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EL CISNE BLANCO por Big Rabbit

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Notas del capitulo:

ADVERTENCIA: VAMOS A LLORAR

Cuando era pequeño, papá era mi héroe.

Crecí en una familia de clase alta, los Isaka, propietarios de una editorial en crecimiento y otros negocios, con bastante dinero y buenas relaciones con otras familias importantes de Japón... Sí, los Usami y los Onodera.

Mis padres trabajaban muchas horas, pero tenían tiempo para estar conmigo y nunca me faltó cariño. Sin embargo, puede que entre ellos y los sirvientes me hubiesen mimado demasiado.

No tenía muchos amigos ya que me consideraban un niño mimado y repelente, sólo conocía de vista a los niños de las casas vecinas, y como eran más jóvenes, podía molestarlos. La verdad es que me ganaba mi fama.

A los ocho años, mis padres trajeron a una nueva familia a casa. No le di importancia, pensaba que serían otros sirvientes, o unos de tantos conocidos de mi familia... Hasta que me presentaron a su hijo, Asahina Kaoru.

Mis padres pensaron que me iría bien tener un compañero de juegos, en el fondo tenían razón... Pero ese compañero de juegos era demasiado serio, mayor que yo, y se convirtió en mi sirviente personal y en algo parecido a mi pareja... Hasta que se fue.

Cuando tenía unos 11 o 12 años, llegó un nuevo alumno a mi clase. Decía llamarse Usami Haruhiko y ser el hijo mayor del todopoderoso Usami Fuyuhiko.

No entendía por qué no había visto nunca a ese chico, si tenía mi edad y era hijo de los Usami. Yo pensaba que sólo tenía un hijo.

A veces escuchaba lo que hablaban mis padres y los sirvientes cuando creían que no les oía. Pero con 12 años ya me daba cuenta de las cosas. Haruhiko era un hijo bastardo de Usami-sama, había vivido lejos y de forma modesta con su madre, y ésta había muerto hacía poco tiempo, por lo que a Fuyuhiko no le quedó más remedio que hacer los trámites necesarios para que viviese con él en la mansión Usami.

Haruhiko era un niño triste, introvertido, magnífico estudiante pero objeto de burlas por los niños que sabían de su situación.

Me hice su amigo. Después de haber conocido a Kaoru y de hacerme un poco más mayor, veía las cosas de otra forma, y aunque me encantaba molestar a la gente, lo hacía sin mala intención. 

El medio hermano menor de Haruhiko, Akihiko, se trasladó a Japón desde Londres en esos días. Había vivido sus primeros diez años allí, y cuando llegó se encontró con un padre ausente (igual que su madre) y con un medio hermano que, a pesar de ser mayor que él, quería todo lo que él poseía.

Akihiko era un chico muy tierno que pronto se hizo amigo de otro jovencito del vecindario, Kamijou Hiroki, ya conocido entonces por su mal carácter.

Finalmente, el más joven de los hijos de las familias ricas amigas de mis padres, Ritsu o el nanahikari, asistió a otra escuela y no sabíamos mucho sobre él, ya que con 15 años se fue al extranjero.

Pues crecí en ese ambiente. Haruhiko era mi amigo, mi compañero de clases, le tenía aprecio y nuestra relación era tan buena que fui el único -hasta la aparición de Chibi-tan- en llamarle BAAAAAKA!!! a la cara.

Pero mi alma gemela, el único que me comprendía con sólo mirarme, era Kaoru.

Pero volvamos a lo principal... Me he puesto a divagar y he perdido el hilo de mis ideas.

Empecé a trabajar pronto con mi padre, debía tener unos 25 o 26 años. Éste era aún joven para dejar el cargo, pero de un día para otro empezó a hablar de la vejez, de la jubilación,del futuro y de la importancia de dejarme en buena situación.

Cuando me acercaba a los 30 años, entre él y mamá me prepararon varias encerronas, o mejor dicho, encuentros con mujeres que consideraban adecuadas para contraer matrimonio con el heredero de la prestigiosa familia Isaka.

¿Y yo no cuento? ¿Por ser rico no se me da la oportunidad de encontrar a alguien que me ame por mí mismo, y viceversa?

Eso les dije a mis padres, miles de veces, y terminaban haciendo caso omiso y concertando otra reunión.

Hasta que un día, mis padres aceptaron sin rechistar. No pensaba casarme, y si algún día lo hacía escogería yo mismo a mi futura esposa.

Aunque a veces pienso... Si alguien podría amarme realmente.

######

Mi padre me había citado en la residencia familiar. Entre unas cosas y otras, hacía mucho que no pasaba por allí. El inesperado ascenso a presidente de Marukawa y todo el trabajo que ello conlleva, los preparativos de la mudanza y mis aficiones secretas... Hacían que mi tiempo se viese muy reducido.

Me recibió bastante desmejorado. Sí que era cierto que apenas iba por la editorial y últimamente dejaba casi todos los asuntos en mis manos. Cuando llamaba por teléfono solía hablar más con mi madre, sonaba bastante animada, pero mi padre hablaba poco.

Su vida social también bajó de intensidad. Apenas salían de casa, y cuando lo hacían era para volver enseguida, sin aceptar fotos ni entrevistas.

Sospeché algo raro. No quería preguntar directamente, pero la mejor manera de averiguarlo era acudir a la dichosa cita.

Me recibió en su habitación. Mi madre, extrañamente, había salido. Mi padre estaba recostado en la cama, en bata, el rostro pálido y aparentando veinte años más de los que tenía, y parecía prepararse para decirme algo importante.

-Ryuichiro... Hijo mío, estoy enfermo. -Me quedé en shock al oír eso. 
-¿Qué te ocurre, papá? 
-Llevo unos años arrastrándolo. Empezó como un simple cáncer de vejiga... No quisimos decirte nada y que te centrases en tu trabajo. ¿Recuerdas cuando te dejé tanto tiempo como presidente en funciones? Era porque me estaba tratando. Pero no dio resultado, o no el que esperábamos. 
-¿Qué quieres decir con eso? 
-Al principio, estuve bien. Fui a Marukawa, recuérdalo, también fue cuando te atosigábamos con el asunto del matrimonio. Pero cuando llevaba más de un año aparentemente sano, volví a sentirme mal. Entonces te nombré presidente, y volví a mi casa... A morir en paz. 
-¿Morir? ¡No digas esas cosas...! -La mirada de Isaka-sama lo decía todo. 
-El cáncer se ha reproducido. Estoy desahuciado... Pero aún hay algo que quiero que hagas.
-Lo que sea, papá, lo que haga falta... -Ryu estaba en shock. Y nunca se esperaría lo que su padre le diría a continuación. 
-Eres mi único hijo, y mi mayor orgullo. Y en mi afán de protegerte y de asegurarte una buena vida, no he hecho las cosas bien. 
-¿Qué dices, papá? No entiendo donde quieres llegar con esto. 
-No eres feliz, hijo. Y es mi culpa. Por eso, me gustaría pedirte algo... 
-Papá, me estás asustando... Dime lo que sea. 
-Busca a Kaoru...

Notas finales:

CONTINUARÁ... 


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