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My King | Kookmin por MiRoApril

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Era doloroso. Ver como Jimin estaba frente a sus ojos entregando el anillo a su futura esposa, una extraña la cual ni siquiera conocía, para peor, les estaban dando el tiempo correspondiente para que se conocieran y el matrimonio fuera un completo éxito, querían que todo resultara con normalidad, que no existiera entre la pareja esa incomodidad de no saber del otro.  Lo conseguirían, alejarían a Jimin de él para mantener la cercanía entre ellos, su nuevo compañero era el guardia personal de la princesa.

 

Desvió la mirada de la escena, no podía ver más allá, sabía lo que venía, la imagen de los futuros reyes, Jimin abrazado a la princesa, de la mano o algo parecido mientras saludaban al pueblo, ya tenía la imagen en su cabeza, ¿Para que torturarse al verla? Parecía ser el único que sufría con una imagen como esa, el guardia de la realeza de Baekje parecía estar como si nada, su mirada seguía fija en la imagen, nada le importaba, ¿Debería actuar así? Ese era el problema, actuar, no podía hacerlo, sus sentimientos eran más fuerte, fingir era algo de todo el mundo menos para él, cuando se trataba de Jimin, no, imposible. 

 

Con los príncipes retirándose  y el sol ocultándose, la celebración dio comienzo. Las puertas del castillo fueron abiertas, se permitió el ingreso del pueblo y la realeza, no era un “baile formal” Era un banquete, una festividad nada más. Aun así se encontraban los lugares del salón divididos en clases, el pueblo en la planta baja mientras que la realeza se encontraba más arriba, la posición del trono se encontraba en un nivel medio, donde le permitiera tanto subir como bajar. 

 

Mientras todos hacían el gran ingreso al castillo el siguió la espalda de Jimin como el otro guardia a la princesa. El mayor no soltó en ningún momento la mano de la mujer, aunque doliera la imagen apoyaba que este estuviera cumpliendo con su papel como correspondía, ya que creía que al cerrarse las puertas del palco este soltaría a la mujer y saldría corriendo una vez más a ocultarse, pero que mostrara confianza en sus palabras le calmaba bastante, quizás todo saldría bien para ellos. 

 

Jimin no pronunciaba palabra alguna así como la princesa igualmente guardo silencio en todo el camino. Aun sin recibir órdenes el príncipe sabía perfectamente que hacer, según el protocolo que era lo que venía, era toda una maldita lista que tenían que respetar de comienzo a fin. Y ahí estaban, ambos frente a una gran puerta esperando la señal de las trompetas seguido de sus nombres. Tomo aire al ver la imagen. Jimin ofreció a la mujer su brazo, el cual apoyo perfectamente contra su abdomen mientras la mujer ubicaba su mano por el interior de su brazo hasta tomarlo por completo. ¿Cómo explicarlo mejor? ¿Un gancho? 

 

Las puertas se abrieron e ingresaron al gran salón recibiendo los aplausos de todo el reino. La realeza siempre manteniendo la etiqueta con trajes elegantes, grandes vestidos, cuál de ellos era más exagerado, mientras que los del pueblo utilizaban lo que estuviera a su alcance, aunque algunos no dejaban de lado el estilo y le agradaba bastante que no se dejaran pisotear por los de las clases altas, ellos igualmente eran humanos. Creía ser uno de los pocos que tenían esa humanidad en el, como Jimin que era “Chim” El enmascarado que entregaba a su pueblo todo lo que necesitaran. 

 

Aun recordaba como Jimin obligo a sus padres para el ingreso del pueblo en uno de sus cumpleaños. Su padre exigía una buena vestimenta de parte de ellos para mezclarse entre todos y que no existiera diferencia de clases, el reino seria el hazme reír si se enteraran de que los pueblerinos ingresaron al gran salón, pero Chim había logrado llevar al pueblo monedas de oro, entrego una por cada persona que deseaba el ingreso a la celebración, fue lo suficiente para que todos lograran pagar unas perfectas confecciones, aquellos que deseaban ingresar y quienes no que ahorraran el oro. El príncipe aceptaba todo. Siempre ayudaría a su pueblo, Jimin hablaba de marcar la diferencia entre los reinos, que no existieran clases. 

 

Ingreso siguiendo los pasos de la pareja hasta los tronos. Jimin invito a sentarse a la mujer en el trono correspondiente, al lado de su madre, la reina,  mientras el tomo el que se encontraba al lado del trono vació, en el cual se encontraba la corona de su padre en su memoria. 

 

—¡Felices sean todos de asistir a esta celebración! —Anunció uno de los miembros de la corte. — ¡A celebrar! 

 

Y la música comenzó. 

 

Era el único en todo el reino que conocía la falsa sonrisa de Jimin. Se ubicó a su lado, de pie, diagonal al trono al igual que el otro guardia por parte de la princesa. Cada uno tenía su misión en la vida y era proteger a sus príncipes. Jimin mantenía la postura recta saludando de vez en cuando a las féminas del pueblo que se le acercaban, aun en la planta baja a realizar venias. Aunque por protocolo este debía estar de pie respondiendo de igual forma, Jimin no lo hacía, suficiente era con una gran sonrisa, falsa. 

 

Podía escuchar los susurros de la reina al mayor, pero este seguía ignorando a la mujer como si estuviera felizmente saludando a las personas, al igual que fingía que el ruido no le permitía escuchar la voz de la mujer.

 

—Señor, la reina busca su atención. — Pronunció al príncipe.

 

—Deja que hable lo que quiera…—Respondió.

 

—Jimi…n…—Corrigió. — Su majestad. —Tomo una pausa. — Al parecer la reina quiere que salude como corresponde a sus invitados. 

 

—Que molesto es escucharte llamarme así. —Se puso de pie. — Solo hago esto por ti… —Susurro. 

 

 

Vio como el príncipe se acercó de tal forma que comenzó a responder las venias de igual forma, manteniendo la postura, inclinándose y volviendo su mirada a la nada, así estuvo unos cuantos minutos hasta que los anuncios acabaron y volvió a su asiento. No miro ni dijo nada a su madre, solo tomo asiento para continuar con la observación del lugar. 

 

Los sirvientes ofrecieron al príncipe unas cuantas copas a las cuales él se negó, pero no a la última de esta. Al detener al hombre acerco sus manos a la charola y tomo dos copas, podía ver en aquellos ojos que no se despegaban de Jimin la sorpresa que se llevaron por ver al príncipe tomar dos copas, probablemente invitaría a la mujer a beber, un acto romántico para cualquier persona, pero no. Jimin se puso de pie, rodeo el trono y se paró frente a él. 

 

—Bebe conmigo. —Alzo la copa acercándosela. 

 

Se sorprendió. Las miradas estaban fijas en ellos, el príncipe siempre buscaba los momentos menos apropiados para dejar a un lado sus etiquetas y volver a lo que siempre fue una amistad. 

 

—Jimin… No puedo. —Dijo en una voz casi en un susurro.

 

Pero el mayor seguía con la copa extendida. 

 

—No me hagas ordenártelo, ¿Si? —Tomo una pausa. — Además esto me aburre, tómalo como un…—Jimin se acercó lo suficiente para susurrarle nada más a él. — “Bebe conmigo o voy a huir otra vez” 

 

—Mierda. —Se quejó. —Nos están mirando todos. 

 

—¿Y?

 

—Deberías invitar a su futura esposa a beber, no a mí. —Se sentía incómodo. 

 

—De eso ya se encargó su guardia. 

 

Su mirada fue directamente al hombre que se encontraba bebiendo una copa al lado de la princesa, hablaban como si nada, aunque la mujer aún se encontraba sentada en su sitio, mostraba una amplia sonrisa al serio guardia personal. 

 

—Si ella lo hace, yo también. 

 

Volvió su mirada al mayor, con esa sonrisa en sus labios noto que no estaba fingiendo con él. Eso fue todo lo que necesito para tomar la copa y provocar ese sonido tan agradable ante el choque de  los cristales. 

 

—Sabes bien porque es el brindis. —Jimin logro guiñarle el ojo sin ser notado por terceros. 

 

—Puedo verlo en tus ojos. — Susurro.

 

—Salud Jungkook

 

—Salud. —Tomo una pausa, odiaba cuando no podía llamarlo por su nombre. —Su majestad. 

 

Llevo a sus labios el cristal bebiendo finalmente unos cuantos tragos del vino, un exquisito sabor, dulce y agrio al tragar, casi podría decirse que el dulzor se acercaba al sabor de los labios ajenos, pero era obvio que ningún dulce lograría alcanzarlo. 

 

La celebración continuo. Cuando los invitados con algo de alcohol en sus venas caminaron a la pista, el banquete se volvió un baile real, no de los mejores pero todos esperaban que la pareja bailara, existía una sola razón para que lo hicieran, ver la conexión entre ellos, la forma de bailar de ambos mostraría a los demás como dirigirían el reino, rumores que estuvieron circulando y que se volvió un hábito en las personas de observar en los próximos reyes. 

 

Cuando la petición comenzó a ser molesta, Jimin se puso de pie, todos quedaron en silencio, incluyendo la música. Cada uno de los invitados fijo su mirada en los pasos del príncipe hasta la mujer a la cual tomo de la mano sin dejar el respeto y la invito a seguirlo. Si Jimin bailaba con esa mujer, sería otra imagen dolorosa de ver, mantuvo su mirada baja esperando el momento preciso para elevarla en señal de “seguir su trabajo”, pero al ver los zapatos de Jimin pasar frente a él, elevo de inmediato la mirada. El príncipe había tomado a su mujer y la invito a salir del gran salón. Cruzo la mirada con el guardia personal de la mujer, ambos tenían en sus ojos el “No sabemos qué hacer”, pero con una señal propia se decidieron a seguirlos.

 

Dudaba que el baile acabara por no encontrarse el príncipe, aunque parecía que la idea de Jimin no le agradaba en absoluto a la reina, el mayor siguió con lo que tenía en mente, lo cual aún desconocía. Sin detenerse, salieron del castillo por el patio trasero. No había que dejarse llevar por el nombre “Patio trasero”, comúnmente la parte trasera siempre traía a sus cabezas una imagen desastrosas por los hogares pueblerinos, pero era un castillo, todo lo que estaba a su alrededor eran jardines enormes y hermosos, incluyendo un laberinto que había sido una diversión para ellos cuando eran niños. 

 

Jimin ayudo a la mujer a bajar y a caminar con esos tacones por el césped hasta llegar a uno de los grandes árboles que se encontraba en los jardines, este tenía dos cuerdas que caían de una rama más una tabla amarrada a ellas. Columpio, balancín, mecedora. Así le llamaban de diferentes formas pero causaba la misma diversión. 

 

—¿Deberíamos acercarnos? —Pregunto el guardia de la princesa.

 

—No creo que sea buena idea. Ya sabes, deben conocerse. 

 

—Cierto. —Contesto sin muchos ánimos. 

 

El hombre suspiro.

 

Ambos se mantuvieron lejos de la pareja, aun cuando existían más guardias ubicados en diferentes niveles de las escaleras, nadie podía protegerlos como ellos. Ambos dieron la espalda a los príncipes, encontrarse en el lugar era por seguridad pero no podían invadir su privacidad.

 

—¿Eres Jeon Jungkook? ¿No? 

 

Su mirada se giró al hombre.

 

—Si. ¿Cómo sabes mi nombre? 

 

—Digamos que eres muy conocido entre los guardias. —Soltó una suave risa.

 

—¿Por qué lo dices? —Pregunto sorprendido. 

 

—Cuando llevaron a Sunghee. —Tomo una pausa. —Digo, a la princesa a su dormitorio, me invitaron a un entrenamiento. 

 

—¿Mis hombres?...No estaba enterado.

 

—Seguramente no. Estabas ocupado. —El hombre rio leve. — Los entrenas muy bien. Pero acabe con todos. 

 

—Me lo esperaba de un guardia personal. —Se encogió de hombros con una leve sonrisa. 

 

—Pero dijeron que no era como tú. 

 

—¿Eh? —Arqueo una ceja. Sabía que sus hombres hablaban de él, pero no tenía idea que eran cosas buenas. 

 

—Creen que no sería capaz de derrotarte. 

 

—Llevo años pateándoles el trasero. —Jungkook mantenía su mano en la empuñadura de su espada, la técnica más rápida para desenvainarla, era empujar el arma con el dedo pulgar dando un impulso para sacarla. 

 

Ambos rieron.

 

—Les creo. —Admitió el hombre. 

 

—¿Les crees? Vaya, hombre de poca fe. —No creyó que una conversación con el guardia personal de la princesa lo mantuviera lo suficientemente distraído para no pensar en lo que posiblemente este haciendo el mayor. 

 

—También eres conocido en Baekje. —Se giró al menor extendiendo su mano. —Soy Jung Hoseok, es un gusto conocer a uno de los Jeon.

 

—Jeon Jungkook. —Estrecho la mano de este. 

 

 

 

No había sido su mejor idea, pero necesitaba salir de ese lugar y alejarse de todo aquel que deseaba ver su conexión con la princesa, la cual claramente era nula. ¡Ni siquiera sabía su nombre! Ese era otro punto en contra para él, debía conocer al menos los nombres de la nobleza de reinos lejanos pero nunca le intereso, porque no buscaba esposa, solo sabía que Baekje tenía una princesa y un príncipe para heredar el trono. Dos hermanos, uno que tomaría el reino actual y la otra debía casarse por conveniencia de bienes. 

 

Ayudo a la mujer a sentarse en la tabla de madera cuidando el vestido exagerado que traía color rosa, cerca de llegar a ser un color crudo, además del gran tamaño que tenía y que era casi imposible ver las piernas de la mujer con tal relleno bajo ese vestido. 

 

—Gracias por sacarme de ahí. — Pronunció finalmente la mujer luego de tanto silencio entre ellos.

 

—Tampoco podía huir solo, ¿No? 

 

—Supuse que era por eso. —Soltó un suspiro. —De todos modos gracias. 

 

—No agradezcas. 

 

Tomo las cuerdas para balancear lentamente a la mujer. Sunghee no pesaba absolutamente nada, por ende no realizo esfuerzo alguno en retroceder unos pasos para dejar que esta tomara un poco de ritmo en ese asiento.  

 

—Parece todo muy sencillo para ti. ¿Estás de acuerdo con esto? —Soltó finalmente la pregunta sin miedo alguno.

 

—¿Tenemos otra opción? —Realizó una leve mueca la mujer.

 

Sus miradas se encontraron, manteniéndose en silencio por unos segundos  hasta que ambos soltaron una risa. Bien, aquella sonrisa era real, no estaba fingiendo nada. 

 

—Al menos entiendes.

 

—¿Qué esperabas? —Preguntó la mujer sin quitar la sonrisa de sus labios. — ¿Qué te enamoraras de mi apenas me vieras? Así como amor a primera vista. Sé que soy hermosa pero no creo enamorarte con la belleza, ¿No es así? —Esta giro su rostro hasta encontrarse con su mirada buscando la respuesta a su pregunta. —No pareces ser de esos príncipes Jimin. 

 

—Eh…—Se detuvo observando a la mujer. —Antes de seguir con esto. Disculpa pero no conozco tu nombre. 

 

—Tampoco esperaba que lo supieras. —Soltó un suspiro suave. —Soy Sunghee. 

 

—Princesa Sunghee. —Tomo una pausa. — Pues no. —Respondió finalmente a su pregunta. — Pero pensaba enamorarte con mi caballerosidad. —Bromeo.

 

—Bueno eso enamora a muchas. —Respondió sincera. —Prefiero que seas tú mismo. 

 

—Tenemos un problema con eso. —Admitió. Pues obviamente estaba mintiendo y fingiendo desde un principio. 

 

No podía decirle a la princesa que estaba ya enamorado de alguien más, mucho menos que ese alguien era un hombre. Tampoco podía pedirle que fingieran ser felices, que ella tenía la posibilidad de estar con otros, que no se lo impediría, algo a lo cual a ambos los beneficiara. Pero nada era tan sencillo como se pensaba.

 

—Debemos seguir el protocolo. — Interrumpió la mujer. 

 

Soltó una carcajada, la mujer se burlaba de las leyes al igual que él, había encontrado con quien compartir momentos graciosos de su vida, ya que las entendería todas y cada una de ellas. En ningún momento paso por su cabeza, que podía existir una princesa que le comprendiera, era difícil de creer cuando él fue en contra de muchas de las leyes reales, mientras todos los otros príncipes siempre respetaban todos y cada una de las leyes. 

 

—Eres divertida. —Admitió.

 

—Al parecer no somos los únicos que nos estamos llevando bien. —Apunto a los guardias. 

 

Su mirada se fijó en ambos quienes estaban estrechando sus manos, Jungkook había encontrado a su igual, como él se había comprendido con la mujer. No era tan malo después de todo, pero no podía llevar todo a sentimientos más profundos, dudaba poder lograr el objetivo, enamorarse de la mujer. Por otra parte, no estaba interesado en absoluto de enamorarla, porque eso significaba estar engañándola, no podría ser una persona que jugara con el corazón de otra, pero tampoco deseaba que fuera infeliz solo por tener que casarse con él.

 

—¿Cuál es tu relación con tu guardia? —Pregunto Sunghee.

 

—¿Mi relación?. —Trago en seco, estaba  sorprendido de la pregunta.

 

—Si, ya sabes. ¿Es de esos que te siguen a todos lados? O ¿Puedes hablar tranquilamente con él? 

 

—Bueno…—Tomo una pausa. — Es mi mejor amigo. Nos conocemos desde que nacimos. 

 

—¡Wooh! ¿Es en serio? —La mujer se puso de pie sin previo aviso. 

 

Caminar con tacones no era la mejor forma de mantenerse firme en el pasto. Al bajar perdió el equilibrio, viéndose obligado de sujetarla por la cintura y atraerla a su cuerpo rápidamente. Si llegaban los rumores por los ojos que siempre los espiaban en el castillo, de ver caer a la princesa y el sin preocuparse por ella, sería su destrucción. Cayó de rodillas pero el cuerpo de la princesa no toco el suelo, fue nada más un susto que corrieron todos. Una escena que para cualquiera sería algo completamente romántico, no para él claramente.  

 

 

—¡Sunghee! —La llamo el guardia ante el grito de la mujer por caer. 

 

Apenas habían logrado establecer una conversación corta cuando la mujer llamo la atención de ambos, no había sigo un grito tan pronunciado por parte de la mujer para alterarlos a ambos, el exagerado había sido su compañero de rango, el guardia personal de la princesa. Aunque debía estar impresionado por la forma en la que Jimin sostenía a la mujer, lo estaba más por ver a aquel tipo aun arrebatando a la mujer prácticamente de los brazos del mayor. 

 

—¿Estas bien? —Pronunció el guardia. 

 

—Si…Hoseok. —Dijo la mujer arreglando inmediatamente su ropa intentando evitar la cercanía con su guardia. —Disculpe a Hoseok su majestad, es demasiado protector. —Soltó una suave risa. 

 

Era extraño, por la forma en la que ese tipo hablaba de la mujer parecía ser que eran cercanos, quizás no una relación como la que llevaba con Jimin, y con eso se refería a la relación de amistad no aquella en la que últimamente pasaban a un lado más romántico, ya era claro que sus sentimientos no eran los que debían tener correctamente. 

 

—No te preocupes. Yo fui quien te trajo aquí, agradezco que no te dañaras. 

 

—Fue gracias a ti. —Dijo sonriente la dama.

 

—No es nada. —Pronunció Jimin extendiendo la mano al guardia. — Así que Hoseok. Un gusto, soy Jimin. 

 

El guardia de inmediato se inclinó, ¿Tomar la mano del príncipe? Era difícil ver a alguien de la realeza tratar así a un guardia, se lo esperaba de su tan conocido Jimin pero el tipo ignoro la mano del príncipe y siguió el protocolo. 

 

—Entre nosotros no pongas etiquetas, ¿Si?. —Pidió Jimin tomando la mano del contrario. — Odio la formalidad. 

 

—Me suena. —Pronunció el tipo estrechando la mano del príncipe. — Es un gusto señor. 

 

—Solo dime Jimin. —Rio.

 

—¿Quiere que me maten?. —Soltó una leve risa.

 

—Claro que no. Pero puedes hacerlo mientras estemos solo nosotros. ¿No? ¿Sunghee? —Miro a su acompañante.

 

—Por supuesto. Ya relájate Hobi. —Dijo la mujer a su guardia.

 

—Sunghee... —Se quejó ante el apodo. 

 

La mujer rio antes de abrazarse a su guardia.

 

—¿No es tierno? 

 

—Son bastante cercanos. — Pronunció Jimin desviando la mirada lentamente al menor. 

 

No pudo evitar ponerse nervioso con la mirada del príncipe encima, se vio obligado a desviar la mirada mientras relamía sus labios.

 

—Si. Hace tres años que es mi guardia personal.   

 

—¿Tres? — Interrumpió incluyéndose en la conversación. 

 

—Si, bastante, ¿No? —Presumió la mujer. — ¿Qué tal tú? ¿Llevas menos tiempo? Se les ve bien unidos para llevar poco tiempo juntos. —Pregunto la princesa aun cuando Jimin ya le había comentado que se conocían desde que nacieron.

 

—Eh.. Bueno. —Pronunció algo nervioso.

 

—Desde siempre. —Dijo Jimin. 

 

—¿Siempre? —Preguntó Hoseok.

 

—Si, nacimos juntos. Jungkook es mi mejor amigo, es como mi hermano. Desde siempre fue y será mi guardia. 

 

—Woah, ¿Escuchaste eso Hobi? —La princesa miro a su guardia.

 

—Sunghee, no deberías llamarme así. — Dijo casi en un susurro. 

 

Jimin soltó una risa leve, logrando que Hoseok se avergonzara. A Sunghee no parecía molestarle mostrar su cercanía con su guardia, aunque claro, era diferente de él y Jungkook, ellos eran una pareja “natural” mientras ellos eran dos hombres que verse así de cercanos, era para crear rumores en el castillo. 

 

—Eish, odia que lo llame así frente a las personas. — Se quejó la princesa. 

 

—Eso me suena. — Y su mirada se conectó con la de su príncipe.

 

—No pueden hacer eso. —Pronunció el menor mirando al su otro igual, Hoseok.

 

—Ellos no lo entienden. No es por vergüenza. 

 

—Es que no pueden tener un trato especial con nosotros. — Acabo la oración. 

 

—Lo sé.. —Tomo una pausa Jimin. — Pero la tenemos de todos modos. ¿No es así?... —Jimin formo una sonrisa en sus labios lo suficientemente clara para saber que de esa boca no saldría nada bueno,  no para el momento. —Kookie

 

—¡Jimin! 

 

Cubrió rápidamente su boca. 

 

 

 

El silencio finalmente se apodero del ambiente, nada de música, nada de gritos, ni risas de esas molestas mujeres que hacían al verlo, como si él no lo notará. Odiaba como las tipas fijaban su mirada en el príncipe, si, era muy guapo, atractivo, sexy y… Mil cosas más pero no quería que estas se acercarán, no quería llamarlo de su propiedad porque no lo era, Jimin era libre, peor lo deseaba, quería que fuera solo de él. 

 

Caminaron en silencio por los pasillos luego de dejar a la princesa junto con el guardia personal en sus habitaciones correspondientes camino a la habitación del príncipe. Ninguno pronunciaba palabra alguna, pero no era un ambiente incomodo, al contrario, estaba tranquilo, no había sido una celebración tan mala después de todo, aunque recordar le dolía bastante, solo por imaginar una vez más a Jimin con ese anillo en sus manos, ¿Tan difícil sería el estar juntos aun cuando él estuviera casado? 

 

Termino mirando el cielo por cada una de las ventanas mientras seguía el camino en silencio al lado del mayor. Su mano se movía al frente y atrás cada vez que daba un paso, así, poco a poco sintió el roce de la mano ajena, era un simple contacto, uno de los tantos que habían tenido anteriormente caminando por los pasillos, no era como si antes no hubiera sucedido, pero ahora la sensación era diferente, como si una corriente eléctrica recorriera su cuerpo, deseaba más. Sin desviar su mirada, sintió como la mano del príncipe buscar la propia. Sus músculos se tensaron, los nervios aumentaron, y esos deseos por tenerlo cerca, crecieron. 

 

—Jungkook…—Susurro Jimin. 

 

Su mirada se desvió de inmediato al mayor. Sin decir palabra alguna este tomo su mano y entrelazo sus dedos sin detener su caminar. 

 

—Jimin…—Miro a ambos lados del pasillo. — Pueden vernos…

 

—Nadie más esta por el lugar. —Pronunció en una voz baja. Los pasillos estaban vacíos, por ende el eco era aún mayor. 

 

—Los guardias nocturnos sí. —Aclaró.

 

—Pero, ¿Ves a uno? 

 

—No, pero…

 

—De seguro están terminando la ronda de vigilancia por la ceremonia. —Trago con cierto temor. —Mierda…

 

—Solo serán unos minutos. 

 

No se estaba quejando, solo no quería poner en riesgo todo por lo que estaban ambos trabajando, el mantenerse distanciados nada más por sus vidas, así era, si alguien los veía juntos podrían morir, quizás no ambos, sino él, Jimin tenía su vida protegida, más perdería todos los beneficios y posiblemente a su pueblo. Podía sentir el calor tomar su cuerpo, el pulgar de Jimin acariciaba su mano en cada paso, los nervios crecían de solo sentirlo. 

 

Fue el eco de unos pasos resonar en el pasillo que lo alertaron. En vez de soltar sus manos tomo el cuerpo de Jimin y lo obligo a retroceder hasta acorralarlo con la pared, precisamente donde se encontraba un pilar lo suficientemente ancho para ocultarlos a ambos. 

 

—Agh…J-Jungkook. —Se quejó Jimin cuando su espalda dio contra la pared. 

 

—Shh… Lo siento…Lo siento—Susurro. 

 

Ambos guardaron silencio mientras sus miradas se conectaban. No podía apartarse del cuerpo contrario ni un solo centímetro, era cuestión de un movimiento y los encontrarían a ambos, solo debían esperar a que los pasos se alejaran por el pasillo contrario. Pero la situación se volvía más complicada, estar tan cerca de Jimin era… Era… Mierda, como le calentaba tener su cuerpo acorralado contra la pared, soltó lentamente su mano y sostuvo su cintura para una mayor comodidad entre ambos. Así igualmente lograban aminorar el espacio entre ellos logrando ocultarse mejor aun tras ese pilar. 

 

—Jungkook…Estas…

 

—Shh… Espera a que se vayan. —Interrumpió al mayor. Si no guardaban silencio, serian descubiertos por sus susurros. 

 

—No puedo.

 

La respuesta de Jimin le sorprendió, ¿Por qué no podía esperar a que los guardias se fueran para hablar? No lo entendió en absoluto hasta que sintió las manos de Jimin deslizarse por su cuerpo lentamente hasta tomar su cuello. Las caricias una vez más obligaban a su cuerpo a tomar grandes temperaturas. No podía soportarlo, entre más escuchaba esos pasos acercarse más excitado se encontraba, tenía que separarse de Jimin, pronto. 

 

—Espera…Jiminie. —Intento detenerlo. 

 

—Jungkook…—Miro directamente sus ojos perdiéndose en ellos. —Puedo sentirte.

 

—¿Puedes sentirme? —Preguntó extrañado. Aunque no debía sorprenderle, estaban rozando sus cuerpos, era obvio que se sentían uno al otro.

 

—Ahí abajo…— Entonces, entendió. 

 

Si antes el calor de su cuerpo estaba apenas creciendo, ahora no sabía cómo explicar el infierno que sentía. Su erección estaba delatando lo excitado que se encontraba de tener al mayor acorralado. Peor aún, ninguno lograba contenerse a los deseos. No podía separarse, solo eran unos segundos más, pero Jimin ya hacía de las suyas acercando su boca a la propia, volviendo cada vez más loco y excitado. Podía sentir sus alientos mezclarse y esa tentación de devorar sus labios llenándolo. Intento tomar distancia, pero era imposible, si lograba un movimiento, su sombra se vería con la ayuda de la luz de la luna. Estaba atrapado.

 

—J-Jungkook...

 

Fue el último susurro que escucho de la boca ajena antes de que este capturara sus labios. Incluso en una situación tan peligrosa como esa, no podían controlarse. Necesitaba volver en sus sentidos pero estaba tan excitado que solo siguió el beso, un movimiento lujurioso mientras escuchaba los pasos alejarse lentamente, aun así no se separaron de inmediato, busco una mayor conexión con el mayor, tomándolo de la cintura y acercándolo más a su cuerpo. 

 

—Hm.. Agh.. J-Jungkook. —Jadeo el príncipe. 

 

—Shh.. Jiminie. Van a oírnos. 

 

—Vamos… Vamos a mi habitación. —Pidió el mayor aun manteniendo sus labios con esos roces.

 

Jimin tomo el control de la situación. Se separó a duras penas de la conexión entre sus labios y tomo su mano para llevarlo con él por lo que quedaba del pasillo hasta su habitación. Abrió la puerta por el príncipe y lo dejo entrar primero. Si bien se encontraba excitado no podía evitar pensar en mil situaciones que evitaban que continuara con sus movimientos. 

 

—Espera Jimin. —Dijo cerrando la puerta tras su cuerpo. — Lo que paso es muy peligroso... ¿Qué tal si nos descubrían? 

 

Pero Jimin no lo escucho, se encontraba ocupado retirando las telas de su traje, el abrigo, la corona y los molestos zapatos. Verlo retirar con esa prisa cada una de las cosas lo calentaba aún más, sentía la temperatura llenarlo y ese deseo de ser el quien retirara cada una de esas prendas hasta tenerlo desnudo bajo su cuerpo y gimiendo su nombre. 

 

—Jimin. Yo debería ir a mi habitación. Mañana debes ver a la princesa. —Realizó un mínimo intento por acabar con la situación. Con la princesa en el castillo no podían estar haciendo ese tipo de reuniones nocturnas.

 

—¿Realmente quieres irte? —Preguntó girándose para quedar frente a él —¿Qué harás con ese problema? —Jimin bajo la mirada hasta su entrepierna y la elevo hasta sus ojos, evitando indicarla con su mano lo hizo con su mirada. 

 

Abrió los ojos sorprendido bajando su mirada a su entrepierna cubriéndola inmediatamente con sus manos, su erección era demasiado notoria. 

 

—Jimin... Es…

 

—¿Peligroso? —Dijo acercándose lentamente a él. — No dijiste lo mismo antes… 

 

—Yo… Me deje llevar, no pude evitarlo…Sabes lo que siento por ti. —Se excusó. — A-Ahora está la princesa y…

 

Jimin se estaba acercando cada vez más a él, la situación había cambiado, era él quien se encontraba acorralado esta vez. 

 

—¿Te tocaras tu solo?... ¿Tomarás una ducha fría? —Pregunto sin detenerse. La mirada de Jimin era tan erótica, seductora, llena de lujuria. Quería tomarlo y cogerlo en ese preciso momento. —Ya lo hicimos una vez…

 

—Solo nos frotamos…

 

—¿Y?... —Tomo una pausa acercándose a sus labios. — ¿No quieres intentarlo?...Podemos hacerlo ahora…—Jimin se había acercado al punto de deslizar las yemas de sus dedos por sus brazos hasta llegar a sus manos que aun ocultaban esa erección.

 

Lo tenía en la palma de su mano. 

 


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