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Por Siempre Contigo por Miniikusa

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Notas del capitulo:

Hola~

 

Este octavo capitulo esta medio (muy)  larguito... Lo siento c: 

 

..-..-..-..-..-..-..-..-..-..

 

El amor no es la respuesta para todo.
Es una parte integral de todo.






Al fin de cuentas Gaara no pudo dejar su trabajo para llevar a Naruto de vacaciones como le había prometido. La compañía en la que trabajaba había comprado un gran terreno en lo más remoto del noroeste del continente y, en vez de ir a Sunagakure con Naruto, Gaara tuvo que acompañar a su jefe en un viaje de inspección; pero después las cosas se complicaron cuando el anfitrión de la reunión los invito a una excursión a lo más remoto del bosque para que conozcan un poco más del lugar, e Itachi encantado acepto; de lo que después se iba a arrepentir. Se suponía que el viaje iba a durar una semana, pero acabo durando más de un mes.

 



Casi siempre él se divertía bastante en esos infrecuentes viajes; Itachi era un buen compañero y su estilo de viajar tendía a ser muy lujoso. En esa ocasión, sin embargo, nada le parecía divertido. Más que nadie, Gaara extrañaba a Naruto. Y en la zona en la que se encontraban de excursión no había manera de llamarlo ya que el único teléfono que se permitía y tenia señal en ese lugar se usaba exclusivamente para tratar asuntos de negocios y para llamadas de emergencias, y era mucho menos posible envíale una carta. El lugar parecía un bosque, alejado por kilómetros de una civilización y el clima era inestable. Todos tuvieron que acampar bajo la lluvia fuera de estación, constantemente mojados, acosados por el calor, las moscas y el lodo. Y lo peor de todo es que para llegar a ese lugar tuvieron que viajar en helicóptero el cual venia a recogerlos al finalizar la excursión. No había manera de volver. Cosa por lo que Itachi también se arrepintió.

 

 

Sentado en la goteante, mal oliente y pequeña cabaña, tratando de desprender algo del pegajoso y negro lodo de sus piernas y ropas, con una espesa nube de insectos revoloteando alrededor de la solitaria lámpara, Gaara suspiraba por su casa y por Naruto.





-Éramos doce en el grupo - le dijo Itachi a Deidara una vez que, ya de regreso en la ciudad, contaban el viaje cómodamente instalados.

 

 

-¿Únicamente doce? - Le pregunto Gaara incrédulamente, haciendo un gesto con su cara a Deidara - Hubo ocasiones en las que hubiera jurado que éramos por lo menos cincuenta realmente.

 

 

- Escúchame bien, pelirrojo endemoniado, ¡Deja de hablar y déjame contar la historia! Acabamos de regresar del peor mes que haya pasado ¡y ya me estas echando a perder lo que voy a decir! No tenia porque pedirte que pasaras en mi casa la primera noche de regreso en la civilización, pero ya que lo hice, lo menos que puedes hacer es estarte ahí, calladito y formal, como eras antes, mientras yo le cuento a mi esposo lo que paso. ¿Okey? 

 



-Dale otro sake, Deidara, antes de que le dé un ataque de 'super rabieta'. Juro que esa es la razón por la cual esta tan mal humorado en su primera noche de regreso. Durante las últimas dos semanas, desde el momento en el que lamio la última gota de la última botella de sake que llevamos con nosotros ha estado insoportable.

 



-¡Já! ¿Y cómo te sentirías tú, Dei? - Itachi apelo a su esposo - ¿empapado hasta los huesos todo el tiempo, con insectos en todo el maldito lugar, con sancudos voladores que parecían vacas chupa sangre, con barro de pies a cabeza cada vez que salías de la cabaña por el horrible clima de esa zona y con nada que oliera a ti a mil quinicientos kilómetros de distancia, y con un pelirrojo gruñón fastidiándome?, ¿Y qué te parecería no tener nada que comer más que latas de atún con salsa y ramen instantáneo y que se te hubiera agotado el sake? ¡Por las barbas de mi abuela, que horrible lugar! ¡Yo hubiera dado la mitad de mis acciones por un buen filete y un buen sake para tomar!

 

 

-No necesitas decírmelo - dijo Gaara, soltando una leve risa y volteándose hacia Deidara - ¡Tu esposo casi me volvió loco! Ya sabes cómo se pone cuando no puede tener su exquisita comida, su bebida alcohólica y sus cigarros.

 



-No, no sé cómo se pone cuando no puede tener sus pequeñas comodidades, pero estos años de estar casado con él hace que me estremezca solo de pensar en todo lo que has tenido que pasar por este bakka, ¡hum!

 



-Te aseguro que no lo soporte mucho tiempo - dijo Gaara, tomando un poco de vino con delicadeza - A los dos días de estar escuchando sus lamentaciones salí a dar una vuelta y a ver si encontraba un risco por el cual lanzarme.

 

 

-pffjajaaja, Ita, ¿Y qué paso con las provisiones, hum? - le pregunto Deidara con curiosidad.

 



-La culpa la tuvo nuestro estúpido guía. Al tipo se le ocurrió mostrarnos como se hacen los verdaderos "colonizadores", así es que, saco las provisiones y lleno todo el espacio disponible con lo único que él come: ¡ramen, atún, ramen, atún y más ramen!

 

 

-No lo critiques tanto, Itachi - regaño Gaara - después de todo, nosotros éramos extraños y él estaba en su elemento. Si él viniera a la ciudad ¿no te encargarías de mostrarle todas las frivolidades urbanas?

 



-¡Y tú qué dices Gaara! ¡Fuiste tú el que no comió nada de ramen, no yo! - Itachi miro a su esposo - ¡Como me hubiera gustado que lo hubieras visto cuando regreso al campamento, Dei! Ahí estaba, vestido con su uniforme de militar malvado que tanto le gusta, cubierto hasta el ombligo de un lodo negro y espeso, arrastrando un montón de plantas de colores. Las había atado a todas con una cuerda y las venía arrastrando con ella. ¡Yo pensé que a nuestro guía le iba a dar un ataque, de tan furioso que estaba!

 

 

-Sí, estaba muy enojado ¿verdad? - comento Gaara complacientemente.

 

 

-Bien; en primer lugar, él se había opuesto a que Gaara fuera con nosotros pues resulto que era un confirmado homodonceles ¡jajaja! Según dijo, él no haría más que estorbarnos, sería un peso muerto, un fastidio y unas cuantas cosas más por el estilo. Y he aquí que ahora era él el que nos traía la salvación culinaria, precisamente cuando el guía iba a mostrarnos de que madera débil estábamos hechos los inútiles de la ciudad. ¡Vaya! ¡Tuvo que ser mi Gaara el que lo puso en su lugar! ¡Qué demonio tan agradable eres, Gaara!

 



-¿Y qué clase de pantas eran, hum? - pregunto Deidara, tratando de mantenerse serio.

 

 

-¡Por Kami, que no sé! - Dijo Gaara - eras simplemente unas plantas lindas. Pero tenían un aroma rico, que era todo lo que importaba.

 

 

-¡Pero podrían haber sido venenosas!





Gaara empezó a reír.





-¡Qué tontería! Según lo que sé, muy poco de lo que llamamos materia viva es venenoso en realidad, y si calculas las probabilidades, descubrirás que están de nuestra parte la mayoría de las veces.

 

 

-Nuestro guía, "el colonizador", nos dijo también eso - repuso Itachi recordando - Gaara lavo las plantas y las preparo con algo de salsa que saco de las latas de atún. El guía seguía gritando que podían ser venenosas, pero Gaara se le quedo mirando con una de esas miraditas que te atacan hasta los nervios y le dijo que, en su opinión, Kami nos había dado las narices para que estas nos dijeran si algo era comible o no, y que su nariz le decía que no había nada malo con esas plantas. Y tenía razón, de más está decirlo, pero luego paso a darle al guía una erudita conferencia acerca de Clostridium Botulimun que al parecer es una bacteria o no sé qué, que se desarrolla en las latas de comida y que es por lo menos diez veces más tóxico que cualquier cosa que crezca en la maleza. ¡Yo me moría de risa!

 



-jajaja ¿y les gusto lo que preparaste, Gaara, hum? - pregunto Deidara.

 



-A mí me supo riquísimo - comento Itachi en tono entusiasmado, antes de que Gaara pudiera contestar - ¡Sapos saltarines, que comida! Nosotros nos atacábamos por la comida mientras él, muy delicado, mordisqueaba unas hojitas, perfectamente peinado y sin siquiera una sonrisa. Gaara ya debe ser toda una leyenda en ese lugar a estas alturas, ¡Vaya, que le bajaste los humos a ese guía, el colonizador!


 

 

 

Deidara reía estruendosamente con su esposo.


 

 

 

-¡Gaara! - dijo - debería estar horriblemente celoso de ti, pero gracias a Kami que no tengo por qué estarlo, hum ¿Qué otro esposo no solo no necesita experimentar un poquito de celos con el secretario de su marido, sino que también puede estar seguro de que él te lo devolverá intacto a casa, sacándolo de cualquier lio en el que se haya metido el bakka, hum?

 



-A la larga, lo más fácil es traerlo de regreso a su casa, Deidara - dijo Gaara sonrientemente - Si hay algo que a mí me aterre, es el pensamiento de tener que domar a un nuevo jefe.





Deidara se puso de pie precipitadamente.


 

 

-¡Tomemos otra botella Gaara! ¿Hum? ¡Tengo ganas de explotar cualquier cosa ahora, hum! ¡No recuerdo haberme reído así en mucho tiempo! ¡Jajaja De veras, has cambiado Gaara, ya no eres el de antes hum! - dijo Deidara, buscando otra botella - ¡Y cuando estemos borrachos nosotros dormiremos en la cama grande y correremos a Itachi al sillón hum!

 

 

-¡Sí! ¡Tomemos el whisky de Itachi también!

 



-¡Pero qué demonios! ¡Que son mi secretario y mi esposo! ¡No me pueden mandar al sillón como un perro! ¡Ahora soy yo el que me tengo que poner celoso! ¡¡Y NO ME TOQUEN EL WHISKY!!





...............





Cuando Naruto llamo a la puerta de atrás el primer sábado después de que Gaara hubo regresado a la ciudad, él fue a abrirle con cierta inquietud. ¿Qué iba a sentir al verlo nuevamente después de esa primera separación? Gaara abrió la puerta de un golpe, con las palabas a punto de brotarle de los labios, pero de pronto perdió la voz, se le hizo un nudo en la garganta y no podía librarse de él para hablar.

 



Naruto estaba en el escalón de la puerta, sonriéndole, con una expresión de amor y bienvenida brillándole en los hermosos ojos azules. Gaara extendió los brazos, le tomo las manos apretándolas con fuerza, sin pronunciar ni una palabra, y las lagrimas como pequeños cristales resbalaron por sus mejillas blancas de porcelana.

 



Esta vez fue Naruto el que lo rodeo con los brazos y le apretó la cabeza contra su pecho, acariciándole su rojizo cabello.

 




-No llores, Gaara - le dijo en voz baja, pasándole suavemente la palma de la mano por la cabeza - Te estoy consolando para que no llores. ¡Ya, ya, ya!



 

 

Gaara se aparto de él, buscando un pañuelo.



 

 

-Ya estoy bien, Naruto, no te preocupes - dijo, secándose los ojos. Le sonrió y le acaricio una mejilla, incapaz de resistir la tentación - Te extrañaba tanto, que llore de felicidad al volverte a ver. Eso es todo.

 



-A mí también me puso muy feliz el volver a verte, pero yo no llore. ¡Si supieras cuanto te he extrañado! Oka San dice que he estado insoportable desde que te fuiste.

 

 

-¿Ya desayunaste? - pregunto Gaara, luchando por recuperar la compostura.

 



-Todavía no.

 



-Entonces, ven y siéntate mientras te preparo algo - dijo, mirándolo con admiración, casi sin poder creer que en realidad estuviera ahí, que no lo había olvidado - Naruto - agrego - ¡Es tan lindo volver a verte!


 

 

Naruto se sentó a la mesa, sin perderlo de vista ni un segundo mientras Gaara se movía por la cocina.





-Me sentía como enfermo todo el tiempo que no estuviste aquí, Gaara, ¡Era algo muy gracioso! No podía comer mucho y me dolía la cabeza si veía la televisión. Ni siquiera en el bar del hotel me sentía bien; el sake no me sabía igual. Oto San decía que no me aguantaba porque no podía estarme quieto ni quedarme en un solo lugar.

 



-Bueno, es que también estas extrañando a Ino, ¿sabes? Te debes haber sentido muy solo sin tener a Ino y sin tenerme a mí tampoco.

 

 

-¿Ino? - pronuncio el nombre lentamente, como si buscara su significado - ¡Pues no lo sé! Creo que ya olvide a Ino. Eras tú al que no olvide. Pensé en ti todo el tiempo, ¡Todo el tiempo!

 

 

-Bueno, pues ya estoy de regreso y todo eso ya paso - dijo Gaara alegremente - ¿Qué vamos a hacer este fin de semana? ¿Qué tal si nos vamos a la casa de campo aunque el agua este tan fría que no podamos nadar?

 

 

-¡Gaara! - Dijo Naruto, reflejándose en su rostro el placer que sentía - ¡Mi Gaara, eso suena fantástico! ¡Vamos a la casa de campo!




Gaara se dio la vuelta para mirarlo, sonriéndole de una manera tan tierna y con un leve sonrojo en sus mejillas que Itachi Uchiha no lo hubiera reconocido. Simplemente le hizo feliz el que Naruto lo llamara usando un "Mi" delante de su nombre; aunque eso Naruto ya se lo había advertido. Gaara ahora era de Naruto. Naruto se apropio de Gaara. Y Gaara estaba feliz. Naruto también estaba feliz; después de todo, Gaara era su Gaara; aunque de una manera diferente de cuando Ino era su Ino; de verdad Naruto sentía que Gaara era Su Gaara, pero de una manera diferente. Él era SU Gaara.

 

 



-No, hasta que no tomes tu desayuno nee. Te veo un poco delgado; así es que vamos a tener que alimentarte bien.

 



Masticando el último fragmento de su tostada, Naruto lo miro frunciendo las cejas con asombro.

 

 

-¿Y ahora qué pasa? - pregunto Gaara, mirándolo atentamente.

 

 

-No lo sé... me sentí muy raro cuando te estaba consolando... - le costaba trabajo expresarse, buscando palabras que no había en su vocabulario - algo raro de verdad - finalizo torpemente, incapaz de pensar otra manera de decirlo y consciente de que no había logrado expresar su idea.

 



-Quizás te sentiste ya un hombre grande como tu papá ¿no es así? Consolar a otro es algo que solo puede hacer una persona adulta creo.

 




El fruncimiento de cejas que había en el rostro de Naruto desapareció inmediatamente, dando paso a una ancha sonrisa.


-¡Eso es, Gaara! Me sentí como una persona adulta.

 



-¿Ya terminaste? Entonces, vamos a buscar nuestras cosas y nos pondremos en camino, en esta época oscurece muy temprano y tendremos mucho que hacer en el jardín.


 

 

En los alrededores de la ciudad, el invierno apenas si merece tal nombre, excepto para sus residentes más débiles. Los bosques conservaban sus hojas, el sol brillaba cálidamente todo el día, las cosas siguen retoñando y floreciendo y la vida no entra en ese estado de suspenso, curiosamente inmóvil, como ocurre en otros climas. Simplemente no hacia ni frio ni calor, el clima era ideal.

 

 

El jardín de la casa de campo de Gaara era una masa de flores, todas de diferentes colores saturando el aire con su perfume hasta varios cientos de metros alrededor. El césped aparecía brillante, más verde en invierno que en ninguna otra estación. Gaara había hecho que pintaran la casa de blanco, con adornos negros.

 



Al terminar el camino donde la pequeña casa se hallaba, Gaara no pudo menos que admirarla. Había una gran diferencia entre como estaba ahora y como se veía seis meses antes. Gaara se volvió a mirar a Naruto.




-¿Sabes, Naruto, que eres un critico excelente? - Le dijo - Mira de bonita que se ve ahora la casa y todo porque tú dijiste que no te gustaba el color café y porque me hiciste arreglar el jardín. Tenías razón y ahora se ve mucho más linda que antes. Tenemos que pensar en más cosas que hacer para seguir mejorándola.


 

 

Naruto se lleno de alegría ante tales alabanzas.




-Me gusta ayudarte, Gaara - dijo - Porque tú siempre haces que me sienta como si fuera inteligente. Tú se te fijas en lo que digo. Eso me hace pensar que soy como Oto San, un hombre grande.

 

 

Gaara apago el motor y lo miro cariñosamente.

 



-Pero es que ya eres un hombre grande, Naruto. Yo no puedo pensar en ti de otra manera. ¿Y cómo no me fijaría en lo que dices? Tus opiniones siempre han sido acertadas y, además, muy buenas. No importa lo que otros digan de ti, Naruto, yo siempre pensare que eres inteligente.

 



Naruto echo hacia atras su cabeza y comenzó a reír; luego se dio vuelta para mirarlo con los ojos húmedos.

 



-¡Oh, Gaara, estoy tan feliz que casi quiero llorar! ¿Ves? ¡Casi iba a llorar!

 



Gaara salió del automóvil rápidamente.

 

 

-¡Vamos a trabajar que no es hora de sentimentalismos! ¡Toda la mañana hemos andado con eso! Cámbiate de ropa mientras yo también lo hago. Tenemos mucho que hacer antes del almuerzo.


 

 

.....................


 

 

Una tarde, no mucho después de haber regresado de la expedición con Itachi, Gaara leyó un artículo en el periódico titulado "El Maestro del Año". El artículo se refería al notable éxito que había alcanzado un joven maestro de escuela en un trabajo de niños retrasados mentales, cosa que estímulo en Gaara el deseo de leer más sobre el asunto de lo que lo había hecho hasta entonces. Siempre que había encontrado algo en algún libro de la librería acerca de las personas deficientes mentales, se lo había llevado a casa para leerlo, pero leyó ese artículo en el periódico solo cuando se le ocurrió explorar el tema más a fondo sin llegar a indagar tanto en internet. A Gaara no le gustaba pasar mucho tiempo delante de una computadora o cualquier aparato audiovisual, ya que estos le eran estresantes, sobre todo porque en su trabajo debia manejarse siempre con estos.

 

 

Sin embargo el proceso era un tanto tedioso; se veía obligado a leer con un diccionario de términos médicos al lado, porque le era muy difícil entender el significado de términos técnicos tales como Proncefalia y Lipidosis y Fenilketonuria y Degeneración Hepalenticular. En realidad, mucho de los términos eran tan especializados que ni siquiera el diccionario médico los contenía. Gaara intentaba entender tales palabras, sintiéndose cada vez menos seguro del terreno que pisaba y cada vez menos informado. Al final fue a ver al joven maestro que mencionaba el artículo del periódico, un tal Iruka Umino; que tenia curiosamente el mismo apellido que el esposo de la hermana de Naruto.



 

 

-Yo era un maestro de primaria como hay tanos, hasta que fui a Inglaterra y, por accidente, me asignaron una escuela especial, específicamente para niños retrasados mentales - le dijo Iruka mientras lo hacía pasar al interior de la escuela - El asunto me fascino desde el principio, pero yo no tenía ningún entrenamiento formal en las técnicas y teorías que ahí empleaban, por lo que empecé a dar mis clases como si se trataran de niños normales. Por supuesto, me estoy refiriendo a niños solo ligeramente retrasados mentalmente, porque muchos de ellos son totalmente ineducables debido a su patología. Como quiera que sea - prosiguió - Quede asombrado de cuanto aprendían y de cómo respondían cuando se los trataba como niños comunes y corrientes. Era un trabajo terriblemente duro, por supuesto, y tuve que echar manos de todas mis reservas de paciencia, pero continúe con ellos; no me daba por vencido ni deje que ellos se dieran por vencidos. Y empecé a estudiar. Tuve que regresar yo mismo a la escuela; me puse a investigar y recorrí todo el lugar observando los métodos de los demás. En realidad, ha sido una carrera verdaderamente maravillosa.


 

 

Mientras hablaba los oscuros ojos cafés de Iruka lo observaban atentamente, con un poco de curiosidad; el maestro parecía aceptar su presencia ahí como un fenómeno que Gaara explicaría a su debido tiempo.



 

 

-Entonces, usted piensa que las personas ligeramente retrasadas mentales pueden aprender - dijo Gaara pensativamente.

 



- No hay la menor duda de eso. Mucha gente, mal informada, trata al niño ligeramente retrasado como si estuviera más retrasado de lo que en realidad esta porque, a la larga, es más cómodo adoptar esa línea de conducta que gastar la incalculable cantidad de tiempo necesaria para lograr, a base de paciencia, que responda normalmente.

 

 

-Quizás mucha gente piensa que no tiene las cualidades especiales que se necesita - sugirió Gaara, pensando en los padres de Naruto.

 



-Tal vez sea eso. Los niños de ese tipo anhelan recibir la aprobación de lo que hacen, alabanzas y que los incluyan en la vida normal de la familia, pero lo más común es que los hagan a un lado o no les permitan participar; los aman, pero en gran medida los ignoran. El amor no es la respuesta para todo; es una parte integral de todo, pero tiene que ir unido a la paciencia, la comprensión, la prevención y la previsión cuando se está tratando de algo tan complejo como la mente de un niño retrasado.

 



-¿Y usted trata de fundir el amor con todas esas otras cosas?

 



-Sí. Tenemos nuestros fracasos, por supuesto, y bastantes, pero tenemos también una proporción de éxitos bastante grande que la mayoría de las escuelas de ese tipo. Con frecuencia es un poco menos que imposible evaluar con precisión a un niño, ya sea neurológica o psicológicamente. Uno tiene que comprender que, primero y antes que nada, un niño en esas condiciones está dañado orgánicamente, sin que importe el grado en que esté implicada la parte psicológica. Algo allá arriba, en el cerebro, no está funcionando como debería.




El joven maestro se encogió de hombros y se rio de sí mismo.

 



-¡Lo siento mucho, Gaara Kun! No te he dado un tiempo de decir una sola palabra ¿verdad? Tengo la mala costumbre de llenar con mis charlas a mis visitantes sin tener la menor idea de cuál es la razón de su visita.


 

Gaara sonrió.


 

 

-Bueno, Iruka Sensei - dijo - Realmente lo mío no es un problema personal sino que se trata más bien de la curiosidad de un espectador; eso fue lo que me animo a ponerme en contacto con usted. Conozco a un chico de veinticinco años que es ligeramente retrasado mental y quisiera saber más acerca de su situación. He tratado de leer algo al respecto, pero no he podido entender bien todo lo técnico.

 



-Lo comprendo. Los libros técnicos sobre el tema son muy abundantes, pero los libros básicos para comprender son muy difíciles de conseguir.

 



-El caso es que, desde que empecé a interactuar con él, lo cual fue hace más o menos nueve meses, ha estado dando muestras de estar mejorando. Me tomo mucho tiempo, pero hasta le he enseñado a leer un poquito y a hacer sumas sencillas. Sus padres también han notado el cambio y están encantados. No obstante, no sé cuanto progreso debería yo esperar ni que exigirle.

 




Iruka le sonrió y le agarro suavemente por debajo del codo, dando a entender que era hora de que se movieran.

 




-Te voy a llevar a un recorrido por los salones de clases - le dijo - Quiero que observes a todos los niños con mucha atención. Trata de localizar alguno que se parezca un poco a tu chico en su conducta y actitud. Nosotros no permitimos que los visitantes interrumpan nuestras clases y veras que observamos a los niños por las ventanas en las que solo puede verse por un lado. Ven conmigo y después me dirás lo que piensas de nuestros niños.




Gaara nunca había prestado atención realmente a los pocos niños deficientes mentales con los que se había cruzado en el transcurso de su vida porque, como la mayoría de la gente, se sentía verdaderamente incomodo cuando lo sorprendían observándolos, y se quedo asombrado al descubrir que diferentes eran esos niños, no solo en su apariencia física sino en su capacidad mental; en los distintos grupos había desde aquellos que parecían perfectamente normales hasta otros con su rostro deforme que costaba un gran esfuerzo él no apartar la vista de ellos.




-Una ocasión tuve una clase de superdotados - dijo Iruka un poco soñadoramente, parándose junto a él - Ninguno de la clase tenía menos de ciento cincuenta en la antigua escala de coeficiente intelectual. Sin embargo, ¿me crees si te digo que me da mayor satisfacción el estar un mes enseñándole a uno de estos niños a atarse los cordones de las zapatillas? Jamás se aburren o se impacientan por lograr algo, tal vez porque tienen que esforzarse más. Mientras más trabajo nos cuesta conseguir algo, más lo apreciamos; ¿Por qué entonces no habría de aplicarse a un ser humano deficiente mental?


 

 

Terminado el recorrido, Iruka lo llevo a su pequeña oficina y le ofreció una taza de café.


 

 

-Bien - pregunto ¿Viste a alguno que te recordara a Naruto?

 



-A varios - respondió Gaara y procedió a describiros - Viendo a Naruto, hay ocasiones en las que siento ganas de llorar. Él es consiente su incapacidad y es algo muy triste el tener que escucharlo ofreciendo disculpas porque como él dice. <Sé que no tengo nada en la cabeza, Gaara> me dice a veces, y el oír eso me parte el corazón.

 

 

-Por lo que dices, parece que se puede educar. ¿Trabaja en algo?

 



-Sí, es obrero de la construcción. Supongo que sus compañeros de trabajo son buenos con él a su manera, pero a veces son también des considerablemente crueles. Les encanta jugarle bromas pesadas, como cuando le hicieron comer excremento. Él lloro ese día, no porque lo hubieran hecho victima de sus bromas sino porque no pudo entender en qué consistía la broma - su garanta se apretó y tuvo que detenerse.



 

 

Iruka asintió, mostrando comprensión.





-Ese es un tipo de patrón bastante común - dijo - ¿Y qué hay de sus padres? ¿Cómo lo tratan?

 

 

-Muy bien, dadas las circunstancias - y procedió a explicar estas, sorprendido por su propia fluidez - Pero les preocupa mucho - finalizo tristemente - Especialmente en cuanto se ponen a pensar que va a ser de él cuando ellos falten. Su padre dice que Naruto se morirá de tristeza. Yo no le creía al principio pero, con el paso del tiempo, estoy pensando que eso es posible.

 

 

-Y yo estoy de acuerdo con eso - comento el maestro - Ha habido muchos casos así, ¿sabes? Las personas como Naruto necesitan un hogar donde los quieran, con mayor urgencia que la gente normal, porque no pueden aprender a ajustar su vida cuando este les falta después de haberlo conocido. Es muy difícil para ellos este mundo nuestro - agrego, mirándolo con una leve sonrisa - Me imagino, por los niños que, según tú, se parecen un poco a Naruto, que es de apariencia normal, ¿no es así?



 

 

Gaara suspiro.





-Ojala lo fuera - dijo - No, la apariencia de Naruto no es normal. Sin duda es la persona más hermosa que jamás haya visto; se parece a un dios griego.

 

 

-¡Ah! - exclamo Iruka - jeje, bueno Gaara Kun, te daré los títulos de algunos libros que no creo que tengas la menor dificultad en comprender. Te servirán de mucho.


 

 

Iruka camino con Gaara hasta el pasillo del frente, donde le hizo una cortés inclinación con la cabeza.

 




-Espero que me traigas a Naruto uno de estos días; me encantaría conocerlo. Aunque sería mejor que me llamaras con anticipación, porque pienso que sería mejor para él si lo llevaras a mi casa en lugar de la escuela.

 

 

-Me encantaría. Adiós, Iruka Sensei, y muchísimas gracias por atenderme.

 



Gaara se alejo, pensativo y entristecido, consciente de que los problemas más insolubles son aquellos que, por naturaleza misma, no dejan lugar a ninguna ilusión.



...................


 

 

La primavera en la ciudad se exponía brillante de despertares y crecimiento. Todos los arboles, a excepción de unos cuantos, traído de los otros climas, conservaban sus hojas durante el breve y benigno invierno y siempre hay algo floreciendo en los jardines de la ciudad durante todo el año. El cambio más notable ocurre en el aire, en el que una chisporroteante suavidad llena los corazones de renovada esperanza.

 

 

De haber podido verla, todos hubieran dicho que la casa de campo de Gaara era la casa modelo del distrito. Él y Naruto habían trabajado duro en el jardín durante todo el invierno, y Gaara había llegado al extremo de comprar arboles ya crecidos que luego planto un especialista. Así pues, cuando octubre llego había flores por todas partes, agrupándose en grandes ramos frente a la terraza y alrededor de cada árbol. Amapolas, Claveles, ásteres, pensamientos, flox, arvejillas, tulipanes, glicinas, narcisos, jacintos, azaleas y gladiolos; flores de todos los colores, tamaños y formas desplegaban su belleza por todas partes y el viento arrastraba su perfume por el bosque y atreves del rio.

 



Cuatro cerezos llorones, los hermosos arboles de Sakura, movían sus sobrecargadas ramas color rosa por encima de los jacintos y tulipanes que crecían en el césped, debajo de ellos, y seis almendros en plena floración crujían bajo el peso de sus flores blancas, con el césped a su alrededor salpicado de lirios y de narcisos.

 



El primer fin de semana en que todo estaba floreciendo, Naruto se volvió loco de alegría, saltando de los cerezos a los almendros y expresando su admiración ante la perspicacia de Gaara al escoger solo flores color rosa para rodear a los cerezos y de flores blancas y amarillas para los almendros, comentando en voz alta que parecía como que habían brotado del césped espontáneamente. Gaara lo miraba, sonriendo a pesar de su decisión de mantenerse serio sin importar como reaccionara él. Su diversión era algo tan trasparente, tan tierno y espontaneo...

 

 

Era en realidad un jardín hermoso, pensó Gaara, mientras contemplaba a Naruto que bailaba como un niño, pero, ¿Cómo lo veía él, cuan diferente aparecería ante sus ojos para que lo asombrara y lo encantara de esa manera? Supuestamente, los insectos y algunos animales superiores ven al mundo en una forma distinta, porque sus ojos están construidos de una manera diferente y ven colores y formas que un ser humano no puede percibir; distinguen de qué tono es el infrarrojo y de que matiz el ultravioleta. Tal vez Naruto no veía las cosas como él; quizás, por el enredo de circuitos que había en su cerebro, la visión de él era diferente así como su banda de frecuencia. ¿Escuchaba la música de las esferas, podía ver los contornos de espíritus y el color de la luna? ¡Si hubiera manera de saberlo! Pero su mundo estaba aislado para siempre; Gaara no podía entrar en él y Naruto no podía decirle como era.

 




-Naruto - le dijo Gaara esa noche, mientras estaban sentados en la oscurecida sala, con las puertas de vidrio abiertas al viento saturado de perfume - ¿Qué es lo que sientes en estos momentos? ¿A qué te huelen las flores y cómo ves mi cara?


 

 

Con cierta renuencia desvió su atención de la música que estaba escuchando y volteo hacia Gaara con unos ojos llenos de ensueño, sonriendo a su manera gentil. El corazón de Gaara pareció vibrar y disolverse bajo aquella mirada; algo difícil de identificar se presento en su interior, tan recargado de tristeza que tuvo que reprimir las lágrimas.

 

 

Con el entrecejo fruncido, Naruto repasaba la pregunta y, cuando contesto, lo hizo despacio, como titubeando.





-¿Sentir? ¿Sentir? ¡De veras, no lo sé! ¡Estoy contento y me siento bien, eso es!

 



-¿Y a que te huelen las flores?


 

 

Naruto sonrió, creyendo que Gaara bromeaba.




-¡jeje, eso! - Dijo - ¡Huelen a flores, por supuesto, dattebayo!

 

 

-¿Y mi cara?

 



-Tu cara es hermosa, como la de Oka San y la de Ino. Pero la tuya es mucho más linda que la de Oka San y la de Ino - respondió - ¡Pero eso ya te lo había dicho, dattebayo! Tienes la cara más linda que haya visto.

 




Gaara dejo escapar un suspiro.




-Es una cosa muy hermosa, la que acabas de decir, Naruto - dijo sonriendo - Te aseguro que nunca pensé que tuviera la cara linda o hermosa.

 

 

-Pus así es - le aseguro él - Es blanca y suavecita como un algodón, tiene los ojos muy grandes y de un color muy bonito que yo nunca vi, tiene las pestañas extra largas y dobladitas para arriba, como cuando Oka San se pinta, pero tú no te pintas; tiene una boquitita rosa como las flores, y el pelo rojo, rojo; como un tomate pero más rojo, como el de tu dibujo en la frente - describió - ¡Ah! ¡Y esa cosa negra que tienes alrededor de los ojos que los hace ver como un estanque! Tienes la cara chiquitita, más chiquitita que la mía, pero, ¿Por qué tienes los ojos como un estanque, dattebayo? Parecen unos estanques de agua. Pero me gustan, me gustan mucho. Me miran siempre, como si tuviera bien la cabeza.


 

 

Gaara se estremeció, como si sintiera una alegría dolorosa; con la garganta apretada y con los estanques a punto de desbordarse.





-¡Me gustas, Gaara! - Prosiguió Naruto - ¡Me gustas más que Ino! Me gustas tanto como Oto San y Oka San - las bien formadas manos gesticularon en el aire y con su movimiento expresaron más de lo que era capaz de hacerlo con su restringido vocabulario - Pero es un poco diferente, Gaara; un poco diferente de Oto San y Oka San. A veces ellos me gustan más que tú y a veces tú me gustas más que ellos.





Gaara se levanto repentinamente y se dirigió a las puertas corredizas.





-Voy a fuera a dar una vuelta, Naruto - dijo -Pero quiero que te quedes aquí y sigas escuchando música. No tardare mucho.



Naruto asintió con la cabeza y volvió su atención al equipo de música, mirándolo fijamente como si el hacerlo lo ayudara a escuchar mejor.

 

 

El aroma del jardín era casi insufrible y, pasando con rapidez por entre los narcisos, como una sombra efímera, Gaara se encamino a la playa. En el otro extremo de esta, sobre la arena, había una piedra grande, lo bastante como para servir de respaldo, pero cuando Gaara cayó de rodillas en la arena frente a él, apoyo los brazos en su superficie y hundió el rostro en ellos. Los hombros se le comprimieron y el cuerpo se le retorció en un espasmo de un dolor devastador, tan desesperado y lleno de desolación que, durante un momento, parte de su ser se negó a participar en él, horrorizado. Pero el dolor ya no podía ser suprimido ni negado y rompió a llorar entre gemidos.

 

 

Eran como la polilla y la llama viva y quemante; así eran él y Naruto; Gaara, la polilla, dotado de sentidos y de la dignidad de la vida; Naruto la luz, llenando el mundo con un fuego brillante y abrazador. Naruto no sabía con que desesperación se debatía Gaara contra las paredes de su aislamiento, nunca podría comprender la profundidad y urgencia de su deseo de sacrificarse en la llama de su fascinación. Luchando contra lo inútil de su deseo y sabiendo que estaba más allá de la capacidad de él el aplacarlo; lloraba de dolor y rabia inconsolablemente.

 

 

Después de que le parecieron horas interminables, sintió la mano de Naruto en un hombro.






-Gaara, ¿Qué te pasa? - En su voz había una nota de temor - ¿Estás enfermo? Gaara, ¡Dime por favor que estas bien! ¡Por favor dime que estas bien!



 

 

Gaara bajo trabajosamente los brazos temblorosos.





-Estoy bien, Naruto - contesto, inclinando la cabeza para que él no pudiera verle la cara, a pesar de que estaba muy oscuro - Me sentí un poco indispuesto y salí a respirar un poco de aire para calmarme. No quise asustarte, eso es todo.

 

 

-¿Y todavía te sientes mal? - Naruto se puso en cuclillas, a su lado, y trato de mirarle el rostro, acariciándole un hombro cariñosamente - ¿Te pusiste enfermo? - interrogo.





Gaara sacudió la cabeza, retirándose imperceptiblemente el contacto de la mano de Naruto.


 

 

-Ahora ya estoy bien, Naruto, de veras. Ya paso - apoyando una mano en la piedra, trato de ponerse de pie, pero las piernas se negaron a sostenerlo - Naruto... - murmuro - me siento cansado.





Naruto se incorporo y lo miro con aire de ansiedad, apretándose las manos nerviosamente.





-Oka San se enfermo un día y recuerdo que Oto San me hizo que la cargara y la llevara a la cama. Te cargare y te llevare a la cama, Gaara.





Se inclino hacia delante y lo levanto sin el menor esfuerzo, acomodándolo en sus brazos hasta que uno de estos se engancho bajo las rodillas de Gaara y el otro le paso por la espalda. Demasiado exhausto para protestar, Gaara se dejo llevar, pero cuando el subió a la terraza, Gaara escondió la cabeza en su hombro para que no le viera el rostro. Naruto se detuvo un instante, parpadeando ante la luz, y luego froto amorosamente la mejilla contra la cabeza de Gaara.



 

 

-¡Eres tan pequeño, Gaara! - dijo, sin dejar de frotar la mejilla contra su pelo - Y estas tan caliente y suave, como un gatito - luego, se le escapo un suspiro y cruzo la sala.



 

 

Naruto no podía encontrar el interruptor de la luz en el cuarto de Gaara, y después de unos momentos de estarlo buscando, Gaara lo detuvo, poniéndole suavemente la mano en el cuello.



 

 

-No te preocupes por la luz, Naruto. Simplemente déjame en la cama. Quiero estar a oscuras un rato. Te aseguro que pronto me sentiré mejor.





Con todo cuidado, Naruto lo deposito en la cama, con su silueta creciendo encima de Gaara en la oscuridad. Gaara se percato de que él no sabía exactamente qué hacer.





-Naruto - le dijo - Tu sabes bien que yo nunca te mentiría, ¿verdad?



 

 

Naruto asintió con la cabeza.




-Si - contesto - lo sé.

 



- Entonces debes creerme si te digo que no tienes por qué preocuparte por mí, que ya me siento bien. ¿Nunca te has sentido un poco enfermo después de comer algo que no te cayó bien?

 

 

-Sí; una vez me paso eso cuando comí una manzana encaramenlada - admitió él gravemente.

 



-Entonces comprendes como me sentía, ¿verdad? Ahora, lo que quiero es que ya no te preocupes por mí y te vayas a acostar y te duermas. Me siento mucho mejor y lo único que necesito ahora es dormir también, pero no puedo dormirme si sé que estas preocupado. Prométeme que te irás derecho a la cama y te dormirás inmediatamente.

 

 

-Te lo prometo, Gaara - dijo con expresión de alivio.

 



-Buenas noches, Naruto y muchas gracias por haberme ayudado. Es muy lindo que lo cuiden a uno y tú lo hiciste muy bien. Ya no necesitare preocuparme mientras te tenga conmigo, ¿verdad?

 

 

-Siempre te cuidare - dijo y le beso la frente, igual que Gaara lo hacía a veces cuando él ya estaba en la cama - Buenas noches, mi Gaara.



 

 

..-..-..-..-..-..-..-..-..-..

 

 

Notas finales:

Bueno~



 



Como veran este capitulo fue super largo, ya que traté de expandir la mayor información que pude poner sobre las personas con este tipo de discapacidad. 



 



Espero de corazón que no les haya sido pesada la lectura y que les gustara el capitulo ?



 



Muchas gracias por su paciencia, por leer y comentar para las personitas que se molesten en hacerlo. Lo aprecio mucho de verdad. 



 



(=^_^=) <3



 



Próximo capitulo = Domingo. 


 

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