Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Infierno por jotaceh

[Reviews - 73]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos!!! Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo... Les traigo un nuevo capítulo, espero les guste!!!

 

Les dejo una canción para escuchar con el cap. https://youtu.be/aqwJNSi0E84

Capítulo 10: En libertad 

 

Nunca antes me había comportado de esa manera, y es que no puedo comprender cómo me dejé llevar por mis instintos. Besé a mi hermanastro, a aquel  muchacho que he amado en secreto todos estos años y quien jamás se interesará por mí.

 

Estuve horas detrás de la estatua de mi madre, quería desaparecer de la vergüenza, echar raíces en ese rincón y nunca más ver la cara de nadie.

 

¿Qué sucederá ahora? Me pregunté un millar de veces. Debo reconocer que la idea que Felipe correspondiera mis sentimientos nubló mi mente. Ese sentimiento de agrado me cegó, la sola idea de volver realidad mi mayor anhelo era suficiente para transportarme al paraíso.

 

¿Cómo puedes imaginar que él se interesaría en alguien tan insignificante como tú?

 

Volvía a la realidad con esa pregunta y es que tenía razón, aquel ángel no estaba hecho para compartir su vida con un monstruo como yo.

 

La noche se hizo aún más fría, la madrugada era inclemente mientras seguía escondido. Aunque no estaba en mi cuarto, nadie se preocupó, no me buscaron en absoluto. ¿Acaso no era alguien tan importante?

 

La hora para asistir al colegio se acercaba, decidí levantarme e ir hasta mi cuarto. Intentaría esquivar a Felipe, no era capaz de soportar su mirada juzgándome.

 

-Buenos días hijo... - me encontré con don Diego en las escaleras.

 

-Buenos días... - pronuncié cabizbajo.

 

-¿Cómo has dormido? ¿Está bien tu madre? - preguntó sabiendo dónde había pasado la noche.

 

-¿A qué te refieres con eso? ¿Acaso no te has dado cuenta que no dormí en mi cuarto? - levanté la mirada abruptamente, y es que pareciera que él supiera todo lo que hago.

 

-Te vi, estuviste detrás de la escultura de Carolina, como sueles hacer siempre... ¿Por qué te sorprendes? Soy tu padre... - sonrió mientras sacudía mi cabello con su mano.

 

-¿Me miraste? ¿Con qué? ¿Con tu rastreador? ¿Me buscaste por el GPS del chip que tengo en mi nuca? - me salí de mis cabales nuevamente, fue imposible comportarme.

 

-¿De qué estás hablando? ¿Quién te dijo eso?... ¿Con quién has estado hablando? ¿Acaso te acercaste a Campbell? - su cariño se transformó en locura.

 

Tomó mi cuello acercando mi rostro al suyo, me observó como un animal a su presa antes de devorarla. Su respiración era agitada, estaba sumamente alterado.

 

-Me caí en el colegio y me golpeé en la nuca... Me hice una herida y al tocarla pude sacar un chip... Pero no te preocupes, le pedí a la enfermera que la colocara en su lugar... Ya sabes, cosas de niños ricos... - mentí para proteger a un desconocido, a uno que al parecer me había dicho la verdad.

 

-Eres mi único hijo, la única persona en este mundo que me importa... Tengo que protegerte, porque si algo te sucediera yo... No sabría cómo seguir... - por tercera vez su semblante cambió.

 

La ira había desaparecido, dando lugar a la tristeza, me observó como suele hacer, como si fuera una piedra preciosa, un tesoro que él anhela conservar por siempre.

 

En medio de la escalera, mi padre me miraba a los ojos diciendo lo importante que soy para él, cuando de pronto me percato que Pamela bajaba al primer piso acompañada de su hijo.

 

-Adoro cuando dejas en claro que no te interesa ni tu esposa ni tu hijastro... - comentó la mujer al llegar a nuestro lado.

 

En ese instante mi mirada se conectó con la de Felipe. Lo más que deseaba era no verle y por culpa de don Diego eso no ocurrió. Me escondí en los brazos de mi padre como si quisiera recibir su cariño, no podía soportar los ojos críticos del muchacho. ¿Qué estaría pensando de mí?

 

-Nunca te he dicho que me importen... ¿Alguna vez pensaste que siento a tu hijo como si fuera mío? Fue tan estúpido que embarazaras a esa pobre infeliz... ¿Acaso pasó por tu cabeza que le dejaría todo mi dinero a ese bastardo? - reía burlesco, humillando a su propia esposa. 

 

Seguía escondido, aunque tenía mucha curiosidad por saber cómo estaría mi amado tras escuchar las ofensas de su padrastro. Supongo que debió sufrir, aún cuando ya esté acostumbrado a recibir ese tipo de desaires. 

 

-De todos modos, si ya te diste cuenta que no funcionaría tu plan, debiste deshacerte de esa pobre muchacha de otra manera... Creo que fuiste muy cruel... - continuaba con su ataque don Diego. 

 

¿Y si eso fuera cierto? ¿Si la asesina había sido Pamela? Todo tendría sentido y es que también se explicaría el asesinato de Elia, más que mal, ella era la amante de su esposo. ¿Qué mejor motivo? Sería una historia que todos creerían. 

 

Mi madrastra lo miró con odio, con esa intensidad que solo el ser más despreciable puede producir. Prefirió no responder y siguió bajando las escaleras con su hijo. 

 

Al retirarse Felipe, saqué mi cabeza de los brazos de don Diego. Todo lo que había sucedido era extraño, hace mucho que no oía discutir a esos dos, al parecer algo se había roto entre ellos. 

 

-Nunca he entendido por qué te casaste con ella... Todo fue muy rápido y extraño. ¿Por qué elegiste a alguien tan vulgar? - hice la pregunta que hace mucho quería hacerle y es que tras esa discusión, la duda regresó a mi cabeza. 

 

Sonrió y acarició mi cabello, como un dueño al ver las gracias de su mascota. 

 

-Hay cosas que es mejor que no sepas... Lo único de lo que tienes que estar seguro, es que tú eres la persona a quien amo...-no quería más conversación, por lo que siguió con su rumbo. 

 

Algo en su reacción causó extrañeza en mí. 

 

-¿Y mi madre? ¿A ella la amaste? - volteé para preguntarle antes que se marchara. 

 

Don Diego ni siquiera regresó, no volvió a mirarme y continuó con su camino como si no me hubiera escuchado. ¿Eso qué significaba? ¿Que no? Me quedé con la duda, con ese enigma que había creado en mí Christopher. 

 

Me arreglé para asistir nuevamente a clases, muy probablemente Felipe ya se haya ido por lo que no volveríamos a toparnos. 

 

El chofer me dejó en la entrada del colegio, en donde sentí por primera vez la libertad. No me había percatado lo tranquilo que me sentía ahora que mi verdugo había muerto. Valentina ya no me intimidaría, no recibiría sus golpes a diario, no tendría miedo a encontrarme con ella fuera de la sala de clases. 

 

-¿Vas a entrar? - escuché la voz de Esteban a mi espalda. 

 

No le dije nada y seguí con mi camino. Él decidió acompañarme en silencio, como siempre suele hacer, como una sombra vigilante. 

 

Estábamos en medio del patio mayor, cuando a lo lejos vi a quien estaba evadiendo. Allá estaba Felipe, muy acongojado delante de una conocida. 

 

-¿Qué hace con la extranjera ésa? - preguntó Esteban. 

 

-No lo sé... - pronuncié bajo. 

 

Aquella escena me desconcertaba y es que estaban unidos dos mundos distintos, dos personas que no tendrían que estar juntas. ¿Acaso es un nuevo plan de Campbell? Si yo no les servía, ¿mi hermanastro era la alternativa? 

 

-¿Vas a ir a tu sala? - preguntó mi amigo al ver que no avanzaba. 

 

-No quiero verlo... - no quise ahondar más en el tema, aunque era obvio que él se interesaría más. 

 

-Qué extraño, pensé que querrías estar más cerca de tu príncipe azul ahora que está soltero... ¿Por qué estás huyendo de él ahora? ¿Acaso te diste cuenta lo inútil que es? - sonreía el desgraciado, como si mis pesares le divirtieran. 

 

-Le besé... - lo miré a los ojos para que supiera lo que había hecho. 

 

Su semblante cambió de pronto, la felicidad desapareció súbitamente. Esteban no podía creer que había dado ese paso, y es que siempre fue un secreto, era mi amor platónico, un deseo que jamás me atrevería a volver realidad. 

 

-¡¿Qué hiciste?! - gritó tan fuerte que todos en el lugar nos observaron. 

 

El muchacho enloqueció, podía ver el odio en sus pupilas, la desesperación que generaba en él que me atreviera a buscar el amor en otro. 

 

-Después de todo lo que he hecho por ti, de protegerte y hacer realidad todo lo que has querido... ¿Resulta ser que lo eliges a él? ¿Y yo qué? ¿Piensas que puedes jugar conmigo tan fácil? - me tomó por los hombros para increpar. 

 

Nunca antes le había visto de esa manera, estaba fuera de sus cabales y todos se habían percatado de nuestra discusión. 

 

-Suéltame, me estás haciendo daño... - le dije en voz baja, no quería que eso pasara a mayores. 

 

-¿Así me pagas? ¿Qué soy yo para ti? ¿Un pelele? - no comprendía y continuaba con su ataque. 

 

No podía permitir que nos vieran de esa manera, mucho menos que mi amado supiera que he mantenido una relación tan cercana con ese sujeto. 

 

-Déjalo en paz... - ya era demasiado tarde, porque Felipe se acercó a encararlo. 

 

-Tú aléjate... Es un tema entre Lucas y yo... - el odio en Esteban se incrementó al tener cerca a mi hermanastro. 

 

-Le estás haciendo daño, ¿acaso no lo ves? - el pecoso no le hizo caso y se quedó. 

 

En ese momento sentí las manos de una muchacha en mi espalda. 

 

-Será mejor que nos vayamos... - Alice quería ayudar. 

 

No sabía qué hacer, estaba paralizado y es que estaba enfrentando muchos de mis miedos en ese preciso momento. ¿Qué pensaba Felipe de mí tras besarle? ¿Por qué me quería proteger? Aunque lo que más temor me causaba era que Esteban, en un ataque de rabia, le contara todo lo que hemos hecho juntos. No, eso era algo que no podía permitir. 

 

Hice a un lado a Alice, tomé al moreno de la mano y lo saqué de ese lugar. Evité la mirada de mi amado y es que no quería saber de él en ese momento, tenía que proteger mis secretos guardados en un muchacho que estallaba de rabia. 

 

Terminamos en el mismo baño donde siempre nos juntamos. Cerré la puerta y quedé libre con el estúpido ése. 

 

-Me alegra mucho que me hayas elegido... - el semblante de Esteban había cambiado, sonreía al creer un cuento que solo su cabeza había elaborado. 

 

Me acerqué a él pensando en la humillación que me había hecho pasar, en lo mal que habría quedado delante de mí hermanastro y al haber acumulado tanta rabia, sin pensarlo, le abofeteé. 

 

-No vuelvas a hacer una escena así... No eres tan importante en mi vida... - no podía perdonarle lo que había hecho. 

 

-Lo soy, y lo sabes... Será mejor que te resignes y te des cuenta que solo conmigo estarás bien... - fue la respuesta a mi golpe. 

 

Tras ello me marché, no quería más problemas ese día. Caminé cabizbajo hasta mi sala, esquivando las miradas acusadoras de mis compañeros. Todos pensaban que tenía una relación con Esteban. 

 

Me senté en mi pupitre, justo al lado de Alice, la que me miraba aún extrañada. 

 

-Pensamos que te estaba haciendo daño...¿Estás bien? - preguntaba con su acento extraño. 

 

-¿Pensamos? ¿Por qué estabas hablando con Felipe? - era lo único que quería saber. 

 

-Se acercó a mí porque estaba preocupado, me dijo que has actuado extraño y quería saber si yo sabía algo, como me ha visto contigo... - su respuesta fue normal, no se incomodó en ningún momento, como si estuviera diciendo la verdad. 

 

Supuse que con actuar extraño se refería al beso que le había dado. Está bien, es mejor que piense eso y así no buscar más problemas. Es preferible que cada uno olvide lo sucedido y es que aquel ósculo no tiene ningún sentido, no hay futuro entre nosotros. Por lo menos no todavía. 

 

-¿Por qué te preocupa tanto? - la extranjera había percibido algo. 

 

No quería hablar más sobre el tema, así es que me callé. ¿A ella qué le importa mi relación con mi hermanastro? A nadie le debería importar más que a mí, es mi secreto, es mi amor incondicional. 

 

Ese día tuve que soportar las miradas de mis compañeros criticándome, hablando a mis espaldas sobre mi supuesta relación con Esteban. Han sido años en los que hemos hablado y solo ahora se dan cuenta de nuestra cercanía, solo ahora que hay un chisme. 

 

Llegué cansado a mi casa, solo quería recostarme en mi cama y dormir, olvidar todo lo que había sucedido, estar en paz por primera vez en mucho tiempo. Tan solo que ese es un deseo que no se puede conceder en esta familia. 

 

En la sala me encontré con mi padre, quien hablaba colérico por teléfono, algo muy malo había sucedido. 

 

-¿Cómo que los dejarán en libertad? ¡Ellos son los asesinos! ¡Tienen que pudrirse en la cárcel por osar a manchar el prestigio de esta familia!... Te he pagado lo suficiente para hacer que se queden tras las rejas... - don Diego se paseaba de un lado a otro, gritando y agitando los brazos. 

 

En un momento se percató de mi presencia y decidió culminar con su llamada. 

 

-Mi amor... No hay buenas noticias... - me miró con pena. 

 

-Van a dejar en libertad a Rubén y a Camilo, porque supuestamente no tienen las pruebas suficientes contra ellos... Son unos ineptos... La justicia en este país es un asco... - no podía controlar la ira que brotaba desde su pecho. 

 

-Pero son de la familia... Si ellos no son culpables, eso ayuda a nuestra reputación...-intenté rebatirle. 

 

-Eres muy inocente todavía... Nuestro prestigio ya ha sido mermado y es muy difícil que vuelva a recuperarse... Esos dos imbéciles aunque no sean los culpables, ya nos han hecho suficiente daño... Y lo peor es que tendré que recibirlos en la mansión, porque de lo contrario todos comenzarán a criticarnos...pero te prometo que les haré la vida imposible, me pagarán todas las humillaciones que me han hecho pasar... En especial ese maricón de Camilo... - todo parecía empeorar para mi padre. 

 

Me había enterado que el valor de las acciones del Grupo Grimaldi cayeron estrepitosamente después del asesinato de Valentina. Ése era un golpe muy fuerte para don Diego y es que su vida es en esas empresas. El odio por su hermano y su primo solo se han visto incrementados en este último tiempo y nadie sabe de qué será capaz para vengarse de ellos. 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).