Kaoru se dirigió hacia su móvil, dispuesto a contestar la inoportuna llamada. Ryuichiro comprendió que no podía ser bueno, y que tenía razón en su presentimiento de la noche anterior: su estancia en aquella casa no podría durar mucho más...
-Dígame.
-Kaoru, hijo, suerte que te encuentro. ¿No estará Ryuichiro contigo?
-Sí, está conmigo... pero, mamá, ¿qué haces en la residencia Isaka?
-Acompañar a la señora e intentar localizaros, pareja de... Bueno, no hay tiempo para tonterías. Tenéis que venir YA MISMO. Es el señor... -Se hizo silencio, un silencio que Kaoru entendió enseguida. Sólo preguntó una cosa, antes de colgar el teléfono.
-¿Cuánto tiempo?
-Poco.
No especificó, pero no hacía falta. La luna de miel, el reencuentro entre los dos amantes, había terminado. Recogieron sus cosas y subieron al coche en silencio, sin hablar en todo el trayecto. Había empezado a llover, como un anticipo de lo que ocurriría...
Fueron directamente a la residencia Isaka, sin pasar por sus respectivos pisos. El invierno ya había llegado, faltaba poco para Navidad, pero estaba claro que aquel año no habría celebración, y posiblemente los próximos años fueran diferentes.
El señor Isaka había empeorado subitamentew. Posiblemente por el frío, o porque sus días estaban contados. Había estado unos días sin poder levantarse de la cama, y cuando la señora Isaka llamó al doctor, éste le dijo lo que ya suponía: debía esperar...
El matrimonio Asahina se trasladó enseguida a la residencia Isaka. La señora debía estar pendiente de su marido, no podía atender la casa ni hacer otras cosas más importantes, como localizar a su propio hijo.
Sabía que Ryuichiro se había ido a un viaje de negocios para cerrar unos asuntos antes de las fiestas, así que prefirió esperar a su llegada. Pero, a medida que pasaban los días y éste no llegaba, empezó a inquietarse. Entonces, la señora Asahina se ofreció a intentar localizar al escurridizo Ryu.
Llamó varias veces a su móvil, encontrándolo apagado o sin señal. Lo intentó una última vez, dio señal... pero nadie contestó. Y entonces se le ocurrió...
¿Pero cómo no se me ocurrió antes?
Llamó a su hijo, Kaoru...
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Habían llegado los viajeros. No hubo gran recibimiento, sólo la tristeza ante lo inevitable y un gran alivio de que tanto Ryu como Kaoru estuvieran presentes en la casa.
-Me alegro de que hayáis llegado bien. No preguntaré donde estábais, es asunto vuestro. Lo importante es que estáis aquí...
Nada más entrar, Ryuichiro se dirigió sin hacer ruido a la habitación principal. Llamó a la puerta suavemente y salió la señora Isaka, pálida, ojerosa y envejecida, pero visiblemente aliviada por ver a su hijo. Se abrazaron unos segundos antes de hablar.
-Mamá, ¿puedo pasar?
-Hijo, me alegro de verte. Tu padre lleva todo el día de ayer diciendo que quiere veros... A ti y a Kaoru. ¿Ha venido también, no? -La señora Isaka no era tonta, y menos en lo referente a su hijo, y aunque no se lo hubieran dicho directamente, sabía que su hijo y Kaoru habían pasado los últimos días juntos.
-Sí, está con sus padres.
-Dile que venga. Quiere veros a los dos...
Ryuichiro había comprendido muchas cosas en muy poco tiempo. La vida es más corta de lo que parece a simple vista, y su padre, al tener los días contados, sólo estaba intentando arreglar sus errores... Las vacaciones con Kaoru sólo habían servido para hacer el amor, quedaban muchas cosas por arreglar y el futuro de ambos no estaba del todo claro, pero habría tiempo para eso. Ahora lo que debía hacer era ir a buscar a su amado y arreglar las cosas con el señor Isaka...
Estaba consciente, daba la impresión de que se mantenía vivo por la esperanza de ver a sus hijos por última vez. El señor Isaka estaba acostado en la gran cama de matrimonio de su habitación, y fue el primero en hablar.
-Ryuichiro, Kaoru, hijos míos... Qué bien... Qué hayáis venido.
-Papá, tranquilo. No hagas esfuerzos.
-Estoy... Muy contento... De veros juntos.
-Lo sabemos, Danna-sama.
-Lo hice muy mal... Pero aún tengo la esperanza...
-Papá, no te esfuerces más. Lo sabemos. -Kaoru cogió la mano de Ryuichiro mientras éste hablaba.
-Os habéis vuelto a encontrar... Espero que... Seáis... Felices...
Esas fueron las últimas palabras del señor Isaka. Siguió vivo durante unas horas más, pero ya no volvió a pronunciar sonido alguno, ni siquiera abrió los ojos.
La muerte se lo llevó despacio, sin dolor, y habiendo cumplido sus asuntos en la tierra.
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EPÍLOGO: Un año y unos meses después...
Hola, papá.
Ya ha pasado más de un año desde que te fuiste. Ha empezado la primavera y hoy vamos a ver las flores de cerezo.
En estos meses, la vida ha empezado de nuevo. Los Asahina han vuelto a su piso, y mamá se ha alquilado uno cerca de ellos. Ha empezado a tomar clases de dibujo y dice que quiere irse de crucero. De momento, no venderemos la casa principal.
Kaoru y yo conseguimos arreglar todas nuestras diferencias. Las vacaciones fueron perfectas, pero la vida diaria y la convivencia es otro asunto. Hubo peleas, discusiones... En fin. Pero también mucho amor. Buscamos una casa para los dos y tuvimos que acostumbrarnos de nuevo a ser pareja, además de jefe y secretario.
Estamos bien ahora, pero no descartamos hacer un viaje por el mundo los dos solos y casarnos en algún lado... No estaría mal.
En Marukawa las cosas van muy bien. Tenemos un par de secciones en el TOP 1 en ventas, y nuestros trabajadores están contentos y satisfechos.
Y respecto a la residencia Isaka, algún día volveremos. El año que viene iniciaremos los trámites para la adopción. Me gustaría una niña, pero estaré bien con un niño también. Kaoru dice que le da igual, que lo va a querer igual. Mamá y los padres de Asahina llevan unos meses diciendo que quieren nietos... Necesitarán espacio para correr.
A todos nos gustaría que estuvieras aquí... Pero desde algún sitio nos estarás viendo, y esperamos que te sientas orgulloso...
FIN