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Amantes Infernales por SeaNymph

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Notas del capitulo:

Gracias por tan lindos comentarios TTwTT Me inspiraron un montón a continuar esta historia, que disfruten el capítulo.

Esperó durante algunos minutos, sus inquietas piernas no dejaban de delatar los nervios que mantenía sal saber de su encuentro con aquel bailarín tan ostentoso y de rostro tan delicado. Jamás había sentido tal conexión con una persona y mucho menos en tales circunstancias. Asumió que Claude habría dejado el lugar o que incluso se habría ido hasta otro club para adquirir algún “servicio”, ese hombre siempre había sido pasional en demasía, cosa que a Sebastián hacía fantasear muy seguido con el oji dorado.

Al estar metido en sus pensamientos, cosa que le sucedía con frecuencia, no se percató de cómo el joven bailarín se asomaba por entre la puerta para verle un poco más de cerca. Sus pensamientos eran difusos, todos quienes le habían contratado para un privado antes eran hombres de aspecto ostentoso, reconocidos en Tokio e incluso extranjeros, pero este no era el caso. Sebastián lucía como cualquier joven de alrededor de 21 años; lo que le llamó la atención de inmediato fue aquel par de ojos rojos carmesí con pupilas pequeñas y pestañas rojas como la ceniza. Una mirada tan afilada que hizo que el cuerpo de Ciel tuviera un espasmo, ¿Sería con ese hombre quién pasaría la noche? Estaba emocionado, hacía mucho tiempo que un cliente le habría causado tanta curiosidad; estaba cansado de aquellos hombres que sólo querían sentirse poderosos al poseerlo, de todos aquellos millonarios que iban a verle sólo para tratarle como una perra y sentirse tan hombres como quisieran, era una rutina deliciosa de romper. Sonrió con malicia, incluso con lujuria al verle sentado tan seriamente, hasta se podría decir que con una mirada tímida dirigida al suelo, aquel azabache había despertado más que deseo en el joven de ojos azules.

—Buenas noches señor—

Dijo Ciel entrando a la habitación lentamente y cerrando a su vez la puerta detrás de sí. Sebastián sintió un cosquilleo recorrer la parte trasera de su cuello, la voz de Ciel entró en sus oídos como una extraña melodía que le impulsaba a verle. Era él, aquel chico que había bailado para él hacía unos momentos, aquel chico tan inalcanzable ahora estaba frente a él.

—Llámame Sebastián—

Ambos se quedaron callados por un momento, Ciel aún llevaba puesto aquel vulgar atuendo con el que bailaba, sólo que ahora ya no traía tacones estileto si no un par de botas altas con un pequeño tacón. Sebastián le miró de arriba abajo deteniéndose en algunos lugares que será mejor no mencionar, cercanos a su entrepierna. Ciel avanzó hacia el mayor de nuevo con aquella juguetona sonrisa, Sebastián se mantenía algo serio pero perplejo por aquella visión que tenía del chico peli azul, al Ciel detenerse estaba con su abdomen casi acariciando la piel de Sebastián.

—¿En qué te puedo servir, Sebastián?—

Sabía cómo utilizar sus dotes de seducción, sabía cómo derretir a sus clientes en menos de un par de movimientos de cadera, pero Sebastián no era uno de sus habituales clientes. El mayor se puso de pie notando lo mucho que le llevaba en altura a Ciel, se agachó un poco y tomándole de la barbilla suavemente le besó. Al juntar sus labios con los del menor sintió un escalofrío que bajaba por su espalda, nunca tomaba la iniciativa al besar a alguien, ni siquiera ante sus parejas pasadas lo habría hecho. Ahora tenía a Ciel de la barbilla disfrutando de la textura de sus labios, del ligero sabor a alcohol que aún mantenía en la boca.

Ciel apenas oponía resistencia, estaba mesmerizado por aquella sensación. Los labios de aquel hombre eran suaves y cálidos, mientras los suyos se mantenían fríos la mayor parte del tiempo. Intentó darle un poco de acción al beso, el menor se sostuvo del cuello de Sebastián para inclinarlo ligeramente hacia la cama, a lo que este no dudó en responder.

En poco tiempo ambos se encontrarían recostados en aquel gran colchón en medio de un beso apasionado que sólo podrían llevar los dos. Sus lenguas se encontraban constantemente en una lucha por tener el control. Estando Sebastián debajo del pequeño podía controlarlo fácilmente como sabía hacerlo. Acariciaba la piel expuesta de sus caderas haciéndole moverse sobre él a un ritmo lento y sensual que sólo manejaba el menor, su piel era suave al tacto y su tono tan blanco parecía estar acariciando una perfecta pieza de mármol. Sebastián movía sus manos con entusiasmo por la espalda y nalgas del chico deseando que estas últimas no estuvieran cubiertas por aquel short de cuero que le impedía sentir la piel prohibida de aquel escort.

Ciel comenzó a desabotonar la camisa que traía puesto el azabache botón por botón con sus manos, se sentía algo nervioso, cosa que le extrañó desde el primer momento, pero suponía que sería algo normal por ser el primer cliente de la noche. Siguió con su trabajo hasta retirar la camisa del oji rubí. Quedó extasiado por el gran cuerpo que tenía el otro, abdominales trabajados y piel suave y caliente que rozaba con la suya en un baile de sensualidad y control.

Ambos respiraban de forma pesada y apenas se veían a los ojos, se concentraban en el deseo que se provocaban uno al otro, en el  sonido que producían sus labios al juntarse y separarse, sus manos al acariciarse y sus bocas al suspirar por los roces que sus piernas producían a las partes más ocultas de cada uno. No tardaron en deshacerse de sus respectivas prendas inferiores, Ciel se veía realmente sensual con aquella prenda de color blanco que se perdía con el color de su piel y Sebastián endemoniadamente sexy con un bóxer de color negro que contrastaba con su piel, ambos se saboreaban intensamente mientras que Ciel comenzaba a bajar por el cuello de Sebastián usando sus labios, le gustaba tener el control de sus clientes.

—Ciel… Lo haces muy bien—

Sebastián suspiraba pesado mientras que Ciel bajaba lentamente por su piel, disfrutaba de la sensación de la cálida lengua del menor rozando contra su abdomen cómo saboreando su piel. El chico no tardó en llegar hasta su entrepierna la cual se alzaba orgullosa en forma de una prominente erección causada por los encantos de Ciel, rápidamente este liberó el miembro del mayor admirando su tamaño, deseando tocarlo, deseando tenerlo para él.

—Parece que te sientes bien Sebastián, intentaré hacerte sentir mejor—

Dijo antes de meter aquel miembro en su boca, lamiéndolo con intensidad y envolviéndolo con su lengua hábilmente mientras que Sebastián sólo soltaba gemidos graves y ahogados. Ninguno de los dos tenía el control, mientras que Ciel permanecía arriba Sebastián guiaba el ritmo del fellatio con su mano entremezclando sus dedos con los azulados cabellos del menor, se sentía en el cielo con la suave boca de Ciel haciendo tan buen trabajo con su miembro que sentía cada vez más ansioso de tener algo más que sólo aquello.

Al sentir pequeños espasmos en su cadera se levantó lo suficiente para cambiar de lugares con el peli azul, dejándolo debajo de su cuerpo y agarrando sus muñecas con las manos, lo veía tan tierno y al mismo tiempo tan juguetón que no pudo evitar dirigir sus labios a su cuello sin dudarlo y devorar la cavidad entre sus hombros y su cuello haciendo que Ciel  soltara un sonoro gemido, comenzaba a desear al azabache cada vez más. Tras un rato largo de jugueteo Ciel sentía la necesidad de estar con aquel chico, de convertir aquella noche de pasión en el cumplimiento de sus deseos, en satisfacer a su cliente como nunca antes e incluso, en no cobrarle.

—Hazme tuyo… Sebastián—

Le dijo en un gemido ahogado mientras que Sebastián continuaba masturbándole con su mano rápidamente haciendo que el menor soltara gemido tras gemido, sentía como aquellas grandes y cálidas manos envolvían su miembro apretándolo hasta hacerle pedir más.

—Aún no… Si lo hago, tendrás que darme algo a cambio—

Aumentó la velocidad de su mano, tenía al chico debajo suyo con las piernas abiertas vulgarmente, sabía que a aquel chico no le avergonzaría comportarse de esa manera y a Michaelis no le importaría tampoco aquella vista, disfrutaba de ver cada parte de su oji azul amante.

El comentario de Sebastián hizo que Ciel frenara en seco sus pensamientos, aquel era su cliente, no al revés, pero le agradó el juego. Sonrió.

—¿Qué será?... Ahhh—

Gimió con fuerza al sentir como uno de los dedos de Sebastián se aventuraba cerca de su entrada, apretó las sábanas con sus manos mientras que le acariciaba aquella zona tan sensible, mientras tanto Sebastián tomaba el cojín de lubricante de la mesa de noche y lo esparcía en sus dedos.

—Tendrás que dejarme conocerte—

Dijo al oído del chico, parecería algo sensual, pero era algo que Ciel se habría prohibido hacía mucho tiempo. Frunció el seño ante el silencio del menor e introdujo un dedo en su interior lentamente, lo cual rompió el silencio con un gemido agudo del chico.

—¿Trato?—

Dijo mientras movía su segundo dedo dentro del chico, este intentaba taparse la boca y no pensar en aquel trato, mordía el dorso de su mano para ahogar sus gemidos, cosa que no lograba de ninguna manera, lo deseaba demasiado, estaba cegado por aquel tacto, por aquel hombre tan extraño que le había seducido esta vez él en vez de Ciel.

—S-sí… Trato—

Dijo sin pensar, sin razonar, sin siquiera saberlo aceptó aquel trato. Sebastián se puso en posición para penetrar al chico previamente dilatado, ambos soltaron un sonoro gemido al sentir como se fundían en uno sólo. Sus caderas se movían a un ritmo acelerado que hacía crujir la madera de la cama y desordenar todas las sábanas, ambos eran dos amantes encerrados en el cuerpo del otro sin otra salida si no tener el mejor sexo de sus vidas. Ciel sólo podía gemir y enterrar sus uñas en la espalda del azabache y este obedecer a las peticiones del menor moviéndose con más intensidad hasta que ambos llegasen al orgasmo; Sebastián dentro de Ciel y este último entre sus cuerpos.

Cayeron rendidos en la cama con la respiración agitada y los cuerpos cansados, no dijeron palabra en un par de minutos hasta que sus miradas se encontraron de nuevo.

—Vas a ser mío…—

Dijo Sebastián por lo bajo mientras veía a Ciel vestirse en el borde de la cama, seguro tendría otro baile en poco tiempo.

—Sobre el trato… No creas que dejaré que te metas mucho en mi vida—

Decía Ciel terminando de vestirse, estaba desconfiado de aquel hombre… Pero por alguna razón al hablarse se le aceleraba el corazón.

—Lo aceptaste, ahora tendremos que tener una cita—

—¡¿QUÉ?!—

—Mañana a las 8 en el estacionamiento, vendré por ti—

Sebastián luego de decir eso no hizo caso a la negación de Ciel, sólo se vistió frente a él. Sabía que se tomaba el tiempo de mirarle de reojo.

—Mañana actúo… No puedo—

Dijo Ciel, cosa que hizo a Sebastián sonreír.

—Pagaré dos veces tu tarifa—

Antes de retirarse de la habitación Sebastián besó los labios de su zafiro de nuevo, dejándole con un tono rosado en sus mejillas además de colocar en la mesa de noche un pedazo de papel con su número celular.

—Llámame mañana para pasar por ti—

Le susurró y salió de la habitación, Ciel quedó en shock al analizar todo lo que había sucedido en un par de horas, había agendado una cita con un cliente, había roto su primera regla, no sabía en lo que se había metido.

Notas finales:

Gracias por llegar hasta el final, espero que les haya gustado el segundo capítulo y merezca algo de amor en los comentarios, los amo.

Besitos.


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