Un par de niños corre a la orilla de un río, el mayor de ellos (aunque lo es por seis meses) se para sobre una gran roca adoptando una pose teatral.
- ¡Es el día perfecto para tener una aventura!
El otro sonríe amablemente como dicta la costumbre.
- ¿Qué tienes pensado Sinbad?
- ¡Atrapar un pez con las manos!
- ¿Uh? ¿Aquí?
- ¿En dónde más?
- La corriente es violenta además, es muy profundo.
- Vamos Aladdin~ no eches a perder la diversión. ¡Estaremos bien!
- Mmm no lo sé, quizá debamos pedir la ayuda de papa.
- Si... bueno...
Y sin más el niño de ojos miel se lanzó al agua. Al principio todo fué sencillo e incluso bello, los peces, los destellos, todo. Su cuerpo se movía con tal fluidez que podría asegurar se desplazaba en tierra. Durante seis insulsos segundos se creyó un ser especial, algo cercano a un dios. La ingenuidad no le permitió ver que aquellas acciones ya no eran las suyas y que la respiración comenzaba a dificultarse, el oxígeno a escasear. El maravilloso lienzo multicolor se volvió una masa borrosa y antes de darse cuenta perdió el sentido.
- ¡Ah!
Lo siguiente en su memoria fué el grotesco sonido que escapó de sus labios al jalar aire y lo mucho que dolió el pecho para finalmente toser violentamente.
- ¡Cof cof cof!
Cuando logró enfocar, se encontró con su querido amigo. La culpabilidad le escupió burlona. Aladdin tenía un fuerte golpe en la cabeza que sangraba en abundancia.
- Yo... lo lamento. Jamás fué mi intención que...
- No te preocupes, lo importante es que estas bien.
De pronto la actitud del menor se volvió extraña, viró el rostro en dirección opuesta a Sinbad, sus mejillas no podían estar más sonrojadas y removía, quizá demasiado las manos. Todo ello llamó la atención del amigo que se reincorporó hasta permanecer sentado y le tomó por los hombros.
- ¿Qué es lo que no me quieres decir?
- ¡Me haré responsable!
- ¿Ah qué te refieres?
- B-bueno, al sacarte del río te - inaudible.
- ¿Uh? No entendí.
- ¡Te besé! ¡Ya no podrás casarte! Por eso - con gran seriedad - Te convertirás en mi esposa.
Algo en todo esto no le supo bien a Sinbad. Es por demás evidente que Aladdin tiene severas confusiones con el tema, por otro lado... es interesante, ¿así que por qué no?
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...
Media hora más tarde en una suerte de cabaña improvisada.
El niño de lindos ojos zafiro acomoda algunos troncos en el centro para lo que será la mesa.
- Me impresiona la habilidad que tienes para este tipo de cosas - el de orbes ámbar.
- Es gracias a los libros que colecciona papá - admitió orgulloso.
- Aún así, es... ¡fantástico! Ya tenemos cama, mesa, sillas e incluso comida. ¿Dormiremos juntos?
- ¡Oh no! Sería ir demasiado rápido.
- Pero ya me besaste.
- Bueno si...
- Y estamos casados, ¿o no?
- E-eso creo.
- ¿Cuál es el problema?
- ¿Y si te hago un bebé?
- Ey, ey, ey, ¿qué tan lejos piensas llegar? Comienzo a creer que eres un pervertido.
- ¡Que me gusten los pechos de las onesan no indica que lo sea! - ofendido - Además, no sabemos si... ya estás embarazado.
- Los hombres no se... - sonrió diabólico - Ungh...
El otro se levantó rápidamente hasta colocarse a su lado.
- Tienes razón...
- ¿Eh?
- Ya va a nacer.
- ¡¿Qué?!
El rostro del menor palideció y en cuestión de segundos se fué derechito al suelo, inconciente.
- Supongo que me pasé - reflexionaba un preocupado infante.
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...
Quince minutos después.
- ¡Ja ja ja ja!
- No me parece divertido.
Sinbad se dobla de la risa luego de explicarle a su amigo la situación y el como nacen los bebés de verdad (la cigüeña los trae).
- Ya, no te enojes Aladdin. Solo quería aprovechar la confusión.
- Como siempre.
- ¡No es... ! Bueno si pero, me hizo mucha ilusión que te hicieras responsable por... - se ruboriza - siempre te he querido pero nunca imaginé que sentirías algo así por mi.
- No, Judal-kun es más mi tipo.
- Es obvio. Espera, ¿qué?
- Je je je. No eres el único que puede hacer bromas, estamos a mano.
- Tu ganas.
Aladdin se recostó en el lecho e hizo un ademán para invitar a lo mismo a su esposa.
- Vamos a dormir un rato, aún estoy preocupado.
- Yo también por el golpe que te diste.
- No sería el primero je je je.
Ambos se colocaron sobre la cama, uno frente al otro y se tomaron de las manos.
- Aladdin...
- ¿Si?
- ¿Me darías un beso de verdad?
- Uh~ b-bueno.
Se aproximaron hasta rozar los labios y nada más.
- Gracias - Sinbad.
- ¿P-por el... ?
- Por siempre estar para mi.
- Nunca lo dudes.
Cerraron los ojos entregándose al momento, relajándose con el dulce aroma del otro, hasta que Morfeo los abrazó con fuerza excesiva. No despertarían hasta las diez de la mañana del día siguiente. Es seguro que les esperan unas buenas nalgadas de parte de Sheba y Ezra por el susto pero como bien dicen por ahí: Y lo bailado, ¿quién se los quita?