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Qué esperar cuando se está esperando por Aranel Poli

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Notas del capitulo:

Más papás y más líos para nuestras parejas...

Entonces los vio.

Justo en la entrada del parque, tres chicos entrando al lugar y los vio tal como si caminaran en cámara lenta.

Traían sus carriolas vacías Y con cangureras tenían a sus bebés en sus pechos. Llevaban juguetes por todos lados, biberones y chupetes, y en el rostro una sonrisa casi de satisfacción. Junto a ellos caminaba un pequeño como de tres años, era Seiya, el hijo de Shura, el único integrante que conocía.

-Hola, Shura- saludó Aioria en cuanto pasaron a su lado.

-Aioria, ellos son Minos y Julian.

-Bienvenido a la hora feliz. Caminemos, Aioria- dijo el que parecía ser Julian. Así que los siguió mirando a todos sutilmente.

-Siento tu miedo, Aioria, aun estás de ese lado- sonreía Shura.

-Quédate de ese lado, Aioria, aquí es donde la felicidad muere- decía un serio Minos, aunque la seriedad se la robaba el bebé que cargaba en su pecho.

-No le hagas caso a Minos, tuvo una mala semana. Aiacos, su esposo, salió de viaje tres días y su pequeño Lune se enfermó- explicó Shura.

-Bien, para que sepas, cuando estamos con Aiacos, su nombre es Balrog, pero aquí es Lune.

-¿Entendiste, Aioria? Lune- enfatizó Julian haciendo que Aioria asintiera confundido.

-Claro.

-Es muy importante, es la primera regla, no hay que hablar de lo que caminamos, es regla número uno. Y sé que eres mi cuñado, pero aunque Aioros sea tu hermano, no debes decir ni una palabra- soltó Shura señalándolo.

-Entiendo.

-Nuestras parejas siempre controlan el universo bebé, y es comprensible cargaron al bebé y lo expulsaron de una manera dolorosa- soltó Julian con una mueca de dolor.

-Aquí somos libres, no hay nadie vigilándonos. Si le ponemos el pañal al revés o si olvidamos calentar el biberón no sucede nada ¿Quieres olvidar las zanahorias y darle a tu hijo chatarra? Está permitido, y si tu esposo le pone a tu hijo Balrog y quieres olvidar esa estupidez, lo llamas Lune- decía Minos sonriendo.

-¿Y de donde salió ese nombre?- preguntó Aioria haciendo que el albino rodara los ojos de sólo recordar.

-De El señor de los anillos.

-Qué estupidez. Al menos Sorrento me dejó elegir el nombre de la bebé- sonrió Julian.

-¿Cuál es su nombre?

-Lifya, apenas y tenemos el primero, pero espero tener al menos otros cinco, así cargarían mi féretro.

-Cállate, Julian- rezongó Shura- Yo tengo dos y me estoy volviendo loco- soltó negando. Aioria lo sabía muy bien.

-Y recuerda el precio de la universidad, te darán ganas de llorar- negó Minos con su pequeño Lune en el pecho y en su carriola una linda niña llamada Hilda.

Pararon junto a un campo de entrenamiento para así poder sacar unas cervezas. En ese momento, Aioria vio a un hombre castaño y moreno que se acercaba a ellos, parecía estar entrenando al no traer camiseta y lucir esos perfectos abdominales.

-Chicos, es Aldeberán- señaló Shura haciendo que Julian y Minos olvidaran a sus hijos para saludar a ese enorme hombre.

-Hola chicos ¿Cómo han estado?- saludó Aldebarán con una sonrisa para enseguida mirar a Aioria- ¿Novato?

-Alde, él es Aioria- presentó Shura.

-Hola- saludó el castaño mirando al ejercitado moreno frente a él.

-Genial, ¿Todos bien?

-Así es amigo, teníamos mucho sin verte ¿Dónde estabas?

-En Costa Rica, por trabajo.

-Aldebarán es fotógrafo de surfistas, se la pasa viajando todo el tiempo- explicó Shura haciendo que Aioria asintiera mirando al moreno, quien ahora estaba haciendo lagartijas.

-Vamos, chicos, ustedes viven el sueño de verdad.

-Cambiaría un día de mi sueño por el tuyo- soltó Julian sonriendo con cansancio.

-Y tú ¿Qué me dices, Aioria? ¿Tu pareja está esperando?- preguntó Aldebarán.

-No, nosotros adoptaremos, ahora mismo estamos buscando una casa, pero no creo que la compremos.

Entonces todos comenzaron a reírse haciendo que Aioria los mirara a todos confundido, esos tipos eran extraños.

-Hermano, hermano, hermano, cuando tu esposo te dice que mires una casa, compras esa casa.

-No voy a hacerlo, Shura- negó con seguridad.

-Claro que lo harás.

-Nos avisas cuando te mudes- sonreía Minos haciendo que Aioria sonriera incómodo. Podrían ser extraños, pero tenían más experiencia que él.

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-Sí, gracias, tenga un hermoso día… ¡Dohko! ¡Dohko!- gritó Mu dejando la bocina del teléfono en su lugar. Había recibido esa llamada que tanto esperaba.

-¿Qué sucede, Mu?- respondió bajándose de la escalera donde sacudía los estantes mientras el pelilila lo miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

-No creerás esto, pero ahora estás viendo al próximo presentador en la siguiente expo nacional de la maternidad y paternidad.

-Vaya, Mu, eso es increíble.

-Lo sé- sonreía con ganas. En ese momento, el celular junto al teléfono comenzó a timbrar haciendo que el pelilila lo arrojara al suelo y comenzara a pisarlo hasta que no se escuchara más mientras Dohko lo miraba con una mueca, así como los compradores que tenía esa mañana

-Lo siento, no más celulares, estoy cargando un milagro y no quiero ningún sonido estresante- dijo sonriendo.

-Pero… ese era mi teléfono- musitó Dohko haciendo que Mu le sonriera apenado.

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Shaka llegó hasta el lugar donde trabajaba Aioria. Tenía una hermosa sonrisa en el rostro cuando entró a su estudio. Ni siquiera tocó la puerta, sólo la abrió viendo a todo el equipo de Aioria mirando un nuevo comercial.

-¿Les importa si me llevó a Aioria por unos segundos?- preguntó mientras los demás negaban y el castaño se levantaba extrañado. -Lo consiguieron.

-¿El qué?

-El bebé.

-¿Tan pronto? Debía pasar un año, o más- soltó Aioria con cierto desconcierto, pero su esposo no parecía notarlo con toda la alegría que tenía. Lo llevó a la oficina del castaño para encender la portátil y poder recibir la llamada en línea de la trabajadora social.

-Tuvieron suerte, les enviaré las fotografías. Sólo tiene seis semanas y aún no tiene un nombre, y tampoco tenemos antecedentes médicos familiares. Seguramente no los tendremos, así que espero no sea un problema.

-Sí lo hay.

-No- negó Shaka sonriendo para después mirar a Aioria confundido mientras este sólo se alzaba de hombros.

-No, no es problema- finalizó el castaño cediendo ante su esposo.

-Excelente, me despido, adiós, enseguida tienen las fotografías, piensen en un nombre, papás- dijo la trabajadora con una sonrisa y finalizando la llamada.

Unos minutos después tenían las fotos de su bebé. Era hermoso, con sus lindos ojos azules y de cabellos verdes.

-Ay, por Dios, Aioria, es un ángel, ¿No crees?- se giró el joven para ver a su esposo, quien sólo le sonrió -Seremos una familia, Aioria. Tú, yo y nuestro pequeño Shun.

Notas finales:

Besos inmensos!


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