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Fotografía Mortal [One-Shot] por RockKaito

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Notas del capitulo:

¡Cualquier sugerencia es bienvenida! Es mi tercer One Shot, así que es obvio que tendrá faltas o incoherencias, aún soy una principiante en esto, así que pido paciencia y que me entiendan. 

»ONE SHOT- AMOR PROHIBIDO«


 


 


Hoy hacía frio, bastante más de lo normal que digamos, y aun así, en vez de quedarme en casa cerca de la estufa calentándome, estaba en el exterior, andando en mí bicicleta.


Pero realmente no lo hacía por gusto propio, en mi instituto, la profesora de Fotografía nos había pedido presentar un proyecto sobre los ecosistemas, dándonos la oportunidad de elegir cualquiera de ellos. Al final, terminé escogiendo el Bosque, ya que era uno de mis lugares preferidos porque predominaba el silencia y la vegetación.


Mis manos estaban rojas y cada vez las sentía menos, fue mala idea no haberme puesto guantes, pero de todas formas, no faltaba mucho para llegar a aquel bosque a las afuera de la cuidad.


Aquel bosque donde lo conocería a él.


 


Acababa de llegar, por supuesto no se encontraba nadie, solo estaba yo y una carretera de asfalto con unas pocas luces cada tantos metros. Desde hacía ya unos meses que casi nadie transitaba por aquella zona, no luego de que la policía encontrara casi diez cuerpos femeninos en descomposición enterados allí. Lo que se supo, fue que todas las víctimas fueron mujeres y que todas fueron encontradas en el mismo lugar, aunque sus muertes fueron distintas unas a las otras. Pero de todas formas, a pesar de las investigaciones, nunca se supo la identidad del asesino. Pero en lo personal no me importaba, ni me aterraba, además, eso había ocurrido hacía meses.


Dejando los pensamientos de los asesinatos de lado, me encaminé dentro de aquel terreno lleno de árboles y pasto. Saqué mi cámara de la mochila que traía colgada de un hombro y me dispuse a fotografiar lo que me parecía interesante o medianamente lindo, si es que se le podía llamar lindo a una ardilla descuartizada en el piso. Pobre, supongo.


Fotografiar, maldecir, fotografiar, maldecir, beber agua, maldecir otra vez. Ya estaba cansado, tenía frio y odiaba este tipo de trabajos, bueno creo que odiaba todos los trabajos en general. Me gustaba el bosque, sí, pero me gustaba sentarme y relajarme, pero solo eso, nada de buscar un ángulo perfecto o nada de caminar de aquí para allá.


 


Casi dos horas metido allí adentro, me dolían los pies y tenía hambre. Aunque los malestares que sentía pasaron a segundo plano cuando escuché el crujir de las hojas y algunas ramas, ¿Acaso había alguien? Solo esperaba que no fuese un oso o algo así.


Pero claro, como tenía cero sentido común y más curiosidad que neuronas, en vez de huir, me encaminé hacía el lugar proveniente del sonido. Allí pude ver a un hombre castaño de unos 190 metros de altura, vistiendo un traje color azul navy bastante elegante. Daba la impresión de que acababa de salir del trabajo o de alguna reunión, sino fuera por el pequeño detalle de que llevaba consigo una bolsa enorme que arrastraba por el piso mientras avanzaba.


Las personas normales habrían optado por salir de allí lo más rápido posible para no terminar dentro de aquella bolsa, la cual suponía que contenía un cadáver, pero yo, como no soy una de esas personas, apunté el lente de la cámara hacía la escena y la fotografié, ¿Y por qué no hacerlo? Era lo más interesante que había visto en ese bosque, y eso quería inmortalizarlo.


Para mi suerte, supongo, no hubo ningún tipo de reacción en él, así que supuse que no se había dado cuenta de mi presencia. Así que allí me quedé, detrás de un gran tronco, observando como aquel hombre con apariencia de empresario abría la gran bolsa dejando ver el cadáver de una mujer joven cubierta de sangre y con varios de sus miembros amputados.


Casi a sus pies se encontraba una pila de ramas y hojas cecas, las cual corrió con su pie, dejando ver un hoyo del tamaño de un cuerpo humano, al cual segundos después tiraría llenaría con aquella mujer, para luego volverlo a cubrir con las mismas hojas. No parecía que realmente quería esconder el cadáver, cualquier pequeño viento que pasara por allí se llevaría las hojas y dejaría el cuerpo al descubierto.


Pero bueno, ese no era mi problema.


 


Listo, ya tenía las fotografías para mi trabajo y a la vez otras fotos extras bastantes interesantes, hora de irse.


O eso se suponía, si no fuera porque cuando me giré dispuesto a irme, sentí una mano en mi hombro, la cual hizo que me girara, quedando así de frente con aquel hombre, dejándome apreciarlo mejor gracias a la cercanía. Ahora podía decir que sus ojos eran de un celeste casi gris, simplemente hermoso.


-¿Qué haces aquí pequeño mirón?- ¿Pequeño mirón? Bien, acepto lo de mirón, aunque pequeño... Midiendo 1,75 yo no me consideraba tan pequeño, aunque claro, a su lado, cualquiera lo sería.


-Solo estaba sacando fotografías de los alrededores para un trabajo.-Contesté como normalmente le contestaba a todos, indiferente y serio.


-¿Y ese trabajo tuyo también me incluye o solo me fotografiaste por placer propio?


-Placer propio como tú dices, las casualidades de la vida me hicieron encontrarme con esa curiosa escena y pensé que tenía que inmortalizarla.


-¿Acaso te das cuenta de con quién estás hablando? No soy tu amigo de toda la vida.-Me miró extrañado, entendía su punto, no todos los días te encuentras con un asesino y le platicas como si nada.


-Tienes razón, no lo eres, pero podrías serlo, desde ahora.


-Eres un poco descarado diría yo, pero eso me agrada, ¿Cómo es tu nombre?


-Zin.-Dije a secas.


-Él mío Gian, un gusto Zin.-Me dedicó una sonrisa como la de un ángel, solo que en este caso, era un demonio disfrazado de ángel, pero aun así, le dediqué una de vuelta.-Pero dime, ¿No te incomoda estar frente a frente con alguien que mató a varias mujeres a sangre fría?


-No realmente, me da igual, total, no es de mi incumbencia.


-Vaya, que interesante. Bueno Zin, ya está oscureciendo, será mejor que te vayas ahora, no querrás que alguien como yo te encuentre y te haga lo que yo no te hice.


-¿Matarme? Que lo intente, total, nadie va a sufrir mi ausencia.


Luego de decir aquella frase solo me di la vuelta y me fui directo a la salida, donde había dejado mi bicicleta. Lo siguiente fue el camino a casa con mi mente llena de recuerdos de él, sobre todos sus lindos ojos, tal vez me atrevería a decir que el amor a primera vista si existe.


 


Pero aquel día no había sido el último donde me había encontrado con Gian, días después volví a ir. Día tras día, ayudándolo a trasladar y esconder los cadáveres de aquellas desafortunadas mujeres.


Pero a diferencia de las veces anteriores, hoy hacía un calor insoportable, ¿Qué le pasaba al mundo?


Mi cabello castaño obscuro estaba por partes mojado por mi propio sudor, mientras que mis ojos verde claro brillaban gracias a la intensidad de los rayos del sol. Y así, esta vez con un poco más de pesadez en mi cuerpo, me dirigí pedaleando hacía el bosque.


Al llegar, me adentré a lo más profundo hasta que divisé una silueta que vestía con aquel traje ya conocido, Gian.


-Por fin llegaste Peque, ya me estaba aburriendo sin tu compañía.-Al acercarme me dio un corto beso en los labios. Supongo que nos habíamos vuelto algo más que amigos, todo había comenzado cuando en unos de los días enterré cinco cuerpos yo solo, y él, como recompensa, me besó, sabiendo que yo sentía algo por él, de los mejores día de mi vida podría decir.


-Lo siento, los profesores están cada vez más pesados con los trabajos y exámenes.


-Ya, pero será mejor que te olvides de todo eso, hoy vamos a hacer algo bastante interesante.


-¿Más interesante que enterrar cuerpos de mujeres brutalmente asesinadas?


-Sí, asesinar brutalmente a una.-Comentó con una sonrisa maliciosa, me encantaba, su idea y él.


-Me encanta, dime que es lo que tengo que hacer, porque lo que tú me pidas, yo lo haré.


-Te lo explicaré en el camino.


 


Y mientras íbamos en su camioneta, con mi bicicleta en la maleta, él me contó con detalle el plan. Era bastante simple, solo tenía que llamar la atención de una mujer y llevarla a unos de los callejones, donde del otro lado estaría Gian esperándome con la camioneta y una pañuelo con cloroformo.


Nuestro destino era el centro y cuando llegamos, cada uno fue por su lado. Estuve unos minutos viendo alrededor, hasta que la vi, una mujer rubia de unos 25 años, vistiendo un lindo vestido color crema, definitivamente quería que ella fuese mi primera víctima.


Me dispuse a caminar hacía su dirección, pero no si antes morderme el labio hasta sangrar y hacer que mi ojos se llenaran de lágrimas que carecían de sentimientos.


-Señora...-La llamé haciendo la mejor cara de tristeza que me podría haber salido, ella se giró y me vio preocupada.


-¿Qué pasa chico? ¿Te hicieron algo?-Preguntó mientras sacaba un pañuelo de su bolso y lo posaba sobre mi labio lleno de sangre. Que mujer más descarada.


-E-estaba con mi hermanito c-cuando vinieron unos hombres y me robaron el dinero que traía y después m-me pegaron a mí y a mi hermano.-Lloré más fuerte y ella me abrazó.


-Tranquilo, todo está bien... ¿Dónde está tu hermanito?-Miró en diferentes direcciones buscando algún rastro de él.


-E-en el callejón donde me robaron.


Y a continuación me preguntó dónde se encontraba y yo, con una gran felicidad interna, la dirigí hasta allí.


Una vez allí, me miró extrañada seguramente queriendo preguntar por mi supuesto hermanito, pero fue demasiado tarde, porque a nada que se había dado la vuelta, Gian ya tenía el paño sobre su boca y nariz, haciendo que lo único que pudiera hacer, fuese inhalar aquella sustancia para luego quedar inconsciente.


 


 


Casi dos horas de viaje, no estaba mal, Gian conducía mientras que yo observaba los alrededores a través de la ventana. No se me hizo extraño haber vuelto al bosque del cual partimos, es más, me alegró, porque desde que lo conocí a él, ese lugar se había vuelto muy importante para mí.


La camioneta frenó de repente, haciendo que dejara de lado mis pensamientos y volviera a la realidad.


-Llegamos, ahora llevemos a esta basura al cobertizo.


Y así lo hicimos, sacamos a la mujer, aún inconsciente, de los asientos traseros y entre los dos la llevamos, él agarrándola por debajo de los hombros y yo por los pies.


 


"Basura" Así es como había llamado a aquella inocente e ingenua mujer. La confianza entre nosotros dos había crecido tanto, que hasta llegó a contarme la razón de sus asesinatos y el porqué de que todas sus víctimas fueron mujeres.


Y eso era el repudio, el odio, el asco que le tenía a la persona que le trajo a la vida, su madre, ¿Y por qué? Ni él lo sabía, solo decía que de un día para el otro, comenzó a odiarla sin razón aparente. Tenía un malestar tan grande, que intentó quitárselo de encima, matándola. Recuerda ese día como si de ayer se tratara, como fue hacía ella por detrás con un caño de metal oxidado y le dio en la nuca, matándola. El odio y la fuerza con la que le pegó, fueron tan grande, que hasta él mismo se sorprendió, pero a la vez sintió una satisfacción que nunca había experimentado antes. Luego prosiguió a llevársela en su camioneta hasta el bosque, donde la enterraría cerca de un gran árbol. Por supuesto, el cadáver fue encontrado gracias a la policía, pero no hubo huellas y ni tampoco llegaron a sospechar de él, mucho menos, cuando en el funeral de su madre, lloró como nunca lo había hecho, todo esto claro, fingiendo.


Así había empezado todo, y lo siguiente fue él, visualizando a su mamá en las demás chicas, por eso las mató, porque para él ellas eran su "Mamá" y eso no lo podía aceptar, tenía que matarlas y no dejar rastros, así fue como fingía una vida normal de oficinista, cuando en realidad, por las tarde se dedicaba a secuestrar y matar mujeres.


Y sobre mí, fácil, dejando de lado el que me había enamorado de él e iba seguirlo no importa que hiciese, también tenía un gran rencor hacia las mujeres, sobre todo con tres en particular, mi madre y mis dos hermanas.


Siempre había sido la oveja negra, el hijo al cual no le daban ni la más mínima atención, siempre había sido así, cuando solo éramos mi hermana mayor y yo, mi mamá siempre decía "Ella es más grande" y le daba todo a ella, y cuando nació mi otra hermana fue "Ella es la más pequeña" y así nunca pude tener nada, y lo poco que tenía, tenía que compartirlo. Tal vez era un estupidez, pero estupidez para los demás, no para mí.


Así que en resumen, los dos teníamos un rencor grande hacía las mujeres, aunque él más que nada hacía su "Mamá".


 


 


Por fin habíamos llegado al cobertizo, el cual se encontraba en la mitad del bosque sin uso alguno. Cada vez que veníamos, al llegar me dolían los pies y los brazos.


»Estúpida mujer, ¿Qué comiste?«


Dejando de lado el dolor, dejamos su cuerpo en el frio piso de cemento y luego le colocamos varias cadenas alrededor de las muñecas y tobillos, junto con una mordaza para que no gritara, ni escapara.


-Felicitaciones Zin, hoy es un día muy especial para ti y para  también por supuesto, muy pronto convertirás a esta mujer en tu primera víctima.-Gian río solo durante unos segundo y luego se puso de cuclillas para darle un cachetazo en la mejilla de la mujer para que despertara. Una vez despierta, él se paró y me pasó una cuchilla que guardaba en uno de sus bolsillos, todo esto mientras la mujer sumamente asustaba se removía en su lugar tratando de huir.


Cuando tuve aquella cuchilla en mi mano, no tardé mucho para enterrarsela en el abdomen. Lloraba y gritaba, o eso intentaba, porque la mordaza se lo impedía.


De todas formas no me importó, estaba concentrado en imaginar a cualquiera de aquellas tres mujeres que tanto odio les tenía. Ahora podía entender más a Gian, la satisfacción y placer que sentía por cada apuñalada que le daba eran indescriptibles.


 


En menos de cinco minutos pasamos de ser tres personas, a ser dos y un cadáver. Hermosa vista la que tenía, una mujer con varios hoyos entre la altura del abdomen y el pecho, bañada de sangre. Era tan linda que tenía que inmortalizarla, así saqué mi cámara, la cual estaba escondida en una de las repisa del cobertizo y la fotografíe, como hacía siempre con las demás víctimas.


-Felicidades otra vez.-Pronunció Gian mientras me proporcionaba un cálido abrazo-Luego será mi turno.-Volvió hablar, pero esta vez con un tono de vez más bajo.


-¿Tú turno?


-Sí, ya verás luego.


Y dejando de lado la pequeña charla, nos dedicamos a llevar el cadáver hasta una zona donde pudiéramos enterrarla, por supuesto, también fotografié eso.


 


 


»Que idiota...« Pensé mientras veía a Zin fotografiando el relieve de tierra frente a él, ¿Acaso era tan interesante? Yo no lo creo.


-Bien, llegó mi turno.-Pronuncie mientras que agarraba por el cuello de la camisa al desprevenido de Zin, quien se supone que es mi novio.


Y así, sin dejarle procesar lo que estaba pasando, lo apuñalé varias veces con una navaja de bolsillo que había comprado exclusivamente para esto. Él se revolvió por el piso mientras me veía con sus ordinarios ojos llenos de lágrimas.


-¿P-por... q-ué?.-Pronunció mientras su voz se iba apagando, al igual que su vida.


-Soy un psicópata, ¿Qué esperabas?, ¿Una hermosa relación donde los dos nos amaramos y hacíamos lo mismo pero por distintos motivos? No me hagas reír, yo solo sé sentir aprecio por mí mismo, por mi camioneta porque es el medio de trasporte que uso para buscar y traer a mis víctimas, y por supuesto la cuchilla que uso para matarlas, nada más. Nunca te amé, solo quise experimenta tener un cómplice, y lo hice, así que como ya terminé de experimentar, ya no te necesito.


Zin no pronunció palabra alguna, solo cerró los ojos y simplemente murió.


Agarré su cámara que se encontraba en el pasto y le fotografié. Lindo recuerdo, supongo.


Luego nada interesante pasó, lo enterré cerca de esa mujer y me fui, no sin antes dejar en un árbol la cámara colgada , ¿Por qué? No lo sé, tal vez para que cada vez que pase por allí, lo recuerde, a él y a su ingenuidad.

Notas finales:

En el final de esta historia, quería que se notara muy bien quien era Gian, un psicópata, alguien que carece de ese tipo de sentimientos como es el amor hacia otros, solo pueden fingirlos, y Zin a pesar de que él llamaba a aquellas mujeres "ingenuas", el ingenuo y confiado de la historia, fue él.


Finalizado el 15/06/2018 


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