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Amor del demonio por Sakuriita_Henandez

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-Mamá... Que fue lo que olvidaron? - volvió a preguntar notando que su madre lo sujetaba con demasiada fuerza.

Hiromi sonrió con demencia y tiro de la ropa del menor hasta que lo colocó dentro del circulo que aquellos hombres misteriosos habían dibujado en el suelo.

-Mamá? -.

-Olvidamos algo sencillo, Nagisa - le volvió a mencionar ella mientras sacaba un cuchillo de empuñadura dorada y adornado por runas difíciles de entender.

Entonces entendió todo... Y solo le costo una puñalada en el pecho saber como figuraba el en ese momento.

-nos falto el sacrificio, mi niño -.

................


Sintió como su vida abandonaba su cuerpo, un frío de muerte envolvió su mente y la oscuridad cubrió sus ojos.

Escucho murmullos a lo lejos, supuso que se trataba de su madre y aquellos hombres en la habitación. Su pecho  dolía bastante y sentía como poco a poco dejaba de respirar.

-(Voy a morir así)- pensó tranquilo, dejando que sus manos se alejaran a paso corto de la orilla de la vida -(Supongo que así lo quiso dios...)-.

-{Te equivocas, el bastardo ni siquiera esta enterado de lo que pasa en esta parte del mundo}- dijo una voz familiar para el, la misma que había escuchado horas atrás cuando Terasaka y sus amigos lo habían golpeado.

-(Quien eres?)- pregunto con la poca conciencia que le quedaba.

-{Soy... Soy un ser poderoso que puede devolver tu vida, eso soy}- informó la voz juguetona que bañaba sus pensamientos.

-(De verdad?)- cuestiono Nagisa sintiendo como cada segundo su vida se apagaba.

-{Sipsolo tienes que decir, con toda la fe de este podrido mundo, que entregas tu cuerpo y alma a miAkabane Karma, demonio de rango A}- dijo el demonio sabiendo que había ganado.

-Yo...- dijo en voz alta el peliazul atrayendo la atención de los que juraban estaba muerto - Entrego mi cuerpo...-.

-Callate ya idiota y muere rápido!- grito Hiromi tratando de clavar el cuchillo nuevamente en su hijo.

-Y alma... A Akabane...- no termino el juramento, un fuerte golpe en la puerta lo interrumpió.

Hombres uniformados irrumpieron en la casa y tomaron a los hombres y la mujer para sacarlos de la casa mientras paramédicos atendían al chico de cabello azul, quien había perdido el conocimiento de forma total y peleaba contra la muerte para permanecer en el mundo de los vivos.

.
.
.

 

Despertó totalmente desorientado, entre cuatro paredes blancas, aparatos que se conectaban a el, una bata azul rey y un horrible dolor en el pecho. Intento llamar a alguien, pero su voz no salio, intento recordar lo ocurrido, pero solo recordaba haber escuchado un ruido en su casa.
Su cabeza comenzó a dar vueltas y el aparato que se aseguraba de registrar sus latidos comenzó a ir mas rápido, entonces la puerta de la habitación se abrió para dejar ver a un joven doctor.

-Joven Shiota, me alegra verlo despierto - dijo el doctor con cara de alivio - lleva tres días inconsciente, comenzábamos a preocuparnos - le informo el hombre con sonrisa amable.

-Que... Que me...- trato de hablar nuevamente paro su voz salia demasiado ronca.

-No se esfuerce. Sus cuerdas vocales fueron arañadas por el cuchillo, nada grave, pero tardara unos días que regresen a la normalidad - le informo el doctor mientras revisaba los puntos de la herida - tiene buena cicatrización. Eso es bueno, seria una lastima que quedara una marca tan fea en su piel - comento haciendo sentir incomodo al menor, pues no solo revisaba los puntos, aprovechaba la cercanía para rozar lo mas frecuente posible los pequeños pezones de Nagisa - tratamos, también, de curara los golpes que tenia en su cuerpo... Ya no hay rastro de ellos...- informo subiendo la bata del menor mientras acariciaba de forma impúdica las pequeñas piernas, pero un golpe en la puerta hizo que se detuviera poco antes de llegar a la zona mas íntima del menor - Sus familiares están aquí, los dejare pasar de inmediato - le dijo volviendo a acomodar la ropa del mas bajo -después continuaremos con la revisión -.

-(Este hombre no me agrada... Y no puedo hablar... No quiero seguir aquí...)- se dijo mentalmente aguantando todo el asco que sentía su cuerpo después de aquel descarado manoseo.

La puerta de la habitación se abrió de forma estrepitosa, dando paso a una mujer de hermosa figura, cabellos dorados atados a una coleta y ojos azules como el cielo; detrás de ella, un hombre de mirada furiosa, pelo negro, cejas particulares y semblante amenazador, caminaron directamente hacia el mientras el doctor abandonaba la habitación, en absoluto silencio... Al menos hasta que estuvieron junto a el.

-Nagisa! Mi niño! No puedo creer que estés en estas condiciones! Lamento no haber estado ahí para protegerte! - grito la mujer arrojándose sobre el pequeño peliazul, pero procurando no hacerle daño.

-No se preocupe tía, estoy bien - dijo tratando de aligerar el pesar en la mente de la mujer - gracias por venir -.

-Bien? Como esperas que crea eso si parece que pasaste la noche en un concierto de heavy metal! - regaño la mujer negando con la cabeza - Mira que yo se de eso...-.

-Nagisa - dijo el hombre de extrañas cejas apartando a la rubia para poder hablar con el ojiazul - hay algo muy importante que debo decirte - informo con tono serio pero mirada triste.

-Es sobre mi... Madre, no? - pregunto el peliazul con una sonrisa - Donde esta? -.

Ambos adultos se tensaron ante la inocente pregunta del menor y evadieron su tierna mirada.

-Nagi-chan, que es lo último que recuerdas? - pregunto la mujer tomando asiento junto al menor y acariciando su cabello.

-Yo... Estaba solo en casa... Escuche un ruido en la entrada, fui a ver... Después todo es negro en mi memoria...- respondió el peliazul incomodo, sabia que algo mas había ocurrido, algo muy malo si el estaba en el hospital y sus tíos se habían tomado el tiempo para ir a verlo aun cuando el departamento de seguridad nacional los necesitaba - Tio, donde esta mi mamá? Esta bien? Esta aquí también? - le pregunto al hombre con tono asustado, temiendo que su madre estuviera igual o peor que el.

-Mira Nagi-chan, tengo algo muy importante que decirte, y quiero que conserves la calma y trates de asimilarlo todo a tu propio ritmo, esta bien? - Le pidió la mujer sujetando sus manos recibiendo un movimiento de cabeza en forma de afirmación por parte del menor - Bien, lo que te queremos decir es referente a tu madre... Ella... Ella esta...-.

-Tía, ¿como esta mi madre? ¿Esta viva? ¿A ella no le paso nada, verdad?  Dígamelo por favor! -

-Te dije que conservaras la calma, ¿recuerdas? - respondió la rubia atrayendo a su cuerpo la cabeza del peliazul para poder tranquilizarlo.

-Si -.

-Karasuma, tu turno - indico la rubia a su esposo, quien soltó un suspiro largo para después tomar asiento en el otro costado de la cama.

-Nagisa, tu madre se encuentra bajo vigilancia medica y policíaca, sera trasladada a un hospital psiquiátrico esta tarde - le informo el hombre de forma directa.

-¿Que? - fue la única respuesta del peliazul que trataba de entender lo antes dicho por el mayor. 

-Nagisa, tu madre te apuñalo dos veces en el pecho para usarte como sacrificio en el ritual de invocación de la secta satánica a la que pertenecía - termino de contar el hombre.

Lágrimas comenzaron a caer de los muertos ojos azules que perdidos en sus recuerdos revivían la noche en la que todo ocurrió, vio nuevamente a su madre, a los hombres que dibujaban algo en el piso de su casa, la oscuridad que lo abrazo cuando todo para el parecía perdido. Su cuerpo se estremeció ante el recuerdo de aquella aterradora noche.

Todo volvía a el y le golpeaba con la fuerza de una tormenta en mar abierto y fue entonces cuando una voz llego a su memoria haciendo que toda la tempestad se detuviera, una voz juguetona y atrayente, una voz que el había escuchado antes, la voz de un demonio.

-Nagisa, ¿estas bien? - pregunto la rubia preocupada por la reacción de su sobrino.

-Si - respondió de inmediato el peliazul secando sus lágrimas y poniendo una expresión tranquila para calmar a los mayores - ¿Creen que... pueda salir hoy mismo de aquí? - les pregunto con una pequeña sonrisa.

-No lo se, acabas de despertar, no creo que sea posible...- le respondió el mayor.

-Es que a mi... no me gustan los hospitales - comento interrumpiendo al pelinegro, lo dijo mientras fingía llorar y temblar.

-¡Veré que ya mismo te den el alta! - dijo la mujer soltándolo para ir lo mas rápido posible a las oficinas del hospital para exigir que su sobrino saliera de ahí en ese preciso momento.

-Creo que si podrás salir el día de hoy - dijo el hombre con la mirada puesta en la dirección que su esposa había tomado - Iré a ver que no haga nada indebido para lograrlo... ya vengo - comento el Karsuma saliendo lo mas tranquilo posible aunque después de unos segundos también saliera corriendo para ir detrás de su esposa y darle alcance.

El peliazul sonrió con ternura, amaba ver el amor que sus tíos se tenían, aunque sin duda era algo raro, su tío por lo general no mostraba sus emociones por lo que llegaba a ser visto como alguien frió, todo lo contrario a su tía Irina, quien era bastante atrevida y para nada seria pero, pese a sus diferencias, esos dos se amaban tanto como el recordaba que se habían amado sus padres.

Soltó un suspiro largo, la presión en su pecho no solo era física, no, también emocional y eso era lo que mas dolía. Se supone que una madre ama a sus hijos y los protege de todo mal, sin embargo, a el su  propia madre había tratado de matarlo para algo tan atroz como lo era ese ritual, se supone que debía amarlo... Pero sabia que todo quedaba  en el "supone", pues su madre hacia ya mucho tiempo había dejado de amarlo.

-Akabane Karma...- susurro para si mismo recordando la voz que había sonado en su cabeza cuando su madre lo apuñalo - Si, claro... fue solo una alucinación por la perdida de sangre - se dijo negando la existencia de aquel ente una alucinación...-.

-No, claro que no, soy bastante real, y desde hoy tendrás que lidiar conmigo - le dijo alguien al oído causando que Nagisa volteara alerta para toparse con unos ojos del mismo color que el oro - creeme, no te sera muy fácil -.


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