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Te acompaño a llorar por Mari-Sponge

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Notas del capitulo:

Primero, debes poner está canción, para leer el capítulo UuU

Era la primera vez que el Karasuno se unía al campamento de entrenamiento, que las 5 escuelas de Tokio organizaban. Los ojos de Kenma buscaban a Hinata, sin ningún éxito. Ni siquiera Kageyama estaba cerca. –Llegarán después –sonó la voz del capitán de Karasuno a su lado, mientras hablaba con Kuroo. –Reprobaron un examen, y deben volver a tomarlo –añadió Sugawara, pasando junto a Yaku. En silencio, comenzó a caminar al lado de Kuroo, mientras este hablaba con el otro capitán. –Así que llegarán más tarde –pensó al tiempo que escuchaba la conversación ajena. Una sutil sonrisa se posó en sus labios al sentir como Tetsuro le abrazaba por los hombros, atrayéndolo un poco, casi distraído, mientras le explicaba a Daichi y Asahi, como funcionaban las cosas en el campamento. Ni siquiera la mirada tan extraña que el rubio de Karasuno les dedicó, logró sacarlo de su pequeña burbuja.

Luego de un poco de calentamiento, los partidos comenzaron. Siendo los foráneos, los primeros en ser castigados. Apenas habían ganado un par de juegos, cuando la hora del almuerzo llegó. –No llega –murmuró el teñido, caminando al lado de su pareja, bandeja en manos. –Ya vendrán, minino –respondió algo seco el mayor, tomando asiento al lado de Kai y Yaku. Taketora no tardó en sentarse al lado de Kenma, haciendo ruido junto a Tanaka y Nishinoya, llorando porque su equipo no tenía “managers lindas” como las otras escuelas. Cada tanto, Kuroo le obligaba a comer algo, o le reprendía por ser demasiado quisquilloso con su plato; y entre más llamaban la atención, la sensación de una mirada sobre él, incrementaba.

La segunda ronda de interminables partidos comenzó. Y de la nada, la puerta del gimnasio se abrió abruptamente, dejando ver la silueta de los faltantes del Karasuno. Y aun así, seguían siendo los que más derrotas tenían. Al ser el primer día, Kuroo le dejó regresar pronto a los dormitorios, advirtiéndole que el siguiente día, no lo dejaría descansar tan temprano. Aunque al parecer, Hinata no lo pensaba así. Los días seguían pasando, por las noches, se escondía con Akaashi, para evitar ser arrastrados por sus respectivos capitanes, a “entrenar” un poco más. Pero así como Kenma huía de Kuroo; Tetsuro comenzaba a pasar menor tiempo con Kenma, que no fuera en los partidos o a las horas de comida. Cada vez que se sentaba a comer, la cercanía de Tsukishima y Tadashi se hacía más presente; y la mirada del rubio sobre él, más persistente. Más de una vez, se obligó a desviar la mirada cada que sus ojos se encontraban; y no solo en un partido.

Al siguiente campamento, Tsukishima era una constante en cualquier mesa en la que se sentara con Kuroo. Y con ello, la incomodidad de sentirse observado. Ni siquiera Lev lograba mantenerlo con calma. Tetsuro se pasaba las tarde-noches en el gimnasio con Bokuto, Akaashi, Lev, Hinata, y si, también Tsukishima. Solo lograba verlo a la hora de la comida, o cuando debían bañarse. A veces ni siquiera le daba su “beso de buenas noches”, aunque en parte, eso aliviaba al pequeño armador. Y aunque nadie lo notaba, él se había dado cuenta de que la atención de Kuroo comenzaba a volcarse por completo en aquel chico de lentes. Siempre que estaba cerca, Kenma pasaba a segundo plano. Sabía que algo pasaba, lo presentía; pero se negaba a creerlo. Él amaba a Kuroo, tanto como el moreno lo amaba a él, ¿cierto? ¿Cierto?

Tal vez, solo tal vez, Kuroo volvería a ser el mismo novio ensimoso de siempre, una vez Karasuno regresara a Miyagi. Quizás, solo eran imaginaciones suyas. No quería pensar que su pequeña felicidad, fuera arrancada de sus manos, como si nada. Pero incluso, a pesar de que Kei ya no estaba cerca, las cosas no volvían a su conocida rutina. Ese sentimiento de complicidad, era reemplazado lentamente, por una angustiosa permanencia rutinaria. El simple hecho de pasar por él para ir a la escuela, era un acto tan automático, que los cansados ojos de Kuroo, gritaban aburrimiento. No quería aceptar que cada día que pasaba, su novio no era el mismo. Se negaba a ver, que cada minuto que buscaba su atención, el moreno le concedía el capricho a regañadientes. No soportaba saber que con el tiempo, se volvía una molestia para el ser que amaba.

Notas finales:

El sufrimiento sigue~


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