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Te acompaño a llorar por Mari-Sponge

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La casa estaba llena de diferentes personas. ¿Qué tenían en común? La gran mayoría, eran ex‑alumnos de la preparatoria Nekoma. Para ser más específicos, todos los asistentes habían sido parte del club de voleibol de dicha escuela. O casi todos, si añadimos a los acompañantes. Había caras que no todos reconocían, y aun así, compartían la velada entre anécdotas de sus generaciones. – ¡Viejo! ¡No puedo creer que hayan pasado ya 7 años! –exclamó Taketora, moviendo de un lado a otro su botella de cerveza, mientras sus antiguos compañeros asentían en silencio. De repente, Lev se mostró emocionado, mientras señalaba hacia el pasillo que daba a la entrada. – ¡Miren! ¡Kuroo-san llegó! –el grupito se giró para ver la sonrisa sonsa del moreno, gesto que contagió a los demás. Sin embargo, sus rostros se tornaron serios al notar al acompañante de Tetsuro.

– ¡Chicos! ¡Cuánto tiempo! –exclamó una vez llegó a ellos.

–Buenas noches –saludó Kei, con su seriedad eterna.

Todos y cada uno de los ex‑miembros del Nekoma, asintieron en silencio a aquel seco y formal saludo. Algo que Kuroo notó, y se obligó a pasar por alto. Era bien sabido, que luego del aquel campamento, ninguno de los compañeros de Kuroo, soportaba ver a Kei, ni en pintura. Incluso al mismo Kuroo, le costó volver a tener esa relación de camaradería con sus compañeros. Sin embargo, tal y como Yaku le advirtió, perdió todo contacto con Kenma luego de salir de la preparatoria. Si bien, lograron convencer a Kenma de quedarse en el equipo; pero su interacción con el capitán, se redujo a lo estrictamente necesario. Incluso, se las había arreglado para que el moreno no pudiera entrar a su casa, escondiendo lo sucedido a sus padres.

Cada mañana, Kenma pedía a su madre decirle a Kuroo “que ya se había ido a la escuela”; y si eso no funcionaba, algún miembro del equipo, llegaba a su rescate, dejando a Tetsuro plantado frente a la casa del teñido. En los almuerzos, Kozume siempre estaba acompañado, y todos procuraban no dejarlo solo. Lentamente, Kuroo se fue alejando del que alguna vez fue su amigo de la infancia, por voluntad propia. Pero solo fue durante unos meses. Lentamente, el moreno volvió a colarse a la vida de Kenma. Aprovechaba cada oportunidad que los otros no podían pasar con Kozume, para acercarse. Y más de una vez, lo reclamó como “su novio” frente a otras personas. La miseria volvió a la vida del gato, y lo mantuvo en silencio. Prefirió cargar con su sufrimiento a solas; mantuvo a los demás fuera, para evitar más problemas.

Hasta que los de tercero se graduaron. Tetsuro entró a la universidad, y el tiempo que usaba para acosar a Kenma, se fue reduciendo con  el tiempo. Para el teñido, era más fácil manejar su situación a través del teléfono; porque, a pesar de que el moreno supiera sus horarios, y que la mayor parte del tiempo usaba el móvil, podía mentir con mayor facilidad. Podía olvidarse de lo pequeño que la presencia del mayor le hacía sentir. Hasta que el teléfono se estropeó. Cambió número. Y nadie se dignó en dárselo al moreno.

El sonido de las risas lo devolvió a la realidad; al igual que el pequeño empujón que su novio le había dado. Yaku lo observaba con evidente duda, a lo que solo le regaló una sonrisa, solo para tranquilizarle. La plática entre los chicos siguió su curso. Hasta que Kai habló. –Kenma, por aquí –y la expresión de Kuroo y Kei se distorsionó. El aludido se acercó a ellos con la gran calma perezosa de siempre; ignorando la mirada cargada de reproche y sorpresa de su exnovio. –Creímos que ya no vendrías, Kenma-san –saludó Lev alegremente, dándole un vaso con soda. –Solo me perdí, es todo –con un leve movimiento de cabeza, agradeció el vaso. –Hola Kuro, Tsukishima –Kenma saludó al par, mientras el grupito guardaba silencio. Y mientras él corazón y la mente de Tetsuro eran invadidas con miles de preguntas y sentimientos; la mirada dorada de su novio, ardía de la ira que la presencia de ese “gato patético” le causaba. Porque lo sabía; no era ningún estúpido. Kuroo Tetsuro aún sentía algo por aquel muchacho ridículo que prefería dejar su cabello con un estilo demasiado vulgar, a su punto de vista.

–Por cierto, Yaku –minutos después, Kozume volvió a hablar, haciendo que todos guardaran silencio. –Espero que no sea problema el que invitara a alguien externo –soltó casi en un susurro. –Claro que no hay problema –la voz de Iwaizumi se hizo presente, mientras abrazaba por la espalda al castaño. –Si con eso te sientes más cómodo, puedes traer a las personas que quieras –el teñido sonrió ante las palabras del anterior as del Seijo. Durante todos esos años, Yaku fue un gran apoyo para él; y luego de que este se reencontrara con Iwaizumi, ambos se volvieron sus pilares. No es que no les agradeciera a los demás; cada miembro de su equipo, le apoyó de una forma especial. Por eso, podía estar ahí de pie, ignorando a la pareja que no le quitaba la mirada de encima. –Por cierto, ¿con quién vienes, Kenma-san? –la voz de Inuoka lo sacó de sus pensamientos, mientras todos le miraban. Por su parte, Iwaizumi y Yaku comenzaron a reír. –No me digas que se perdió.

Ante la pregunta de Yaku, sacó su celular, sonriendo al ver como llegaba un mensaje. –Sí, lo hizo –se burló un poco, en compañía de Hajime. Mandó la ubicación, y volvió a guardar el móvil. –Tanto tiempo sin vernos, Kenma –habló Kuroo, acercándose un poco, para disgusto de su novio. –Oh… hola, Kuro –el menor bebió un sorbo de su soda. – ¿Cómo has estado? –casi escupe su refresco, al intentar no reírse por lo ridículo de su pregunta. Gesto que el mayor notó, y se le hizo lo más lindo de todo. –Tu sabes… la vida de adulto no es tan maravillosa como se cree –sonrió ladino, bebiendo un poco de su cerveza.

La plática siguió entre todos, hasta que todos comenzaron a hablar entre ellos, sin prestarle gran atención a los demás. –Hey, Kenma –la voz de Tetsuro llamó su atención. –Yo… en serio te extraño –soltó desviando la mirada, rascando su nuca con cierto nerviosismo. –Intenté contactarte por mucho tiempo, pero… nadie me supo dar tu número –Kenma se puso a juguetear con su vaso. –Yo… les pedí que no lo hicieran –confesó algo apenado. A unos metros de ellos, Tsukishima se servía un poco de soda, observando a su novio hablar con aquel chico. Y le enfermaba; la forma tan tonta que su novio reaccionaba, y el como el teñido se sonreía con cada palabra que intercambiaban. Pero lo que colmó su paciencia, fue el ver como Tetsuro sacaba su celular. Dispuesto a intervenir, comenzó a caminar, siendo retenido por un montón de gente.

–Kenma… lo siento.

­– ¿Por qué? –ladeó la cabeza, algo confundido.

–Por… –soltó un largo suspiro, rehuyendo de la dorada mirada del menor. –Por lo que pasó… entre nosotros.

–En verdad… hace mucho que no pienso en ello –soltó, obligándose a no esconderse tras su vaso. –Kuro, hace mucho te perdoné de todo eso –el brillo en la mirada oscura de Kuroo, llamó la atención del menor. Intentó acercarse más, incluso pensó en besarlo; hasta que escuchó como Kei carraspeaba. Y Kenma nunca se sintió tan agradecido con ese chico rubio. – ¿Todo bien? –habló con falsa amabilidad, mirando a Kenma. –Todo bien –respondió este, girándose casi al instante. –Hey, Kozume, ¿no crees que ya tardó demasiado? –la atención de todos volvió a enfocarse en el armador. –No debería tardar. Aunque no le pregunté en donde estaba.

Dio un brinco, al sentir como unas manos le abrazaban por la cintura. –Hey, no soy tan tonto como para usar el GPS del celular –se quejó Mattsukawa, antes de besar la mejilla de Kenma. –No es la primera vez que vienes a mi casa, Mattsun –llamó la atención Iwaizumi, sonriendo burlón. El aludido rodó los ojos, antes de erguirse, y abrazar por los hombros a su novio. Todos los miembros del equipo, saludaban al moreno con entusiasmo; mientras Kuroo observaba a Issei con sorpresa. Todos hablaban tan animados, casi olvidándose de Kei y Tetsuro, como sie sus presencias sobraran; algo que no le importaba al rubio. –Oye Kenma, ¿cuándo es la boda de Hinata? –preguntó Lev luego de un momento. El aludido sacó su celular, checando el calendario. –En un mes.

–Hinata… ¿se casará? ¿Con quién?

–Con Kiyoko-san –nada más escuchar eso, Taketora comenzó a “llorar dramáticamente”, a pesar de que ya lo sabía. –La siguiente boda, podría ser la de Yamaguchi con Yachi –soltó Fukunaga, arrancando murmullos de admiración a todos. –No, ellos aún no planean casarse –soltó Kei, por primera vez en toda la velada. Todos se quedaron en silencio, y segundos después, continuaron hablando. –Hablando de eso –todos miraron a Issei, mientras abrazaba a un nervioso Kenma. Ambos alzaron sus manos, mostrando un par de anillos de compromiso. –Aún… no decidimos la fecha –aclaró el teñido, sonriendo al mayor, antes de regalarle un beso, que gustoso, Matsukawa correspondió. Todos comenzaron a felicitarlos, poniendo más rojo a Kenma, quien era abrazado por un risueño Issei. Todos se veían felices; o al menos, todos. Kuroo fingía felicidad. Abrazaba a Kei, mientras intentaba contener las lágrimas. Era feliz con Kei, claro; tenían tardes demasiado maravillosas. Pero ninguna se comparaba con los días que pasaba con Kenma. Y ahora, después de tanto tiempo, podía ver sonreír al amor de su vida. Pero esa sonrisa, no era por él. Y debía soportar el saber que él no era la razón de esa sonrisa.

Notas finales:

Y, finalmente lo terminé. Espero que les haya gustado, tanto como a mi :3


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