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Infierno por jotaceh

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Capítulo 25: Una oportunidad 

 

Nadie entendía qué es lo que había sucedido, Diego Grimaldi había desaparecido como si se tratara de un fantasma. Pamela había encontrado sangre entre sus sábanas, pero más allá de eso, no había rastros. 

 

El único que tenía alguna pista era yo, que entre mis manos poseía una grabación donde Christopher aseguraba que quería asesinar a mi padre. ¿Eso había ocurrido? ¿Debería contárselo a la policía? 

 

-De lo que podemos estar seguros es que el sujeto está herido, fue un ataque profundo con una navaja, aunque  no debería bastar para que fallezca. Así es que nuestra teoría es que le tienen secuestrado y lo hirieron para poder inmovilizar - el detective Díaz nos reunió a todos en una habitación para informarnos acerca de sus investigaciones. 

 

Nadie en aquel lugar parecía muy afectado por el devenir de quien había sido herido. Pamela trataba de fingir preocupación, aunque todos quienes le conocemos sabíamos que era la más alegre con lo acontecido. Por fin se había deshecho de su tedioso esposo, de aquel hombre castrador que ha intentado opacarla siempre. 

 

Rubén, su único hermano legal, estaba serio como si se hubiera transformado en una estatua. En realidad siempre vivió a la sombra del grandioso Grimaldi, quedándose con las migajas de la herencia y con los reproches de su padre. 

 

Camilo no era la excepción, discriminado y atacado por su orientación sexual, había sufrido en carne propia el dolor que podía producir mi padre. 

 

-En vista de lo ocurrido, creo que lo más conveniente es que me haga cargo de los asuntos familiares - su esposa tomó la palabra, haciendo caso omiso de lo dicho por Miguel. 

 

-Mientras te limites solo a los asuntos familiares, porque los negocios los veré yo, soy el único Grimaldi que se puede hacer cargo - por primera vez veía a mi tío alzar la voz. 

 

-¿Qué? ¿Acaso quieres llevar a la quiebra el grupo Grimaldi ahora? Ya has demostrado con creces lo incompetente que eres, no podemos dejarte a ti a cargo de la gerencia - mi madrastra no tardó en responder. 

 

Como dos hienas competían por la carne sobrante del cadáver. No les importaba si don Diego estaba vivo o no, sólo intentaban sacar provecho de la primera vez que se veían libres de aquella pesadilla. 

 

-Quién puede decidir es el legítimo heredero, en caso que su padre fallezca, todo quedará en manos de Lucas, él deberá elegir quién lo representará hasta cumplir la mayoría de edad - Pamela sabía muy bien el testamento de mi padre. 

 

En ese instante todos me observaron como si con ello lograran presionarme. 

 

-Nadie ha dicho que haya muerto, no saquen conclusiones antes de tiempo. Mientras no encontremos su cuerpo, dejemos que la administración del grupo se haga cargo - no le di favor a ninguno. 

 

Preferí escapar de aquella habitación antes de seguir escuchando los gritos de ambos, quienes no tenían ningún pudor en disputarse los bienes de Diego. 

 

-Nunca pensé que tu familia sería así. En las revistas siempre se mostraban muy unidos - Díaz me siguió en mi camino. 

 

-Cuando tienes dinero contratas a quien sea necesario para aparentar que tu vida es perfecta. Nadie invierte en un desgraciado ni en una familia desunida, es muy peligroso - pronuncié las mismas palabras que mi padre solía decirme. 

 

-¿Qué harás ahora? - el detective estaba preocupado. 

 

-Esperar - fui parco. 

 

-Hay un asesino allá afuera, puede ser que regrese y te ataque - quería advertirme.

 

-No lo hará, solo quería a mi padre - no le miré a los ojos y es que no estaba seguro. 

 

-¿A qué te refieres? ¿Acaso sospechas de quién pudo ser el secuestrador? - Miguel me tomó de hombros para que le mirara. 

 

-¿Tú no? ¿No es obvio? - quería que él mismo entendiera. 

 

-¿Te refieres a Campbell? Tiene motivos, pero no le veo capaz de concretarlo - claro que no atacaría a quien le da de comer. 

 

-Tengo una grabación donde señala que quiere asesinarlo. ¿No es una prueba suficiente? - no estaba seguro de hacerlo. 

 

-¿Qué dices? ¿Y por qué la tienes? - por su mirada sabía que estaba sospechando. 

 

-Porque tenías razón, porque fue Diego quien asesinó a mi madre y quien se ha aprovechado de mí durante todos estos años. Y ahora que había encontrado al amor de mi vida, lo alejó de mí. Tenía que hacer algo y sabía que el único que podía hacerlo, era Christopher - ya no podía dar marcha atrás, había revelado todo. 

 

Miguel quedó estupefacto, incrédulo que en parte, estuviera detrás de la desaparición de Grimaldi. Supongo que imaginaba que no le haría daño a nadie, pero cuando sufres tanto y desde tan pequeño, te das cuenta que debes protegerte. Y eso hice. 

 

-¿El amor de tu vida? ¿Esteban?... Da igual, ¿quieres decir que Christopher está detrás de todo? - insistió, aún incrédulo. 

 

-Quiero decir que es muy extraño que justo después de decirme eso, don Diego haya desaparecido. ¿No crees que es el mayor sospechoso? - ¿acaso quería protegerlo? 

 

-Está bien, pero voy a necesitar que me entregues esa grabación - se puso serio.

 

-¿Para qué? ¿La quieres destruir para encubrir a tu amigo? - me parecía todo sospechoso, no podía solo entregarle mi única prueba. 

 

-Claro que no, independientemente de mi vínculo con él, si descubro que fue Campbell el culpable, lo trataré como cualquier otro delincuente - tenía esa imagen de policía intachable, de un ciudadano honesto. 

 

Tenía la grabadora en mi bolsillo, era tan simple como cogerla y dársela en sus manos, pero algo en mi interior me hacía desconfiar. 

 

-Confía en mí, yo te protegeré - nuevamente repetía eso, y me veía con un brillo especial en los ojos. 

 

¿Puede ser verdad que se haya interesado en mí? ¿O es solo parte de un plan ideado con Christopher? Cabe la posibilidad que haya caído en su trampa, pero de todos modos, algo me hizo confiar. Le entregué la grabación. 

 

-Esto no es prueba fiable de su culpabilidad, pero sí un indicio. Te prometo que llegaré hasta el final de todo esto - sonrió al tener la máquina en sus manos. 

 

Tras ello le vi marcharse. Me quedé en la mansión con una sensación extraña, como si me faltara algo. 

 

Tras tantos años sufriendo las torturas de mi padre, ahora me encontraba libre de sus garras. Se sentía igual a como si por mucho tiempo hubiera llevado una mochila muy pesada en la espalda, una que me impedía correr o saltar, y que de pronto, desapareció. Ahora me sentía más cómodo, pero sin saber qué hacer. ¿Acaso debería comenzar a correr? 

 

Pensaba en eso, encerrado en mi cuarto, cuando escucho que llaman a mi puerta. Al instante vi el rostro de mi primo, quien esta vez parecía un tanto más gentil, había algo de culpa en su mirada. 

 

- ¿Cómo te sientes? - preguntó con un hilo de voz. 

 

-¿Qué es lo que quieres? - después de todo lo ocurrido entre nosotros, no podía esperar nada más de él. 

 

-No me trates así, Lucas. Sé que te he fallado, pero si hice algo fue porque estoy desesperado. Después de la muerte de mi mamá todo ha sido terrible, y no sé qué hacer para salir de este infierno. Pensé que al lado de Felipe podría ser feliz, pero no resultó porque él te ama. Ahora me siento perdido, sin esperanzas. ¿Puedes entenderme? - el muchacho estaba afectado, tanto que comenzó a llorar en medio de su relato. 

 

Claro que podía comprender y es que sus palabras relataron no sólo su historia, sino que también la mía. Todo lo que he vivido después de la muerte de Carolina ha sido una pesadilla. 

 

-¿Te sientes culpable por lo que le sucedió a Felipe? - no le hice caso su llanto y le pregunté.

 

-Sí, mucho - respondió Camilo mientras se secaba las lágrimas. 

 

-De hecho vine a aconsejarte. Ahora que no está Diego, puedes estar con tu amado, ya no hay nada que los separe - luego de buscar separarnos, ahora quería convertirse en nuestra celestina. 

 

-No creo que sea tan fácil - y es que nada lo es en esa familia. 

 

-¿Por qué? Deberías aprovechar esta oportunidad - insistía. 

 

-Mi padre no está muerto, puede regresar en cualquier momento - era la verdad. 

 

-¿Cómo lo sabes? - Camilo estaba serio. 

 

-Porque solo encontraron un poco de sangre en sus sábanas, pero nada más. Debe estar secuestrado como dijo el detective, todavía es capaz de escapar y regresar a la mansión - debía pensar con la cabeza fría. 

 

-Además no le permitiré que vaya hasta Lo Aromo - de pronto apareció la voz de Pamela, asustándonos. 

 

La mujer mostraba el mismo semblante misterioso de siempre, sin expresar nada, como si se encontrara muerta. 

Sin embargo, eran sus palabras las que demostraban el odio que seguramente profesaba hacia mí. 

 

-Ahora tu esposo no puede hacerte nada, eres libre. ¿Por qué no dejas que el resto también lo sea? - Camilo estaba decidido a conseguir lo que se había propuesto. 

 

-Amo a mi hijo y por eso no voy a permitir que solo sea el amante del heredero Grimaldi. Él tiene que ser alguien mucho más importante que eso, y al lado de Lucas no lo conseguirá jamás - eran sus argumentos. 

 

-El dinero no hace la felicidad, sólo basta con vernos. Solo deja que estén juntos - el muchacho insistía. 

 

-Sobre mi cadáver. Ahora Lucas está bajo mi tutela y hará lo que yo le ordene. Le está prohibido salir de esta ciudad, no va a ver nunca más a Felipe. Haré hasta lo imposible por lograrlo. ¿Qué no lo ven? Es por el bien de ambos - pretendía justificarse. 

 

No opiné nada y es que conozco muy bien a esa mujer, la misma que inventó que mi amado era hijo de Diego. No, no solo quería protegerlo de su esposo, sino que no le quería ver a mi lado. Es una mujer ambiciosa y supongo que quiere entablar lazos con otras familias importantes, como la de Valentina en su tiempo. 

 

-¿Acaso no dirás nada? - Camilo me enfrentaba, no podía creer mi pasividad ante el ataque de mi madrastra. 

 

-Váyanse de aquí, solo quiero descansar - mencioné antes de acercarme a la ventana para contemplar el atardecer en la gran ciudad. 

 

Sentí cómo la puerta se cerraba ante el suspiro desanimado de mi primo. De ser mi enemigo ahora quiere ayudarme, aunque es demasiado testarudo como para conseguirlo. 

 

Los días transcurrieron y mi padre no daba señales de vida. La idea de un secuestro aumentaba en medida que no aparecía el supuesto cadáver. Aunque los perpetradores no se colocaban en contacto con la familia para pedir algún tipo de recompensa o dar una amenaza. 

 

Para mí, lo más importante, es que Christopher no podía ser encontrado. Tras entregar mi grabación todas las sospechas giraban entorno a él, y más aún si se estaba escondiendo, al parecer. 

 

La noticia era transmitida por todas las cadenas de televisión y radio, nuevamente el jardín de la mansión se había visto repletado de periodistas sedientos por conseguir alguna premisa. Cámaras y micrófonos estaban instalados a toda hora. Nos habíamos convertido en un zoológico. 

 

Uno de los hombres más importantes del país había desaparecido y todos festinaban con la noticia, todos menos los inversionistas que ante un nuevo escándalo huyeron despavoridos. Vendieron sus acciones del grupo Grimaldi y dejaron en vilo nuestra fortuna. 

 

-Debería hacerme cargo de la gerencia. Solo alguien de la familia es capaz de dar continuidad al grupo - Rubén insistía en su candidatura, en conseguir el sueño de su vida. 

 

-Lucas ya dijo que esperaría hasta que Diego aparezca. Por favor, no te comportes como una hiena, eres desagradable - Pamela tampoco dejaría que eso se volviera realidad. Primero estaban sus intereses. 

 

Los negocios nunca me han interesado, solo la idea de estar lejos de Felipe ocupaba mi mente. Su madre no permitía que le fuera a rescatar, y con el poder legal que ahora tenía sobre mí, tenía cómo impedirlo. ¿Qué debía hacer entonces? ¿Acaso Camilo tenía razón y debía luchar? Tal vez este era el momento para hacerlo. 

 

Medité mucho tiempo esa idea, en cómo escapar de la mansión sin ser detectado e ir hasta ese pueblo desolado. Hasta que finalmente llegué a la conclusión que necesitaba ayuda, que alguien con el poder suficiente podía llevarme hasta él. Por eso, me reuní con Miguel. 

 

-¿Qué es lo que sucede? Vine tan pronto me llamaste, ¿sucedió algo? - el detective ingresó a mi cuarto un tanto agitado, al parecer se había preocupado demás. 

 

-No es nada sobre Diego, disculpa si te alarmé. - intenté calmarlo y es que debía explicarle con serenidad mi situación. 

 

-¿Entonces qué sucede? - me miraba sorprendido, era la primera vez que me comportaba de esa manera. 

 

-Necesito tu ayuda, ¿puedo contar contigo? - le miré detenidamente a los ojos. 

 

-Claro que sí, sólo dime - parecía comprensivo. 

 

Respiré hondo antes de comenzar. 

 

-Ya sabrás que Felipe está recluido en un pueblo muy lejano. Mi padre lo llevó ahí después de saber que ambos tenemos una relación - me detuve allí y es que Miguel se mostraba sorprendido. 

 

-¿No se supone que ese tal Esteban era tu novio? - al parecer el oficial no había averiguado bien mi vida. 

 

-Esa solo ha sido una fachada. La verdad es que siempre he estado enamorado de Felipe, desde que soy un niño - revelé la verdad. 

 

-Ah claro, ahora entiendo todo. Supongo que Pamela no quiere que él regrese y tú esperas que yo te ayude para reencontrarte con tu enamorado, ¿verdad? - había comprendido mi plan. 

 

-Sí no estuviera tan desesperado, no me hubiera atrevido a pedir tu ayuda. Después de todo lo que he vivido, esta es la primera vez en que tengo la posibilidad de ser feliz, de estar al lado de la persona que amo y no puedo dejar que... - pero no pude terminar de hablar. 

 

El detective Díaz, sin decir palabra alguna, se acercó hasta mis labios y me besó. Era como una tempestad, como una energía poderosa que se adhería a mí. Buscaba algo más que mi lengua, algo más que mi calor, estaba desesperado por conseguir mi corazón. 

 

-¿Acaso todavía no puedes entender que estoy enamorado de ti? - susurró tras el beso, mirándome con aquellos ojos duros que ahora estaban repletos de cariño. 

 

 


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