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Qué esperar cuando se está esperando por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

Ya comenzamos con los dolores y la espera del nacimiento de los hermosos bebés...

Por fin el día de la tan esperada entrevista llegó. Estaban transmitiendo en vivo, ya que daría la entrevista desde la comodidad de su casa.

Habían querido posponerla hasta después del nacimiento de su hijo, pero al parecer Milo era obstinado y creía poder con todo eso.

-Milo, es un placer verte, sobre todo con ese bulto en tu vientre ¿Nos acompañarás el próximo año?

Hablaba uno de los presentadores del programa de Milo, quien sonrió acariciando su enorme vientre mientras Camus lo miraba por detrás de los camarógrafos sonriéndole, apoyándolo.

-Por supuesto que sí, Siegfried, estaré ahí el próximo año mientras nuestro bebé aprende de su padre.

-Será un placer acompañarte el próximo año, Milo, tenemos muchos competidores dispuestos a bajar de peso y ser ganadores del concurso.

-Hoy todos son ganadores y…- intentó decir el peliazul, pero tuvo un punzante dolor. Camus lo miró extrañado. -¡Maldita sea!

-Milo, estamos en vivo- sonreía el locutor mientras Camus se acercaba a su pareja, quien comenzaba a removerse en el asiento.

-¡Diablos! ¡Camus!- gritó en televisión abierta. Era hora de cortar la entrevista, al parecer estaba por tener al bebé.

Y mientras eso sucedía Aspros se reía ante los gestos del griego en la televisión.

-Milo está pariendo- rio con una cerveza en la mano.

Le gustaba mucho el programa del griego, había encendido la televisión para ver la entrevista, mientras en ese momento Pandora estaba a su lado saltando en una pelota de yoga contando sus respiraciones.

-Por cierto ¿Cómo vas, cielo?

-Contracciones cada 17 minutos, amor- sonreía la joven acariciando su vientre y mirando su reloj.

-Nos podemos ir cuando quieras, no hay nada interesante en la televisión.

-No, mi amor, no te preocupes, cuando sea el momento te lo diré- sonrió la pelinegra arrojándole un beso a su esposo.

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-¡Saga, date prisa!

-Sí, sí, ya. Sólo tengo que encontrar las llaves amor- exclamó el peliazul caminando de un lado hacia el otro mientras el pelilila lo esperaba en la entrada tratando de controlar los grandes dolores que le estaban dando. -Mira amor, aquí están ¿Llevas tu licencia de conducir? ¿Amor? ¿La llevas? Porque yo no encuentro la mía.

Parloteaba Saga hasta que Mu le arrojó el paquete de pañales que tenía en las manos cayendo justamente en la cabeza del mayor.

-¡Saga! Cálmate por favor, y trae el auto- musitó el menor con una actitud pasivo agresiva mientras le sonreía. Saga asintió saliendo hacia su cochera por el auto.

Subieron todo lo que necesitaban para el hospital y salieron rumbo al lugar mientras Mu controlaba sus respiraciones, o al menos lo intentaba.

-Ve más despacio, amor, quiero llegar vivo- le decía a Saga tomándole el brazo mientras el peliazul le sonreía.

-Amor, odio verte así- dijo girando su rostro y sonriéndole cuando de pronto Mu se sobresaltó.

-¡Cuidado!- gritó cuando el mayor no notó que el semáforo estaba en rojo, pero gracias a los dioses frenó a tiempo -¡No vuelvas a desviar la vista, porquería humana!

-Lo siento, lo siento.

-Ay, mi amor, sabes que te amo, es el dolor hablando- gimoteó Mu mientras Saga prefería ignorarlo ahora que algo parecía poseer a su tierno esposo.

Llegaron al hospital y Mu bajó con dificultad quejándose quedamente sosteniéndose la parte baja de su vientre. Subieron al piso de maternidad y paternidad. El menor caminaba como si literalmente le hubieran pateado los testículos y el trasero.

-Vaya, el piso está algo mojado, tendrían que haber limpiado- musitó Saga caminando detrás de Mu.

-Es mi fuente, idiota- se quejó el pelilila poniendo una mueca de certero dolor.

-Lo haces bien, amor, lo haces bien- susurró Saga tomándolo de la mano ayudándolo a caminar. Era lo mejor que podía decir si quería seguir con vida.

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En ese mismo momento llegaban en su convertible Pandora y Aspros, y unos minutos después Milo y Camus arribaban también.

-Cielo, ten cuidado el piso está mojado- decía Pandora caminando tan tranquilamente mientras Aspros cargaba con todas las maletas de su esposa.

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-Hola, somos los Dídymo, tenemos registro ¡El papel, Saga!- gritaba Mu llegando a la recepción mientras el peliazul buscaba en todas las maletas que llevaban el tonto papel del registro.

-Tenemos un plan completo y pagado.

-Perfecto, un matrimonio organizado- sonreía la enfermera.

Una vez que llevaron a Mu a su habitación, Pandora y Aspros llegaron a la recepción con una enorme sonrisa.

-Pandora Dídymo.

-¿Otra Dídymo?- preguntó la enfermera con una sonrisa confundida viendo a la joven llegar con quien parecía ser su padre.

-Reservamos la habitación de lujo.

-¿Él es su padre?

-No, es mi esposo- negó Pandora sonriendo besando las mejillas del peliazul.

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-¡Ya no me importa su pene! ¡Santo Dios!

-Tranquilo, cielo, ya llegamos, ya llegamos.

-¡Estoy a punto de parir! ¡Tendremos un bebé!- gitó Milo llegando a la recepción.

-Yo te conozco, eres Milo Scorpio, ¡Dios! Gracias a tu programa logré bajar tres kilos- sonrió la enfermera mientras Camus llevaba a Milo en una silla de ruedas y el griego trataba de no golpear a quien se pusiera enfrente.

-Bien, ayúdeme a hacer los mismo sacándome este bebé- exclamó el peliazul respirando con dificultad mientras apretaba los ojos.

Notas finales:

Besos inmensos!


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