “El club de la pelea” se haría más grande.

Notas finales:

Gracias por sus lecturas y comentarios, hemos llegado al final de esta bonita historia que espero hayan disfrutado.

Besos inmensos!


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