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The time was not enough. por NirahGasai

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Notas del capitulo:

Hello!

Lamento la tardanza pero el colegio me tiene muy apretada, hubo cierre trimestre, exámenes, trabajos prácticos, libros que leer y mi constante problema de no decaer en la depresión que me dificultó seguir escribiendo. Pero no se preocupen, no tardaré más, o al menos trataré.

Espero que les guste y muchas gracias a quienes comentan, si no fueran por ellos no se que haría.

 

Chapter V. The cave.

                                                             Capítulo V. La cueva.

 

Metí mi lengua en su boca jugando con la suya propia. Lo sostuve por la nuca. Sus manos se apoyaron en mi pecho haciendo presión tratando de alejarse. En un intento me mordió la lengua sintiendo como una corriente de dolor surcaba por mi cuerpo obligándolo a soltarlo. Se alejó lo más que pudo de mi con clara señal de miedo y odio, al ver su rostro me sentí la peor persona. Vi miedo, repulsión, confusión, odio y muchas otras cosas más que no pude descifrar.

— Vegeta yo… — una esfera de energía pasó por al lado de la cabeza del guerrero que, si no la hubiera esquivado le hubiera dejado sin un solo cabello.

La energía chocó contra la pared de roca haciendo temblar el lugar cayéndose algunas piedras. Los ojos del hombre se desorbitaron cuando todo a su alrededor se transformó y el príncipe creció pareciendo el Vegeta que él conocía, pero sin dejar de mirarlo de la misma manera.

— ¡No me interesan tus disculpas! ¡¿Quién te crees que eres para hacer eso?! ¡¿Acaso pensaste que me iba a quedar ahí sin hacer nada?! — preguntó iracundo apuntando con la palma de su mano el cuerpo estático del mayor, amenazando con volver a disparar.

— No… Yo solo-- — fue interrumpido por otra esfera que ésta vez tuvo que esquivar y con eso todo volvió a la normalidad, dejando más que confundido al guerrero.

— Me importan una mierda las escusas que me dirás… Eres una basura y un monstruo. ¿Qué carajos pasó por tu mente para besarme? — esa pregunta dejó mudo al hombre de largos cabellos, haciéndolo bajar la cabeza curvando su espalda. Enfurecido, el príncipe caminó hasta topar con él y de una patada en el mentón lo acostó apoyando un pie en su pecho y abrazando con su mano el cuello del mismo, se acercó a su rostro susurrando con repulsión. — No te arranco el corazón ahora mismo porque me eres útil… — golpeó la cabeza del mayor contra el suelo dejándolo allí saliendo de la cueva.

Goku, sobándose la mandíbula reincorporándose quedando sentado, suspiró fuertemente observando con la mirada decaída el fuego de la pequeña fogata que comenzaba a consumirse. Se quedó en su lugar unos minutos pensando en lo que había ocurrido. ¿Qué había sido eso? ¿Por qué había visto a Vegeta de adulto? “Un recuerdo”, resonó por su mente la voz de la inconsciencia. Un escalofrío sacudió su cuerpo negando con la cabeza. Se levantó limpiándose el polvo, el odio inició una carrera por todo sus sistemas carcomiendo cada rincón de ellos hasta que su cuerpo se inundó de un odio profundo consigo mismo. Desquitándose golpeó con verdadera fuerza la pared rocosa haciendo que se resquebrajara soltando piedras de diferentes tamaños a su alrededor, dos de ellas de tamaño similar al suyo cayeron muy cerca de la entrada de la cueva. El guerrero miró con el ceño fruncido el lugar, hasta que una corriente de aire caliente lo acarició abriéndoles los ojos con sorpresa. Giró su cabeza hacia la fuente del calor divisando así un hueco entre las rocas anteriormente destruidas. Se acercó con extrema curiosidad sintiendo cada vez más el calor que escapaba de ese lugar. Como si del otro lado hubiese un tesoro buscado por siglos, Goku comenzó a retirar con fuerza y velocidad las rocas y piedras haciendo más grande el hueco, terminando su labor cuando la abertura era lo suficientemente grande para que él pasara. Y así lo hizo, pasó y el calor del lugar lo abrazó reconfortando su helado cuerpo. Sus pies desnudos tocaron la tibia arena del suelo, haciéndole cosquillas. Examinó alrededor, escuchaba el sonido de agua fluyendo y sin pensarlo mucho más se encaminó a la fuente del sonido.

Caminó muy poco encontrándose con un río subterráneo y con diferentes bocas de cuevas. Curioso, tocó el agua. Estaba tibia, era tan cristalina que podía ver el fondo de ella que brillaba por poseer piedras creciendo en el agua y se pulían por causa de la misma, dándole un brillante ver. Se emocionó como un niño al encontrar ese maravilloso lugar. La luz de las piedras se dispersaba por la cristalina agua reflejando en las paredes de la cueva dándole un tranquilo ambiente. Pero toda esa paz y tranquilidad se le arrebataron cuando un rayo de recuerdos traspasó sus ojos recordándole que el príncipe había salido. Alarmado, corrió hasta la salida de la cueva quedándose allí. Su cabeza empezó a maquinar alguna idea para no perder ese descubrimiento. ¡Eureka! Dejar una bola de energía que pudiera sentir a la lejanía con claridad. La creó, una pequeña esfera azul blanquecina levitaba. La movió hasta el centro dando luz y calor, sonrió por su invento y voló a la dirección en donde sintió por ultima vez la energía del príncipe.

 

                                                                     #*#*#

 

Volaba con un enredo en su mente, tanto sus cabellos oscuros como los pelos marrones de su cola tenían escarchas en diversos lugares congelándolos. Volaba intentando encontrar la nave y poder irse de ese maldito lugar. Su cabeza carburaba a mil por minuto, lo sucedido hace unos instantes lo dejo patidifuso. ¿Por qué razón el guerrero de larga cabellera lo besó? ¿Y de esa manera? Tal vez si lo hubiera dejado hablar lo entendería, más su orgullo se interpuso y escapó sin comprender la razón. Sin querer saberla. El frío cada vez se intensificaba más, obligándolo a abrazarse con sus brazos el cuerpo. El odio recorría su joven ser. Una nube azul oscuro se asomaba por el horizonte velozmente llevando consigo oscuridad, viento y frío. Intentó seguir el ritmo, pero su cuerpo no podía por su baja temperatura. A lo lejos divisó un hueco, donde en el centro había una esfera grisease con el centro rojo. Aterrizó con violencia al frío suelo, su cuerpo temblaba dificultándole reincorporarse en sus piernas.

No sentía sus dedos cubiertos por sus guantes blancos. Sus piernas temblaban en un vago afán de mantener su peso corporal en ellas. Su mandíbula tiritaba haciendo sonar sus dientes al chocar unos con otros. Con dificultad se arrodilló apoyando sus manos en el frío césped mirando con ojos agotados su vía de escape de ese gélido planeta. Sacó su lengua tibia mojando sus fríos y pálidos labios devolviéndole la humedad que necesitaba, al tocarlos ese músculo se contrajo y toda la saliva que llevaba consigo se evaporó con el frío del ambiente. Gruñó en respuesta, su cuerpo no podía moverse. Se maldijo una y otra vez negando con la cabeza. No podía morir así, él un príncipe poderoso y orgulloso acabado por un simple temporal. Su sistema nervioso pidió con todas sus fuerzas un descanso, y su cuerpo lo ordenó haciendo que cayera al frío suelo quedando dormido. A tan solo unos pocos metros del hueco de la nave.

 

                                                                  #*#*#

 

Sentía su energía débil, casi diminuta e invisible lo que le dificultaba localizarlo. Había salido con el torso desnudo, sin botas ni guantes. Su cuerpo pedía calor urgente. Comenzó a tiritar cuando la oscura nube del cielo arremetió con una tormenta de nieve que caía violenta contra la superficie que, indefensa no le quedaba otra que soportarla. Voló lo más rápido que su cuerpo le daba, de un momento a otro la débil energía que percibía se esfumó. Aterrado, Goku aumentó su poder recordando la último vez que lo sintió. Se reprochaba a si mismo en el trayecto. Su estupidez le podría cobrar muy caro, hasta llegar a cambiar el curso de la historia tal y como la conocía. La tormenta lo alcanzó y la nieve caía en su espalda y cabellos. Sus cabellos se mantenían en movimiento a duras penas, escharchas se hacían e inmovilizaba los mechones, su cola se anudó a su cintura como si un miedo irracional se apoderara de ella dándole a creer que sería arrancada de su portador.

El frío, el miedo, el error, la situación, todo estaba en contra del hombre de alborotados cabellos. Maldijo el día en que aceptó la propuesta de esa bruja, él y su ciega confianza.

Su cuerpo no daba más, quería descansar en un lugar cálido y rodeado de sus amistades y familias. Quedándose sin esfuerzo, aterrizó en un claro que comenzaba a cubrirse de un manto blanco. Sus pies tocaron la firmeza del suelo, el ardor que sentían sus pies era tal que el dolor iniciaba una carrera por los tendones de sus piernas queriendo finalizar en su cerebro. Se abrazaba para conseguir calor, inútil por culpa del gélido viento que se colaba entre sus huesos. Caminó tembloroso mirando hacia todas direcciones con un halo de esperanza.

Se sentía impotente, por su gran error el transcurso del tiempo cambiaría drásticamente. Sus lagrimales comenzaban a actuar y su vista se volvía borrosa por las gotas cristalinas saladas.

— Vegeta… Por favor… — el frío no le dejaba hablar con claridad y el delirio comenzaba a ganar territorio en su adolorida cabeza. — Lamento… Lo… Que te hice… Yo no… — su voz sonaba temblorosa. Un pequeño surco de agua salada recorría sus frías mejillas. — Tuve que irme por… Perdón… Perdón por violarte… Yo no… — su voz se detuvo al lograr ver un cuerpo azul cubierto por un ligero manto blanco. Sonrió lleno de felicidad y alivio, y con todo lo que sus piernas pudieron darle, corrió cayéndose de rodillas al lado del cuerpo. Sus lágrimas amargas se convirtieron en dulces y como si fuera un hechizo, toda su energía volvió y abrazó con potencia el helado cuerpo del príncipe. — ¡Vegeta! Creí que habías muerto… — la felicidad le duró poco ya que la energía del menor descendía a cada segundo. La seriedad cayó en su rostro, con dificultad abrazó por las piernas y espalda al menor juntándolo con su cuerpo.

Un impulso involuntario del sistema nervioso del príncipe actuó acurrucándose hundiendo su cabeza en el pecho descubierto del mismo. La cola marrón se ató al brazo derecho de Goku, haciendo presión. El mayor cruzó su brazo por toda la espalda sosteniendo su cabeza con la mano cubriéndolo de la tempestad. Con su mano libre lo agarró del muslo, las piernas del menor quedaron colgando a los costados de su cintura. El viento frío atacó a los Saiyajins y la tormenta cubrió por completo el claro. La clara nieve caía ambiciosa al terreno queriendo llenar todo a su paso. El menor sonrió costoso elevándose para irse a la cueva lo antes posible.

 

                                                                       #*#*#

 

El sonido de agua pasar lo despertó, abrió los ojos sintiendo el cálido suelo abrazarlo. Estaba oscuro, una pequeña luz naranja iluminaba el lugar, se sentó observando que se encontraba en una cueva, más específicamente en un hueco en la tierra color ceniza. Tocó con sus desnudos dedos la arenilla a su alrededor, estaba caliente. Respiró hondo acomodándose esos mechones salvajes que se atrevieron a caer en su frente. Miró a su alrededor buscando con la mirada al guerrero de rojizo pelaje, encontrándolo parado viendo el río que pasaba y frente suya estaba la fogata cocinando un pedazo de carne. Sus oídos captaron un sonido crujiente y su olfato el olor a carne rostizada. Quiso levantarse pero sus piernas no respondieron. Estaba agotado y su cuerpo necesitaba descansar.

El hombre de mayor edad se volteó al escuchar el sutil movimiento del príncipe al tratar de reincorporarse. Estaba comiendo lo que parecía ser una pata de algún pequeño animal. Hizo una mueca, muy parecida a una de sus sonrisas, al ver al joven despierto, había pasado una hora desde que llegaron y dejado al menor en un hueco improvisado para que su helado cuerpo se calentara con el calor que la tierra gris emanaba.

Cuando lo dejó dormir allí escuchó el ruido de un diminuto animal detrás suya, sin pensar en nada se acercó al mamífero que lo miraba con curiosidad, lo tomó con rapidez con sus manos y estrangulo su cuello con su mano derecha matándolo al instante. El guerrero sacudió la cabeza observando el cadáver del animal en sus manos con pena, no recordaba tener nada en sus manos congeladas. Suspiró levantando los hombros y buscó algo para poder hacer una fogata y cocinar al animal, salió de la cueva ingresando a la salida de ella donde había quedado su antigua fogata y usó las ramas esas para volver a hacerla. Al llegar con todo y comenzar a preparar la fogata se encontró con otro par de criaturas muy parecidas a la que había matado momentos atrás rodeando el cadáver en el suelo, se sintió culpable al imaginar que esas eran las crías y él las había dejado sin madre. Cuando se aproximó a ellas el olor a sangre se filtró por sus narices, y de un momento a otro su culpabilidad se esfumó y una sensación de hambruna se apoderó de su ser, la mirada que sus ojos amarillos brillantes por la luz de las piedras mostraban era de total seriedad y concentración, se arrodilló quedando frente a frente con las pequeñas criaturas que se interpusieron delante de su madre. Él sonrió, mostrando sus blancos y afilados dientes. Algo dentro de él cambió, como si una fuerza dentro suyo que fue aprisionada por años se liberase y se apoderase de su cuerpo y mente. Como un destello, uno de los animales acabó en su boca siendo destruida su cabeza por los dientes del Saiyajin mientras su cuerpo era desgarrado por las garras que poseía. Rápidamente se tragó al cachorro manchando sus manos, boca y suelo de ese liquido violeta oscuro. El otro pequeño asustado quiso correr y escaparse, pero la velocidad de su depredador fue mayor y fue capturado por las grandes manos del hombre, la criatura chillaba aterrada viendo su final tan cerca, el mayor se relamió los labios cubiertos de sangre abriendo su boca mostrando hilos de saliva y sangre mezclados juntos con esos treinta y dos dientes afilados y listos para masacrar la carne, su dentadura fue a parar en el estomago del animal arrancándole la piel y músculos con uno que otro órgano que escapó del cuerpo. Y ese mismo animal era el que estaba comiendo ahora mismo.

Su mirada inexpresiva era anormal en él. Estaba pensando en lo que le había ocurrido. No era normal en él matar con tal brutalidad y menos a inocentes criaturas como esas, algo andaba mal con él y debía descubrirlo antes de que fuera demasiado tarde e hiera a alguien importante.

— ¿Dónde estamos? — preguntó con seriedad el príncipe levantándose sacudiendo la arena que se había pegado a su traje azul.

El mayor retiró del fuego el animal llevándoselo al joven quien lo tomó dudoso.

— En la cueva. Te encontré muy cerca de la nave… Tu ki estaba casi invisible… — respondió monótono rascándose el brazo derecho.

— ¿Ki? ¿Qué es eso? — la incógnita hizo sonreír al más grande, que suspirando se sentó con las piernas cruzadas limpiándose la boca con el dorso de su mano la sangre de su víctima. Mientras lo hacía sus ojos permanecieron cerrados, por lo que no vio cuando el príncipe miró curioso su mano manchada y la capturó con sus dedos abrazando la muñeca. — ¿Mataste a alguien y no lo vi? — inclinó la cabeza hacia la izquierda examinando la mano.

— Si… — su voz apenas sonaba, bajó la cabeza con la mirada decaída. Soltó un suspiro pesado sonriendo. — El ki es tu energía vital… Todos la tenemos. — respondió a su pregunta limpiándose la mano con la tela de su pantalón.

— ¿Puedes percibir la energía de los demás sin un rastreador? ¿Cómo demonios lo haces? — la curiosidad del menor divirtió al guerrero de alborotados cabellos.

— Te enseño luego… — comentó levantándose yendo a la fuente de calor y luz.

El príncipe lo siguió con la mirada mientras comía esa carne cocida. Tenía muchas dudas sobre ese sujeto, sus actitudes eran muy extrañas, parecía el típico hombre lleno de felicidad que todo el mundo ama pero su oculta un oscuro pasado con esa sonrisa amable y hermosa que llevaba apuestas. El parecido que tenía con ellos, las cosas que sabía. Eran muy extraño, haría lo que estuviera en sus manos para descubrir quién era ese guerrero.

Goku estaba observando el fuego moverse elegante frente a él, como si de una dama bailando se tratase. Pensando en lo ocurrido. Agradecía en su interior que el príncipe no preguntó sobre el beso, porque sinceramente no sabría que responderle.

No pasó mucho cuando escucharon un estruendo que se coló por los hoyos de la cueva e ingreso a su guarida.

— Afuera hay una tormenta. Es imposible salir, moriríamos de frío. — comentó con tranquilidad el mayor sabiendo las intensiones del Saiyajin de menor estatura.

El príncipe se levantó estirándose tirando la rama donde estaba incrustada la carne. Se limpió con el dorso de la mano la boca acercándose al mayor.

— ¿Qué demonios es el ki? ¿Cómo puedes usarlo? — preguntó insistente el menor sujetándolo por la cola con fuerza.

La fatiga atacó con poder el cuerpo del Saiyajin de alborotados cabellos obligándolo a arrodillarse y con un impulso que desconoció, atrapó al menor del brazo tirándolo al piso poniéndolo bajo suyo mostrándole los dientes, gruñendo, frunciendo el ceño. A los pocos segundos, el mayor se detuvo mirándolo asombrado. Se alejó de él con miedo cayendo de espaldas apoyándose en sus codos para poder observar el rostro extrañado del menor.

— ¡Perdón! — se disculpó rápidamente asustado por la reacción que podría tener el príncipe.

Se levantó negando con la cabeza, no entendía el porqué de su actitud. Estaba asustado e inquieto de lo que llegara a pasar.

— No te disculpes… Ahora entiendo porque crees que eres un Saiyajin. — murmuró el joven guerrero sonriendo de medio lado. — Actúas por instinto. Que presionen tu cola te debilita. Y tu ansia de ver sangre ajena en tus manos es clara. — Goku se miró las manos que a pesar de estar limpias, las ocultó. — Acaso crees que no me di cuenta que habías matado ese bicho que estabas comiendo crudo, el olor a la sangre se sentía perfectamente… Lástima que no pude verlo… Quería saber que tan violento eres cuando no te escondes en esa mascara de amabilidad y farsa… — las palabras salían disparadas como veneno hacia los oídos del mayor. Frunció el ceño acercándose a paso firme. Sujetó al hombre de los cabellos negros que reposaban en su pecho para atraerlo a su altura mirándolo decidido. — ¡Me enseñaras que demonios es el ki en este instante o te juro que te dejo aquí en éste inmundo planeta para que te mueras! — ordenó batiendo su cola moviendo el aire detrás suyo.

Con miedo, el mayor se reincorporó suspirando.

— No es muy difícil. Solo tienes que concentrarte… —

 

#*#*#

 

Las horas pasaron y la tormenta cesaba, el frío se detenía y el calor del Sol se acercaba derritiendo la nieve y los picos de hielo que se generaron durante la noche. Para pasar más amena la situación, Goku se pasó gran parte del tiempo enseñándole al príncipe todo lo que debía saber sobre el ki y como utilizarlo. Cosa que el joven aprendió con rapidez sacándole una sonrisa nostálgica al mayor. Luego de eso le contó un poco sobre como había logrado encontrarlos y el porqué sabía tanto –al parecer de Vegeta– sobre los Saiyajines. Claro está que el salvador del Universo ocultó varios detalles e inventó un personaje que sería el reemplazo de el mismo en el futuro, tiñéndolo de un hombre orgulloso y solitario que conoció cuando joven y entablaron una amistad atada a una rivalidad que duró años hasta que él –refiriéndose a si mismo– tuvo que partir.

Para sorpresa suya, el menor no exclamó ni se quejó al escucharlo hablar con tal dedicación y pasión de su pasado. Estaban sentados uno al lado del otro apoyando sus espaldas en el muro de roca caliza.

Goku están entre inquieto y ansioso. Inquieto porque aun no descubría la razón de su actitud salvaje pasada y temía que le volviera a ocurrir, y aun peor, herir en gravedad al príncipe. Ansioso porque por primera vez en mucho tiempo, podía volver a hablar con alguien de confianza –aunque el joven no lo conocía y la relación que tenían era extraña para ambos– y poder charlar, al menos de esta manera, con su viejo amigo.

Después de contar todo lo que podía observó al menor estirarse en su lugar bostezando. El joven se acomodó en su costado apoyando su espalda contra su brazo y parte de las costillas, inmovilizándole el brazo derecho.

— Ya me cansé de oírte, cállate y sirve para algo. — argumentó el príncipe cerrando sus párpados ocultando sus oscuros y profundos ojos carbón de cualquier espectro de luz disponiendo a dormirse.

Goku sonrió divertido moviendo su brazo para soltarlo y abrazar sutil al menor.

— Es mejor así no se me acalambra y tú no duermes incómodo. — dijo suavemente el mayor moviendo su cola gatunamente detrás suyo sonriéndole con confianza. El menor no rechistó y se acomodó mejor en su posición. Así quedaron ambos, uno junto el otro compartiendo el calor que sus cuerpos les brindaban, la débil fogata no saciaba la temperatura que ellos necesitaban. Goku se quedó observando un momento más el delgado cuerpo del príncipe, sus ojos trasmitían nostalgia y algo más que era difícil de descifrar. Al cabo de uno pocos minutos habló en un tono voz bajo, casi un susurro. —… Me alegra que podamos llevarnos bien… No sabes lo que me costó en realidad que tú me dejaras estar cerca de ti, siempre te alejabas de mi o inventabas una escusa para desaparecer cuando yo llegaba… Me dolía que lo hicieras… Pero sabía que no lo hacías a propósito, nunca te dieron afecto ni confianza por lo que te costaba socializar y confiar en la gente… Lamento tanto haberte dejado, de seguro ahora estás observando las estrellas esperándome a sabiendas que no puedo volver… No sabes lo que deseo volver y verte, explicarte, abrazarte y contarte todo… Pero hice una promesa y debo cumplirla por el bien de la Tierra… — Su voz, baja ante todo, sonaba triste, casi melancólica.

Lo que no sabía el hombre de alborotados cabellos es que el príncipe tenía los ojos abiertos escuchando cada palabra que él decía. Su mente estaba confusa, no sabía de quien hablaba. Quería voltearse y preguntarle pero se abstuvo y prosiguió a borrar sus dudad y dormir.

Mañana sería un día agobiante para ambos. Debían volver, y los roces que tuvieron hoy no se olvidarán tan fácilmente. No por parte del menor.

 

To be continued…

 

 

 

Notas finales:

Bueno... Creo que lo más interesante de este capítulo fue el ataque de salvajismo de Goku... No pasó la gran cosa (a mo parecer).

¿Qué le sucede a nuestro protagonista? ¿Matar inocentes ya le afectó?

Dejen sus hermosos comentarios que me llenan de ganas de seguir escribiendo.

¡Nos vemos (espero) pronto!

 

Good bye!


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