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El sol volverá a brillar sobre nosotros. por javithabadeer

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El salón fue expuesto, los pilares, el trono de oro, el ambiente, todo era cargado en poder y no podía soportarlo, no, ¡No quería ni siquiera verles! Los Aesir y los Jötunn no habían nacido para eso, eran enemigos, su propósito era luchar hasta derramar tanta sangre que las raíces del Yggdrasil estuviesen inundadas por la combinación de aquel líquido proveniente de ambos reinos.

—Es un gusto conocerles. —Respondió su padre ante la "bienvenida".

Estúpida diplomacia, el mismo hubiera podido cortar el aire con una de sus dagas si es que le hubiesen permitido traerlas. Thor, como recién se había enterado que se llamaba, parecía una gélida estatura apunto de estallar, seguramente tampoco estaba de acuerdo con aquel vano intento de "unir reinos". No lo negaba, su porte era varonil y apuesto, con rubios cabellos que se asemejaban en belleza con la luz del sol. Tal descripción, por supuesto, le asusto. No debía ver con tal detenimiento al príncipe.

—Me parece perfecto, esperamos con ansias la celebración. —Respondió el rey ante la información de Frigg sobre la boda.

— ¿Esperamos? —Murmuró, pero antes de que su padre pudiese reprenderle, el príncipe había comenzado una especie de riña con su padre. ¿Era en serio? ¿Quién se creía él para ofenderse? ¡Él era el que debería estar ofendido al ser arrastrado hasta Asgard! ¿Cómo era que le había parecido no tan desagradable?

Sin poder evitarlo, sus ojos carmesí le siguieron los pasos en su marcha, encontrándose con una incómoda situación; lo estaba viendo, sus perfectos ojos color cielo estaban clavados en su ser, analizando cada parte que decoraba su cuerpo. Supuso que le encontraba extraño, al igual que ellos y su abrigadora vestimenta aún cuando el sol ardía sobre su cielo. Pero, ¿Por qué lo miraba de esa forma? No era sorpresa, tampoco era el rechazo que le había mostrado al principio, era simplemente algo que no sabía identificar. Su padre había quedado estupefacto, si se había ofendido tendría que tragarse sus palabras por "El bien del reino" y eso le lleno de una satisfacción insana.

— Bien. —Busco las mejores palabras dentro de su repertorio para no sonar descortés frente a los reyes, debía guardar una imagen de Ergi perfecto. —Tal vez podríamos dejar este "encantador" primer encuentro para después e irnos a nuestros aposentos. El viaje nos ha cansado demasiado.

Laufey solo le quedo asentir, no estaba de humor para tratar a dos jóvenes así. Se despidió cortésmente de los Reyes y pidió ayuda para llegar a sus respectivas habitaciones.

Si, bueno, ese fue un buen primer encuentro.

Lo primero que hizo al entrar en su habitación fue arrancarse las finas telas que adornaban su piel añil. Una por una, las piedras preciosas que le decoraban como si fuese una pieza de arte fueron desprendidas. Ya no les necesitaba más, habían cumplido su cometido; llamar la atención del Príncipe y terminar de enterrar el orgullo del linaje Laufeyson. Disgustado se arrastró hasta la cama donde su nana amablemente había dejado la ropa que debería llevar a durante aquella velada. No deseaba salir, no más, quería regresar a Jotunheim, no le importaba si morían en guerra. Luchar sería más digno que tener que ser el juguete de ese arrogante rubio. ¡Él era un guerrero! A pesar de ser un Ergi, ¡Él había peleado por la supremacía de Jotunheim! ¿Pero ahora? Ahora tenía que quedarse callado y observar como cada una de las personas en ese Reino los observaban como monstruos, como horribles criaturas sedientas de sangre o como la peculiar mascota que sería regalada al Príncipe, básicamente porque la unión entre los Reinos ayudaría a traer "paz" y "estabilidad" al Reino congelado. Derrotado, decidió comenzar a cubrir su helada piel con las pequeñas piezas de tela que iban acorde con la vestimenta casual en su palacio; fina tela tipo organdí color azul oscuro, decorado con pequeñas franjas doradas por los bordes, cubría una parte de su hombro derecho, mientras suave cuero protegía sus muñecas en juego con el taparrabo que envolvía sus partes más privadas, acomodo la última pieza de cuero en su pierna, esa donde deberían ir sus dagas. Por último tomo la tela de algodón, acomodándola de tal manera que pareciera un faldón Aesir.

— ¿Loki? —Preguntó Jörd —Tú padre está esperando por ti, es hora de la cena.

—Enseguida salgo.

Dio un suspiro cansado ante la noticia. Acomodó su largo cabello negro en una coleta bien ajustada, dejando que sus cuernos se alzaran orgullosos sobre su cabeza y tomó la joyería más discreta que encontró colocándola en ambas manos y cuello, solo entonces se permitió salir en su encuentro con el Rey.

—Loki —Siseó —Desátate el cabello.

— ¿Para qué? Ya estoy casado, ¿No?

—No, aun no, por eso no puedes dar una imagen equivocada.

Repuso molestó mientras se daban camino hasta el salón donde darían el gran banquete. Él, al no querer seguir escuchando más palabrería, decidió soltarse la negra melena antes de entrar al lugar. Ya dentro, un gran banquete decoraba la mesa sobre la más fina porcelana y algunas bajillas echas de oro. De verdad, iba a perder la cabeza si seguía viendo aquello.

—Sus asientos— Anunció un mozo, quien señalaba ambas sillas, una colocada frente a Odín, donde su padre tomo asiento, y la otra justo alado suyo. 

 


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