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The time was not enough. por NirahGasai

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Notas del capitulo:

Hello!

Lo sé, lo sé. He tardado Meses en subir un nuevo cap. No tengo perdón alguno. Sé que más de uno quiere clavarme una daga en el medio del pecho. Pero tranquilos, esto, volverá a pasar. ;3

El motivo es el siguiente:(siempre tengo una excusa xD) No sabía como tomar el camino de este fic. Tengo las ideas pero todas desordenadas y debía hacer algo al respecto porque sino les hubiera traído todos los meses cap. sin sentido y de puro relleno argumental que sé que no gusta. Además de que me están bombardeando con exmanés y trabajos practicos y bueno, Nirah tiene que descansar su cabecita dibujando y viendo Jojo's.

Espero sepan disculpar la tardanza.

Lean.

(Aviso importante en las notas finales)

Chapter VII. What's happening to me?


Capítulo VII. ¿Qué me está pasando?


 


 


Las estrellas esa noche irradiaban un peculiar haz de luz, a la lejanía se veían acercarse las naves tripuladas por guerreros cansados y victoriosos de una misión. Algunos ya habían aterrizado, iban a las salas médicas a curar sus heridas en las máquinas regeneradoras, otros no tan lastimados, se dirigían a sus habitación o a los salones para alimentarse. Incluso, unos pocos omitían esos lugares e iban directo a los burdeles del planeta a pasar un buen rato. En uno de los salones donde los guerrero pasaban el rato y comían algo para llenar sus estómagos. Dos Saiyajines comían todo lo que se presentaba en la mesa rectangular, el menor de ellos miraba de reojo al más alto.


— (Tu actitud es tan extraña. Pareciera que tuviera varias de ellas… Para saber si es solamente un pervertido o que realmente le incomodo por otros motivos deberé de idear algo para que no sospeche… Lo más fácil sería desnudarme frente a él y ver como reacciona, pero ¿cuál sería el motivo de mi acto?... Además Si dice ser que es un Saiyajin debería de saber sobre su propio cuerpo. Hmm… Ya sé… Goku, ésta noche la pasaremos muy entretenida.) — los pensamientos perversos del príncipe rondaban libremente por su cabeza, haciéndolo reír por dentro.


Como era de esperarse, nadie se acercaba al par. Famosos eran los guerreros de cola de mono como para saber que no deben ser molestados, mucho menos cuando se alimentan. Aunque nunca faltaban los superiores al poder de los Saiyajines que pasaban a molestarlos con sus burlas hacia su físico y demás agravios. Y casi doce días después un reconocido soldado de piel azulada y cabello blanco se acercaba con el ceño fruncido siendo acompañado por un hombre de piel escamosa blanca como las paredes del recinto, una aleta negra que iniciaba desde su frente y acababa en la nuca. Ojos rojos cual rubí destellaban de su blanca tez. Poseía una cola como la de su cocodrilo, solo que los huesos eran negros y tenían membranas de ese color transparente. Llevaba cicatrices en su cuerpo producto de las batallas. Éste guerrero era conocido por ser muy poderoso y ágil pero con una capacidad de razonamiento no tan alto. Era débil de mente por lo que eso lo hacía muy manipulable. Su nombre era Pesci un Shakariano del planeta ya extinto Shaka. Ambos hombres se aproximaron a la mesa de los Saiyajines. Vegeta los miró con desinterés para luego al segundo volver a su comida.


Tusagi, con los ojos inyectados en furia, tomó un plato –que contenía una especie de hongo rojo baboso que irradiaba un aroma terroso– y lo lanzó de lleno al rostro del joven guerrero. El silencio reinó con rapidez en aquel lugar, todos apuntaron sus cabezas a la zona de conflicto. Se escuchaban los murmullos que generaban los demás guerrero, la mayoría sorprendidos por el acto de valentía.


El guerrero de cabellos en flama llevó su mano derecha a su rostro quitándose el contenido del plato con ella de una sola pasada, su respiración tranquila y mirada seria mantenían alerta a los dos soldados cerca suyo. A todo esto, el viajero del tiempo había dejado de comer, quedándose estático por el abrupto acontecimiento frente a sus ojos. El Saiyajin de menor poder estaba conteniéndose ya que sabía a raja tabla que no tendría oportunidad contra su provocador. Goku, en un intento de distracción buscó con sus ojos algo afilado que tirar. ¡Eureka! Los huesos del antiguo pescado que reposaban a un costado suyo. Tomó uno con cautela y apuntó.


— Pelea… — acercó su rostro el guerrero de blanco cabello al cuerpo erguido del príncipe. — Covar~ ¡Degh! — un dolor punzante cayó en su bíceps, miró su brazo y encontró un pequeño y largo hueso incrustado en él.


 Levantó la mirada fría para direccionarla al cuerpo cubierto de pelo colorado. El enojo lo carcomió desde el interior de sus huesos. Su energía se elevó. En menos de un segundo una esfera de energía violeta fue disparada por el hombre de cresta negra hacia el guerrero de azabaches cabellos. La esfera explotó cuando impactó en su rostro, el humo se esparció cubriendo el cuerpo del guerrero poderoso. Pesci sonrió victorioso riendo.


— ¿Acaso ese fue un ataque de distracción? — se escuchó la voz despreocupada del hombre dentro del humo. — Parece un ataque para escapar. — comentó el guerrero dispersando la humareda del ataque.


— ¿Qué? Imposible. Fue un ataque directo a corta distancia, no pudo salir ileso. — dijo sorprendido el pálido soldado dando un paso atrás.


El azulino, cansado de esperar alguna reacción violenta por parte del Saiyajin más alto, con una velocidad increíble impactó su puño en el rostro del príncipe mandándolo a volar estrellándose por consecuencia contra unas mesas e incrustándose en la pared. Todos los soldados cercanos al impacto se alejaron asustados. El guerrero de cabellos en flama se reincorporó lentamente de entre las mesas destruidas y los pedazos de pared que caían a su paso. Una vez erguido, levantó la mirada clavándola en los ojos vacilones del soldado de largas orejas. Un hilo de sangre tibia recorrió su frente topándose con su ceja que no pudo soportar la cantidad de líquido cediendo el paso prohibiéndole ver a su ojo derecho. El párpado se cerró dejando pasar la gota carmesí para luego abrirse y mostrar un ojo negro como un abismo.


Goku, al verlo se alarmó. No quería que peleara a sabiendas que no ganaría. Se abstuvo de intervenir, sabía que sus intentos serían en vanos. El príncipe no lo escucharía.


El hombre de piel azulada sonrió con desafío cruzándose de brazos. Su objetivo no era el príncipe, solo comprobaba como actuó el guerrero de azabaches cabellos. Direccionó su vista al Saiyajin de mayor edad.


— ¿Qué clase de compañero eres que no ayudas a tu colega en una batalla? Los Saiyajines solo piensan en sí mismos. No creí que había de varios colores. ¡Jajaja! — comentó burlesco Tusagi avanzando con parsimonia hasta quedar al frente del guerrero de colorado pelaje. — Tu poder de pelea no supera los quince mil. No sé como mierda lograste noquearme el otro día… — su voz tranquila pasó a una con agresividad y brusquedad. — Pero hoy, no te saldrá tan barato… ¡Muere! — gritó abalanzándose con puños y patadas.


El viajero del tiempo lo miró sorprendido mientras esquivaba –para sus ojos– lentos ataques. Cada vez que un puño o una patada golpeaba el aire de tensión, el soldado de blancos cabellos se frustraba. Él era el más poderoso, él podía contra esos monos llamados Saiyajines, él no se dejaría vencer por uno de ellos, él no sería humillado una vez más. Él, sería el ganador.


A todo esto, los demás soldados observaban como espectadores al acontecimiento más esperado de todo el siglo. Algunos con el miedo en sus huesos se alejaban de la pelea, otros se quedaban a ver el resultado de la misma. Los murmullos se hacían presentes, los susurros entre los soldados, la incertidumbre de no saber quién ganaría.


Vegeta, ya recompuesto y listo miraba con seriedad y frialdad la pequeña riña que tenía frente a sus ojos. Sabía muy bien que su nuevo compañero lo vencería, lo que no sabía era porqué se estaba tardando tanto en cometerlo. Lo único que hacía era esquivar los golpes, se estaba impacientando.


— (¿Qué demonios hace? ¿Qué pretende con esto? ¡¿Por qué mierda no acaba con ese bastardo?! Acaso no quiere demostrar su verdadero poder. Si no quiere hacerlo solo tiene que usar su velocidad como la vez anterior y ya… Hmm… De seguro que alguien ya avisó a los superiores y vienen en camino, solo espero que no sea Zarbon.) — analizó con cautela el príncipe limpiándose con el dorso de la mano la sangre en su rostro. Observó a Pesci, estaba mirando atento el enfrentamiento. — (Pesci no es el mejor guerrero, es muy fuerte pero no sabe como utilizarlo… Tan bajo haz caído Tusagi que tuviste que buscar a un idiota fácil de influenciar para luchar contra nosotros. Que patético…) — el príncipe miraba con cierta repulsión el cuerpo del soldado.


Desvió sus ojos devuelta a la pelea. El guerrero de largos cabellos oscuros poseía una mirada neutral en su rostro con una pequeña mueca en sus labios formando lo que parecía ser una sonrisa. Esquivaba los golpes con tal maestría que demostraba lo poderoso que era. La manera en que sonreía le recordaba a él cuando luchaba contra enemigos menos fuertes que él.


Ágilmente, Tusagi usó su gran velocidad apareciendo detrás del príncipe rodeando con su brazo derecho el cuello del mismo colocando la punta de una afilada daga plateada en la sien del menor.


— Ataca, anda. A no ser que quieras que tu príncipe muera. — amenazó el guerrero de blancos cabellos haciendo presión contra la piel del Saiyajin rompiendo la primera capa de epidermis logrando que el líquido carmesí fluyera.


— Aléjate… No quiero hacerte daño. — pidió con tranquilidad el viajero del tiempo avanzando muy lento hacia el atacante.


Pesci a todo esto, captó lo que su compañero hacía y en silencio se fue acercando al guerrero de colorado pelaje. De su brazo crecieron un par de espinas lo suficientemente afiladas como para cortar carne. Sus ojos apuntaron al péndulo peludo que se movía lentamente detrás de su dueño. Una distracción fue suficiente, sujetó la cola con firmeza y con su otra mano atravesó los músculos que rodeaban esos huesos tocando uno de ellos.


El reflejo de un ataque. Un gruñido, ojos amarillos inyectados de furia, una mano atacó atrás tomando la cabeza del soldado escamado lanzándolo contra su compañero, automáticamente Tusagi se separó del Saiyajin de cabellos en flama pero el cuerpo del pez los tiró al piso. Sin tiempo de reponerse, una mano capturó el brazo del guerrero Saiyajin alejándolo de ellos.


Vegeta estaba confundido, de un momento a otro había sido derribado y alzado de manera bruta. Su cuerpo dio a chocar contra una pared de músculos bronceados y pelaje colorado. Levantó la vista quedando hipnotizado por esos dos luceros amarillos que lo examinaban desde arriba, su mente no podía procesar nada más que lo maravillado que estaba al verlo. El Saiyajin de gran tamaño acercó su rostro a la marca roja pasando su lengua por la frente recogiendo parte de esa fresca sangre al interior de su cavidad bucal bufando al sentir el sabor metálico en sus papilas gustativas. El príncipe dejó que el mayor cometiera ese acto mirando un punto fijo los abdominales y parte del pecho del mayor en un estado comatoso. Sacudió su cabeza al sentir humedad fría en su frente, al darse cuenta lo que pasaba, golpeó con su puño el abdomen del hombre empujándolo. Goku salió de su trance asustado por el golpe, sintió la energía de un soldado muy conocido. El guerrero de alborotados cabellos se volteó para verlo con una ceja elevada.


Una voz resonó llamando la atención de todos. En la entrada del salón, la mano derecha del emperador se mantenía con un semblante de neutralidad absoluta observando la situación con aburrimiento.


— ¿Se puede saber que está sucediendo? — preguntó con su elegante timbre de voz el soldado de verde cabello trenzado.


— Ellos nos atacaron, señor. Nos provocaron y tuvimos que defendernos. — explicó con falso miedo el guerrero de blanca piel.


Goku lo miró confundido. ¿De que estaba hablando? ¿Acaso ellos no fueron quienes provocaron a Vegeta? Al segundo en que vio como su príncipe hacía ese característico sonido provocado con su lengua chocando contra sus dientes entendió todo. Lo habían planeado desde un principio. Una ira lo inundó, su cola se agitó en enojo, su energía se elevó brevemente. Debía de tranquilizarse para no levantar sospecha de su nivel de poder.


— Nosotros en ningún momento hicimos eso. Solo estábamos comiendo tranquilamente cuando ellos vinieron y nos provocaron. — exclamó quejándose rotundamente de la mentira, el odio poco a poco sucumbía por todo su ser como hace años no lo hacía. Respiraba hondamente tratando de apaciguar su ser. Difícil le era.


La mirada de aburrimiento que poseía el soldado de verdosa piel era más que evidente, ignorando el hecho de que uno de los seres de una de las razas que más repudiaba en todo el ejército de su amo, le estaba dando una extraña y poco confiable excusa para salvar su pellejo y el de su jefe. Bufó en señal de respuesta rodando los ojos pensando porqué tuvo la necesidad de escuchar ese soldado sobre una riña que estaban provocando unos guerreros Saiyajines con otros dos de mayor nivel de poder. ¿Por qué le importaba lo que unos monos insignificantes estaban haciendo? Sería su problema no el de él. Ellos terminarían en el cuarto oscuro sufriendo por el agravio que habían hecho de todas maneras.


— ¿De qué demonios estás hablando? Todo lo que dice ese mono colorido es mentira, ellos nos atacaron primero. Señor Zarbon, no puede creerle a este inútil. Hace unos pocos días él había ingresado al ejército, no tiene conducta dentro del establecimiento. — dijo el guerrero de blancos cabellos incriminando al hombre de mayor poder.


El príncipe observaba todo de brazos cruzados, previamente se había limpiado la sangre que cubría su párpado y le impedía levantarlo adecuadamente. Qué ingenuo era su soldado al creer que esas simples palabras tocarían algo en ese oscuro corazón que poseía la mano derecha del emperador, más aún viniendo de uno de sus compañeros. El ser de verdoso cabello aborrecía a su raza de tal manera que cualquier cosa que pudiera empeorar su reputación era más que bienvenida.


— No me interesa quien comenzó esta riña. Los cuatro irán al cuarto oscuro, Tusagi y Pesci solo estarán dos días mientras que Vegeta y su mascota el doble. — dijo el soldado de mayor rango con una mano en su cadera.


El príncipe gruñó batiendo su cola con enojo detrás suya. La mirada que poseía no era para nada agradable, era de puro odio. Su guerrero estaba preocupado, recordaba lo que significaban esas dos palabras. “Cuarto oscuro”, lo había escuchado tantas veces de la voz del príncipe en su tiempo. Amargas anécdotas sobre ese lugar, traumas generados por ello. No deseaba conocer ese espantoso habitáculo.


— ¡Espere! — gritó el guerrero del futuro llamando la atención de los demás. — Supongo que usted a luchado varias veces y reconoce cuando alguien está herido por defenderse y atacar. — comenzó dirigiéndose a la mano derecha del emperador. — Quien ataca primero es quien se cansa antes, tiene menor cantidad de heridas. Quien se defiende puede no tener heridas, pero no se agotará de la manera en que estoy ahora. Pesci atacó mi cola, usted sabe que es mi punto débil por lo tanto me defendí. Fue un acto de pura supervivencia. — habló con seriedad apuntando sus amarillos ojos a los fríos azules del soldado de alto rango.


El hombre de cabello verde estaba a punto de refutar aquello, pero una voz lo interrumpió.


— Además, soldado Zarbon. Ellos tenían una cita conmigo hace diez minutos. — una voz elegante y femenina retumbó en el salón.


Una mujer atlética de cabellos azules tan oscuros que ante la oscuridad se volvían azabaches, eran lacios con ondulaciones hasta un poco más arriba de la cintura con ojos turqueza tan brillantes como un par de Soles. Su rostro femenino pero duro combinaban extrañamente con un gesto amable en sus facciones. Vestía con una blusa azul oscuro que dejaba ver su abdomen, unos leggins negros y unas botas de cuero marrones con un pequeño elevamiento como tacones. Era cubierta por una bata blanca destacando de los demás como un científico.


— Doctora Kay, ¿qué beneficiaría a ellos tu presencia? — preguntó volteando su rostro y rodando los ojos Zarbon.


La mujer se acercó hasta quedar a unos pocos metros. Posaba sus manos en sus caderas sonriendo pacífica. Los murmullos volvieron a resucitar entre los soldados, el guerrero de cabellos alborotados los escuchaba con su fino oído.


— “No puedo creerlo”, “Kay, la inocente.”, “Dicen que puede matarte con tan solo tocarte”, “Es bellísima”… — escuchaba los susurros de los demás guerreros, se sorprendía por lo que decían aquellos.


Nunca había oído de ella. Se sentía curioso ahora por conocerla.


— Los Saiyajines tienen un nuevo miembro y solicité verlo. — respondió sonriente la fémina juntando sus manos detrás de su cuerpo. — Me los llevaré un momento. — el soldado frente suya abrió la boca para acotar. — Ara-ara-ara, escucha. Te propongo que me entregues a los Saiyajines y los soldados que se enfrentaron a ellos quedarán inimputables como si nada hubiera pasado. ¿Qué dices? No tendrás que hacer nada luego. — propuso la científica alegremente.


El guerrero de verdes cabellos observó a los Saiyajines con cierto asco en su mirada. Si lo pensaba bien, de esta manera no tendría que soportar a esos guerreros y llevarlos al cuarto. Suspiró sonriendo, giró su cuerpo por completo mirando a la mujer.


— Llévatelos ahora mismo y haré como si esto no hubiera pasado… — advirtió cruzándose de brazos. — Aunque… Ustedes no podrán hacer ninguna actividad más que comer durante el plazo de una semana. Esa es mi condición para que puedas llevarte a esos monos de aquí. —dijo mirando con los parpados bajos a los Saiyajines y a los dos soldados atacantes.


La mujer sonrió de oreja a oreja avanzando tranquilamente con una carpeta entre sus manos que anteriormente ocultaba entre su bata blanca que le llegaba a las rodillas. El hombre de abundantes y alborotados cabellos miró al príncipe quien se mantenía inmutado de brazos cruzados, él levantó sus oscuros ojos hacia los expectantes del mayor dejándolos unos segundos clavados en ellos. A pesar de los años que habían pasado, esos penetrantes ojos lo seguían hipnotizando como si fuera la primera vez que los había visto. El príncipe movió la mirada hasta la mujer, asintió sutilmente desarmando sus brazos. Caminó a paso tranquilo en dirección a la fémina quedándose a su lado siendo seguido por Goku cual perro con su dueño.


Zarbon simplemente los ignoró caminando hacia la salida del comedor ordenando a unos lacayos que limpiaran el lugar antes de que el emperador se enterase de esto y supiera que estaba dejando libres a cuatro soldados que habían desobedecido las reglas. La mujer de azules cabellos saludó alegremente como si no estuviera en un complejo militar y mucho menos rodeada de sicarios y mercenarios.


Ella hizo un ademán con su mano enguantada en algo muy similar a la contextura del cuero pero con botones plateados en los nudillos a modo de adorno. Los guerreros la siguieron desapareciendo entre los pasillos.


No entendía lo que sucedía. No conocía esa parte del complejo, -casi no tenía explorado nada de hecho- pero le pareció muy extraño que su príncipe no objetara y siguiera sin acotar algo, a lo que él tomó con confianza a esa simpática mujer.


 


 


#*#*#


 


 


Me era curioso todo lo que había a mi alrededor, no había pasado por aquellos lugares y me parecían llamativos. Eran en su totalidad paredes grisáceas con puertas metálicas entre ellas. Pasamos por puertas que nos conducían al exterior, donde observaba el cielo azul de ese planeta con un Sol celeste. No sabía a donde iban esas puertas y mi curiosidad me ganaba a veces haciendo que me acercara, pero Vegeta me miraba o me sostenía de la cola no dejándome avanzar. Me sentía como un perro con correa que quiere escapar pero tiene que obedecer a su amo; algo que me pareció gracioso por el simple hecho de que en este momento yo era más un animal salvaje para ellos que un Saiyajin de raza pura.


Estábamos siguiendo a la muchacha en silencio, ella mantenía una sonrisa simple dándome una sensación de seguridad y confianza que dudé encontrar aquí. Analice su energía, no era maligna pero tenía un toque de inestabilidad, como si en cualquier momento se desatara y se volviera incontrolable y peligrosa. Era un poco más alta que Vegeta pero no tanto como yo, me recordaba a Lunch, tan buena e inocente que no parecía una amenaza. Caminamos hasta llegar a un edificio donde en la placa encima del marco de la puerta había inscripto algo que no supe descifrar qué, seguramente porque no conozco ese idioma. Al entrar al edificio pude comprobar que se trataba de un área científica, pues el olor a químicos y lo higienizado que estaba todo me hizo recordar al laboratorio de Bulma. No había nadie en ningún lado lo que me extrañó, aunque percibí una energía no muy lejos de donde estábamos que se movía de un lado a otro, supuse que era un científico.


— ¿Por qué nos trajiste aquí, Kaykury? — preguntó Vegeta cruzándose de brazos mirándola fríamente como solía hacer con todos.


La escuché reír, me sorprendió esa reacción. ¿Tal vez ya se conocían? Vegeta nunca me habló de una mujer en el imperio de Freezer, pues él no las consideraba guerreras para hacer misiones de purga por ser muy sensibles y esa cosas y las que habían eran prostitutas o científicas.


— Escuché el escándalo que armaron en el comedor y fui a ver que pasaba. Eras tú metiéndote en un lio bastante gordo. — su voz era muy dulce como para tomar esa contestación con ánimos de reproche o desconfianza a su persona.


— Entonces… ¿No tenemos una cita contigo? — pregunté deduciendo que solo era una escusa para sacarnos de allí sin sospechar.


— ¡Pues claro que no tonto! La raza Saiyajin está al borde de la extinción y hay que cuidar a toda su especie como es debido. — no me gustó como sonaba eso, me sentía como un animal examinado por todos lados. Al parecer ella lo notó. — ¡Oh! No quise decir eso tan burdo, me expresé mal. Quise decir que los Saiyajines son una raza apreciada por todo el universo ya que son especímenes únicos y curiosos. No quise sonar como una científica loca que prueba con sus compañeros. — explicó con una sonrisa amable caminando hacía una mesa llena de papeles.


— Para algo me quieres Kaykury… No harías eso sin sacar algún beneficio de ello. — dijo Vegeta acercándose a ella serio.


Yo simplemente me puse a caminar y a descubrir donde estaba. Había muchas cosas que recordaba haber visto en el laboratorio de Bulma pero otros, simplemente jamás en mi vida había visto algo parecido. Al cruzar una pared me encontré con una escena bastante impactante para mí.


El salvador del universo se quedó en su lugar dejando ver parte de su cuerpo mientras el otro era ocultado por la pared blanca. Su cola se ató a su cintura en modo de defensa.


Un hombre de un metro ochenta y cinco de alto, con rubios cabellos salvajes hasta los hombros con mechones azules en gran parte de su frente, un par de ojos rojos como si estuvieran inyectados de sangre, con una armadura sin hombreras cubriendo su pecho y abdomen de un color amarillento y verde oscuro. Unas ajorcas* doradas colgando de sus muñecas con una vestimenta ajustada al cuerpo de color negra resaltando la curvatura que generaban los músculos entre ellos. Portaba unas botas blancas hasta la pantorrilla. Sus orejas eran un poco más puntiagudas donde colgaban un par de aros pequeños dorados, su rostro masculino era atravesado por una cicatriz desde el lado izquierdo del mentón hasta el inicio de su ceja izquierda dándole un toque peligroso. Su nívea piel resaltaba en la negrura de su traje. De sus manos, unas garras cual felino eran clavadas en la piel de un lagarto de escamas azuladas, él era elevado con la fuerza del hombre rubio que lo miraba con ojos demoníacos. Se podía percibir el olor a un ácido y de la carne en descomposición junto con el característico metálico de la sangre derramada.


Alarmado, el Saiyajin de alborotados cabellos se quedó estático sin saber cómo reaccionar. ¿Debía intervenir? ¿Debía alejarse y avisar? Fuera cual fuera la respuesta solo tenía en mente una cosa, no debía estar ahí.


El hombre lagarto tenía gran parte de su rostro destruido humeando un nauseabundo olor de carne putrefacta. Susurraba palabras ilegibles para él, asumía que rogaba por su detener y sufrimiento. El hombre sonreía desquiciado, como si esa tortura fuera una satisfacción para su persona. Pasó su mano libre por el brazo del lagarto, el tacto comenzó a descomponer ese músculo como si fuera agua vertida en un recipiente con sal. Un humo escapaba de la herida, era verdoso y olía a químicos. Una espuma azulada emergía de esas heridas que ya dejaban ver el hueso del brazo.


Asco, repulsión, malestar. Sensaciones ahora conocidas en conjunto por el guerrero de mayor edad. Se dio la vuelta para avisar a su compañero sobre esto, un aroma se filtró por su nariz. Mareo, sensación de desenfoque de la vista y pérdida del equilibrio, cayó de rodillas en el blancuzco suelo. Sentía somnolencia, quería dormir ahí mismo. Escuchó pasos con eco, una mano enguantada le levantó la cabeza. El príncipe lo miraba con una ceja elevada, chistó con la lengua tomándolo de los cabellos para levantarlo del suelo. Al lograrlo se tomó la cabeza aun con el mareo afectando su cuerpo, miró al menor confundido.


— ¿¡Qué, en el nombre de la ciencia, estás haciendo con ese pobre hombre!? — gritó reprochando la actitud del rubio la fémina de azules cabellos.


— ¡Ohh! Que lastima. El idiota entró en mi rango… — habló por primera vez el hombre soltando al lagarto como si fuera una bolsa al piso, su tono de voz era grave y lento, con elegancia en ella y completamente usando el sarcasmo para denotar la poca importancia que le tomó a la situación. Se limpió su mano manchada con una toalla que estaba cercana a él, colocó sus manos sobre sus caderas mirando al grupo con desinterés en su rostro. — ¿Y que hace un animal aquí? No sabía que ahora te dedicabas a cuidar animales Kay… — comentó con aburrimiento acercándose a paso lento al Saiyajin desorientado. — Vegeta. — saludó cortante asintiendo levemente.


— Niko. — respondió de igual manera el príncipe cruzando sus brazos.


El guerrero de mayor poder miró extrañado al hombre rubio, sus ojos le parecían llamativos en demasía. Le atraía ese hombre con curiosidad, no parecía ser malvado, pero su energía presentaba una perturbación maligna que no le agradaba en lo más mínimo. El llamado de la mujer lo descolocó unos segundos, movió su cabeza en dirección a ella.


— ¿Cómo te llamas? — preguntó dulcemente la fémina señalando una camilla blanca a unos metros indicando que él se sentase allí.


— Goku. Mi nombre es Goku. — respondió con tranquilidad mirando inconscientemente al príncipe que permanecía detrás suyo, Vegeta asintió demostrándole aceptar el gesto.


— Pero que curioso nombre tienes. ¿De qué raza eres? — preguntó la mujer dejando en una mesa cercana a la camilla un set de utensilios médicos que al instante el viajero del tiempo supo que sería examinado.


La pregunta lo descolocó, podía responder la verdad pero dudaba que le creyera. Sin importar lo que él pensara, su príncipe respondió.


— Dícese ser un Saiyajin. Aunque no se parece en nada a uno de nosotros. — habló con poco interés cruzado de brazos señalando con una mano al guerrero sentado.


El tal Niko, levantó una ceja sonriendo divertido mostrando sus blancos colmillos.


— ¿Un Saiyajin? Pero si parece un animal. Hasta es más alto que Nappa… — dijo con diversión, miró de arriba abajo al hombre y sonrió con lasciva susurrando. — Hasta se ve bastante apetecible… Hmm. — pasó su lengua por sus labios de manera coqueta generando cierta tensión en el Saiyajin de mayor poder.


La mujer de azules cabellos levantó una ceja con expresión confusa sin borrar su sonrisa amable. Mientras observaba al grupo se retiraba sus guantes de cuero limpiándose luego en un lavado cercano. Al terminar de desinfectar sus manos, se colocó unos guantes de látex aproximándose al hombre mayor sentado en la camilla.


— Niko. No. No está bien que hagas eso, y por favor, algo le habrá pasado a este muchacho para que se vea así. — dijo con cierto tono de enojo la fémina poniéndose en frente de Goku.


El rubio rió por lo bajo ladeando la cabeza sonriendo inocente. Movió sus manos mostrando sus palmas blancas con sus garras negras en contraste.


— Sabes como soy, mi querida Kay… — contestó con elegancia y con detalles de soberbia en su voz.


Ajeno a la conversación que estaban teniendo. Goku analizaba todo lo acontecido y muchas preguntas se le venían a la mente.


— (¿Quiénes son ellos?) — se preguntó mirando a su príncipe.


Un acto que creyó no ver en éste Vegeta lo dejo atónito. Al cruzar sus miradas, una mueca se formó en los labios del Saiyajin de cabellos en flama. Sus labios se curvaron del lado derecho hacia arriba, formando una sonrisa discreta. Pero eso era, el hombre de gran orgullo le estaba sonriendo. Algo comenzó a volver a crecer en su pecho. Algo que había olvidado y que temía de volver a sentirlo.


 


 


To be continued…


 


 


 


 

Notas finales:

Espero que les haya gustado este hermoso cap de relleno, porque para mi parece relleno, solo por unos pequeños detalles que andan por ahí no sería 100% relleno.

*Aro de oro, plata u otro metal que se lleva en la muñeca, el brazo o el tobillo. En este caso, muñeca.

Espero también que les gusten estos nuevos personajes que inventé. Uno de ellos es una increible referencia a Jojo's. Pero brutal xD.

Goku cada vez se pone en ese estado con más sencillez... ¿Qué será lo que le pasa? ¿Teorías?

AVISO: de ahora en adelante me enfocaré en este fic en concreto hasta un lugar de la historia y luego pasaré a BAR(Behind A Race), ya que ambos fics tienen relación entre ellos. Puede que esto sea un Spoiler pero debo decirselos para que sepan porqué lo haré. No será un spoiler de obvios acontecimientos que pasarán en BAR, solo serán detalles/huecos argumentales que tendrá ese fic. 

Good Bye!

Si quieren saber más o simplemente quieren odiarme más aun... Lean la siguiente oración, sino, pueden comentar si les gustó este cap y listo :3

Goku es del futuro del universo de BAR. Vegeta del pasado del mismo universo. Ya sabrán porqué hice esto.


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