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The time was not enough. por NirahGasai

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Notas del capitulo:

Hello!!

Perdón por la tardanza pero al parecer los profesores decidieron tirarme con de todo este mes y no tuve tiempo para terminar cuando quise. Les prometo que la semana que viene voy a subir algo, tal vez.

Sin más escusas. Por favor, lean.

Chapter III. Problems.

Capítulo III. Problemas.

 

Una compuerta se abrió, dejando pasar a un hombre de gran altura que miraba altivo la cama donde dos cuerpos dormidos yacían. El hombre encendió la luz de la habitación dejando ver con más claridad como en guerrero de alborotados cabellos abrazaba cual niño a una almohada la pierna derecha del príncipe mientras que éste ni se inmutaba. Con un suspiro pesado el hombre se aproximó a la cama con una genuina cara de extrañeza, al parecer no era normal que el hombre más joven durmiera tanto agregando que tampoco dejaría que alguien se le acercarse de esa manera. Tiró sin cuidado del abundante cabello azabache de Goku levantándolo llevándose consigo la pierna del menor, que al sentir un tirón se despertó pateando con brusquedad la cara del viajero del tiempo.

— ¿Qué demonios hacías así? — interrogó Nappa estampando su cara contra el frío suelo de cerámico.

— ¡Ahh! ¡Duele! ¡Lo siento! — gritó adolorido el hombre de colorado pelaje soltándose con su enorme fuerza del agarre. — Perdona, me muevo mucho cuando duermo. — explicó con una mano limpiándose la sangre que caía de su nariz nerviosamente.

El príncipe ya estaba levantado observando al mayor de los presentes con seriedad. Por la noche había sentido como su pierna era abrazada por un cuerpo caliente, al ver que era su nuevo soldado estuvo a punto de tirarlo de la cama. Pero, no lo hizo. ¿Por qué? Era la pregunta que rondó por su mente toda la noche. Perdido en sus pensamientos, no escuchó lo que su compañero le comunicaba.

— ¡Príncipe Vegeta! — gritó para llamar la atención del más bajo el hombre calvo.

— ¡No me grites idiota! — vociferó con enfado el príncipe caminando al baño.

Nappa bufó negando con la cabeza, no era la primera vez que el príncipe se quedaba dormido, pero era muy extraño que pasara. Le avisó al hombre de alborotados cabellos que tenían una misión y los quería en la sala para darles más información.

Asintiendo sin saber muy bien de qué se trataba la misión Goku miró como el enorme Saiyajin salió de la habitación sin acotar nada más. Después de varios minutos, el guerrero escuchó la puerta del baño abrirse dejando ver al príncipe completamente vestido secándose el cabello, se miraron por unos momentos a los ojos pero inmediatamente el más bajo desvió la mirada colocándose la armadura dándole la espalda.

— Vegeta… Nappa dijo que tenemos que ir a la-- — fue interrumpido por un sonido generado por el coletazo que dio la cola marrón del Saiyajin.

— Cámbiate bestia, te quiero fuera en diez minutos. — ordenó severo antes de salir de su cuarto y dejar solo al mayor, sin permitirle el habla.

El guerrero de alborotados cabellos decidió no esperar más e ir a tomarse una ducha. Se desnudó y entró al baño, recordando lo que había aprendido ayer encendió la ducha metiéndose bajo de la lluvia mojando todo su cuerpo peludo. Estuvo unos minutos quieto dejando que el agua caliente bajara por su rostro delineando sus facciones, todavía seguía pensando sobre lo sucedido hace unos minutos. ¿De verdad el orgulloso príncipe le dejó dormir tan cerca de él? Y si lo dejó, ¿Por qué fue? Recién lo conocía y el hombre sabía muy bien la desconfianza que tenía el menor en su juventud. Pero sobre todo, ¿Por qué él se acercó para abrazarlo? Su mente decía que buscaba calor en esa noche fría y que su cuerpo no era suficiente para calentarlo que buscó otra fuerte de calor y se aferró a ella. Él sabía la verdadera razón, más no quería aceptarla. Quería volver a sentir el calor del menor junto al suyo.

Su cuerpo tiritó en respuesta al calor del agua y al frio de la cerámica de las paredes, se aseó rápidamente saliendo del cubículo. A su derecha había un armario con toallas blancas. Tomó una toalla del montón secándose lo más que pudo dirigiéndose a un compartimiento que abrió encontrándose con varios trajes, armaduras, guantes, botas y rastreadores. La indumentaria que todo soldado de Freezer llevaba. Sacudiendo su cuerpo como un perro despeinando aún más su azabache cabellera, agarró unos pantalones negros junto con unas muñequeras marrones que había visto puestas en el enorme Saiyajin, un par de botas, una armadura oscura sin hombreras y por si acaso un rastreador verde.

Dudó un segundo sobre ponerse la armadura o ir sin ella, a lo que su consciencia y razón le gritaron que debía disimular ante los demás. Lo mismo pasó con el rastreador, negando con la cabeza se colocó la armadura sintiéndose cómoda al tacto con su cuerpo. Agarró el rastreador verde y salió con ligereza del cuarto de baño encaminándose a la sala principal.

Mientras se acercaba podía oír una conversación que tenía el escuadrón Saiyajin, la voz predominante era la del príncipe, que sobresalía por la autoridad que su voz trasmitía. Esto lo tomó con un poco de nervios, recordó la misión que tenían y que él de seguro asistiría –no por gusto sino por obligación– y un escalofrío se caló por su columna vertebral erizando todo los vellos de su cuerpo.

Escuchó sobre una misión de purga. Exterminio. No quería seguir avanzando, fue demasiado tarde cuando quiso retroceder y ocultarse. La mirada del hombre más grande apuntó a el pasillo por donde él caminaba. Fue llamado como si de un animal se tratase, con mala gana se acercó agachando la cabeza pronunciando un “Buenos días” que no fue devuelto. Su olfato capturó el olor característico de la carne chamuscada y la sangre derramada. Una matanza se había hecho esa mañana y parecía que a nadie le importaba.

— ¿Pero Vegeta, no crees que es mejor que vaya uno solo a Furelube y los demás a Émaru? — debatió el hombre calvo mirando con desinterés al recién llegado.

— El colorado vendrá conmigo, será una misión perfecta para ver de que está hecho. — aclaró con soberbia el Saiyajin de cabellos en forma de flama.

Goku no quería responder. Sabía que si se negaba podría perder la poca confianza que –según él– había logrado.

— ¿Ahora eres mudo? — preguntó con sarcasmo el guerrero de largos cabellos viendo burlesco al recién llegado.

— Lo siento. No estaba escuchando. — se disculpó peinando un poco sus cabellos para poder ver mejor.

— Ya no tenemos nada de qué hablar. Vámonos. — ordenó con voz severa saliendo del cuarto siendo seguido por sus subordinados.

El hombre de alborotados cabellos comenzó a sentir nerviosismo, debía seguir al pie de la letra cada orden que le dijera cualquiera de los tres Saiyajines. No quería hacer esperar al príncipe por lo que se dispuso a seguir al de menor estatura.

Al salir de la habitación caminaron por un pasillo con varias puertas blancas que tenían un símbolo que asumió, eran números. Pasaron por una sala donde estaba lleno de diferentes razas alienígenas sentados en mesas individuales, comiendo todo lo que estaba en la mesa. Cuando los Saiyajines entraron el ambiente cambió, los soldados de nivel considerablemente más bajo que cualquiera de los tres guerreros se sintieron intimidados y cohibidos. Todos los ojos se fijaron en él. Esta bien, era razonable. Era tan alto como Nappa y su pelaje no le ayudaba para nada, sumando que tenía cola como ellos y cabello negro. Y su poder de pelea, a pesar de tenerlo un poco más bajo que Vegeta era de notarse.

Ignorando las conversaciones de los demás, sus compañeros se sentaron en una de las mesas donde había… ¿Comida? Nunca en su vida vió algo como eso. En la mesa blanca de material había varios platos, uno de ellos parecía tener un animal con muchas piernas parecido a las arañas de la Tierra, en otro una especie de tomate gigante y violeta que dispersaba un extraño olor de su ser. Cerca de los platillos posaban tazones con un líquido verde transparente, supuso que era algo para tomar. Ninguno de los platos tenía buena pinta, ni siquiera el olor era bueno. Pero al ver como los hombres se dispusieron a comer dedujo que no sabría tan mal.

Se sentó al lado de príncipe y agarró con una de sus manos una pata de la araña, tiró de ella y el característico sonido de crujido se escuchó y un extraño liquido negro se escapó de las aberturas manchando parte de la carne y el plato. El olor a prodrido se escabulló por sus fosas nasales al acercar la pata a su boca. Suspiró hondamente dándole un mordisco a la oscura carne, masticó un par de veces. La consistencia era rugosa y el sabor parecía al de ojos de vaca, amargo. Tragó como pudo dejando en el costado de su mesa la pata tomando un pedazo de la carne de ese extraño tomate que daba la impresión de haber sido tirado con toda la fuerza a una pared y ahora yacía destruido en la mesa. Olfateó, ningún olor extraño. Lo probó, parecía gelatina con grumos. Esta vez ese plato no le disgusto, podía comerlo.

Observó a los Saiyajines comer como animales. Tomaban con sus manos pedazos de carne o lo que sea que había en los platos y se los llevaban a la boca, muy parecido a lo que hacía él cuando comía, no como ahora que cortaba con sus uñas pedazos del tomate llevándoselos a la boca masticándolo y tragándolo lo más rápido posible para no experimentar el raro sabor que tenía.

 El príncipe, quien comía lo que parecía ser una pata de algún animal, lo hacía más educadamente, claro que comía en grandes cantidades. Le echó un ojo al guerrero sentado al lado suyo viendo como se alimentaba lentamente de aquel plato.

— Tardaremos varios días en llegar al Planeta. Así que será mejor que comas hasta saciarte. — dijo con seriedad el menor sin quitar sus ojos de su comida.

El guerrero asintió asumiendo que le hablaba a él, pero por más que quería no podía comer. Agarró un trozo de pan que posaba por allí masticándolo. Estaba tan duro como el concreto, pero nada que sus afilados dientes y su fuerte mandíbula no pudieran hacer. Por suerte ese pan sabía moderadamente bien por lo que se llenó de eso y del tomate, bebiendo de vez en cuando esa agua verdosa que, para su sorpresa no sabía mal. Nappa y Raditz charlaban de banalidades ignorando lo que pasaba a su alrededor.

Al pasar unos minutos, un soldado se acercaba con una sonría socarrona a la mesa de los Saiyajines. Un hombre con largas orejas, cabello blanco hasta los hombros atado con retazos de cuero negro, su piel era de un celeste pálido, llevaba una armadura muy parecida a la suya. El príncipe miró de reojo a quien se aproximaba.

— ¿Tienes una nueva mascota, Vegeta? — preguntó con sátira el sujeto de piel azulada.

El príncipe viró sus oscuros ojos al soldado mirándolo unos segundos y luego volver a su comida. Los otros dos guerreros solo bufaron e ignoraron al recién llegado.

— Mi nombre es Goku, y no soy una mascota. — comunicó el hombre más poderoso con el ceño fruncido y voz grave.

— Vaya, tienes un nuevo integrante en tu escuadrón. ¡Ja! Si hay más monos merodeando por aquí esto olerá a basura. ¡Oh, cierto! Ya lo hace. — se burló el soldado cruzándose de brazos observando con la cabeza en alto a los Saiyajines.

— Tal vez porque tú estás aquí, Tusagi. — dijo el enorme guerrero mirándolo con una sonrisa burlesca.

El hermano mayor de Goku rió ante lo dicho al igual que el príncipe, pero este último más discretamente.

— ¿Tusagi, cierto? — preguntó con voz tranquila el viejero del tiempo. — Será mejor que no nos moletes. — pidió con amabilidad.

 Una carcajada estruendosa se escuchó provenir de la molesta voz del guerrero de blancos cabellos. Cosa que irritó al hombre de cabellos en flama.

— Tusagi, no tengo tiempo para tus mierdas. Vete antes de que te arranque de cuajo la lengua. — amenazó el príncipe levantando la mirada asesina que poseía.

La risa, poco a poco cesó dejando solo el rastro con una sonrisa burlesca.

— No me hagas reír más Vegeta, deberías de ser comediante. — se acomodó sus lacios cabellos que taparon su rostro. — Además, ninguno de ustedes puede contra mi. — dijo divertido.

Goku escuchaba todo atento, dejó de comer cuando el príncipe se levantó bruscamente, podía sentir su energía alborotada. Vio como los demás soldados estaban expectantes a la pequeña riña que se hizo, al parecer era normal esto porque de inmediato volvieron a sus quehaceres. El otro sujeto sonrió malicioso cruzando sus brazos. Pudo sentir la diferencia de nivel entre el guerrero Saiyajin y el entrometido. El hombre de blancos cabellos era un poco más poderoso que el príncipe. Su cuerpo se alarmó sabiendo que esa pelea no terminaría bien, levantó la vista para ver como el menor se abalanzaba al soldado. Gracias a su velocidad lo detuvo a tan solo unos pocos centímetros del otro.

— Oye, te dije que no queremos molestias… — dijo con seriedad soltando al Saiyajin de cabellos en flama quien lo miraba sorprendido.

— ¿Acaso eres su guardaespaldas? — preguntó irónico el hombre azulado. — Que tal si te enseño donde esta tu lugar. — con esto último corrió para propinarle un golpe en el rostro al guerrero de alborotados cabellos. El puño fue recibido en la mejilla izquierda del mayor, desviando levemente su rostro, algo que sorprendió a los espectadores. Pues se era sabido que el guerrero de blancos cabellos era el siguiente en la lista de los más poderosos –luego de Zarbon, Dodoria y las Fuerzas Especiales Ginyu– por lo que haber detenido un golpe directo del sujeto sorprendió a los presentes, incluso a quienes pasaron por allí y vieron la escena.

El hombre más alto sostuvo la muñea del contrario, apretándola en el camino. La determinación en su mirada se hacía denotar. Alejó con brusquedad al soldado batiendo su cola detrás suyo haciendo un sonido muy similar al de un látigo.

— No quiero pelear contigo. Vete, por favor. — pidió con seriedad el guerrero de colorado pelaje.

El príncipe no podía creer lo que pasaba, ese estúpido había recibido un golpe directo de Tusagi y ni un rasguño o dolor se mostró en su gentil rostro. Se mofó al ver la señal de asombro del azulino, este tampoco podía creer lo que le pasó, ser detenido por un Saiyajin –asumió que lo era– cuando él era el más poderosos de todos los soldados.

Iracundo, el hombre de largas orejas gritó de la rabia direccionando un golpe al rostro del Saiyajin de colorado pelaje. Con sus buenos reflejos esquivó el ataque moviendo su cabeza a la derecha, su rostro inexpresivo enfurecía más al soldado que intentó propinarle una patada pero esta fue detenida por la mano derecha del guerrero. Goku sujetó con fuerza la pierna y lo lanzó contra la pared resquebrajando la misma.

Los demás soldados empezaron a susurrar entre ellos sobre lo increíble que era el nuevo soldado, otros no creían que alguien le esté dando complicaciones al guerrero de blanca cabellera, los que más se sorprendían eran los que habían leído el nivel de pelea de Goku, unos quince mil trecientos, casi el nivel del príncipe Vegeta.

Los Saiyajines miraban expectantes a su nuevo recluta lo tranquilo que estaba, algo que daba inquietud.

El hombre de alborotada cabellera sonrió complacido asintiendo con la cabeza mirando con alegres ojos a su superior que lo único que logró hacer fue ordenar marcharse, argumentando que tenían una misión por hacer.

En el suelo del comedor, Tusagi observaba a sus enemigos alejarse, enojado se reincorporó gritando que se detuvieran. El hombre de cabellos en flama ignoró el llamado siguiendo su caminar, excepto por Goku, él se detuvo y giró su cabeza para ver hacia atrás.

— ¡Me las vas a pagar, basura! — vociferó apuntando con la palma de su mano formando una esfera de energía violeta, pero antes de ser disparada un golpe seco en su nuca lo desmayó, si no fuera porque el viajero de tiempo que lo sostuvo dejándolo en el piso suavemente, habría caído como peso muerto en este mismo.

Los sususrros y conversaciones en voz baja cesaron quedando en un silencio supulcal, ni siquiera el sonido de los cubiertos apoyarse sobre la mesa se escuchaba. Todos quedaron anonadados por el acto, nadie pudo ver con claridad lo que sucedió, solo se logró ver al soldado azulado caer con lentitud gracias a que Goku lo sostenía de la armadura.

— Así no nos molestarás. — comentó neutral limpiándose el polvo de sus manos golpeándolas contra la otras sonriéndole a los Saiyajines.

El príncipe sacudió la cabeza tratando de concentrarse, sin decir nada más que un bufido salió del lugar seguido de sus acompañantes, el guerrero más poderoso caminó a paso veloz para poder alcanzar a su escuadrón.

Una vez que el grupo salió unos soldados que estaban, anteriormente patrullando, ingresaron y se llevaron al hombre tirado.

 

#*#*#

 

Nadie en el camino habló sobre lo sucedido hace apenas unos minutos, el hombre de larga cabellera y el calvo debatían toda la información que sabían sobre la misión, el príncipe que estaba un paso adelante escuchaba atento viendo de reojo al Saiyajin de colorado pelaje que parecía no conocer absolutamente nada del lugar. Desvío la inútil conversación de ordenarle que caminace atrás suyo y no al lado. El joven Saiyajin miraba intrigado de vez en cuando al hombre más alto, no tenía sentido que lograse acabar con Tusagi tan fácilmente. Nadie nunca había logrado siquiera ponerle un dedo encima a ese sujeto –obviando a Zarbon y a Dodoria– y salir con vida. Parecía aparentar debilidad, pero en realidad ocultaba un gran poder y él quería saber de dónde lo sacó.

Unos minutos más tarde el escuadrón llegó a la zona de aterrizaje de las naves, caminaron unos metros y el príncipe se detuvo en un grupo de tres naves esféricas abiertas.

— Supongo que Freezer aún no le asignó una nave. — comentó el corpulento hombre cruzándose de brazos observando a su superior.

— No podemos dejarlo aquí. — el guerrero de menor estatura examinó su alrededor, no había ni una nave abierta que pudieran usar.

— Voy a tener que viajar con uno de ustedes… — propuso distraído el guerrero mirando con genuina inocencia a los guerreros.

Automáticamente todos viraron su cabeza en dirección al joven Saiyajin. Vegeta frunció su ceño y su cola se soltó provocando un latigazo.

— ¿Quieres que entre en mi nave conmigo? Sería lo óptimo pero a duras penas entro yo y todo mi pelo como para que entre otro más. — se excusó rápidamente el Saiyajin sonriendo victorioso al escuchar un bufido del príncipe.

— Lo mismo digo. Príncipe, su nave es lo suficientemente espaciosa para que entren dos personas de su estatura. — Nappa vio como el joven guerrero le lanzaba una mirada asesina por lo que profirió callar y agachar la cabeza.

El hombre de cabellos en flama se cruzó de brazos mirando su nave que esperaba ser abordada. Gruñó al no encontrar otra opción más que la que le proponían su escuadrón. No quería, eso estaba más que sabido, pero no podía simplemente negarse y dejar al hombre de alborotados cabellos ahí.

Vegeta bufó hastiado apoyándose en su nave frunciendo el ceño a más no poder. El Saiyajin más viejo lo siguió con la mirada levantando las cejas, los otros guerreros suspiraron ingresando a sus naves.

— ¡¿Qué esperas idiota?! Entra ya. — gritó ya con fastidio el príncipe mirando con odio al Saiyajin parado frente suyo, agitando su cola en rabia.

Asintiendo apresurado el hombre de alborotados cabellos caminó metiéndose en la nave esférica. Era bastante cómoda y espaciosa asumiendo que el hombre parado afuera no era principalmente alto y robusto. Había varios botones y una pantalla negra en la puerta de la nave que él trató de no tocar cuando ingresó. Respiró hondo viéndose abombado por la visión que estaba viendo en estos momentos: el príncipe, con una mano en la cintura y la otra sosteniendo una piedra tan grande como su puño, que con furia contenida la convirtió en piezas más pequeñas reduciendo gran parte del tamaño, movía su cabeza en todas direcciones discretamente esperando que su deseo de encontrar otra nave se cumpliera. La luz blanca de los postes de iluminación filtraban sus rayos golpeando el cuerpo del menor creando una sombra que terminaba de acostarse dentro de la nave dándole justo en el rostro al guerrero más alto. Una escena que hipnotizó al viajero dejándolo en un trance en donde el tiempo y el espacio parecían detenerse solo para que admirara a su joven compañero. 

Estaba tan ensimismado en el guerrero que no detectó que este mismo le pedía con fastidio que se moviera. Sus piernas estaban abiertas por lo que obstruía más lugar del que debía. Con un golpe el príncipe empujó la pierna izquierda de Goku juntándola bruscamente con la otra sobresaltando al mayor. En silencio pero con una mirada asesina se sentó en el hueco que quedaba entre el apoya brazos y la pierna del hombre, mala suerte tenía él que a pesar de ser de contextura delgada entraba a duras penas allí. De un momento a otro la compuerta de la nave se cerró y despegó. El corazón del guerrero de alborotados cabellos inició una carrera hacia el nerviosismo que incomodó al cuerpo. Bombeó más sangre a las venas y arterias del rostro dándole calor y un hermoso tinte rojizo que prosiguió a ocultar girando su cabeza al lado contrario del joven.

— Oye Raditz, ¿Cuánto dijiste que tardaba el viaje? — preguntó el hombre calvo por medio del comunicador, con una clara señal de estar aguantándose la risa.

— Cinco días como mucho. Tal vez seis. — respondió con el mismo tono el hombre más débil.

Automáticamente un gruñido resonó en la caja torácica del menor, miró el rostro desviado de Goku. Le causó extrañeza verlo sonrojado ya que no entendía qué podría haberlo causado. Desactivó el intercomunicador y se tiró hacia atrás suspirando tratando de tranquilizarse. Sabía que esos idiotas –como él los llamaba– se estarían echando unas cuantas risas por lo que estaba sufriendo. Se acurrucó entre el mullido asiento y el suave brazo cubierto de pelaje colorado. Realmente el lugar se hizo chico cuando él entró, todo culpa de sus caderas y las del mayor. Se quedó con el ceño fruncido y cruzado de brazos, no le gustaba estar apretado ni mucho menos estar pegado a alguien que apenas conocía. Tenía que aceptar que el guerrero a su lado era muy suave y lo incitaba a echársele encima y dormir. Pero esa idea fue descartada tan veloz como llegó.

Por otro lado, el hombre de mayor edad se veía nervioso e inquieto. El silencio le incomodaba agregando que a su lado tenía al guerrero de cabellos en flama acomodándose para, seguramente, dormir. Debía quedarse quieto y no hablar si quería estar allí y no molestar a su acompañante. Se acomodó un poco como pudo, dejando su cola de mono entre su pierna y la del príncipe. Se abrazó con sus brazos moviéndose tratando de no mover mucho al menor que estaba con ojos cerrados. Tendría que estar en esa posición durante cinco días, por lo que tenía que ponerse cómodo. Después de unas pocas horas se sintió fatigado y el sueño lo capturó.

 

#*#*#

 

No sabía cuantas horas había dormido pero el movimiento del menor lo despertó. Observó con dedicación el rostro sereno del otro, aunque seguía teniendo el ceño fruncido levemente se veía más tierno. Su brazo comenzó a entumecerse, así que con cuidado retiró la extremidad haciendo que el cuerpo de Vegeta se arrimara al suyo sacándole un suspiro al mismo. Sonrió al ver que este seguía durmiendo plácidamente, pasó su brazo por la cintura del menor atrayéndolo más a si, provocando que la pierna que chocaba con la suya se subiera intentando apoyarse en ella. Pensó ¿Sería buena idea? No, dijo su cerebro. Sí, dijo para sus adentros. Con cuidado de no despertarlo, pasó su otro brazo bajo las piernas del príncipe subiéndolas. Con el guerrero cargado se movió acomodándose en el asiento teniendo más espacio y con suma delicadeza dejó las piernas descansar entre el pequeño hueco que quedaba de su pierna derecha y el asiento. Y su cabeza descansando en su brazo y pecho.

Miró con ternura como la mano izquierda del príncipe se agarraba de su armadura mientras que la otra se abrazaba a si mismo. Analizó, no se había despertado en ningún momento, no se iba a despertar ahora. Con amor, depositó un beso en la amplia frente del menor que se removió entre sueños. Levantó la cabeza hacia la ventana, observando como miles y miles de estrellas pasaban velozmente, en la pantalla anteriormente apagada había varias cosas escritas que él no lograba comprender. Solo supuso que uno de todos esos símbolos era la distancia o el tiempo transcurrido porque cada vez el símbolo cambiaba.

— (Espero volver antes de enamorarme de ti de nuevo) — pensó mirando con tristeza al joven Saiyajin acariciando su mejilla. — … Vegeta… — el príncipe pareció escuchar su llamado y su mano que antes estaba en la armadura sujetó como un niño la mano más grande del mayor, sacándole una triste sonrisa. — No te enamores de mi… Por favor… — dijo en un susurro recordando esas hirientes palabras que una vez salieron de los labios del hombre quien dormía.

Todavía quedaba mucho tiempo para que el guerrero salvador del Universo volviera a su tiempo. Esperaba no volver a cometer el mismo error. ¿O lo volvería a hacer?

 

To be continued...

 

Notas finales:

¿Les gustó? 

Pobre de Goku. ¿Qué quiso decir? Escucho teorías.

¿A qué más de una quiso que Vegeta se sentara entre las piernas de Goku? ;3 Fue lo primero que se me vino a la mente pero luego pensé, no, Vegeta no haría eso. (¿O si lo haría?) Bueno, las cosas se están poniendo más complejas. 

Espero que les esté gustando.

Good bye!!


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