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Infierno por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!

 

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo!!

 

Hy les traigo una canción de Ayumi Hamasaki!!!

 

Gracias por leer :D

Capítulo 12: Mi primo

 

Mi ánimo ha empeorado mucho las últimas semanas, me cuesta pensar que Felipe sea mi hermano sanguíneo, me es difícil imaginar que el destino se haya ensañado tanto conmigo, que, tras hacerme sufrir tanto, tenga que seguir viviendo inmerso en las penurias. Un par de días no he sido capaz de levantarme de la cama y he faltado a la escuela, prefiero refugiarme en mi cuarto que hacer frente a la realidad. Paso horas mirando por la ventana, contemplando cómo el sol hace su recorrido a través del cielo, cómo las nubes recorren apacibles, tan libres y ligeras que me causan envidia.

 

Había intentado no seguir con los vómitos, pero a cada rato vuelvo a sentirme sucio, que mi interior se está pudriendo y necesito extraer todo aquello que contengo. En dos semanas, me da la impresión que he bajado cinco kilogramos más, tal vez ésta sea la mejor forma de terminar con todos mis problemas.

 

-Te ves muy mal… ¿por qué tu papá no ha llamado a un doctor? –me consultó el otro día Camilo, quien a escondidas entró a mi cuarto.

 

-No quiere llamar más la atención de la prensa… Siguen allí afuera esperando cazar alguna noticia…- le respondí sin ganas, y es que mi salud era lo menos importante.

 

-Hoy fui al laboratorio para dejar las muestras de Felipe… le extraje unos cabellos para realizar una prueba de ADN… Ellos nos dirán si él es en realidad hijo del tío Diego… Me hablaron de la Prueba de Paternidad, que a través del cromosoma Y podrán determinar casi con exactitud su parentesco…-mi primo fue al grano tras quedarnos un tiempo en silencio.

 

Me parecía una excelente forma de determinar la verdad, tan solo que no sabía si podía confiar en la palabra de Camilo. Yo no le vi realizar ninguna de las acciones que me mencionó, por lo que podría estar mintiendo y haber realizado alguna maniobra con tal de ocultarme la verdad, o de hacerme creer una mentira que ha orquestado solo, o con la compañía de un tercero.

 

-Espero que podamos saber pronto la verdad…- dije sin más.

 

-Claro, así podremos saber con quién se quedará finalmente Felipe…- aquello lo dijo un tanto ofuscado, dándome a entender que desea que seamos hermanos para quedar con el camino libre.

 

-¿Qué harás si todo es falso? Si finalmente no somos hermanos… ¿te alejarás de él? –ya no quería ver más su rostro cínico, tratando de parecer preocupado por mí, cuando en realidad percibía que me detestaba más que antes y es que podría ser la razón por la cual su amado no esté con él.

 

-Me alejaré, lo prometo… No quiero ser un estorbo…- pronunció, aunque no mirándome a los ojos.

 

-¡No mientas! No te separaste de él ni siquiera después de saber que sería padre, ni después de los castigos de mi padre… Los vi besándose mientras Valentina vivía con nosotros… ¡Deja de mentir! – grité colérico y es que no tenía ánimos para seguir soportando su actuación.

 

-Está bien, tienes razón… Amo a ese hombre y haré todo lo que esté a mi alcance para tenerlo… No te voy a tener compasión si tengo que vencerte… Pero no creo que llegue a ese punto, porque estoy seguro que ustedes son hermanos…- finalmente mostró su verdadero rostro, se alzó frente a mí como la fiera que es.

 

Sonreí satisfecho con lo que había logrado, por fin había visto la verdadera faceta de mi enemigo.

 

-Ahora vete…- me di vuelta en la cama, dándole la espalda. El muchacho desapareció de inmediato.

 

Muchos podrían creer que aquel encuentro me devastaría, tan solo que produjo en mí todo lo contrario. Aunque el resultado de esas pruebas podría alejarme para siempre de Felipe, también existía la posibilidad que fuera el motivo para estar realmente con el amor de mi vida. Y por eso, tenía que realizar las pruebas por mi propia cuenta, no podía fiarme de lo que Camilo me entregara.

 

Al otro día me levanté con nuevas energías y sigilosamente fui hasta el cuarto de Felipe. Le había escuchado bajar las escaleras, por lo que me apresuré para revisar su cama y encontrar algún cabello que me ayudara para la prueba de paternidad. Aunque pareciera patético, me dediqué a oler sus sábanas, a deleitarme con su esencia, a imaginar que algún día podría dormir a su lado y sentir noche tras noche el latido de su corazón.

 

Cuando tuve lo que necesitaba, fui a buscar la otra mitad, la otra prueba que me faltaba. Caminé hasta la habitación de mi padre, el cuarto más grande de toda la mansión, ubicado al fondo del pasillo, tras esas dos puertas de madera maciza talladas hace más de un siglo. No suelo ir hasta aquel lugar, detesto cada centímetro de él y es que allí sufrí la peor de las pasillas.

 

Mi mano tembló al tocar la manilla, estaba paralizado ante la idea de ingresar nuevamente a aquel sitio. El recuerdo de mi madre muriendo desangrada, intentando calmarme mientras lloraba desesperado, me hacía estremecer. Me di ánimos para continuar, y es que debía lograr mi cometido, mi felicidad estaba en juego.

 

Una vez adentro caminé hasta la cama, donde podría encontrar los cabellos de mi padre, aquellas canas que abundantemente cubren su cabeza. No me fue difícil hallarlos, ni tener seguridad de su procedencia y es que don Diego no duerme en la misma habitación que Pamela, y fue por esta misma razón, que al escuchar la voz de la mujer me asusté de sobremanera. Sin pensarlo dos veces me escondí debajo de la cama. No podía dejar que me descubrieran y es que todos saben que no quiero estar allí, por lo que levantaría sospechas de inmediato.

 

-No puedo creer que me sigas obviando en tus decisiones… El conglomerado se está cayendo a pedazos, necesitamos de nuevos inversionistas, los Lancáster quieren ayudarnos… ¿Por qué los rechazaste? ¿Acaso quieres quebrar al igual que tu hermano? –mi madrastra discutía enfurecida, era evidente que venía acompañada de mi padre.

 

-No voy a permitir que esos buitres se aprovechen de nosotros… No estamos pasando por el mejor momento, pero tenemos el poderío suficiente como para salir a flote por nuestros propios medios… No hay mercancías que no salgan por nuestros puertos, quiero ver si se van a negar a pagar un alza en los aranceles…-se justificaba don Diego mientras cerraba la puerta.

 

-Sabes que estás en las miras del gobierno… No querrás que te expropien ¿verdad? El presidente es pariente de los Lancáster y amigo de los Palmer, es obvio que los va a ayudar y no tendrás de otra más que acatar, sino quieres que investiguen de verdad los asesinatos que han ocurrido… ¿Hasta cuándo crees que harán la vista gorda? Mucho dinero tendrás, pero si llega a ocurrir otro accidente, dudo mucho que te sigan ayudando… No seas testarudo, es el momento de hacernos amigos de las otras familias… Hazme caso…- Pamela parecía conocer mucho sobre negocios, algo que jamás me había imaginado, y es que incluso, nunca pensé que don Diego discutiera esos asuntos.

 

Para ser sincero, no me extrañó para nada que él estuviera extorsionando al poder judicial para que no investiguen bien el caso. En este país todo se hace de esa manera, gracias al dinero y las influencias todas las altas cúpulas están conectadas y es muy difícil que no se ayuden.

 

-No me importa eso, yo sé secretos mucho más grandes de este gobierno y no querrán que los revele… Tú solo quédate callada y deja que yo guíe todo como siempre he hecho…- mi padre es demasiado obtuso como para dar su brazo a torcer.

 

-Crees que eres como nuestro padre, pero no… no eres más que un egocéntrico que piensa que todo hace bien… No podrás salir de esta crisis y cuando reacciones, ya será muy tarde…- Pamela había hablado de mi abuelo.

 

-No vuelvas a repetir eso nunca más… Me casé contigo para que cerraras la boca y no hicieras un escándalo… Que apareciera una bastarda hubiera destruido la intachable reputación de mi papá… tendrás parte de la herencia porque eres mi esposa legalmente, pero es con la condición que nunca más oses a pensar si quiera que eres hija de él… ¿entendido? –don Diego se acercó a la mujer y agarrándola del cuello la amenazó, estuvo a punto de estrangularla y es que Pamela respiraba agitada.

 

Tuve que tapar mi boca para no emitir ningún sonido y es aquella revelación me había dejado congelado. Ahora todo parecía mucho más claro, muchas incógnitas se habían despejado. Nunca había comprendido por qué después de la muerte de mi madre, mi papá se había casado tan rápido y con alguien que ni siquiera conocía. Claro, todo había sido parte de un trato para que Pamela no revelara que es en realidad hija ilegítima de mi abuelo Roberto.

 

Esperé a que se marcharan, y es que en realidad me era difícil moverme tras el shock. Al estar de pie miré mi mano y observé el cabello que había tomado de mi padre. No, tenía que estar completamente seguro de todo lo que había escuchado, tenía que estar seguro que Felipe no es hijo de don Diego. Sin embargo, ya todo parecía mucho más radiante para mi futuro.

 

No, era imposible que ellos hubieran intimado sabiendo que son hermanos, es imposible que mi amado sea mi hermano, porque más bien es mi primo, al igual que Camilo. Y ni siquiera eso, porque nuestros padres son medios hermanos, por lo que nuestro parentesco es muy pequeño, no deberían existir razones para que no podamos vivir nuestro amor.

 

Al percatarme de aquello sonreí como hace muchos años no hacía. Todo estaba mucho mejor que antes, el universo por fin estaba obrando a mi favor y ahora era mi deber hacer todo lo que está en mis manos para concretarlo.

 

Ese día no asistí al colegio, fingí estar todavía enfermo, aunque esta vez fue distinto, porque le solicité a una de mis sirvientas que me llevara al doctor. Debía tener una excusa para que mi padre entendiera por qué estaba en una clínica, aunque finalmente no fui para atenderme, sino que para dejar las pruebas al laboratorio. Él sabe dónde estoy en cada momento gracias al GPS que me tiene implantado.

 

-No quiero que digas nada de lo que has visto… ¿entendido? –amenacé a la mujer, antes de darle un poco de dinero.

 

Todo iba perfecto, debía esperar dos semanas para saber los resultados de los exámenes, tanto los que mandé como los que supuestamente había realizado Camilo. Esperaría hasta ese momento para acercarme a Felipe, quería tener pruebas en mis manos para demostrarle que nada nos impide ser felices, por fin.

 

Los días siguientes fueron normales, comencé a asistir al colegio, recibiendo las miradas chismosas de todos, quienes seguían hablando por la muerte de Valentina en la mansión y por mi supuesto romance con Esteban.

 

-Es extraño decir esto, pero te vez feliz…- mencionó Alice un día mientras estábamos en clases.

 

-Sí, ahora sí tengo razones para serlo…- respondí sin decir más y es que no me importa mucho aquella muchacha.

 

-¿Ya no estás enamorado de Felipe? ¿Te gusta Esteban? –insistía la extranjera, como si mi vida amorosa le resultada interesante.

 

-No… sigo enamorado de él…- la observé inquisidor, algo me parecía extraño en su actuar.

 

-Ah, lo que sucede es que… sé algo que quizás tú no…- Alice parecía nerviosa, realmente preocupada por mi reacción.

 

-¿Qué es? ¿Por qué sabes tantas cosas de mi vida? –necesitaba que me dijera lo que sabía, ni siquiera me importaba que estuviéramos en clases.

 

-Felipe… él me dijo la razón por la que no está contigo… Quería decírtelo, pero… no habías venido al colegio…- seguía alterada, tan solo la observaba.

 

-Bueno… me contó lo que sucedió en tu habitación, que te había confesado que en realidad siempre te ha amado, pero… que no pueden estar juntos porque… porque son hermanos… Me confesó que su mamá se había percatado de sus sentimientos por ti cuando eran pequeños, porque siempre estaba a tu lado y te cuidaba… y que por eso le reveló la verdad, que ella era amante de tu padre y que él es su hijo…- reveló lo mismo que había conjeturado Camilo.

 

Dejé de mirarla y sin decir palabra alguna seguí tomando apuntes. No quería continuar con esa plática, no soy como Felipe que es capaz de confesar una verdad tan grande a una desconocida. No me presto para aquel tipo de intimidades. Sentía la mirada de Alice, preocupara o asombrada, sinceramente no me importaba en aquel entonces.

 

Los días siguieron su curso y mi convicción por estar cerca de conseguir mi anhelo se incrementaron jornada tras jornada. Fui al laboratorio de la misma manera que la primera vez e impaciente abrí el sobre que contenía los resultados. Tal como lo sospechaba, don Diego no es el padre biológico de Felipe, aunque en la redacción se especificaba que existía una leve posibilidad que ambos individuos compartieran cierto parentesco lejano.

 

Ya nada me podría detener, tenía en mis manos la llave que abría el cofre de aquel corazón, de aquellos sentimientos que por años han estado aguardando por mí. Tal vez, desde el cielo o lo que haya después de la muerte, mi madre me ayudó y envió a mi vida a aquel muchacho para poder ser finalmente felices. Éste era mi momento, era el tiempo que había esperado una vida entera.

 

Le pedí al chofer que fuera a la mansión con la sirvienta tras dejarme en la entrada del colegio. Había perdido las primeras clases y ahora todos se encontraban en el patio. Corrí alegre, necesitaba encontrar a Felipe para contarle la noticia. Mi corazón latía tanto que podría jurar que estaba a punto de estallar. No podía borrar de mi rostro una sonrisa boba, me sentía igual a cuando era pequeño y corría para abrazar a mi mamá.

 

Llegué frente a su salón, le busqué con la mirada, pero no le encontré. Volteé para contemplar el patio y en ese preciso momento le vi a lo lejos, su figura característica, su cabello revuelto, su gran estatura, no podía confundirle con nadie de este mundo. Le vi mirar fijamente a una muchacha, justo antes de darle un beso. Todo se derrumbó dentro de mí, estaba contemplando como le entregaba su amor a otra persona, a alguien que no le merecía, por creer que nosotros no podemos estar juntos. Había llegado tarde, sus labios ya habían conseguido un nuevo dueño, ahora estaba junto a la persona que jamás imaginé. Felipe estaba besando a Alice Campbell.

 


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