Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

UshiHina week (2018) por 1827kratSN

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

La mañana los acunaba, el fuego ya había sido extinguido, se contaban los caídos siendo estos dos siervos de los Azumane y tres atacantes que decidieron suicidarte antes de que los capturasen y torturasen para sacarles información. Yuu y Asahi esperaban ansiosos por noticias de los dos omegas desaparecidos, los jefes de familia aun trataban de guardar compostura, averiguar dónde estaban sus herederos y la razón del ataque

 

—¡Alguien se acerca!

—Dime que es Tadashi —suplicó Asahi pues la preocupación por su hermano menor no lo dejaba en paz

—Es Kageyama-san

 

Jadeante, con el brazo vendado, uno de sus ojos cubierto por una sucia y rojiza tela que seguramente cortaba el sangrado, así llegó el soldado del Shogun, mas, no llegó solo. En su espalda traía al omega heredero de esa familia, inconsciente, pero sano. La esperanza volvía, la espera se hacía eterna y dos horas después alguien más estaba a la vista

Pero no era lo que esperaron.

Amordazado, capturado y ya golpeado llegó uno de los captores de Shouyo, el cual había sido tomado prisionero por Ushijima, mas, el alfa mostraba cuan avergonzado estaba por no haber podido traer algo más que a un informante, cuan frustrado estaba por no haber encontrado a su protegido e incluso se postró ante su señor en una disculpa. Su cabeza tocó tierra mientras escuchaba los amargos lamentos del pelirrojo y a su vez el culpable era arrastrado hasta algún lugar de esa mansión para ser interrogado.

Dolor y desesperanza.

El único cautivo soltó los planes de su jefe cuando ya tuvo suficiente maltrato físico, mismo que dictaba el capturar a los omegas y usarlos para que los Azumane dejaran su posición social y la delegaran a un enemigo que el shogun tenía, mas, el plan finalizaba con la muerte publica de los miembros de las castas enemigas. Es decir, ellos no planeaban dejar vivos a los omegas que capturaron, de una u otra forma Tadashi y Shouyo fueron condenados a morir ya fuera en la noche del ataque o días después. Eso fue lo único que bastó como para que el líder de los Hinata perdiera compostura y entre gritos destrozara lo que quedaba de sus aposentos.

Pero había algo que el cautivo no supo certificar pues él había sido dejado atrás para que despistara a los perseguidores, y eso a Ushijima le daba una clara señal de que nada estaba dicho todavía. Había una esperanza, un camino el cual podía seguir, algo a lo que aferrarse porque se negaba a aceptar la pérdida del brillo en medio de su oscuridad.

Los días siguientes Ushijima lideró un escuadrón de búsqueda que trataba de hallar, aunque sea una huella que los llevara hacia Shouyo. El resultado fue la captura de otros tres enemigos, la muerte de uno de ellos en medio de torturas para que los otros dos hablaran, y una confesión. Eran cosas que se debían hacer para obtener las pistas que necesitaban

 

—No lo sé —esa fue la afirmación del único alfa de esos tres

—Morirás al igual que tu compañero si es que no hablas con la verdad —era la amenaza de Ushijima quien sujetaba al sujeto por el cuello y lo elevaba en el aire haciendo resonar las cadenas que mantenían cautivo al enemigo

—Es la verdad —murmuró entrecortadamente porque se estaba asfixiando

—Tu compañero pagará por tu silencio —su rostro neutral, su voz profunda y amenazante, pero su corazón era un caos

—No —suplicó y de refilón vio como el beta inconsciente era levantado y arrastrado fuera de esa habitación—. Lo estoy suplicando, no le hagan nada… él tiene familia, una hija a la que cuidar

—Entonces habla

—Lo diré, diré todo lo que vi esa noche, pero por favor

—Esperen —Ushijima dio la orden y Tobio la acató en conjunto con los dos siervos de los Azumane que lo ayudaban en la tarea, ambos interesados en escuchar lo que el enemigo debía decir

—Una mujer que no era humana, una criatura extraña —jadeó cuando lo dejaron caer al suelo y elevó su cabeza para hablar—, nos interceptó en medio del camino que tomábamos para ir con nuestro jefe, mismo que ustedes ya habrán estado persiguiendo… me supongo —tosió repentinamente y la sangre brotó de entre sus labios debido a los daños en su cuerpo— como sea… bueno…

—No considero que diga la verdad —añadió Kageyama por lo absurdo que se le hacían las palabras escuchadas

—Es cierto —respiró profundo antes de mirar al de cabellos olivados y seguir—, tengo mucho que perder, así que estoy diciendo la verdad.

—Sigue —el criterio de Ushijima era siempre acertado, por eso decidió seguir escuchando… tenía la sospecha de que el relato era lo que en verdad pasó

—Ella nos atacó, en sí, esquivó nuestros ataques y usó algo para paralizarnos. Intentamos enfrentarla, dejamos al chico a un lado, pero sin poder más… caímos inconscientes —miró a sus torturadores—. No era humana y fue ella quien se llevó al chico pues al despertar ninguno estaba cerca y los rastros no existían… Se esfumó como una brisa

—¿Ushijima-san? —Kageyama vio como el más alto se levantaba y empezaba a salir de esa sala— Entiendo —suspiró—, me haré cargo de lo demás, llámeme cuando partamos de nuevo hacia la búsqueda

—No —Wakatoshi miró a su compañero— quédate en protección de esta casa, iré solo esta vez

 

Zashiki warashi, no había otra explicación, eso creyeron tanto Ushijima como los líderes de las familias amigas después de escuchar el informe final. Lamentablemente ellos nada podían hacer en contra de un espíritu, nada diferente a ofrecer ofrendas, rezar, contactar con sacerdotisas o algún monje que pudiera ayudarlos. Era todo demasiado escabroso, pero se negaban a desistir.

Pero el tiempo apremia, el dolor se intensifica y el ser humano se rinde debido al cansancio.

Tres semanas después de haber seguido al pie de la letra al menos diez rituales, no hubo respuesta ni rastro de Shouyo. Ushijima seguía explorado los alrededores, buscando pistas, negándose a dejar de lado al omega que su alfa llamaba cada minuto del día. Pero el resultado seguía siendo el mismo: nada. Y fue entonces que llegó el día que muchas madres temerían.

 

—Regresaremos

—Pero, mi señor —el alfa protestó de inmediato

—Sé que te sientes culpable, Ushijima-kun —fue la comprensiva respuesta del pelirrojo—, pero vamos poco más de un mes en la búsqueda de mi hijo y ahora las esperanzas ya son nulas. El espíritu pudo ya consumir la energía vital de Shouyo —habló con dolor y aguantando un sollozo— y si no fue así, en medio de estos bosques ya debió haber muerto por inanición, frío o a causa de algún animal

—Mi señor, no puedo irme así… sin más —apretando los puños trataba de guardar compostura

—No hay nada que hacer —si un padre se resignaba todos los demás harían igual, eso se decía— así que volveremos, además… tú y Kageyama-kun necesitan volver a las tropas del Shogun. Ya he abusado demasiado de la ayuda de mi amigo

—Una semana más —rogó casi con desesperación al punto en que inclinó su cabeza

—No —dictó antes de posar su mano sobre el hombro del guerrero—, ya debemos resignarnos

—¡Cómo es posible que usted abandone así a su hijo!

—Ushijima-kun —comprensivo, ignoró el actuar irrespetuoso—, acude a la razón y no al sentir de tu alma

—No puedo dejar a Shouyo así —el alfa dejó su serenidad apática desde hace algunos días, ahora eran comunes los momentos en donde mandaba todo al carajo y dejaba que sus escasas emociones salieran a flote. La ira y frustración eran las que más destacaban—. Y no lo haré

—¿Tanto quisiste a mi pequeño? —el hombre se acomodó los cabellos canos y trató de emitir una sonrisa mientras el silencio se extendía y Ushijima boqueaba ligeramente— ¿Te enamoraste de él?

—Sí —fue su respuesta sincera antes de agachar su mirada

—Es una lástima que todo haya acabado así —palmeó el hombro del guerrero—, pero muchas gracias por haber amado a mi niño. Amarlo bien pues lo cuidaste e intentaste traerlo de vuelta pese a todo

—Lo traeré de regreso

—No —el pelirrojo se levantó y acomodó sus ropajes—. Nos iremos pasado mañana, Ushijima-kun... No dejaré que te hundas en una búsqueda que no rendirá frutos y que sólo consumirá tu cordura.

 

La mayoría consideraría trágico el que una persona se enamorara por primera vez y que el dueño de aquel sentimiento tan bonito desapareciera sin siquiera saber que fue correspondido. Ushijima podría decir que eso no era lo más trágico que podía pasarle a alguien pues él experimentaba algo que complementaba esa horrible situación.

Pocos días después de la desaparición de Shouyo, cuando empezó con la búsqueda en medio del bosque y cuando se involucraba con más siervos ajenos, ahí él empezó a escuchar cosas. Se veía obligado a oír las conversaciones de muchas personas diferentes quienes a veces dictaban relatos sobre su niñez, familia, hijos, esposas y se preguntó a sí mismo por qué él no podía recordar situaciones relacionadas a su estancia fuera de los terrenos del Shogun. Inicialmente fueron pensamientos desechados, pero mientras la desesperación por no tener noticias de su omega se acrecentaba, esos cuestionamientos se volvían más recurrentes y frustrantes.

Fue un día en el que Tobio también le dijo algo que recordaba de su niñez cuando la memoria de Ushijima dio un salto y revivió la imagen de un niño de amplia sonrisa que tomaba su mano para invitarlo a jugar. Con eso empezó todo y progresivamente su memoria se volvía más clara, incluso en sueños rememoró hechos que él jamás recordó antes. Grande fue su pesar cuando sus sueños se volvieron tan nítidos de modo que vio el rostro de aquel niño, al que consideró su amigo, compañero, platónico a tan corta edad, y se dio cuenta de que se trataba del mismo Shouyo.

Su alfa supo desde hace mucho que aquel omega era el mismo al que le prometió una vida entera juntos. Su alfa le protestó el hecho de ser tan idiota y ciego, del negarse a dejarse llevar por sus sentimientos y encerrarse en su labor como guerrero. Su alfa derramaba las lágrimas que el cuerpo físico de Ushijima no podía derramar. Su alfa llamó mil veces al omega al que se deseaba unir, al que anhelaba tener a su lado por el resto de sus días, al cual le cedería su vida de ser necesario.

Se negaba a irse de ese lugar sin Shouyo, fue por eso que en silencio abandonó la mansión y en soledad se internó en los bosques que apenas conocía. Tenía que intentar algo más, la última opción que le quedaba. Debía –y aunque sonara estúpido–, buscar por sí mismo al espíritu que los sirvientes decían, habitaba las cercanías de la única montaña que decoraba la tierra de los Azumane y a la cual jamás debían acercarse.

No le importó siquiera la tarde que caía, no detuvo sus pasos, ni siquiera cuando la noche llegó y la luna menguante no le ofrecía la debida guía. No iba a parar hasta llegar a su destino. No debía esperar más tiempo.

Y su búsqueda rindió frutos.

No supo siquiera cuantas horas caminó entre sombras, ni lo cansado que estaba, tampoco le importaba demasiado el no poder guiarse de regreso a tierras habitadas, sólo quería poder ver a Shouyo una vez más y pedirle perdón por haber olvidado la promesa que se hicieron cuando apenas eran un par de mocosos ignorantes de las diferentes vidas que deberían llevar.

 

—No deberías estar aquí —ese susurro puso a su cuerpo en alerta, sujetó la katana, giró sobre sí mismo buscando el origen del sonido, pero no halló más que negrura—. No tienes por qué estar aquí

—Eres el espíritu dueño de estos parajes —dictó al vacío mientras seguía buscando el origen de esa voz, misma que sabía no era parte de su imaginación

—Lo soy —la voz resonaba entre los árboles y el eco retumbaba en diferentes direcciones

—¿Fuiste tú quien se llevó a Shouyo? —Ushijima caminó entre los árboles, buscando un claro donde la luz de la luna le diera pista de que la ubicación del espíritu

—Sí

—Devuélvemelo entonces —exigió sin rastro de amabilidad

—Eres un inconsciente si te has atrevido a entrar en estas tierras completamente solo, sin provisiones y sin entender que no me puedes dañar con eso —luces blanquecinas se presentaron frente a Ushijima y éste se quedó quieto porque estaba consciente de lo que ese espíritu decía, era verdad. Su katana poco le serviría—. Eres demasiado…

—¿Qué quieres para devolverlo? —enfrentó sin miedo a la fémina brillante que se presentó ante él— Haré o te daré cualquier cosa para que lo dejes libre

—Ya veo, entonces te llevaré con él

 

Demasiado fácil y simple, Ushijima lo reconoció, pero no tenía opción. Siguió a aquella figura a pesar del riesgo a un engaño y una posible muerte en medio de la nada. Vigiló con cuidado el sendero iluminado solamente por la presencia espectral, pero poco servía porque todo parecía ser lo mismo y cada vez se internaban más en el espeso paisaje.

No tenía miedo por su seguridad, temía por lo que encontraría y cómo encontraría a Shouyo.

Tardaron considerablemente en llegar a lo que parecía la mitad de esa montaña, la colina que subieron casi pareció interminable, el sol empezaba a salir y Ushijima estaba casi sin aliento pues el ejercicio físico fue extremo a pesar de que poseía una condición física envidiable. Poco entendía cómo le tomó sólo una noche llegar tan alto en esa montaña, pero todos sus cuestionamientos se terminaron cuando escuchó a lo lejos una risita conocida que podía llenarlo de paz y emoción casi al instante.

Se controló, no corrió en esa dirección, esperó a que su guía le diera el permiso, pero la mujer sólo se mantenía mirando a una dirección que no mostraba nada en realidad. Las risas siguieron, susurros lejanos, Ushijima cada vez sentía mayor necesidad de correr hacia aquello que tanto anhelaba… pero no lo hizo. Estaba en su instinto forjado el esperar, analizar, planear y… ni siquiera en ese momento podía dejar de ser precavido, pero poco le estaba durando la calma.

 

—Puedo…

—No —le cortó la mujer

—Necesito verlo

—Pero él no quiere verte —dictó mientras movía sus manos y de pronto la espesa vegetación se volvió trasparente. A lo lejos se mostró la pequeña figura de Shouyo quien jugaba con pequeñas luces que flotaban a su alrededor

—Lo sé pues soy consciente de que lo herí —en sus tantas meditaciones Wakatoshi lo entendió, se culpó también, pero no podía borrar los hechos—. Lo alejé por palabras que dije y que no sentía, pero debo…

—Es bueno que aceptes tu fallo, pero también acepta las consecuencias

—Déjame hablar con él —el alfa no podía apartar la mirada del omega que se veía radiante mientras reía a carcajadas en medio de su juego

—No

—Te lo suplico

—Yo no puedo hacer que salga de la protección que él mismo pidió —la azabache estiró su mano, tocó aquella imagen que se mostraba, y como si tocara una laguna calma, la imagen se distorsionó por el tacto y las ondas que ocasionaba

—¿Cómo puedo hacer que me escuche?

—Ya te traje hasta aquí, pero no haré más… Ushijima

—¿Él te dijo algo de mí?

—No es necesario pues yo puedo leer sus emociones, pensamientos y parte de su vida —ni se inmutaba, sólo apartó su mano para seguir hablando—. Mi deber es ayudar a quien lo necesite, pero no intervengo en algo más a eso

 

Ushijima no sabía qué hacer, no tenía paciencia tampoco, así que tocó la imagen, pero su mano fue rechazada y empujada lejos. La mujer de negros cabellos le advirtió que la barrera alejaba a todo ser tangible, pero el alfa no estaba dispuesto a quedarse así. Intentó varias veces el atravesar esa pantalla, soportó el dolor que le causaba cada rechazo de la barrera, se levantó decenas de veces cuando cayó por el rechazo violento y siguió intentando, pero no funcionaba.

Seguía viendo a Shouyo a lo lejos, pero no podía ir hacia a él.

Llegó su desesperación. Usó su katana para intentar romper esa cosa, cayó muchas veces más y al final no pudo más que gritar el nombre de la persona que necesitaba abrazar, ver, cuidar. Lo llamó dos, tres, diez veces, intentó, aunque sea formar un pequeño agujero que sirviera de conducto para que su voz llegara hasta aquel chico, pero nada parecía funcionar. Incluso cuando la mujer le dijo que parase, él no lo hizo. No pararía, incluso si se dañaba a él mismo, después de todo… no tenía una esperanza más a la cual aferrarse.

 

—Shouyo, por favor —jadeó después de incontables minutos, hasta su garganta estaba seca

—Es la primera vez que te escucho decir eso… creo

—Shouyo —Ushijima elevó su cabeza, se levantó del suelo donde permanecía de rodillas pues sus fuerzas menguaban, se pegó lo más que pudo a la barrera y apreció como esa mirada marrón de nuevo hacía contacto con la suya

—Recuerda que la barrera es tuya —fue la única advertencia de la fémina antes de darse vuelta y alejarse en medio de brillantes lucecitas—. Y que falta poco para que el dolor en tu pecho se borre, así como tus recuerdos

—Gracias, Kiyoko-san

—¿Estás bien? —fue lo único que Wakatoshi pudo decir antes de intentar tocar la barrera y de nuevo recibir un golpe que repelía su toque

—¿Por qué estás aquí? —su voz calmada y distante, dudosa en parte

—Te buscaba

—No debería pues como dije… debe alejarse de mí, Ushijima-san

—Yo no quiero eso —dictó con seriedad siempre manteniendo fija su mirada en la del pequeño omega

—Quiero olvidar por completo todo sobre su existencia —afirmó con seriedad y convicción

—¿Por qué? —le dolió sentir ese rechazo, pero se lo merecía

—Porque duele —respondió con tristeza, mas, negó de inmediato y volvió a su faceta animada—. Este es un lugar maravilloso, divertido y…

—Yo recordé la promesa —expresó con la esperanza de que Shouyo sonriera, pero largos segundos en silencio le trajeron ansiedad

—Vete —apartó su mirada, apretó la tela que lo cubría del frío, se mordió el interior de su mejilla

—No lo haré

—¡No quiero verte! —protestó entre el mar de emociones que punzaban en su pecho

—Quiero cumplir con la promesa

—¡No se obligue a hacer algo sólo por una estúpida promesa infantil! —furioso manoteó al aire—. ¡Muchas cosas se dicen cuando somos niños ignorantes y creemos que la vida es fácil!

—Shouyo

—¡No yo quiero algo que es realizado por obligación! —su voz se agudizaba y sus ojos se tornaban acuosos—. No quiero ser usado ni despreciado por usted

—Jamás haría eso

—Papá seguro lo convenció para venir a verme, buscarme, convencerme de que quería cumplir con aquella promesa —no quería llorar, pero se sentía tan desdichado, cosa que no había sentido durante todo el tiempo en que vivió allí sin ningún otro humano a su alrededor

—¡Vine aquí por voluntad propia, Shouyo! —irritado, desesperado, ya casi al borde de la locura elevó el tono de su voz, pero al notar el desconcierto ajeno respiró profundo para calmarse— No porque alguien me lo ordenó, no porque sea mi obligación… sino porque quise

—Mentiroso —sollozó sin poder controlarse, temblando por la impotencia y desilusión

—No llores —dolía ver a aquella lucecita aguarse de esa forma, mas, no podía abrazarlo porque esa pantalla los separaba todavía

—¿Qui-quién está llo-llorando? ¡Idiota! —murmuró entre dientes mientras se quitaba las lágrimas de las mejillas

—Shouyo mírame —suplicó en tono bajito

—No —hizo un leve puchero mientras intentaba aguantar sus sollozos

—Jamás me había sentido tan solo e incompleto —el alfa suavizó su voz, o al menos lo intentó pues no era fácil—. No he podido estar en paz desde que decidí aceptar tu voluntad y el imaginar no volver a visitarte en tu hogar

—Usted me rechazó tantas veces y me hizo entender que no me ve como… como algo más que una obligación

—Así lo creí —con sinceridad siguió intentando acercarse con cautela—, pero no es la realidad, Shouyo

—Quiero olvidarlo

—No me olvides —tocó la barrera que no lo rechazó en esa ocasión—, no lo hagas

—No quiero sufrir más —hipó

—Y yo me arrepiento por haberte hecho sufrir —presionó más la barrera y se alegró cuando uno de sus dedos pudo traspasarla—. Yo quiero seguir visitándote en tu casa

—Yo extraño a Waka-chan —sollozó sin poder más

—Y mi subconsciente siempre anheló volver a ver a la luz de mi vida —su mano pudo pasar por aquella barrera y acercarse lo suficiente para tocar los cabellos de tono naranja, mismos que acarició con delicadeza— y el yo actual quiere estar a tu lado, Shou-chan

—Idiota —bufó antes de elevar su rostro y ser quien estiraba sus manos para aferrarse al pecho ajeno y dar los pasos faltantes para acercarse al alfa que su omega llamaba con desesperación—. No debías venir

—Estoy encantado con tu brillante esencia —se dio el lujo de rodearlo con sus brazos pues la barrera ya no existía—, con cada sonrisa y mirada dulce… Estaba enamorado del recuerdo que olvidé, pero ahora estoy fascinado con la persona en que te has convertido

—Antes no hablabas tanto —sollozó entre leves risas mientras se escondía en el pecho ajeno

—Lo sé… pero temo perderte de nuevo sin haberte dicho todo lo que me guardo

—No me dejes otra vez

—No lo haré

 

Un abrazo bastó como para expresar sus pesares, una mirada lejana les dio aprobación y un solo deseo se apoderó de sus almas.

Kiyoko fue destinada a ayudar a olvidar el dolor y para eso tenía dos caminos: cuidar del necesitado hasta que todos los recuerdos se borraran o ayudar a que el dolor desapareciera mediante terceros. Muchas veces se topó con omegas no correspondidos a los cuales cuidó incluso cuando sus cuerpos físicos se habían marchitado y sus almas se volvían luces que vivirían por siempre en ese bosque, pocos eran los casos en donde el omega encontraba su felicidad. Ella se alegraba al saber que Shouyo fuera de las pocas excepciones a un destino como el suyo, en donde vagar eternamente era su designio.

 

 

 

Notas finales:

Krat al fin pudo escribir el capítulo muajajajaja. Y aunque está acostumbrada a la tragedia, logró darle un giro agradable a todo esto, yey~

Muchas gracias a las personitas que me leen~

Muchos besos~

Los ama: Krat~

¡Pastelitos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).