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Por Siempre Contigo por Miniikusa

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Notas del capitulo:

Antes que nada, muchas gracias por todo el apoyo que me dan en xada capitulo. 

Se que debo parecer disco rayado diciendolo cada rato, pero de veras lo aprecio mucho ♥

 

Ahora si. Lean~

 

..-..-..-..-..-..-..-..-..-..

 

Fervientemente Vivos Y Felices.







Al final decidieron no decirle nada de nada a Ino sino hasta después del casamiento, cuando este fuera ya un hecho consumado, pero al día siguiente que Gaara y Minato se pusieron de acuerdo, el pelirrojo se lo comunico a Itachi.



 

 

-¡Por todos los fideos del mundo, estas bromeando! – exclamo este.





Gaara tardo un rato largo en convencerlo de que hablaba en serio, y una vez de que la sorpresa inicial perdió algo de su impacto, Itachi se apresuro en felicitarlo con toda sinceridad e intensidad posible.






-¡Por Kami en calzones, Gaara! De veras que me alegro mucho por ti – dijo, abrazándolo asfixiantemente – Van a ser una pareja muy dispareja supongo, pero te aseguro que serás el doncel más hermoso de todos al casarte – fingiendo un puchero – Lastima que no sea yo ese Naruto – dijo, secándose las falsas lagrimas – ¡jaja! Nee, de veras que me alegro mucho por ustedes; si hay alguien en esta bola que todos llaman mundo que sabe lo que hace, ese alguien eres tú. No voy a decirte nada poniendo toda clase de objeciones porque estoy plenamente seguro de que tú ya las pensaste. Lo único que de veras siento es que, después de tantos años de pensar que ya te tenía seguro sin que ningún inútil se te acercara, vaya a perderte. Simplemente por eso soy capaz de echarme a llorar.

 

-jeje Itachi, no seas baka – dijo sonriendo, alegre de que Itachi reaccionara de esa manera y sobre todo aliviado de saber que lo apoyaba. Itachi era su amigo sobre todo.

 

-¡Espera! ¿Tendrás que dejar tú trabajo para cuidar a tu Naruto?

 

-¡Por supuesto que no! Solo necesito tres meses de vacaciones a partir de ahora mismo, sin aviso ni nada, lo cual siento mucho Itachi, pero ni yo voy a dejar mi trabajo ni Naruto va a dejar el suyo. Nos sentiremos mejor los dos si seguimos frecuentando a la gente y amigos. Si dejáramos de trabajar y no viéramos a nadie más si no a nosotros mismos, creo que no sería muy divertido además a Naruto le gusta su trabajo y a mí el mío.

 

-¡Qué bien! Y me encantaría  asistir a tu casamiento, Gaara. Tú sabes cuánto te quiero, pequeño pelirrojo, y aunque no conozco a Naruto, hasta a él lo quiero también porque te hizo cambiar. Además tengo que tener una charla con él, sobre cosas de hombres claro – dijo, guiñándole un ojo y sonriendo pícaramente.






Gaara se sonrojo al instante.





-¡Espero que no le digas nada pervertido, pervertido! - sonrió - Y me gustaría mucho que asistieran tú y Deidara a mi casamiento.

 

 

-Claro, y ¿Cuándo será?

 

-El próximo viernes por la mañana, en el Templo de Konoha.

 

-Entonces, ¿Por qué no empiezas a disfrutar de tu permiso ahora mismo? Si voy a tener que aguantar a Sakura durante tres meses como tu suplente, más vale que me enfrente al mal paso lo antes posible.

 

-jeje, gracias, pero yo seguiré viniendo hasta el próximo jueves. Hasta entonces no necesito faltar al trabajo.







La señora Chijo escucho las noticias llena de felicidad. Esa noche, Gaara la invito a cenar a su casa y, luego de algunos titubeos, se lo comunico.






-¡Hay, mi niño! Kami no desampara a nadie; es precisamente lo que yo quise – dijo, acariciándole el cabello rojizo cariñosamente, provocando que Gaara se sonrojara  – Estoy muy emocionada; de veras emocionada. ¡Brindemos por ustedes y que sean muy felices!





Ambos brindaron y se semi-emborracharon, ya que aunque la bebida quizás no era de las más fuertes, ninguno era buen bebedor y hablando y riendo de los comentarios de la vieja anciana se quedaron dormidos en el gran sillón de la sala hasta el amanecer del otro día.






Esa misma mañana, después de una buena ducha, Gaara fue a visitar a Kakashi Hatake y sus trabajadores que en ese momento estaban organizando los planos de una construcción para la semana entrante.

 

 

Al entrar Gaara a el gran galpón que era el lugar de reuniones de Hatake y sus trabajadores, todos estos miraron a su visitante con curiosidad, preguntándose donde lo habían visto antes pero sin poder reconocerlo; además que no podían pensar mucho ya que estaban fascinados con la esbelta y delgada figura que había penetrado en el lugar.





-¿Recuerdan haber renovado la casa de la señora Chijo, en los suburbios del norte, hace ya más de un año?






Todos parecieron hacer memoria, hasta recordar a la anciana de cabellos enrulados y la bacinilla contenedora de pis.



 

 

-¡Ah! Sí, Claro – contestaron Kiba y Kakashi mientras los demás asentían.

 

-Yo soy Sabaku No Gaara, el vecino de al lado de la señora Chijo.





Todos los rostros se iluminaron.



 

 

-¡Oh, sí, sí! – Exclamo Kakashi – Ya me decía yo que te había visto en alguna parte.

 

-Bien; no vine a tratar ningún negocio con ustedes, Kakashi San. Vine a hablarles de Naruto Uzumaki.

 

-¿De Naruto? – pregunto Lee.

 

-Así es; de Naruto Uzumaki. Tal vez sea para ustedes toda una sorpresa, pero me voy a casar con Naruto el viernes próximo.





Todos quedaron mirándolo un momento, luego se miraron unos a otros casi sin poder creérselos. Carraspearon y tragaron saliva incómodos  durante todo un minuto. Kiba encontró la voz necesaria para decir, con una especie de granizo:





-¿Qué te vas a casar con el Lerdo Naruto? – pregunto.

 

-Sí, así es; el viernes próximo – dijo, mientras todos miraban al hermoso doncel frente a ellos sorprendidos y admirados de que ese pelirrojo se fuera a casar con el Naruto que conocían. Era casi increíble y muy envidiable, sin duda. – Bajo otras circunstancias, conociendo por la señora Chijo la clase de bromas que les gusta jugarle a Naruto, me encantaría convencerlo de que se busque otro trabajo, pero a él siempre le ha gustado trabajar con ustedes.






Los ojos de Kakashi se desviaron al elegante Audi que estaba estacionado justo en la vereda del frente. Recordó entonces que, según decían, el era la persona más rica del norte. Luego volvió su mirada a posarse en Gaara.







-¡Vaya! –Exclamo - ¡Esa si es una noticia!

 

-Estoy seguro que lo es, Kakashi San. Sin embargo, no tengo mucho tiempo y quisiera ser tan breve como sea posible. Hay un par de cosas que debemos decidir ahora mismo entre todos. En primer lugar, ¿Kakashi San, desea usted seguir teniendo a Naruto a su servicio aunque él se tome tres meses de permiso a partir del jueves próximo? Segundo, si desea que siga trabajando con ustedes, ¿Están dispuestos a no hacer ningún escándalo por el matrimonio mío y de Naruto?






Todavía vacilantes y contrariados, sacudieron la cabeza.






-¡Qué diablos, Gaara Kun, no sé qué decir! – dijo Kakashi.






Todos asintieron y miraron a Gaara nuevamente.






-Entonces le sugiero que usted y los demás decidan, Kakashi San. No puedo estar aquí toda la mañana, tengo que ir a trabajar.






Todos, sobre todo Kakashi lo pensaron durante un momento.






-Bien – dijo al fin Kakashi – Para serte sincero, Gaara Kun, me gusta Naruto, y a los demás también les gusta. Además, me parece que es el mejor tiempo para que se vaya a descansar tres meses, porque ya se viene el verano y podre encontrar a un estudiante o dos como obreros temporales, aunque se necesitaría varios de ellos para llenar el puesto de Naruto, así de inútiles son esos en comparación. Él lleva conmigo ya dieciséis años y trabaja muy bien. Tendría que pasarme más de tres meses para poder encontrara a otro obrero tan alegre, tan atento y tan digno de confianza como Naruto porque lo que, si quieres, me gustaría mucho conservar a Naruto.

 

-Bien – repuso Gaara – En cuanto al punto número dos, espero que entiendan que sería muy malo para Naruto que le hicieran burlas por lo de su matrimonio. Yo no tengo nada en contra de las bromas pesadas que les juegan y las demás cosas que le hacen y que Naruto parece tomar como algo natural. A él en realidad no le afectan en gran cosa. Sin embargo, el asunto de su matrimonio tiene que ser absolutamente tabú, y yo les doy a ustedes mi palabra de que si alguna vez sé que lo han avergonzado o humillado porque se haya casado conmigo, un doncel, los hare pedazos a todos ustedes tanto moral como económicamente. Yo no puedo evitarles que discutan el tema entre ustedes, de hecho, ni siquiera se me ocurriría hacerlo ya que estoy seguro de que es un punto para discutir verdaderamente interesante e intrigante. Pero cuando Naruto este presente, el asunto nunca deberá mencionarse, si no es para desearle las felicitaciones de costumbre. ¿Les quedo claro?






Sabaku No Gaara era un adversario de mucho respeto para Kakashi Hatake y sus obreros, de modo que estos cedieron sin objeción alguna ante la fuerte mirada aqua.







-Sí, claro, Gaara Kun. Lo que digas, Gaara Kun – respondió Kakashi mientras los demás asentían.




Gaara le extendió la mano.





-Muchísimas gracias,  Kakashi San y a todos – contesto – les agradezco su cooperación. Que tengan un buen día. Adiós.







Todos lo obserbaron salir del lugar con un caminar lento y silencioso, parecía una ilusión o un homenaje a la delicada belleza; y no pudieron más que verlo con una admiración creciente y un repentino respeto. Claro esta, todavía muy sorprendidos.

 

 

¿Cómo es que el Lerdo Naruto se había ganado al hermoso doncel que acababa de salir por la entrada del galpón? Simplemente, era muy indignante.








El que seguía en la lista de Gaara era el doctor. Habiendo decidido lo que tenía que hacer, Gaara atacaba los obstáculos uno por uno, en su debido orden, y se divertía al hacerlo más de lo que había imaginado. Ese era su elemento, el hacer cosas; ninguna duda lo inquietaba, no había titubeos una vez que había decidido que hacer.

 

 

Ya en el consultorio, Gaara le explico la situación al doctor tranquilamente.



 

 

- Voy a casarme dentro de poco y creo que necesito un chequeo general. Sé que los donceles tenemos los órganos reproductivos más delicados que los de las mujeres, por el hecho de ser hombres y que nosotros no tenemos un periodo como ellas. Por eso quiero estar seguro de que estaré bien y mi bebe también, si es que lo tengo...






El doctor Orochimaru lo miraba atentamente con sus ojos dorados y filosos, se llevo una mano a la cara rápidamente para encubrir una sonrisa involuntaria; más que la mayoría de los doctores, él estaba muy interesado en el tema de los donceles. Estos le fascinaban por el hecho de ser “hombres” y tener la capacidad de poder engendrar un bebe; además de que él era conocido porque le interesaban toda clase de temas anormales, y los donceles eran uno de los principales.


 

"Son tan delicados", pensó, "y tan débiles."


 

 

El que tenía frente a él era una verdadera pieza de arte, digna de estudiar, se dijo a sí mismo. Con un sentido práctico, desconcertantemente lógico y, a pesar de todo, doncel hasta la medula. El pelirrojo delante de él estaba lleno de orgullo, de sensibilidad y de una curiosa suavidad. ¡Perfecto!

 

Dominando ya su risita de lo impaciente que estaba por empezar a revisar a la creatura pelirroja, hizo sonar su pluma contra el escritorio y miro fijamente a Gaara.





-Estoy de acuerdo contigo, Gaara Kun. Ahora te hare una simple revisión pero tendré que hospitalizarte para hacerte los chequeos más importantes, quizás solo dos semanas. Ahora, ¿Serias tan amable de pasar detrás del biombo y quitarte la ropa? En unos momentos vendrá mi asistente  para entregarte una bata.





Y así Gaara lo hizo, con cierta vergüenza ya que la mampara era un poco traslucida y sabia que se veía su figura perfectamente del otro lado de esta y, también sabía que el doctor Orochimaru lo miraba atentamente, como si fuera un ratoncito de laboratorio, ¡Por Kami!








El sábado por la mañana Naruto era ya el único al que no le había dicho nada. Gaara le había pedido a Minato que no mencionara el asunto, pero se negó a llevase a Naruto a la casa de campo si no los acompañaba Minato.



 

 

-Claro que tiene que venir con nosotros, Minato – dijo sonrientemente - ¿Por qué tendría que ser diferente? Todavía no estamos casados, y aunque lo estuviéramos, quiero que siga viniendo con nosotros ¿Nee? Además, me las puedo arreglar para llevarme a Naruto a solas para decírselo.

 

 

 

La oportunidad justa se presento en la tarde; Minato fue a dormir una siestecita, según confesó en voz alta, haciéndole un giño significativo a Gaara, y se dirigió a su dormitorio.

 

 

Al estar a solas, Minato se recostó en la cama y se durmió al instante, escuchando el silencio del lugar y sumergiéndose en un estado de tranquilidad absoluta.

 

 

Unos momentos pasaron y él creyó despertar por el sonido de una voz; una voz muy familiar y amable... Se removió un poco sobre las sabanas sin abrir los ojos. Si eso era un sueño no quería despertar, pensó, luego la volvió a escuchar.

 

 

Mina… Estas haciéndolo muy bien… Naruto de veras está feliz ahora… Lo estas cuidando muy bien… Y me hace muy feliz que la persona que ama también lo ame… Así, tal y como es… Un lindo cabeza hueca… Ya no te preocupes… Estoy segura de que él cuidara muy bien de Naruto… Siempre fuiste un muy buen padre y ahora más que nunca tienes que ser fuerte para que ellos tengan recuerdos de ti en los momentos importantes y tan especiales que se vienen… Yo te estaré esperando Mina… siempre, siempre, siempre… Te amo... Te amo… Te amo…”






Al abrir los ojos, estaba llorando; miraba para todos lados, agitado, intentando buscar a aquella persona que tanto amaba y que se había ido hace ya varios meses. Luego se recostó de nuevo, pensando y tratando de recordar todo. No la pudo ver, pues tenía los ojos cerrados, pero juraría que la sintió a su lado; aunque quizás solo fue un sueño, una alucinación, o quizás no; pero en si estaba aliviado, y parte de él, muy feliz. Si esa fue Kushina y no un producto de su ya desgastada mente; ella aprobaba todo lo que él había hecho y permitido hasta el momento, dio su bendición y se fue de nuevo, con una despedida corta y llena de amor, prometiendo esperarlo hasta que su final llegue.

 

 

Los cansados ojos azules desbordaron su mar sobre su rostro, acariciando sus arrugadas mejillas y perdiéndose en las sabanas. Luego sonrió.

 

 

Muy probablemente todo fue un sueño, se repitió, uno calido y tristemente consolador.

 

 

Pero la verdad es que no importa que tan imposible parezca ser algunas cosas, algun hecho o algunas palabras. La fé humana tiende a creer en cosas inhumanas, más allá de todo lo lógico y común.

 

 

Y por eso Minato eligió creer que, aunque sea por un instante, su mundo se volvió a iluminar.

 

 

-Te amo… te amo… te amo…





………..






-Naruto – llamo Gaara - ¿Por qué no vamos un rato a la playa y nos sentamos al sol, nee?



 

 

Naruto se puso de pie al instante, con una amplia sonrisa.


 

 

-¡Ah! – Contesto inmediatamente – Es una muy buena idea, Gaara ¿Ya hace bastante calor como para nadar, dattebayo?

 

-No lo creo, pero, de todas maneras, no importa. Quiero hablar contigo un rato, no nadar.

 

-Me gusta hablar contigo, Gaara – le confió él – Hace tanto tiempo que no hablamos.

 

-No seas exagerado – regaño amorosamente y soltó una risita – Siempre estamos hablando.

 

-Pero no de la misma manera como cuando dices, <Naruto, quiero hablar contigo> Estas son las conversaciones que más me gustan porque tienen algo bueno que decirme.





Gaara abrió los ojos aun más, asombrado.





-¡Vaya que eres perspicaz! Vamos, entonces, Naruto.



 

 

Era algo difícil librarse de un golpe de estado de ánimo intensamente práctico y lleno de energía de los pocos días anteriores, y durante un rato siguió sentado en la arena en silencio, tratando de tranquilizarse un poco más y volver a tener su actitud normal.

 

 

El adoptar esa actitud había sido algo esencial para su bienestar mental, pues sin ella jamás se las hubiera arreglado para decir y hacer todo lo que necesitaba, ya que cualquier señal de vulnerabilidad habría dado como resultado algún desastre. Ahora, sin embargo, la dureza ya no era necesaria y había que descartarla.






-Naruto, ¿Tienes alguna idea de que es el matrimonio?

 

-Creo que sí. Es como Oto San y Oka San y lo que Ino hizo hace poco ¿verdad?

 

-¿Y puedes decirme algo más sobre eso?

 

-¡Ah!, mmm, ¡Yo no sé, dattebayo! – Dijo, pasándose una mano sobre el espeso cabello dorado y haciendo una mueca – Significa que uno se va a vivir con alguien con el que no vivía antes, ¿Verdad?

 

-En parte – repuso Gaara, volviéndose hacia él – Cuando eres un hombre crecido y ya no eres un niño, acabas encontrándote con alguien que te gusta tanto que piensas en irte a vivir con esa persona en lugar de vivir con papá y mamá. Y si a esa persona que te gusta tanto, tú también le gustas de igual modo, entonces los dos van a un sacerdote o a un ministro o a un juez y se casan. Los dos firman un papel y el firmar ese pedacito de papel significa que ya están casados y que pueden vivir juntos por el resto de su vida sin ofender a Kami. 



-¿Y significa realmente que pueden vivir juntos por el resto de su vida?

 

-Sí. 



-Entonces, ¿Por qué no me puedo casar contigo, Gaara? Me gustaría casarme contigo, me gustaría verte vestido como una princesita de cuento de hadas como un largo vestido blanco al igual que Ino y como esta Oka San en la foto de su casamiento, la que está en la habitación de Oto San.






Gaara se sonrojo instantáneamente y trataba de no reír. A veces Naruto lo hacia muy feliz.






-Muchas chicas se ponen un vestido blanco de cola cuando se casan Naruto, pero no es el vestido blanco de cola lo que hace a uno estar casado, si no el pedacito de papel.

 

-Pero Oka San e Ino llevaron vestidos largos – sostuvo el tercamente enamorado de la idea de ver a Gaara como una princesa.






Gaara solo suspiro.






-¿De veras te gustaría casarte conmigo, Naruto? – pregunto Gaara, haciendo que la atención de Naruto se desviara del vestido blanco de cola.






Naruto asintió con la cabeza fuertemente, sonriéndole.






-¡Oh, sí, sí, sí! ¡De veras me gustaría casarme contigo, Gaara! Así podría vivir contigo todo el tiempo y no tendría que regresar a casa los domingos en la noche.





El rio seguía su camino rumbo al mar, lamiendo sus riberas y murmurando pacíficamente; Gaara lo miro con los ojos iluminados.



 

 

-¿Querrías entonces vivir conmigo?

 

-Sí. Oto San pertenece a Oka San y ya solo espera poder irse a dormir con ella debajo de la tierra, ¿verdad? Yo te pertenezco a ti, Gaara.

 

-Bueno; tu padre y yo estábamos hablando de ti la otra noche, cuando regresamos después de haber ido a ver a Iruka Sensei, y decidimos que sería una buena idea de que tú y yo nos casáramos… Porque no hay nadie en todo el mundo que nos guste más que tú, Naruto.





Los ojos azules chispearon con la luz que el rio reflejaba.





-¡Oh, Gaara! ¡¿Lo dices de verdad, dattebayo? ¿Lo dices en serio, serio?! ¡¿Te casarías conmigo?!

 

-Si, Naruto. Me voy a casar contigo.





Naruto se levanto de un salto.





-¿Y entonces podre irme a vivir contigo para siempre, de veras puedo pertenecerte?

 

-Sí. Para siempre. 

 





Gaara se quedo sentado, con la sangre del rostro ardiéndole y el corazón saltando en su pecho, tratando de controlar la felicidad que se acumulaba en su cuerpo, sintiendo la intensa mirada azul sobre él.

 

 

Naruto lo sujeto de los hombros repentinamente, levantándolo de un solo tirón sin el menor esfuerzo. Poso su mirada azul en la aqua de Gaara observándolo seriamente.





-¿Podemos casarnos hoy mismo?





Gaara parpadeo ante el resplandor del rio, súbitamente triste.





-Hoy no, Naruto – respondió – Pero muy pronto. El próximo viernes.

-¿Y Oto San sabe cuándo va a ser? 



-Sí. Sabe que será el próximo viernes. Ya todo está arreglado.

 

-¿Y llevaras puesto un vestido blanco de cola como hicieron Oka San e Ino?





Gaara sacudió la cabeza sonrientemente, intentando no reír frente a un muy serio Naruto.



 

 

-No, Naruto – contesto – No puedo hacerlo. Me gustara llevar un largo vestido blanco de cola solo porque a ti te gusta, pero los hombres no usamos vestidos, Naruto. Tú eres hombre y te pones trajes, no vestidos. Yo soy también un hombre, un doncel, y me pongo trajes también. No usamos vestidos.





El desencanto ensombreció su sonrisa por un momento, pero luego volvió a renacer al instante.





-Pero te verías muy lindo con un vestido blanco de cola, Gaara. De veras que sí – insistió tercamente de nuevo.

 

-Naruto, ¿Qué te acabo de decir? Los hombres no usamos vestidos ¿O tú alguna vez te pusiste uno, nee? 



-No... 



-¿Ves? 



-Sí, dattebayo. ¿Pero, entonces, que te pondrás? 



-¿Conoces los kimonos?






Naruto pensó un instante y luego sonrió, asintiendo fuertemente.





-Bueno, ¿Quieres que me ponga uno blanco, largo como a ti te gusta?


 

 

 

Al parecer esas palabras hicieron brillar como un sol la mirada de Naruto.





-¡Si, sí! ¡Oh, Gaara, de veras que te veras hermoso, dattebayo! ¡De veras que si!





Gaara solo sonrió y le acaricio la mejilla.





-¿Y no tendré que irme a casa después de eso? 



-Tendrás que hacerlo durante un poquito de tiempo, porque yo tengo que irme al hospital.

 

-¡Oh, Gaara, no! ¡Tú no puedes ir al hospital! ¡Por favor, por favor no vayas al hospital! – Los ojos se le habían llenado de lagrimas, y lo abrazaba fuertemente - ¡Te morirás, Gaara! ¡Te iras de mi a dormir bajo la tierra y ya no volveré a verte!






Gaara se separo lentamente, sin salir de los brazos de Naruto y le acaricio el rostro preocupado con las dos manos.





-No, Naruto – lo consoló amorosamente – El que vaya al hospital no quiere decir que vaya a morirme. Simplemente porque tu mamá murió cuando fue al hospital, eso no significa que yo también me vaya a morir. Muchas y muchas personas van al hospital y vuelven a salir de él y no se mueren. El hospital es un lugar al que uno va cuando está enfermo y quiere ponerse bien. A veces uno esta tan enfermo que no puede ponerse bien, pero yo no estoy enfermo como lo estaba tú madre. Yo no estoy débil ni me duele nada. Pero fui a ver a mi médico y él quiere revisarme para estar seguro de que está todo bien, y quiere hacerlo antes de que tú vengas a vivir conmigo para que yo esté muy bien para ti.



Era difícil hacer que le creyera, pero después de un rato Naruto se calmo y pareció aceptar el hecho de que Gaara no iba al hospital a morirse.



 

 

-¿Entonces estas seguro de que no vas a morirte? 



-Sí, Naruto. Estoy seguro de que no voy a morirme. 



-¿Y nos casaremos antes de que te vayas al hospital?

 

-Sí, Naruto. Nos casaremos el próximo viernes.






Naruto se sentó en la arena, llevándose con él al pequeño cuerpo y lo abrazo con sus fuertes y grandes brazos. Suspiro felizmente; luego se recostó en la arena sin soltar a Gaara y rodo sobre sí mismo y él rumbo a la orilla del agua, hasta que terminaron en esta, riéndose lleno de alegría.

 

 

Después de un momento Gaara apoyo sus brazos en el pecho de su captor, observando como la cristalina agua pasaba por los costados de Naruto, rodeándolo y moviendo sus dorados cabellos, perfilando su rostro bronceado y masculino,  y sus intensos ojos marinos, los cuales brillaban felizmente por la luz del sol. Y por un instante Gaara no pudo hacer más que  perderse en el azul de estos. 

 



Naruto presiono un poco más el apretón que mantenía ahora en la cintura de Gaara, mirando como los rayos del sol atravesaban levemente los rojizos cabellos mojados y como el brillo amarillo daba un aura dorada al contorno del blanco rostro, observando sus ojos cristalinos e intentando memorizar todo lo que en ellos había, todo, su rostro y su sonrisa; todo, todo, para así saber si le habían quitado algo cuando volviera del hospital. De veras que le gustaba ese rostro. De veras que le gustaba más que nadie Gaara.





-¡Voy a casarme con Gaara, voy a casarme con Gaara! – canturreo, echando agua a Gaara cuando este comenzó a reírse.




 

 

…………………..





En honor de la ocasión, Gaara se presento a su casamiento con un kimono largo de color blanco, tal como Naruto queria, con detalles delicados y pequeños en sus bordes dorados. Los invitados de la boda ya estaban sentados en sus respectivos lugares en el jardín del templo que escogieron para realizar la boda, el cual estaba totalmente florecido con grandes árboles llorones, los que presumiendo sus largas ramas y sus flores de cerezas eran iluminados por los reflejos del sol, que daban en el pequeño claro que estaba detrás del escenario donde se encontraba el ministro. 

 



Gaara había dejado el automóvil en el estacionamiento y camino hasta la entrada del templo y sus jardines lentamente; Minato lo esperaba en el comienzo del sendero, sonrientemente, luciendo un traje negro y sosteniendo en sus manos un modesto ramo de rosas.

 

 

Itachi le había ofrecido llevarlo en su auto pero Gaara no había aceptado.





-Tengo que irme directamente del casamiento al hospital, así que es mejor que lleve mi propio automóvil.

 

-¡Pero deberías dejarme que te lleve, Gaara! – Había protestado él - ¿Crees que tú vas a conducir desde el hospital hasta tú casa cuando te den de alta?

 

-Claro que sí. Es un hospital privado muy grande y lo manejan como un hotel. Voy a estar en el mucho más tiempo del que es realmente necesario para estar seguro de que estoy perfectamente bien cuando regrese a casa.





Itachi lo había observado con aire ofendido y haciendo sus tipicos pucheros.





-Bueno – respondió rendidamente – Supongo que sabes lo que estás haciendo, porque siempre es así; pero a cambio de que no te siga insistiendo, cuando arrojes el ramo apunta a Dei ¿Sí? Esta muy emocionado por tu boda y sé que quiere atrapar el ramo y luego quemarlo o hacerlo explotar. Según él, eso es arte y así su amor perdurara para siempre. Aunque no se cómo se le ocurren esas ideas.





Gaara le sonrió divertido.





-jeje lo intentare, Itachi. Y gracias por tener fe en mí.






Y así pues, había llegado solo a su casamiento. Luego de saludar a Minato con la mirada, lo sujeto del brazo fuertemente y empezaron a caminar hacia donde se encontraba Naruto y el ministro esperándolos, al final del camino rodeado de sillas y en estas sus amigos.

 

 

Itachi vestía el típico traje negro de siempre, pensó, Deidara se veía muy lindo con ese kimono amarillo con figuras rojas, eran como pequeñas explosiones. La señora Chijo lucía un vestido largo color cereza y una pañoleta azul eléctrico que combinaban con sus zapatitos también azules eléctricos. Eso lo hizo sonreír aun más, la señora Chijo de veras que tenía sus gustos a la hora de vestir. También estaban el hijo de ella y su sobrino, Sasori, que vestía también un traje negro y a su lado Sasuke, el hermano menor de Itachi, con un traje azul opaco sin detalles.

 

 

En los asientos del otro lado estaban Sakura, que vestía un kimono rosado con detalles en rojo, Konan con un kimono morado con detalles en naranja, Iruka Umino el cual llevaba un kimono marrón liso y los compañeros de Naruto y su jefe, el cual por cierto estaba demasiado cerca del joven maestro, todos ellos de trajes negros, excepto Lee, que llevaba un traje verde. Naruto lucia el traje azul que había llevado en el casamiento de Ino.

 

 

Permanecieron de pie bajo el claro y brillante sol, escuchando las palabras del ministro.

 

 

El casamiento quedo realizado en pocos minutos. Naruto contesto con voz firme a las preguntas que le hicieron, gracias a que su padre lo había preparado muy bien; Gaara fue el que titubeo un par de ocasiones. Ambos firmaron los documentos necesarios y se miraron un largo rato, sonriendo, llenos de felicidad. El anciano funcionario ni siquiera se había dado cuenta de que Naruto era deficiente mental. Lo único que pensó mientras los casaba fue que ambos eran absolutamente hermosos y formaban una perfecta pareja. Dos jóvenes extraordinarios.

 

 

Naruto se acerco ansiosamente, agachándose un poco para poder posar sus labios en los rosados de Gaara. Lo rodeaba con un brazo por la cintura y presionaba su mano sobre los cabellos rojizos, y el más pequeño de los dos solo mantenía sus manos en el pecho de Naruto, arrugando bajo estas su traje azul.

 



Se besaron lentamente, poseídos de anhelos y el deseo de sentir el sabor del contrario un momento más; ambos sintiendo miles de sensaciones que atravesaban sus cuerpos. Sintiéndose fervientemente vivos y felices.




 

 

Todos estaban riendo y hablando, divertidos y alegres en el salón de un hotel en el que se celebraba la boda, algunos bailando y otros charlando. Todos como si se conocieran de toda la vida.

 

 

Naruto y Gaara permanecían de pie bajo las brillantes luces del salón, conversando cosas sin importancias con Sakura y Konan, las cuales estaban encantadas con ambos y sobre todo por el recién conocido rubio, y luego Naruto le entrego una cajita a Gaara, poniéndosela en las manos con precipitación cuando nadie los veía. Claramente, se notaba que estaba nervioso y no muy seguro de sí mismo; ocultando la cajita en la mano, Gaara se lo llevo consigo a unos cuantos pasos de distancia de los otros que hablaban y reían como locos y les dio la espalda mientras rompía la mal hecha envoltura del paquetito.





-Oto San me ayudo a elegirlo porque yo quería darte algo y Oto San dijo que estaba muy bien que yo te diera algo. Fuimos al banco y saque 10 mil yens y luego fuimos a esa gran joyería que está en el centro, y ahí lo compre.






Dentro de la cajita había una hermosa gargantilla dorada, el dije tenia forma de un símbolo de un reloj de arena, con pequeños diamantes incrustados en sus contornos y en la parte superior pequeños rubíes que brillaban sobre la superficie de oro. Absolutamente bella.





-Me hizo acordar a nosotros, Gaara. Lo dorado soy yo, por mi cabello y, lo rojo eres tú, por tu cabello, y los diamantes son nuestro amor y las flores de tú jardín. Significan que nos pertenecemos. Y me gusto el reloj porque el reloj mide el tiempo, y tu prometiste que estarías por siempre conmigo, así que ese reloj te hará recordar que estaremos por siempre juntos, ya que ese no se mueve ni cuenta, está quieto y siempre lo estará; como nosotros, estaremos siempre juntos sin cambiar. ¿Verdad, dattebayo?






Gaara saco la gargantilla de su almohada de terciopelo y soltó la cajita y su envoltura, las cuales cayeron al brillante piso de mosaicos y se quedaron ahí, sin que nadie les hiciera el menor caso. Luego se la alargo a Naruto, sonriendo a través de un velo de lágrimas.



 

 

-Ya no es mi jardín, Naruto – dijo - Ahora es nuestro jardín. Esa es una de las cosas que hace el matrimonio, hace que todo lo que uno posee sea también del otro, así es que mi casa, mi auto, mi casa de campo y mi jardín y yo mismo te pertenecen después de casarnos. Y este collar también, ¿Quieres prendérmelo, por favor?





Naruto siempre había sido diestro y rápido con las manos, tomo los bordes de la gargantilla entre los dedos y las engancho abriendo el seguro de una con total facilidad.






-¿Te gusta, Gaara? – pregunto con un tono de ansiedad en su voz. 

 



-¡Sí, Naruto. Me encanta! Es hermoso, de veras que lo es. Nunca he tenido nada tan hermoso en toda mi vida y nadie me había dado antes un collar. Lo tendré toda mi vida. Yo también tengo un regalo para ti. 

 

 



Era un grueso reloj de oro, bastante caro, y Naruto se mostro encantado con él.





-¡Oh, Gaara! – Exclamo – Te prometo que tratare de no perderlo. ¡Te lo prometo de veras, dattebayo! Ahora que ya se leer la hora es muy lindo tener mi propio reloj. ¡Y es muy hermoso! 

 

 

-Y, si lo pierdes, simplemente compraremos otro. No te preocupes por eso, Naruto.

 

-No lo perderé, Gaara. Cada vez que lo mire me acordare que tú me lo diste.






La reunión seguía muy alegre y divertida, llegando a la hora en que Gaara tendría que marcharse. Itachi lo tomo ligeramente del brazo, atrayéndolo hacia él.





-Gaara – le dijo – Nunca me dijiste que Naruto era un hombre tan lindo ¿Nee? – guiñándole un ojo y sonriendo pícaramente.

 

-Es verdad, nuca te lo dije. Es que es un poco vergonzoso – repuso sonrojándose y desviando la mirada – Me siento como una de esas personas que buscan chicos lindos o ricos. Para mí esto es algo difícil, Itachi. Es la primera vez que me expongo a las curiosas miradas del público. ¿Puedes imaginarte lo que todos van a pensar cuando se den cuenta de quien se está casando con quien?

 

-No dejes que eso te preocupe, Gaara. Estamos aquí para apoyarte y eso es lo que vamos a hacer. Me cae muy bien tu vieja vecina jaja. Me voy a sentar con ella durante el resto de la cena. Tiene el vocabulario más extenso que me he encontrado desde hace mucho. ¡Míralos, a ella y a Dei, hablando como dos viejos conocidos! - dijo riendo - aunque no me agrada mucho su nieto, ya discutió con Dei sobre temas de arte y no sé que cosas más. ¡Y me lleva el diablo Gaara! ¡Tanta gente loca con eso!






Gaara lo miro agradecidamente.





-Gracias Itachi. Siento mucho el no poder quedarme un poco más en mi propia cena de bodas. Pero quiero terminar rápido todo lo que tenga que hacerme en el hospital, y si lo dejo para después de la cena, mi doctor no me pondrá en su lista de revisiones de mañana, lo cual significa que tendré que esperar toda una semana ya que solo hace las revisiones y controles los sábados.

 

-Está bien, Gaara. Me tomare tu parte del champagne y me comeré tu porción del pastel, no te preocupes.







Gaara camino hacia la salida del hotel acompañado por Naruto después de despedirse de todos; caminaron lentamente  hacia el estacionamiento tomados de la mano, ya que Naruto no lo había soltado desde que su casamiento fue realizado y se mantenía cerca todo el tiempo. 

 



Ya frente al auto, Gaara volvió hacia él, mirándolo fijamente.



 

 

-Ahora vas a esperarme con toda paciencia y no te preocuparas por mí, ¿me lo prometes? Todo saldrá bien.






Naruto se veía tan feliz que Deidara, la señora Chijo y hasta Itachi sintieron ganas de llorar tan solo de ver la expresión de su rostro; la única sombra que opacaba la brillantez de ese día era la adelantada partida de Gaara, pero ni siquiera eso lo deprimió por largo rato. Había firmado el papelito y lo mismo había hecho Gaara; ahora se pertenecían el uno al otro y el podía esperar todo lo que fuera necesario antes de empezar a vivir con él.

 

 

Se despidieron con un beso largo y bien dirigido por Naruto que no quería soltarlo; quería mantenerlo agarrado de la cintura para siempre, según le dijo a Gaara antes de que este entrara al automóvil y se marchara hacia el hospital.









Debido a todos los estudios y pruebas realizadas, los remedios y dietas obligatorias, Gaara sintió molestias y un poco de mal humor durante unos largos días, pero pronto empezó a recuperarse; de hecho, con mayor rapidez que su doctor Orochimaru había esperado, totalmente complacido por haber estudiado a fondo a su paciente.





-Estas en condiciones físicas excelentes, Gaara Kun – le informo mientras lo revisaba con un estetoscopio - Pero así me lo esperaba yo. Eres muy fuerte y, en lo que a mí respecta, podrías irte a tú casa mañana mismo, pero puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras para estar seguro o descansar. Como ya habrás notado, este no es un hospital, si no un maldito palacio. Firmare los documentos que te dan de alta ahora mismo y entonces podrás marcharte cuando quieras, esta semana o la otra, o el mes que viene. Pasare a saludarte y hacerte una revisión de despedida si la próxima vez que vengo todavía estas aquí ¿nee?

 

-Sí. Muchas gracias, Orochimaru Sama.

 

 

 

Y así simplemente se recosto en la cama hospitalaria para esperar a que su mente asimilara todo lo ocurrido en esas semanas, y sobre todo, su corazón se calmara de una buena vez. Pero se le hacia casi imposible sabiendo que un rubio de mirada azulada y cuerpo escultural lo esperaba de regreso en su casa.

 

 

 

No. En su casa no.




En su hogar.


..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-..-

 

 

Notas finales:

Siento mucho la tardanza. 

 

Iba a actualizar ayer pero no pude guardar todas las correcciones que hice..

Perdón por los errores :(

 

Aun así, espero que les gustara el capitulo c:


Muchas gracias por leer ; y muchas más para las personitas que se molesten en comentar ♥♥

 

Próximo capitulo = Miércoles.

 

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