Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Between Us and Them. por NirahGasai

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

...

Hello?

Nadie se creyó que actualizaría este fic, xD.

La simple razón por la que este fic no fue actualizado es porque... Me olvidé ;p

Seguramente muchos esperaban esto... Bueno, como recompensa aquí tienen una especie de Lemon. Este capítulo lo empecé hace muchos meses por lo que si ven que está escrito extraño es porque era novata  :p

Sin más interrupciones, por favor. ¡Lean!

Chapter II. Faint.

Capítulo II. Débil.

 

Había pasado una hora desde que Broly había dejado al príncipe con su lectura. Y el guerrero poderoso se acercaba a la cocina.

Una mujer de mediana edad con llamativos cabellos teñidos de rosa, paseaba por la gran cocina llevando platos e ingredientes de aquí para allá siendo ayudada por sus asistentes.

— ¡Oh! Buenas tardes joven Broly. ¿Cómo le fue? — saludó cortés la mujer viéndolo llegar.

— Buenas tardes, Daya. Bien. — dijo serio observando las comidas que posaban crudas en una mesa. — ¿Está todo listo para esta a la noche? — preguntó educado.

— ¡Por supuesto! Ya todo está listo para esta noche. — respondió deteniéndose en frente del gran hombre. — Es increíble el tiempo que ha pasado. Los príncipes Kaneri y Marrow se convertirán en hombres. — comentó la anciana.

— Si… (Los hijos del príncipe Tharos.) — pensó el guerrero moviendo su cola lentamente por detrás.

La anciana era una de las personas más viejas que el Saiyajin conocía, sabía que era parte de la familia desde hace años, ella era como la jefa de todos los sirvientes del castillo. Por lo que le tenía cierto respeto.

Se acercó a una mesa llena de preparaciones siendo terminadas por los cocineros y asistentes. Probando como un niño una llamativa masa líquida de un color parecido a la manteca, probó con uno de los tantos utensilios que reposaban en la mesada. Su sabor era insulso con predominante el sabor a la harina. La mujer vio su gesto de desaprobación y con una sonrisa amable se aproximó.

— Es una masa que no tiene gran sabor porque es para un plato salado y no dulce. El plato que se hará será lasaña. — dijo mirando al enorme Saiyajin.

Broly la observó confuso, no entendía como esos sabores luego se volvían apetitosos. La verdad, los humanos eran muy ingeniosos a la hora de alimentarse, por eso varios de los cocineros eran humanos que aceptaron trabajar para la realeza.

La mujer siguió hablando con el muchacho distrayéndolo de su principal misión. Comer.

Minutos más tarde un hombre de entrada edad de cabellos marrones que caían sobre sus hombros y unos mechones alborotados cubrían parte de su frente. Llevaba una capa azul junto con una armadura blanca y roja con el escudo de la familia Real en el pecho, unos leggings negros pegado al cuerpo cubría sus musculosas piernas y unas botas blancas. Y para finalizar una sonrisa socarrona pintaba su atractivo rostro.

— ¡El legendario Broly! ¡Hace tiempo que no se le ve por aquí! — se anunció carismático el guerrero entrenado por una de las puertas de la cocina.

— ¿Qué necesita, señor Tajira? — preguntó cortés el hombre de tranquila mirada, por dentro un fuego abrazador le pedía borrarle esa sonrisa de su cara.

Ese hombre había abusado de la amabilidad del príncipe Tarble llegando a ser el consejero Real del mismo.

— Nada joven Broly, solo me sorprende que estuvieses aquí. Lejos del príncipe Vegeta. — dijo con un deje de ironía.

El vasallo del guerrero de cabellos en flama estaba por llegar a su límite de paciencia, no soportaba la irritante voz del mayor ni mucho menos su presencia. Respiro hondo para tranquilizarse, su cola se movía molesta de un lado a otro. Mostró su más sumisa sonrisa para responderle.

— Ahora mismo está leyendo en su alcoba y yo estoy llevándole la media tarde. — su voz sonaba retenida de odio.

El consejero estaba a punto de responderle pero una voz femenina aturdió los sensibles oídos de los Saiyajines. Voltearon a ver quien era la dueña de la voz, la princesa Keel ingresaba furiosa por la entrada principal de la cocina con sus manos en las caderas y su cola arremetiendo detrás suya. Su cabello marrón oscuro, largo y ondulado, bailaba al son del viento que provocaba su rápido andar. Sus joyas hacían ruido al chocar entre ellas.

— ¿¡Se puede saber porqué mierdas tardas tanto Tarija!? Hace diez minutos que debías estar en el salón de reuniones con Tarble. — reprochó enojada la fémina.

— Lamento la tardanza su majestad. — se disculpó el hombre llevándose la mano derecha al pecho agachando un poco la cabeza. — Me distraje charlando con el joven Broly. Le prometo que no volverá a ocurrir. — dijo con elegancia y soberbia mirándola galán.

La mujer anciana a todo esto estaba sirviendo en una charola de plata varias comidas recién hechas. Sonriendo, ignorando la discusión. Parecía que la mujer no conocía lo que era el terror.

— Si tu y este mastodonte se odian. ¿De qué hablarías con él? — preguntó con desconfió la fémina cruzándose de brazos.

El hombre rió en respuesta, acomodándose los flecos oscuros de su frente.

— Su majestad, sólo me sorprendió que el joven Broly estuviese aquí dejando en soledad al príncipe Vegeta. — respondió respetuosamente con han sonrisa compasiva.

La muchacha bufó rodando los ojos, ordenó que la siguiese encaminándose al salón donde deberían estar. El guerrero legendario observó con una ceja levantada la escena, había veces que no entendía a la familia Real.

La anciana mujer le comunicó que la comida estaba servida y pidió con amabilidad si podía acompañarlo a llevarla. Broly asintió girándose caminando altivo y con una mirada sumisa y tranquila, siendo seguido por la mujer de llamativo cabello que llevaba una mesita con ruedas repleta de varios platos ocultos por las tapas de plata para evitar que se enfriasen.

 

#*#*#

 

La mujer de cabellos teñidos veía como la familia de su mejor amigo se reunía en la sala principal de la casa reprochando una y mil cosas al menor de los hijos. Se sentía intimidada por los hermanos mayores de Goku quienes eran tan diferentes a él que la incomodaban, la única que parecía no asustarla era la madre su mirada dulce y compasiva la tranquilizaba. Que con una sonrisa escuchaba al Saiyajin mayor hablar.

— ¡Es increíble que traigas a una humana reconocida aquí! ¿¡Qué carajos pasó por tu cabeza!? — interrogó el hombre de rostro marcado agitando su cola en desespero, cruzando sus brazos.

— ¡No era mi intensión que ella viniera! — se excusó el joven mirando con culpabilidad a su padre. — Es muy manipuladora… — dijo en lo bajo olvidando por un milésimo de segundo el agudo sentido de la audición que los Saiyajines poseían.

— Hermano, cuando naciste creí que serías una vergüenza, no solo para la familia, sino también para nuestra raza. Pero eso superó mis expectativas de la idiotez que un hombre puede alcanzar. — dijo el mayor de los hijos de Bardock.

— ¿Oye Kakarotto, no deberías ir al palacio? El príncipe Vegeta no se caracteriza por la paciencia. Créeme. — dijo desviando el tema su hermano gemelo jugando con un piercing plateado que perforaba su lengua.

Muchos sabían, (por no decir la mayoría), que el príncipe Vegeta hacía lo que quería, era inimputable. Si algo no le gustaba lo desechaba, era el príncipe más caprichoso de los siete, a pesar de no ser el menor ni el mayor, sus padres lo malcriaron de tal manera que el príncipe en su adultez se había vuelto un hombre caprichoso, orgulloso y arrogante, por no decir más adjetivos. Así que, sino lo obedecías podías correr el riesgo de no volver a ver la luz del Sol.

— Será mejor que vayas. Luego discutiremos de esto. — dijo ya más tranquilo el patriarca.

— Vamos idiota, te acompaño al palacio. — Black se acercó a la puerta de salida mirando de reojo a su hermano. — De todas formas tenía que ir. —

El guerrero más joven pidió que lo esperase ya que tenía que cambiarse por una ropa más cómoda. La humana, con curiosidad y miedo preguntó si era normal que los Saiyajines tuvieran anillos, ajorcas, perforantes y collares. A lo que la mujer de negros cabellos le respondió que si, tanto hombres como mujeres y que era muy común.

Al cabo de unos minutos, Goku bajó con un traje idéntico a la de su padre con la diferencia de que el color de los leggings era azul y no verde oscuro.

Los gemelos se despidieron y salieron volando en dirección al castillo.

 

#*#*#

 

En una de las tantas habitaciones que habían. Broly, tenía la idea de distraer a su príncipe con la comida y algún que otro comentario que la anciana dijese. Lo que no funcionó, porque luego de que la mujer se llevara el resto de la media tarde, el hombre de cabellos en flama se abalanzó a su cuerpo haciéndolo caer en el suave colchón. Los dos Saiyajines ocupaban una cama, el más delgado de ellos estaba sentado a ahorcadas del Saiyajin más grande y fuerte. La cola de quien se posicionaba arriba se mecía sensualmente acariciando los brazos del hombre bajo suyo. El príncipe clavó sin avisar sus uñas en el pecho descubierto del otro, generándole una mueca de dolor que ocultó a la perfección.

Se acercó a su oído para susurrarle atrevidamente.

— Si me complaces, te daré un delicioso premio… Solo tienes que dejarme todo ese cuerpo para mi solo… — dijo lentamente el hombre arriba suyo.

El Saiyajin más poderoso lo tomó de las caderas y con una sonrisa socarrona respondió.

— Por supuesto que lo haré, todo sea para complacerlo. Su majestad — dijo con respeto pero sin dejar ese aire de sensualidad que salía de su profunda voz.

Con una sonrisa mostrando sus blancos dientes, el príncipe se estiró hasta que su espalda chocara contra el mullido colchón. Sin avisar, el guerrero legendario le quitó su ropa inferior azul cobalto junto con la ropa interior. El príncipe sonreía, abriendo un poco sus piernas para darle una mejor vista a su miembro ya levantado.

El Saiyajin de negros cabellos comenzó delineando los muslos del mayor con su lengua llegando al comienzo de ellos y luego volviendo a subir. Su cola de mono se paseaba por el abdomen del príncipe, surcando por cada músculo definido que éste poseía.

Dejando la tortura, tomó con una mano el miembro un poco resbaladizo de su majestad, para comenzar un vaivén lento y lujurioso. La sonrisa no se le quitaba por nada al Saiyajin de la realeza, así que al hombre se le ocurrió subir al pecho, levantarle el traje superior hasta que esos botones rosados salieron a la vista. Poseyó uno de ellos con su mano libre y el otro lo engulló con su boca haciendo círculos con su lengua y pellizcando con sus dedos el otro. Hizo esto intercaladamente. Notó que el semblante de su príncipe se sonrojo y giró su cabeza para que su mejilla izquierda tocara el colchón. Ya no tenía esa sonrisa, ahora sus labios estaban entreabiertos para dejar salir y entrar más fácilmente el aire.

El guerrero Saiyajin sonrió victorioso. Dejó esos pezones para bajar delineando con su cálida lengua cada músculo de su abdomen, quedándose a jugar con el ombligo un tiempo corto. En respuesta al acercamiento de placer el príncipe arqueó un poco la columna, largando uno que otro suspiro caliente.

Finalmente bajó hasta llegar al miembro del príncipe. Lo observó un momento, sin dejar de masajearlo en ningún momento. Le dio un beso en la cabeza para luego relamerse los labios y sentir ese sabor salado característico. Acercó su rostro al falo del Saiyajin de la realeza y le brindó unas suaves lamidas por todo el tronco. Bajaba por completo hasta la base y luego subía hasta la punta donde le obsequiaba pequeños y atrevidos besos, este acto lo repitió unos cuantos segundos más hasta que comenzó a escuchar suspiros sonoros por parte del príncipe quien hacía un esfuerzo por no gemir más fuerte.

Se detuvo, mirando con sorna. Podía observar como el Saiyajin bajo suyo luchaba por controlarse y no caer en la desesperación. Con malicia comenzó a acariciar con su mano la cola del contrario, generándole una ola de placer que lo hizo arquearse y taparse con una mano la boca para no dejar salir esos vergonzosos sonidos.

— ¿Le está gustando? Príncipe Vegeta — preguntó con ironía viendo como el guerrero orgulloso movía su cabeza hacia otro lado.

El hombre de cabellos en flama no respondió, solo se limitó a abrir más sus piernas para permitirle un mejor acceso. Pero el gran hombre siguió con el trabajo manual, donde su lengua participaba muy debes en cuando. Pero el placer estaba ahí, y no tenía que irse. Cuando observó que el príncipe se acostumbró a esos toques tuvo que ingeniárselas para que su majestad acabe lo más pronto.

Con ayuda de su cola la enrolló en toda la extensión del miembro del más pequeño, creando así una sensación nueva para el contrario, la suavidad del pelaje al contacto de su miembro era único. Su propia cola no paraba de agitarse en la mano de quien le proporcionaba ese gratificante placer. El enorme Saiyajin bajó su rostro a la cerrada entrada del príncipe, donde le regaló un suave beso. Con ese simple movimiento un gemido involuntario salió de los labios de Vegeta quien tenía una sonrisa en su faz. El guerrero ya decidido empezó con leves lamidas rodeando todas esas terminaciones nerviosas, dándole aún más placer al pequeño. Luego de un rato, la lengua resbaladiza de Broly se atrevió a entrar en ese agujero imitando estocadas.

El príncipe estaba recibiendo placer por todos lados, por su cola, su miembro y ahora su entrada, que comenzaba a palpitar pidiendo algo más grande. El quería ese enorme miembro en su interior pero su soldado no se lo estaba dando.

— Oye… Si quieres… Seguir, deberás hacer algo… más — entre cada palabra un pequeño suspiro se le escapaba.

Broly comprendió a lo que se refería, pero no quería hacerlo, le daba un poco de asco practicarle una felación a otro hombre.

— (Si no lo hago. No sé de que sería capaz este lunático) — pensó con preocupación.

Con lentitud, el Saiyajin de sumisa mirada lamió la punta del miembro del contrario repetidas veces. Delineo con su lengua las venas que se le marcaban al mismo. Dándole un placer delicioso al príncipe. Quien comenzó a gemir ahogadamente.

El pequeño le ordenó que siguiera y así lo hizo, pero no se metió el miembro en su boca, sólo se limitó a pasar su lengua por toda la extensión del falo. Con dos de sus dedos, que previamente se estaba aliviando él mismo el dolor que sentía en su miembro, llenándolos de fluidos, penetró la entrada del príncipe sin previo aviso haciendo que el hombre orgulloso liberara un suspiro sonoro. Los metía y sacaba a una velocidad prudente sin embargo, notando que este masaje no le cambió nada, metió un tercer dedo y esta vez, aumentó la velocidad.

Vegeta pegó un grito de satisfacción al sentir como tres de esos grandes dedos entraban y salían sin piedad de su necesitada entrada, le estaba encantando todo lo que su escolta le estaba haciendo, creía que no aguantaría más. Movía su cadera de atrás hacia adelante para enterrarse más profundo eso dedos. Sentía que estaba a punto de acabar, una corriente surcó toda su columna vertebral hasta llegar a su miembro donde sintió un cosquilleo en su vientre. Con un gemido trabado por sus manos, llegó al orgasmo. Toda la esencia blancuzca cayó en el rostro del Saiyajin más grande que se retiró rápidamente limpiándose la cara con sus ropas, quedando arrodillado en el colchón.

Con la respiración agitada, el príncipe se levantó para quedar sentado y de piernas abiertas mirando con ojos lujuriosos a su lacayo. Con una sonrisa socarrona miró al hombre frente suyo, quien lo miraba con seriedad y una mueca de dolor. Con curiosidad digna de un niño el príncipe bajó la mirada para encontrarse con el miembro de su Saiyajin, hinchado con las venas marcadas y palpitando por atención. Rió entre dientes pasando con su dedo índice toda la extensión de ese enorme miembro.

— Creo que ya es hora de que te de tu regalo… — se acercó a él con una mirada sensual, lamiendo su mejilla donde habían quedado diminutos restos de su anterior corrida.

Con una risa característica, el príncipe bajó al necesitado miembro para darle un beso en la cabeza hinchada y roja de este. Para mayor comodidad, se sentó con las piernas flexionadas apoyándose en sus gemelos (músculos) y tener una mejor posición cómoda para él. Tomó el gran miembro entre sus manos y lamió todo el tronco con su traviesa lengua. Desde la base hasta el glande, donde se quedaba unos minutos degustando el sabor y luego repetía la secuencia. Su cola se movía gatunamente detrás de él, la cola del soldado también lo hacía, enrollándose en el brazo del hombre más bajo.

Los suspiros del Saiyajin más joven no se hicieron esperar, el príncipe era todo un experto cuando se refería al acto sexual. Si mal no recordaba, el guerrero de la realeza tenía veintisiete años de edad y desde los veinte que había dejado de ser virgen. Llevaba siete años teniendo sexo con sus soldados y ninguno de ellos podía decir algo. El único que abrió la boca para delatarlo había perdido su cola y su lengua antes de que dijera algo.

— Vegeta… — llamó con lujuria el menor viendo como el príncipe se metía su enorme miembro en su cavidad bucal llegando hasta la mitad de su longitud.

El guerrero orgulloso estaba muy concentrado en su labor que no se dio cuenta cuando la cola del Saiyajin amenazaba con entrar en su entrada. Sacó con rapidez el falo de su boca para mirarlo con ojos fieros.

— ¿Qué intentas hacer, niño? — preguntó coqueto el mayor tomando con sus manos la cola intrépida del menor sacándole un gemido. Con lujuria se llevó el peludo péndulo a su boca, sacando su lengua mojando el pelaje marrón oscuro de este. Los gemidos del menor resonaron por la gran habitación, estaba disfrutando de esto más de lo que debía.

 Su verdadera intensión era cansar al mayor para su lo dejase en paz y así tener energías para la movida noche que los esperaba. Más el ímpetu que Vegeta tenía no ayudaba a lograr su cometido.

Cerró los ojos para idear un plan, pero toda su concentración se fue por el desagüe cuando sintió su miembro ser aprisionado por un lugar caliente y apretado, abrió el ojo derecho viendo al hombre más delgado meterse hasta el fondo su enorme miembro. Un quejido salió de sus labios, se sentía demasiado bien ahí dentro.

El Saiyajin de sangre Real comenzó un vaivén que poco a poco fue aumentando de velocidad, el sonido de sus pieles chocando y de como el dotado miembro del legendario guerrero entraba y salía con más facilidad, los calentaba a sombre manera.

Mientras que príncipe y lacayo tenían el acto carnal, en el techo de la habitación había unos huecos oscuros donde dos colas muy parecidas caían, blanco y azul oscuro. Las colas en su punta tenían membranas en forma de hoja de roble que se movían lentamente, dos pares de ojos azul intenso miraban desde la oscuridad. Otras dos colas de igual forma y dimensión, con la diferencia de la carta de colores, se hacían ver entre las vigas de madera con enredaderas. Colores como el rojo y el celeste cubrían individualmente a los curiosos que veían la escena, un hocico verde esmeralda se movía olfateando las sustancias que los hombres desprendían. Los cuatro par de ojos se miraron entre sí, el quinto par de ojos que apareció de entre las enredaderas. Un hermoso wyvern de color marrón se acercó quedando justo arriba de los Saiyajines. Abrió la boca dejando caer baba que cayó en el pecho del guerrero legendario.

— ¿Eh? — Broly dirigió su vista al techo, viendo como las cinco colas de diferentes colores se ocultaban entre los huecos y enredaderas. – Ve—Geta… Tus ¡Ah! — su voz se cortó y con un ronco gemido acabó abundante dentro del mayor quien suspiró complacido sintiendo como sus entrañas se llenaban de esa espesa y blancuzca sustancia dándole una sensación de llenado delicioso.

El príncipe arqueó la columna vertebral pareciendo que no tenía una. Al hacerlo, la baba del animal cayó en su rostro, saqueándolo. Abrió los ojos costosamente ya que el ojo derecho estaba cubierto de baba caliente y densa. Con enojo y asco se bajó del corpulento hombre bajo suyo.

— ¡Elementals! ¡Bajen aquí ahora mismo! — gritó efusivo el príncipe limpiándose los restos de baba de su rostro con el dorso de la mano.

El guerrero de sumisa mirada se limpió rápido y se subió sus ropajes levantándose mirando con curiosidad al mayor quien le daba la espalda. Observó hacia arriba notando movimiento. De repente dos Wyverns cayeron encima suyo colgándose de sus hombros y brazos enrollando sus largas colas a su cuerpo. El guerrero de negros cabellos extendiendo sus brazos para que los animales se sostuvieran de ellos.

— ¡Vann y Luft! ¡¿Qué mierda hacen?! — preguntó molesto el príncipe cruzándose de brazos mirando a los dos Wyverns que colgaban de su soldado. Otros dos animales bajaron pero con más cautela sentándose con la cabeza gacha. — ¡¿Se puede saber por qué carajo me interrumpieron?! — interrogó a los cuatro animales sumamente molesto.

Un quinto Wyvern bajó, era uno de los más grande de los cinco, con casi tres metros de largo desde la punta de su nariz hasta la punta de su cola, con una hermosa paleta de colores, el blanco era el predominante en el cuerpo del animal, sus cuernos en la cabeza hacia atrás eran de un suave dorado, su cola en forma de hoja era del mismo color. Sus alas blancas resplandecían con el contraste de celeste pastel de sus brazos y dedos. En su cogote el símbolo de la familia Real era llevado como cicatriz. Sus orejas alargadas y delgadas del mismo color se movían escuchando cada sonido. Se acercó con elegancia a su amo sentándose a su lado mirando al frente con seriedad.

_ Ustedes me van a sacar de quicio algún día… — suspiró el Saiyajin de cabellos en forma de flama acariciando con delicadeza los cuernos del animal a su lado. — Broly, quedate con ellos un momento mientras me baño. — ordenó con voz cansada quitándose la remera quedando totalmente desnudo, bueno si no fueran por sus guantes. — Lys, trata de que estos no me maten a Broly. ¿Esta bien? — pidió mirando al Wyvern de blancas escamas.

Este asintió para luego hacer una especie de quejido parecido al de un lobo cuando aulla. Los wyverns que colgaban del guerrero legendario bajaron y se sentaron a los lados de este.

El príncipe se alejó al cuarto de baño encerrándose en el mismo.

— ¿Qué voy a hacer con estos? — se preguntó a si mismo el hombre mirando a los cinco Wyverns que comenzaron a moverse por toda la habitación, subiéndose a los muebles y peleando entre si, pero no de la manera mala, solo era un juego. — ¿Y tu no vas a jugar? — preguntó curioso al animal blanco. Este negó con la cabeza y apuntó a la puerta de salida del cuarto. — ¿Eh? — al no entender lo que decía el alado animal se aproximó a la puerta. Justo cuando estaba por abrirla unos golpes retumbaron por la puerta de madera. La abrió y la misma anciana de la cocina estaba allí parada con una sonrisa amable. — ¿Qué pasa Daya? — estaba sorprendido de verla a ella allí, normalmente otros sirvientes venían y le informaban cosas.

— ¡Oh! Joven Broly, les vengo a informar que el Rey Tharos ha llegado y solicita ver al príncipe Vegeta cuanto antes. — comunicó la anciana juntando sus manos bajo el delantal blanco.— ¡Hola pequeña Lys! ¡Que grande que estás! — dijo feliz la mujer acariciando el hocico del animal que cerró los ojos y permitió la caricia.

Broly le comunicó a la anciana que él mismo le diría al príncipe, la saludó y cerró la puerta. Al darse vuelta los Wyverns ya no estaban, se preocupó y su cola se movía nerviosa. Lys notó esto y avanzó tomando con su cola el brazo derecho del Saiyajin. Lo llevó al gran balcón del cuarto donde estaban los demás Wyverns. Suspiró tranquilo, no deseaba contarle al temperamental príncipe que sus mascotas se escaparon. Quería seguir siendo un hombre.

Pasaron unos minutos más en los que el Saiyajin de gran estatura entrenaba con los animales. Cabe destacar que el color de estos seres era significativo, cada uno poseía un elemento. Tierra, Fuego, Agua, Luz y Aire eran y cada uno podía usar el poder de un solo elemento. El príncipe apareció de entre las telas que cubrían la entrada del balcón con un traje enterizo azul oscuro con una capa media roja que cubría todo su brazo izquierdo, unos brazaletes dorados con joyas un poco más arriba de sus muñecas, un collar con una piedra con símbolos celeste y verde agua. Los Wyverns se detuvieron y dos de ellos, de coló rojo y celeste claro, volaron hacia su amo quien extendió sus brazos para atraparlos. Los animales se colgaron de sus brazos quedando sentados en los hombros del mayor con su cola enrollada a sus brazos.

— El Rey Tharos llegó y quiere verlo majestad. — informó con respeto el hombre más alto acercándose al mayor.

— No tienes que tratarme de usted. Nos conocemos desde que eres un niño, Broly. — dijo con seriedad llamando a los otros con el chasquido de sus dedos, caminó a dentro de la alcoba donde sus animales volaron hacia las enredaderas perdiéndose entre ellas. — No hagan mucho ruido. Brann, ven. Vamos a ver a tu padre. — dijo viendo como bajaba el wyvern de rojo color.

Él era el más grande de los cinco, con cuatro metros de largo. Tanto la membrana de su cola como las de sus las eran de un intenso rojo, asemejando al de la lava cuando el agua cae sobre ella. Sus cuernos grandes y hornamentales de un color violeta tan oscuro que solo con la luz más intensa se vería. Sus ojos amarillos amenazantes determinaban serenidad.

— ¿Vas a salir así? ¿Con el pecho al aire? — interrogó irónico el príncipe mirando atrás suyo a su soldado.

El guerrero se observó unos momentos y luego se encaminó al enorme armario para retirar un traje de color negro colocándoselo. Unos brazaletes dorados abrazaban sus ante brazos, un collar dorado grueso con una piedra celeste adornaba su cuello, dándole un aire de superioridad y tranquilidad. Salieron caminando siendo acompañados por el corpulento Wyvern.

 

#*#*#

 

Surcando por los cielos los hermanos se aproximaban al palacio Real. El silencio reinaba entre los dos, al no llevarse bien no tenían mucho de que hablar. Para romper el silencio, el menor de ellos preguntó como estuvo todo desde su partida.

— Hemos estado bien desde que te fuiste. — respondió cortante sin desviar la mirada de su destino.

El joven frunció su ceño decepcionado por la contestación.

— ¿Participarás en el torneo? — preguntó tratando de sacar un tema de conversación.

— Por supuesto, esta vez venceré a ese idiota de Kumber. — dijo confiado el guerrero de cabellos alborotados apretando sus puños.

— Tal vez yo también participe. — pensó en voz alta el joven extendiendo su brazo derecho a la nubes blancas por donde pasaban, sintiendo la brisa y el frío en su cuerpo.

— Este año se elegirá un nuevo soldado para los príncipes. Tenemos seis oportunidades para convertirnos en soldados Reales o seguir siendo el hazme reír del pueblo. — la voz determinada de Black lo llenó de curiosidad y entusiasmo, hace años que no combatía en una lucha de verdad.

— Dijiste seis, ¿Por qué? ¿Es por Broly? — preguntó intrigado viendo a lo lejos las torres del castillo.

Una risa irónica se escabulló por los labios de su hermano gemelo, el hombre negó con la cabeza suspirando con resignación.

— Si te crees con las suficientes bolas para darle cara a Broly. Allá tú. A mi me gusta vivir.— refutó riendo entre dientes.

Goku lo miró silencioso, una sonrisa engreída pintaba el rostro del mayor. Sabía muy bien cuán poderoso era el lacayo del príncipe Vegeta, pero también le intrigaba cómo se había vuelto tan importante e intimidante a pesar de que su rostro era tan tranquilo –al igual que sus actitudes– que no se te pasaría por la mente que el guerrero era un monstruo. También le preocupaba el dejar sola a su amiga en su casa lejos de la civilización humana, no deseaba que la atrapasen y por su culpa su familia sea humillada frente a todo el reino y su amiga asesinada. Esperaba que el plan de la terrícola saliera bien.

Mientras volaban la mente del menor comenzó a divagar por sus pensamientos. Ver al mismísimo príncipe Vegeta le causó un revuelo, era tan atractivo como decían, su arrogancia y altanería la aumentaban más. Tal vez lo humanos no se daban cuanta y por esa razón le tenían pavor, el príncipe era una Bietā a diestra y siniestra que todavía no fue proclamado por ningún Shihai o Krieger. Aunque entre los de su raza el temor y el respeto se difundía no era solo por ser cruel y despiadado con todos sino por tener como escolta al temible guerrero legendario. El poder que sintió en ellos fue sorprendente, se podía asegurar que ambos eran los más poderosos en todos los tiempos. Lo que lo sorprendía aún más. Ahora mismo estaban sobrevolando la ciudad para llegar al palacio y reportarse, no sabia para qué pero tampoco se atrevía a preguntar.

Llegaron luego de diez minutos volando, aterrizando en la entrada de la monumental estructura. El hombre de alegre mirada no recordaba la ciudad a la que iba a entregar los productos que su familia cosechaba y todo estaba muy cambiado, o más bien evolucionado. Frente a la muralla del castillo una enorme plaza con árboles y lagos se podía admirar, dándole vida a la ciudad donde Saiyajines de todo tipo y tamaño circulaban por las calles. Podía ver la injusticia que yacía allí. Los pobres Bietās siendo discriminados al igual que las Mat', tenían lugares diferentes para estar “por su seguridad”. Una gran mentira, muchos decían que era para protegerlos de los brutos e insensibles Shihais y torpes Kreigers de herirlos. Otros simplemente daban su hipotiposis de que así debe ser.

Se estaban acercando a las enormes puertas que bloqueaban el camino cuando Goku oyó un grito. Volteó para ver de donde provenía, un joven Bietā junto con una Voin de delgada contextura estaban siendo golpeados por un Saiyajin de largos cabellos con una parte rapada donde tenía tatuajes tribales. Este hombre era detenido, o al menos trataba, por una mujer de alborotados cabellos en punta que gritaba que se detenga, desesperada por parar al hombre.

Enojado, el guerrero de alborotados cabellos desvió su caminar yendo al lugar de la agresión.

— Vamos pequeña perra, ¿Acaso no quieres tener pareja? — preguntó con malicia el gran Saiyajin sujetando con brusquedad la delgada muñeca del Bietā.

Antes de que el guerrero soltará un golpe en el abdomen del abusado, salió disparado hacia una de las ventanas de un bar. Los dos jóvenes golpeados quedaron asombrados mirando escépticos a su salvador. Los que pasaban por allí se detuvieron asombrados observando la escena. Goku llevó sus ojos a los Saiyajines en el suelo. Se agachó con una sonrisa amable extendiendo una mano que los jóvenes aceptaron.

— ¿Están bien? — preguntó cordial mirando a donde había caído el sujeto. — ¿Qué les hizo ese infeliz? — dijo levantándolos observando como el hombre se levantaba de entre los vidrios rotos fulminándolo con la mirada.

— Nos quería… Usarnos… — se quebrantó la joven mujer de rostro tapado por sus mechones marrones.

El Krieger los observó con detenimiento. La mujer que antes trataba de detener al hombre de cabellos rapado, ahora ayudaba a quienes parecían sus compañeros examinando su estado. El joven de contextura delgada tenía morenotes en sus escuálidos brazos haciéndolo ver lastimero. Su hermano, a todo esto, le insistía de retirarse del lugar. Cosa que su mente desvió terminando por ignorar al mayor. Exasperado el guerrero gemelo bufó tomando del brazo a Goku y llevándolo a rastras al gran portón enrejado gris del palacio.

El Saiyajin abusón ya estaba parado con el rostro irradiando furia, clavando sus negros ojos en el rostro del joven de cabellos alborotados. Escupió a un costado, y con un rugido gutural de su garganta se lanzó hacia el Saiyajin.

Sorprendiéndolo, Goku detuvo el ataque devolviéndoselo en el estómago. Estando cerca de las puertas del palacio dos solados vieron la escena y automáticamente se dirigieron allí con intensiones de separarlos. Los soldados, que eran un hombre y una mujer, llegaron a tiempo para detener la gran humillación que el abusivo Saiyajin se estaba ganando.

El estado del hombre era lastimero, tenía un ojo cerrado por un golpe que le negaba abrirlo, desde la frente caía una delgada línea de sangre manchándole el resto del rostro, su traje desgastado y un poco roto en la pierna y brazos. Mientras que el Saiyajin de menor estatura solo tenía un rasguño en la mejilla izquierda.

Se les explicó a los superiores lo sucedido, ellos comprendieron y esposaron con unas esposas restrigidoras de energía al herido hombre. Como uno de ellos conocía a Black le pidieron que llevara a los heridos a la enfermaría del palacio, este acató la orden y junto a su hermano llevaron al Bietā y a la Voin a que sean curados siendo acompañados por la mujer que trató de detener al ya encarcelado hombre.

— No puedo creer que te lanzaras a golpearle a uno de la clase alta así como así. Estas loco hermano. — dijo el mayor caminando por el camino principal que cruzaba todo un jardín cubierto por arbustos y árboles, uno que otra ave regional nidaba en las ramas de los árboles. — Pero estuvo bien lo que hiciste. Los Shihai no tienen porqué abusar de los Bietās ni de las Voins solo porque son más poderosos. — la rabia era denotar en la profunda voz del gemelo. — Me enferman esos idiotas… — sus ojos oscuros ahora mostraban frialdad.

— Muchas… Gracias… — dijo entre cortado el joven Bietā mirando hacia arriba ya que era mucho más bajo que sus salvadores.

Goku le respondió con una sonrisa aceptando el agradecimiento diciendo que debía de agradecer.

Mientras caminaban la mujer en mejor estado preguntó si podría entrenarlos a lo que el menor de los hijos de Bardock aceptó.

— Por cierto, Black. — llamó la atención de su hermano. — ¿A qué vienes tú? —

— Tengo que entregar el informe de una misión que hice hace unos días en el planeta Arlia. — respondió con serenidad.

El guerrero de alegre mirada estaba a punto de responder pero una explosión los desvió de la conversación. Los hermanos se observaron entre sí con una mirada cómplice. Aceleraron el paso hasta llegar a correr aproximándose a las enormes puertas de algún material metálico color roble.

— ¿Qué demonios está pasando? — preguntó con la respiración agitada el hombre con aretes a uno de los soldados que protegían la entrada.

— No sabemos. — respondió con seriedad examinando de arriba abajo a los recién llegados.

— De seguro otro brote de histeria por parte del Príncipe Vegeta. — comentó desinteresado el otro soldado subiendo sus hombros.

El joven guerrero estaba sorprendido por lo dicho, la forma sin interés del Saiyajin diciendo algo tan imponente sobre uno de los príncipes lo dejó descolocado.

 

To be continued…

 

Notas finales:

Bueeeeeeno... Vegeta es todo un locuelo.

Goku y Black no se llevan muy bien al parecer. 

Les gustó las mascotas de Vegeta? Si no sabes que es un Wyvern es como Smaug del "Señor de los Anillos" pueden buscarlo por internet. 

¿Qué habrá sido esa explosión? ¿Será realmente la histeria de Vegeta? 

Aquí se ve un poco lo que sucede entre los Saiyajines y sus clases ¡Malditos racistas!

Espero que haya gustado.

¡El capítulo tres vendrá antes, se lo juró!

Good Bye!!

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).