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LA VIDA ESTÁ LLENA DE COLORES por kuoreman

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Notas del capitulo:

¡Hola! Soy yo otra vez(?) Bueno, el fic se me ocurrió esta mañana mientras despertaba, será corto, espero que lo disfruten ;A; Se los entrego con mucho amor.

 

Los personajes de Latin Hetalia y Hetalia no me pertenecen, este es fic es solo por diversión y sin fines de lucro. 

Oh, el amor

Es como tener mariposas en el estómago y sentir como se revolotean en tu interior.

Es una sensación que Martín nunca olvidará, pues lo sintió desde la primera vez que lo vio, y sobre todo: es lo que aún siente cada vez que lo ve.

“El amor llega a nuestras vidas sin tocar la puerta de nuestro corazón, entra y hace lo que le place.  Algunas veces es pasajero, desordena cada rincón de nuestro ser, toma lo que ve, rompe paredes y cuando no viene de la persona destinada, roba nuestra confianza, lastimando nuestra alma. Otras veces entra para reparar y cuidarnos de los que nos hacen o hicieron daño o incluso de nosotros mismos, se queda ahí para velar por nuestro bien y hace que todo se torne de color rosa”.

Eso es algo que nos dijeron en algún momento de nuestras vidas y Martin no es la excepción. Desde que tenía memoria escuchó lo mismo, tal vez no las mismas palabras pero sí el mismo significado y mensaje.

Él, al ser un ser casi inmortal, vivió muchas cosas, lloró en algunas ocasiones y luchó por lo que creía, muchos pensarían que con la larga vida que tuvo, experimentó varios romances, que el amor verdadero no aplicaría para alguien como él.

Oh, que equivocados estaban, no solo los humanos conocen el amor verdadero.

¿Saben por qué?

 

Porque Martín se enamoró de Manuel desde que lo conoció.

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Martín era solo un niño cuando llegó a aquella gran casa situada en el virreinato del Perú. Antonio lo llevaba emocionado, hablándole sobre los niños que habitaban en aquel lugar; en cambio, él se encontraba nervioso, después de todo era la primera vez que era trasladado a un sitio como ese, lleno de niños que eran igual que él.

Al llegar no pudo evitar ponerse algo tímido ante las miradas curiosas de los niños, quienes parecían ser de su misma o edad o incluso menores. ¿Qué significaban esas miradas? ¿Miedo? ¿Sorpresa? ¿Despecho? ¿Amabilidad? Definitivamente no se adaptaría a estar en esa casa, o eso creía él en aquel entonces.

“Niños, él es Martín, su nuevo hermano” Presentó Antonio a Martín a los pequeños, quienes no paraban de ver al ´intruso´. Hace bastante tiempo que no llegaban niños nuevos al lugar, habían olvidado esa sensación.

“Martin, saluda a tus hermanos” Dijo el español con una sonrisa paternal, buscando integrar al pequeño.

-Ellos no son mis hermanos, serán diferentes a los demás, como yo, pero definitivamente no somos familia. No me siento bienvenido- Pensó Martín.

Tras unos segundos de silencio y ante la paciente mirada que le dedicaba Antonio, decidió que no debía mantener esta situación por mucho tiempo.

“…Hola” Murmuró casi inaudible.

El silencio volvió a instaurarse en la habitación, el ambiente era tenso y eso no era buena señal según Martín. ¿Su pronunciación era la correcta? ¿Habló muy despacio? Seguramente era eso, si antes tenía la mínima posibilidad de encajar, ahora lo había arruinado completamente.

Sí, definitivamente, vivir en aquella casona iba a ser un infierno.

Después de aquella incomoda bienvenida, Martín fue llevado a su habitación para que se acomode, pues se quedaría un largo tiempo, si bien no tenía demasiadas cosas, llevaba a escondidas un pequeño diario con los pocos  recuerdos de su pasado.

Él no recuerda mucho de su vida antes de conocer a Antonio, puesto que era más pequeño e ingenuo, pero tampoco quería olvidar las pocas enseñanzas que le dejaron sus ancestros. Es por ello que cuando aprendió a escribir, anotó todo lo que recordaba en un diario que conserva con recelo. Era consciente de que Antonio no tomaría bien que no quiera olvidar sus creencias indígenas, por lo que era su secreto.

Su preciado e íntimo secreto.

-Entonces… ¿En dónde debería ocultarlo?- Pensó al observar la vacía habitación, con excepción de la cama y un guarda ropa. Se puso a tantear el cuarto, debía haber un lugar en donde esconder su preciado tesoro, tan concentrado estaba que no se dio cuenta que alguien lo observaba desde hace un rato.

“Si lo que buscas es ocultar algo, sugiero que no lo hagas aquí, es demasiado predecible” Soltó un niño moreno con ojos dorados, un tanto más alto que él, quien lo había tomado por sorpresa.

“… ¿Quién eres y que haces en mi cuarto?” Reclamó con desconfianza, pues nada le aseguraba que lo delataría y prefería no arriesgarse a ser regañado y que le quiten su diario.

“Un hermano, amigo, conocido, compañero de casa; miralo como quieras” Dijo el niño mientras se acercaba lentamente. “Soy Miguel” Extendió la mano y lo miró a los ojos, claramente esperando algo.

“Uhg…” Martín aún no se sentía cómodo del todo, si bien ahora conocía el nombre del intruso, y a pesar que parecía alguien amigable, decidió no extender la mano en señal de saludo o confianza, como le había enseñado Antonio.

El otro niño, al ver que su saludo no era correspondido bajó la mano y suavizó la mirada con un gesto de tristeza. ¿Lo habría herido?

“…”

“…”

-Déjame sólo, por favor- Pensó Martín mientras retrocedía, y sin querer tropezó con una piedra sobresaliente en el piso. Estúpidas piedras.

“Agh---” Cayó de sentadilla y sin querer soltó el diario. Miguel, sin pensarlo mucho, lo tomó y abrió para ver que contenía.

Que niño más fastidioso y entrometido, pensó Martín, estaba acabado ¡Lo delatará y castigaran!

Pensamientos negativos volvieron a invadir su mente, se sentía devastado.

¿Y cómo no?

Se sentía angustiado

Perdido

Asustado

Y sobre todo, expuesto.

“¿Te…ma…ukel? ¿Kenos? ¿hechiceros? ¿Elemgasem? ¡Vaya! ¿Sólo podía morir por un rayo? ¡Suena interesante!” Exclamó el moreno mientras veía el gráfico de ´El padre y generador de la raza´. “Cuéntame más de él, parece una historia interesante”

Martín podría jurar que vio que los ojos de Miguel se iluminaban, por lo que se levantó y con más confianza se acercó y tomó el diario, hablándole de las creencias religiosas que tuvieron algunas tribus en las que pudo estar. Luego se enteró que Miguel era descendiente del imperio inca, y al igual que él, practicaba y escondía en diarios los conocimientos de sus ancestros.

Tal vez la vida en esa casa no sería tan mala.

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Las gélidas calles de Santiago le traía varios recuerdos, si bien pudo haber tomado un taxi para ir al  departamento de Manuel, decidió ir caminando. Algunos creerán que está loco, después de todo ¿Quién se atrevía a andar sin un abrigo a esas horas de la mañana? ¡Era una locura!

Tal vez estén en lo cierto, después de todo, era de locos viajar desde Buenos Aires a Santiago sin más que una billetera y su celular.

Genial Martín, además de posiblemente ser echado del departamento por ser atrevido y llegar sin avisar después de la discusión que tuvieron, atraparía un resfriado.

-Un gran resfriado- pensó.

Mientras atravesaba un parque con bastantes girasoles que estaba a una cuadra del departamento de su novio, no pudo evitar recordar aquel gran día en su infancia.

Cuando lo conoció.

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Está bien, debía admitir que la vida en la casa colonial no era un infierno, incluso podría decirse que todos los días era una experiencia nueva junto a sus nuevos amigos.

De hecho, se adaptó más rápido de lo que pensó al estilo de vida que tenían ahí, gracias a Miguel, quien le enseño cada rincón de la casa. Sus otros amigos o conocidos eran: Julio, Francisco, Catalina y María. Si bien se llevaba bien con la mayoría, tuvo un fuerte lazo con Miguel, lo consideraba su amigo y confidente.

Sin embargo, esa cálida mañana de enero, Antonio los reunió en al jardín de la casona, al lado de los girasoles, pues vino después de mucho tiempo y no venía sólo, trajo consigo otros 3 niños.

Cuando vio a dos de ellos, los reconoció instantáneamente.

“Niños, ellos son sus nuevos hermanos” Dijo el español con una sonrisa victoriosa “¡Vaya, creo que son todos los niños que hay en esta parte del continente!” Colocó a los niños en fila y los presentó. “Ellos son: Daniel, Sebastián y Manuel”

Daniel y Sebastián entraron con timidez, pero al ver a Martín, al igual que este, se emocionaron y corrieron hacia él.

“¡Eres tú, mitai!” Exclamó Daniel abrazando a Martín.

“¡Sebastián! Me alegra verte después de mucho tiempo” Respondió Martín dirigiéndose a Daniel, quien ignoró el cambio de nombre pues no era relevante para él. “Daniel, ven por un abrazo”

“… Yo soy Sebastián, él es Dani” Dijo el niño acercándose, si bien estaba algo molesto por el cambio de nombre, no dejaría que rompiera la emoción de encontrar a alguien conocido en un lugar nuevo.

Los niños que ya vivieron un tiempo con Martín trataron de dejar la timidez de conocer nuevos niños y se acercaron a presentarse a los dos niños. En medio de toda la emoción, Martín se dio cuenta que el tercer niño que había llegado no se acercaba a ellos, por lo que se apartó de la concentración de niños y caminó con confianza hacia el niño con nombre ´Manuel´

Martín conocía que es sentirse desencajado con la situación, él mismo había atravesado por eso, por lo que trató de hacer que la llegada del niño nuevo sea un poco amena.

“Hey, hola. Soy Martín y tú Manuel ¿Verdad?” Dijo con una sonrisa en el rostro y tratando de ser lo más amigable que pudo.

“…”

“Vamos, levanta el rostro y mírame, no creo que seas tan feo para ocultarte así” Bueno, no eran las palabras más amigables que se le ocurrieron, pero al ser un niño, dice lo que piensa y por tanto no mide las consecuencias de sus palabras. Pese a ello, pareció que a Manuel no le importó que lo llamara feo, pero sí le molestó que lo tratara con confianza a pesar de no conocerlo ¿Quién se creía?

Y levantó el rostro, mirando fijamente a los ojos a Martín.

Entonces, lo sintió…

 

 

…Mariposas.

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Se acercó sin vacilar y arrancó unos cuantos, claro que llevaría unas a su dulce de leche. Retomó su trayecto y tras hablar con los recepcionistas, entró y subió al piso de su amado.

Dudó un poco antes de tocar el timbre, ya que no sabía que decir después de la discusión que tuvieron y había ido sin pensarlo mucho.

Esperó un poco antes de que la puerta se abriera completamente, en su espera escuchó quejidos inentendibles y una taza romperse al caer. Cuando el dueño del departamento lo vio, solo se recargó contra la puerta y sin verlo a los ojos le preguntó

“¿Pará que llegai a esta hora? Son las 6:00 am” Estaba algo molesto, era domingo y no estaba de humor para discutir con Martin.

“Vengo a solucionar las cosas, Manu” Respondió con la mejor expresión de arrepentimiento que tenía, ya en otra ocasión llegó y dijo lo mismo con una sonrisa y lo único que recibió fue un portazo en la cara. Debía admitir que aquella vez fue su culpa, nadie se presentaba a reparar las cosas con una sonrisa confianzuda.

Aprendió la lección.

“Tincho, no me apetece hablar ahora, las cosas están complicadas en mi casa y sabes que a mi superior no le agrada la idea de que nos veamos a cada nada” Soltó agarrando su cien.

“Me vale un pincho lo que crea tu jefe, vengo a solucionar las cosas y no me iré hasta que lleguemos a un acuerdo” Dijo Martín algo molesto, no había dejado todo el trabajo a su primo Daniel en vano.

“…Estas temblando, pasa que te daré un abrigo” Manuel lo invitó a entrar, y como indicó, le dio un abrigo, té caliente y una manta para que no pescara un resfriado.

Oh, como lo amaba.

“Bueno, entonces…” No sabía si ir directo al grano o preguntar otras cosas para apaciguar el ambiente.

“Martín, soy consciente que toda esta situación de esconder nuestra relación te incomoda…”

Sí, irían directo al grano.

“Pero quiero que entiendas esto, mi jefe no estaría de acuerdo ni en un millón de años” Agregó Manuel antes de dar otro sorbo a su té.

“Lo sé, lo sé. Pero no puedo evitar sentirme celoso de cómo algunos de nuestros amigos salieron del closet y nosotros que vamos más tiempo juntos, aún no lo hacemos. Sé que suena egoísta, pero realmente quiero pasar más tiempo contigo, sin ocultarnos y salir a escondidas de nuestras casas” Protestó Martín.

“Tincho, yo--”

“Martín, dime Martín, Manu”

“Martín… Es duro para mí también, pero entiende que no es el momento de anunciar lo nuestro. Espera un poco más y prometo que lo haremos, dame un tiempo más…”

 

´Dame un tiempo más´

´Un tiempo´

´Tiempo…´

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“Tal vez él necesite un tiempo para acostumbrase” Dijo Miguel mientras trepaba un árbol del jardín. “Ya sabes, llegar a un lugar nuevo en donde no conoces a nadie puede ser chocante para algunos, cada quien tiene su ritmo” Gritó antes de agarrar unas manzanas de la copa del árbol.

“Sí, lo sé, es solo que me preocupa que no haya soltado una palabra desde que llegó ¿Será sordo o mudo?” Preguntó Martín, más que para Miguel, para él mismo. “Migue, no entiendo para que subes a la copa, si hay manzanas tiradas en el piso…”

“Lo sé, pero quiero una que aún esté arriba, me pregunto si sabrán diferente. Además este árbol no es alto” Dijo al saltar y volver al suelo.

“Bueno, como decía, me parece extraño no escuchar su voz hasta ahora ¡Ya pasaron 4 días!” Exclamó Martín.

“A veces 4 días no son suficiente” Dijo Daniel mientras se acercaba al lado de Catalina. “Estoy seguro que de no ser que estaba con Sebas o encontrarte, hubiera demorado más que 4 días para pronunciar algo” Mencionó al sentarse junto a Catalina.

“Sí, solo denle tiempo y ya verán que será igual o más parlanchín que Martín” Dijo entre risas Catalina al tomar una manzana del suelo.

“¿Ves Martu? No hay que preocuparse mucho, ahora vamos a jugar a las traes ¿Sí?” Gritó Miguel al levantarse y tocar a Martín. “¡Las traes Martu!” Al terminar la oración se fue corriendo, al igual que Daniel y Cata, quienes también salieron corriendo.

“Pero yo no quería jugar…” Murmuró Martín con resignación. “¡PERO TAMPOCO PERDERÉ!”  Y corrió detrás de ellos.

.v.v.v.v.v.v.v

10 minutos y ninguna señal de los tres con quienes jugaba, con poca esperanza de encontrarlos, fue a la pequeña biblioteca de la casa y vio a Manuel.

Tan tranquilo, concentrado… Tan hermoso

¿Eh? ¿De dónde salió eso último? Martín sacudió su cabeza y trató de olvidar lo que pensó e ignorar la extraña sensación en su estómago, esperaba no haber comido algo rancio.

“Hola Manu ¿Qué haces?” Sonrió al acercarse.

“…”

“Vamos, di algo, me preocupas…No creo que seas mudo”

“…. Estoy leyendo“

¡OH! ¡ILUMINACIÓN DIVINA! ¡MAGIA OSCURA! ¡DIOS! ¡ELEMGASEM! ¡WIRACOCHA! ¡GRACIAS! Su voz es tan angelical, tan suave, no se cansaría de escucharla hasta el fin de los tiempos

“… ¿Ocurre algo? Te ves tan… extraño” Volvió a hablar el niño de cabello marrón.

“Ah…. Nada, sólo que es la primera vez que te escucho hablar… y pues me sorprendió…y estoy feliz… y---”

“No te acostumbres, tampoco es como que quiera hablar con ustedes, niños”

“Tú también eres un niño ¿Sabias?”

“No tengo tiempo para pensar en niñerías”

“No seas amargado, ven con nosotros y juega a las traes”

“¿Las traes?” Preguntó con interés, dejando el libro que tenía al lado.

“¿Nunca jugaste las traes?” Al no escuchar respuesta, lo tomó como un no. “Mira, lo que tienes que hacer es…”

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“Martín ¿Me estás escuchando?” Dijo Manuel al ver a su novio mirando a la nada

“Oh, sí, sí. Lo siento, me quedé pensando en algo” Respondió con un dejo de melancolía y felicidad.

“¿Qué era?” Interrogó Manuel con interés.

“Cuando por fin hablaste por primera vez conmigo, ya sabes, en la biblioteca” Miró a los ojos a su amado, entrelazando sus dedos con los de él.

“Ah, cierto. Pero la verdad es que había hablado con Francisco antes que contigo…” Soltó sin pensarlo, cuando se dio cuenta volvió a ver a Martin, quien lo miraba con sorpresa.

“¿Qué? ¡Y yo que creía que era especial! Me siento engañado” Dramatizó el rubio en forma de broma. “Ya sabía que me engañabas con alguien, Manu…” Soltó una lágrima falsa y se hacia el dolido.

“No es para tanto Martín, hay muchas cosas en las que fuiste primero. Además, no quería hablarte ¿Quién se presenta y dice ‘feo’ a alguien que no conoce?” Dijo Manuel siguiéndole el juego a Martín, quien decidió ignorar la pregunta.

“Oh, Manu, recuérdame en qué cosas fui primero” Se acercó lentamente hasta quedar a escasos centímetros del rostro de Manuel, sujetándolo por la cintura.

“Si ya sabi a que me refiero, Tincho” La cercanía lo sonrojó, lo había tomado por sorpresa.

“Vamos, amor. Dímelo…”Susurró al oído del chileno, quien se estremeció ante el contacto de la suave brisa que generó Martin al hablarle de esa forma.

“… Fuiste la primera persona en quién me apoyé” Soltó mientras era recostado en el sofá.

“Vamos, sigue” Pronunció arrastrando sensualmente las palabras. Al mismo tiempo que se acomodaba entre Manuel.

“Fuiste el primero que me ayudó en momentos difíciles para mí…”

“Te sigo escuchando, mi Manu”

“La primera persona que me salvó…”

Oh, claro que nunca olvidará la primera vez que vio a Manuel indefenso, no es algo que le agrade recordar pero se sentía tranquilo al recordar que pudo ayudar y salvarlo aquel día.

Unos creen que los presentimientos son tonterías, cosas que nunca pasarán. Pero otros, como Martín, creían que hay que hacerles caso. Y vaya que agradece haber hecho caso aquella ocasión.

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Esa noche lucía tan tranquila, ya haba pasado unas décadas desde que vio por primera vez a Manuel y su amistad era, según él, muy buena, no tanto como la que tenía con sus primos o con Miguel, pero buena al fin y al cabo.

 Sin embargo, así como la vida te pone la felicidad en bandeja de plata, también te priva de ella en algún momento de la vida, para que aprendas a valorar lo que tenías.

“¿Qué? Debes estar bromeando” Dijo Miguel mientras veía con incredulidad a Antonio

“Son muchos niños en el mismo lugar, Miguel. Es necesario que haga esto para mantener la tranquilidad en el virreinato” Soltó con cansancio el español, realmente la situación no era la mejor para los españoles y su jefe no paraba de estresarlo con toda la situación

“No… ¡NO VOLVERÁS A SEPARARNOS!” Gritó Miguel a todo pulmón, asustando a los niños que quedaban en la casa. “Ya te llevaste a Catalina, María, Francisco y a Rodrigo, no te llevarás a Martín, Sebastián, Manuel y mucho menos a mi hermano Julio” Volvió a exigir Miguel viendo a su preciado hermano, quien aparentaba tener 8 años en ese entonces.

“Miguel, entiende, es necesario, fin de la discusión” Dijo a regañadientes el español, entendía que dejar solo al niño en la casa no era lo mejor, pero eran órdenes superiores ¿Qué podría hacer? Lo tenían atado de manos y pies.

“No no no no no” Miguel, impactado y dolido, salió corriendo de la casa, en esos momentos no quería ver a nadie.

 “¡MIGUEL!” Gritó Antonio, pero al ver que su llamado fue inútil, se levantó de la mesa y a pesar de su cansancio debía ir a buscar al niño, es peligroso salir de noche para un niño, sobretodo en la situación que atravesaba el pueblo. ”Martin, sal conmigo a buscar a Miguel” Ordenó el español.

Es entonces cuando sintió que no debía ir, que era mejor quedarse.

“Antonio, me quedaré a cuidar la casa, no sería correcto dejar a Julio y Manuel solos, además alguien debe estar con Julio, no parece estar bien por la noticia…” Dijo con esperanza de que el español lo dejará quedarse, y resultó.

“Quédate, tienes razón, ya vuelvo” Y dicho esto, se fue a buscar a Miguel.

Martín decidió que era mejor ir a dormir de una vez, convenció a Julio para ir a dormir, pese a que él insistía  en esperar a Miguel, así que le prometió esperar todos en la habitación del menor y dormir un poco pues parecía que el español y Miguel iban a demorar en llegar. Cuando quiso convencer a Manuel para dormir junto a Julio, se dio cuenta que no estaba en su habitación.

Lo buscó por las habitaciones principales y nada. Se empezó a preocupar. Quiso volver a ver como estaba Julio cuando escuchó gritos ahogados, como alguien intentando gritar por algo y no poder porque algo se lo impedia.

Se acercó a la pequeña habitación en donde guardaban algunos objetos de limpieza. Tomó valor y abrió la puerta, entonces, lo vió.

Alguien desconocido había logrado colarse a la casa ¿Cómo era posible? Lo peor de todo, es que tenía a Manuel amordazado e intentaba amarrar sus manos.

La irá lo consumió.

Y sin pensarlo demasiado, haciendo caso a su ira, se lanzó sobre el intruso y lo derribó. Fue una pelea desequilibrada, después de todo era un adulto contra un niño; sin embargo, Martín lograba dar lucha contra el secuestrador.

Manuel observaba con miedo la escena, nunca había visto a Martín tan desencajado, desesperado…tan salvaje. Si bien quería ayudar, no podía hacerlo, sus manos estaban atadas y su boca amordazada, no podía gritar por ayuda.

“¡Ugh! ¡Ugh! ¡Ya ríndete, niño!” Gritó el secuestrador, quien estaba logrando frenar los golpes que le proporcionaba Martín, quien al ser un niño no tenía la fuerza suficiente para enfrentarse a esa persona. Ya se empezaba a sentir cansado, y eso se vio reflejado en la lentitud que empezaba a tener su resistencia.

Lentitud que el secuestrado notó, y en un descuido de Martín, recibió un fuerte puñetazo en el estómago, siendo lanzado contra una pared de la habitación y golpeando fuertemente su cabeza. Exhausto, mareado y adolorido, el pequeño Martín estaba casi inmóvil ante su oponente.

“Gracias, niñato, me entregarán más dinero si llevo a los dos” Sacando otro pedazo de tela, empezó a acercarse a Martín para amordazarlo.

Martín desvió la mirada hacia Manuel, viéndolo asustado y preocupado por él, al borde de las lágrimas. Ni él sabe de dónde sacó fuerza, ya que cuando el secuestrador se disponía a amordazarlo, Martín sujetó firmemente la cabeza del intruso, e introdujo sus pulgares en los ojos ajenos, haciendo fuerza sobre ellos.

El ladrón intentó quitarse al niño de encima, sin embargo, Martín presionaba más fuerte, logrando hacer caer de cabeza a su oponente, quien dejó de moverse, posiblemente por el golpe.

Manuel, quien había visto todo, estaba sorprendido y asustado. ¿En serio Martín había hecho eso? ¿Ese niño que se acercaba a él, era Martín? No pudo evitar temblar de miedo, no lograba creer que eso acababa de ocurrir y de alguna forma se sentía amenazado, por más tonto que sonara, se sentía indefenso.

Martín pudo notar el temblor y la mirada que le daba Manuel, asi que se detuvo y quiso voltear a ver la escena que dejaba atrás. Sin embargo, cayó en cuenta que si volteaba algo dentro de él cambiaría, por lo que se detuvo, indeciso. Manuel pudo entender lo que Martín estaba pensando, cayendo en cuenta de lo que había provocado, puede que Martín no pensara bien sobre lo que acaba de pasar, después de todo había sido controlado por la adrenalina del momento, sin embargo, debido a la mirada que le había dedicado, Martín empezaba a pensar sobre lo ocurrido, y si no hacía algo a tiempo, Martín no podría vivir tranquilamente con eso.

“Mugh” Trató de llamar la atención del rubio, lográndolo. Hizo ademanes para que se acercara y lo desate, Martín se acercó al entender lo que quería Manuel. Ya había logrado desatar las sogas de las manos de Manuel, pero cuando estuvo por desatar la mordaza, se detuvo al ver que…

Sus manos estaban rojas.

Sus pulgares se sentían raros.

La parte trasera de su cabeza le dolía.

Su cuerpo se empezaba a sentir pesado.

Y su mente, era un caos… Se sentía un monstruo.

¿En serio estaba tocando a Manuel?

¡Él era un monstruo! Acababa de asesinar a alguien.

Alguien tan sucio como él no debía tocar a Manuel.

“Lo siento, Manu” Susurró con la voz quebrada. ”No puedo…”

“¿Ugh?” Manuel nunca había escuchado llorar a Martin, por lo que al notar que la voz del contrario se quebraba, volteó y se conmovió. ¿En serio tuvo miedo de Martín? ¿En que estaba pensando?

“No puedo…no puedo… no puedo” Repetía mientras miraba sus manos ensangrentadas y trataba de no soltar lágrimas. Hubiera seguido de no ser porque sintió que alguien lo abrazó. “…¿Ma…nu?... No…Alejate…Yo soy…soy…” Intentó alejar a Manuel y no lo lograba, solo sentía como el contrario se aferraba más a él, para consolarlo.

Y entonces explotó en lágrimas y correspondió el abrazo.

Muchas veces, las acciones son suficientes para transmitir lo que sentimos, eso pudo comprobar Manuel, ya que con ese abrazo, pudo hacer que Martín entendiera que Manuel estaba agradecido por haberle salvado, que ahora él estaba ahí para consolarlo y apoyarlo.

Notas finales:

Bueno, si llegaron hasta aqui, les agradezco, cualquier comentario o aporte, se los agradecería mucho. Nos vemos pronto!


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