El viento soplaba levemente, levantando a su paso cientos de las hojas que caían de los árboles. Era una tarde de pleno otoño, y todo parecía estar cubierto en tonos café, naranjas y amarillos.
Fuji Syusuke estaba deleitado con el desfile de colores frente a él, jamás había visto uno como ese en toda su vida, y sabía que jamás vería uno igual.
De pronto, sintió algo sobre sus hombros, y volteó a ver a su acompañante, con una mirada inquisitiva en el rostro.
-Estabas temblando- dijo Tezuka Kunimitsu con una sonrisa, mientras terminaba de ponerle su abrigo.
Fuji le regresó la sonrisa y le agradeció por el gesto, recargando su cabeza en el hombro del más alto. Ninguno de los dos se atrevió a decir otra palabra, si no que se dedicaron a seguir contemplando el paisaje frente a ellos.
-Es hermoso- dijo Fuji finalmente.
-Lo sé…estoy seguro de que disfrutarás muchos más atardeceres como estos- dijo Tezuka con serenidad.
-Nunca. Les harás falta tú- dijo Fuji, tratando de no recordar, tratando de no sentir…e instintivamente buscó la mano del otro y la apretó fuertemente.
Tezuka lo miró pensativamente por unos segundos y después le pidió en un tono bastante serio:
-Fuji, mírame-
El ojiazul no pudo negarse a la petición y así lo hizo.
-Quiero que vivas tu vida, que la disfrutes, aún cuando…aún cuando ya no esté- dijo el de lentes, acomodándole un par de cabellos a Fuji, que el aire había desarreglado.
Fuji sintió que todo su ser se partía en millones de fragmentos; no quería pensar en eso, no en ese momento. ¿Por qué arruinar una hermosa tarde como esa?
-Hay tanto que aún te falta por conocer y quiero que aproveches todas las oportunidades que se te presenten…no quiero que las dejes ir sólo por que no estaré – continuó Tezuka.
-¡¿Cómo puedes estar tan calmado?! ¡¿Cómo puedes resignarte de esa manera?!- exclamó Fuji, desviando su mirada. Ya estaba cansado de escucharlo hablar de esa forma.
Tezuka no se molestó ante el arranque de coraje de Fuji, pues lo comprendía. Si la situación fuera a la inversa, tal vez él también hubiera reaccionado así.
-He vivido una buena vida y no me arrepiento de nada…además, no tengo elección- Tezuka sonrió de nuevo. ¿Por qué tuvo que aprender a sonreír hasta el final de su vida?
Fuji se volteó abruptamente y lo abrazó, con todas sus fuerzas.
-¡No es justo!-
Tezuka regresó el abrazo con la misma intensidad. Tampoco para él era justo, pero en verdad no había nada que pudiera hacer.
-No quiero irme- le dijo Tezuka, pero bloqueó todo sentimiento posible de esa frase. No quería preocupar a Syusuke.
-Yo tampoco quiero que te vayas, por que no sé que haré sin ti…en verdad no lo sé- en este punto, Fuji empezó a llorar, liberando finalmente todo aquello que no se había atrevido a sacar antes.
Tezuka levantó su rostro, y con sus pulgares removió las lágrimas de Syusuke.
-Todavía no me voy- dijo Tezuka, y lo abrazó.
Fuji se tranquilizó un poco, y se concentró en el hombre que lo rodeaba con sus brazos; el sentimiento, el aroma, la calidez…y quiso grabarlo en su memoria para siempre, por que no sabía si mañana, al despertar, pudiera volver a tenerlo.
Una madre y su hijo pasaron frente a ellos, hablando sobre deseos y magia. El ojiazul no pudo evitar escuchar pedazos de la conversación.
-Si pudieras pedir un deseo, ¿qué pedirías?- preguntó Fuji intrigado.
Tezuka pareció reflexionarlo por un par de segundos, levantando la cara de Fuji le susurró al oído:
-Que seas feliz-
-Siempre anteponiendo el bien de los demás- dijo Fuji, y Tezuka supo que eso era una declaración.
-No. Simplemente te amo demasiado-
-¿Tienes miedo?- preguntó Fuji. Quería poder apoyar a Tezuka, por el tiempo que le quedara.
-No- pero Fuji pudo darse cuenta en un instante de que eso era una enorme mentira. Tezuka miró una vez más el horizonte, debatiéndose entre decirle la verdad completa una versión resumida, pues no quería hacerle la situación más difícil de lo que ya era.
-No tengo miedo por mí, si no de lo que será de las personas que deje cuando me muera. Hay personas que dependen de mí y…-
Fuji puso dos de sus dedos en los labios de Tezuka. Fuji entendía a lo que se refería y no necesitaba escucharlo.
-¿No te preocupa algo más egoísta?- preguntó Fuji, con una genuina sonrisa en el rostro.
-Tal vez…que te olvides de mí…pero jamás te culparía por ello, por que prefiero que seas feliz- respondió firmemente.
Fuji tomó a Tezuka del cuello y lo atrajo hacia sí, para poderle dar un beso. Fue un beso bastante largo, y una vez más, tanto Fuji como Tezuka se perdieron en él. Ninguno quería olvidar cómo se sentían los labios del otro...
Cuando finalmente se separaron, Fuji no tuvo el coraje de abrir los ojos, pues quería seguir saboreando el beso, y recargándose en la barbilla de Tezuka y le dijo:
-Yo jamás podría…ten eso por seguro- dijo Fuji, tratando de no molestarse. Había veces en las que Tezuka simplemente podía ser un reverendo idiota.
Kunimitsu besó las mejillas, la frente, y de nuevo los labios de Syusuke. No pensaba negar que esas palabras lo habían hecho feliz.
-¿Estarás conmigo…aún cuando ya no estés?- preguntó Fuji, revelando sus ojos azules.
-Buscaré la forma…te amo Suke- dijo Tezuka, mientras contemplaba al sol ocultarse detrás de los árboles del parque.
-Y yo a ti, Mitsu-
Fuji sonrió de nuevo, y tomando de la mano a Tezuka, los dos regresaron a ver el atardecer frente a ellos.
Fuji aún tenía bastantes inseguridades, pero al sentir la mano de Tezuka tomando la suya, supo que no tenía por qué preocuparse aún. El amor de su vida aún estaba a su lado y aprovecharía cada segundo que estuvieran juntos.
Podrían tener un día, un mes, o un año; pero Syusuke se hizo el propósito de que eso no importaría, mientras se tuvieran el uno al otro, estarían bien.
Fin
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