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Qué esperar cuando se está esperando por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

Perdonen la tardanza mis amores, ya tenemos nuevo capítulo...

-Pues… es… ¡Rayos! ¿Seguro que lo hiciste bien?

-Solamente lo orinas, no es difícil- respondió Afrodita sentado en una jardinera mientras miraba a DeathMask caminar frente a él de un lado a otro pasándose una mano por su cabello una y otra vez.

Estaban frente a sus camiones de comida y frente a cientos de personas que pasaban a su lado ignorantes de lo que sucedía.

-Sí, lo sé, es sólo que… lo hicimos una vez y…

-Sí, así es, sabes cómo funciona ¿No?- soltó Afrodita rodando los ojos y con molestia. Era obvio que tampoco se sentía bien con aquello, jamás imaginó que eso sucedería, era estúpido sabiendo cómo funcionaba la naturaleza, pero quiso no creerlo.

-Y ahora ¿Qué quieres hacer?

-No lo sé ¿Tú que quieres hacer?- DeathMask lo miró por primera vez después de la noticia con un deje de nerviosismo.

-Escucha, acabo de enterarme, tú eres quien lo lleva dentro ¿No deberías decidir tú?- dijo el italiano sentándose junto al sueco mientras éste le dedicaba una mirada llena de enojo.

-Genial, genial ¿Sólo yo debo decidir?

-Yo no… no me refería a… qué horror ¿Ahora nos casamos?- negó mirándolo con pesar.

-“Qué horror ¿Nos casamos?” sí.

-¿Sí?- preguntó DeathMask mirándolo con sorpresa haciendo que el peliturquesa lo mirara con el ceño fruncido para enseguida negar.

-No, claro que no, es que si lo dices de esa manera de verdad no ayudas.

-Lo siento, sólo quiero hacer lo correcto, no es mi intención.

-Entonces no preguntes idioteces, yo sólo… olvida que lo mencioné- soltó el menor levantándose del lugar mientras DeathMask hacía lo mismo, sólo que el sueco se alejaba.

-No, pero…

-Olvídalo porque ya lo resolveré como sea, no es tu problema.

-Dido…

-No importa, debo volver al trabajo- finalizó Afrodita saliendo de la vista del peliazul dejándolo confundido. No podía seguirlo si no tenía una respuesta, y era obvio que no la tenía.

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Sacar las fotos en el acuario era el trabajo que en verdad remuneraba a su vida, además de que adoraba la vida marina.

Shaka estaba en ese instante tomando un par de fotos de los delfines con algunos visitantes esa mañana.

Cuando terminó el turno, logró quitarse por fin el molesto traje de buzo listo para ir a su hogar y guardar todas esas cosas que había comprado durante su descanso.

-¿Cómo está Aioria? ¿Está emocionado?- preguntó su amigo Aioros Sagitta, quien era el gerente del lugar y medio hermano mayor de Aioria.

-Sí, él… no, no lo está. Aioria está… no lo sé tal vez no esté listo.

-Jamás lo están, pero tiene solución. Shura tiene unos cuantos amigos, son como el Club de la pelea, pero sin pelea. Todos son padres con bebés y no hablan de lo que hacen ahí, a veces me gustaría ir con él, pero debo estar aquí.

-Suena genial.

-Lo sé, lo único que sé es que cuando estaba esperando a Seiya, Shura enloquecía y ahora ser padre le encanta. Lleva a Seiya y a Shunrei a todas partes. Si quieres a Aioria listo, envíalo con esos chicos.

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-Tu presión sanguínea está bien al igual que tu salud, y él hará que te mantengas en forma ¿Cierto?

-Cierto- respondió Camus sonriendo a la Andróloga de Milo. Era su tercera visita ya que el peliazul deseaba todo en orden.

-Bien, aquí tienes un panfleto con información.

-Adoro eso, la información es lo mío- sonreía Milo tomando el tríptico de la mano de su doctora.

-Entonces adorarás el muro- señalaba la doctora a su lado mostrando el enorme muro con decenas de panfletos -Los veré aquí en un mes- se despedió mientras Milo elegía entre tantos papeles a su alcance y Camus rodaba los ojos.

-Basta cielo, no quiero saber todo lo que puede salir mal.

-Debo saberlo todo. Amamantar, almacenamiento de cordón y circuncisión- leía Milo en cada panfleto que tomaba haciendo que su pareja abriera los ojos sorprendido con cada uno.

-Claro que sí, ¿Cómo pueden cuestionarlo?

-Necesito leer más de esto para estar completamente seguros.

-La respuesta es sí.

-Ya cielo, toma más de esos y vámonos- sonrió el peliazul dada por terminada su discusión, por ahora.

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No había podido pensar en nada más que en la vida que comenzaba a crecer dentro de él. Estaba asustado y molesto, con él por supuesto, no sabía qué hacer aún. Todo era tan confuso y difícil.

-¿Nos vamos?

-No… yo, iré a caminar.

-¿Estás bien?- preguntó Shaina mirando a su amigo un tanto desganado, seguro DeathMask lo había plantado de nuevo.

-Sí, claro, te veré en la casa- la chica le sonrió desordenando su cabello y subiéndose al camión de comida lista para ir a casa.

Una vez fuera de su vista, Afrodita resopló mirando la calle, hasta que se dio la vuelta mirando a DeathMask, quien lo miraba con cierta tristeza y algo inseguro.

-No voy a olvidarlo.

-Bien- resopló Afrodita evitando sonreír. Se negaba a aceptarlo, pero le gustaba DeathMask desde hacía mucho tiempo, claro que no había planeado tener un bebé suyo, pero ahí estaba el italiano brindándole su apoyo.

Caminaron por el parque hasta que el peliazul le ofreció llevarlo a su casa en su motocicleta. Lo cierto es que no había hablado del bebé, sólo de ellos, para conocerse más.

DeathMask supo que Afrodita era huérfano desde los diez años y su abuelo, Lugonis vivía en Suecia. Tenía una carrera culinaria y era alérgico a los camarones.

Por otra parte, Afrodita supo que DeathMask había nacido en Italia y vivió ahí hasta los 5 años cuando sus padres lo trajeron a Grecia. Entró a la carrera de leyes, pero la dejó en cuanto supo que la comida era lo suyo. Tenía una hermana menor, y su verdadero nombre era Dante, pero prefería omitir aquello.

Llegaron a la casa de Afrodita donde Shaina los esperaba con una mascarilla de aguacate en el rostro quedándose con la boca abierta en cuanto vio al peliazul. Jamás lo había visto tan de cerca, era tan… apuesto.

-Shaina, él es DeathMask Inferi. Ella es Shaina, se quedará ésta noche- soltó Afrodita mientras el peliazul levantaba una mano sonriendo de lado mientras Shaina no dejaba de mirarlo.

-Pensé que habías dicho “Lindo DeathMask” no “Ardiente DeathMask”, así se hace, Dita- felicitó la joven sonriendo complacida.

-Hasta mañana, Shaina- rezongó el peliturquesa entre dientes mirando a su amiga con algo de reproche cruzando la sala con el peliazul detrás para ir a su habitación.

-¿Dijiste que soy lindo?- preguntó DeathMask una vez en la habitación del seuco.

-Ignórala, no le harás caso a alguien con aguacate en el rostro ¿O sí?

-Si tú tuvieras aguacate en el cuerpo, con gusto.

-Y eso es precisamente lo que nos llevó a esto- negó señalando su vientre mientras DeathMask sonreía. Estaba más relajado, Afrodita le gustaba demasiado.

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-Irás ¿Cierto?- preguntó Shaka entrando al estudio de Aioria haciendo que éste negara.

-No voy a ir, yo sí tengo amigos.

-Pero ellos tienen bebés.

-Sí, y eso suena horrible.

-Shura va con ellos, y a ti te agrada Shura.

-Sólo porque es mi cuñado y no me agrada que me obligues- respondió Aioria sin voltear a ver a su esposo, quien sonrió con picardía tomando el respaldo de la silla para girarlo y colocarse de rodillas ante el castaño.

-Si vas a ir, ¿Entiendes?

-Cariño, intento trabajar y…

-Te haré lo que más te gusta- sonrió el rubio acariciando los muslos de Aioria, quien lo miró con una sonrisa y cediendo un poco.

-¿Seguro? ¿Justo ahora?

-Sí.

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Shaka lo había convencido, tenía que aceptarlo, y ahora se encontraba en el parque esperando al club de padres del que su esposo hablaba. Se sentía ridículo, pero lo haría sólo por él.

Había muchas personas esa mañana corriendo, haciendo Pilates, aeróbicos y demás mientras él estaba sentado en una banca tomando un poco de café.

Entonces los vio.

Notas finales:

Besos inmensos mis amores!


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