Cada día que me despierto es igual, 5 minutos antes de que el despertador suene, eso es a las 5:55 am, bostezó un poco y me levanto de la cama con ánimos pero sin hacer ruido para dejar dormir a mis padres, estoy en el último año de la universidad y espero ser un gran arquitecto, eso hará que mis padres se sientan orgullosos de mí, ya que podré seguir con la carrera de la familia y como único heredero continuar con la empresa de papá y mi abuelo.
Aunque mi madre insiste en que me compren un auto para ir a la universidad, sin embargo siempre me niego, porque lo que me hace levantarme día a día con emoción es poder tomar tren y día a día, verlo a él.
Subo al tren de las 7:13 y como lo esperaba “él” ya se encuentra ahí, para mí el luce perfecto, siempre vestido en tonos oscuros, parece un par de años menor que yo, su cabello es negro y liso y tiene un pequeño mecho de color azul muy oscuro, siempre lleva audífonos, en su mano derecha lleva una galleta y en la izquierda mantiene su celular, uno pequeño, como si desde la pantalla leyera algo. Él nunca me ha visto directamente, pero yo en contadas ocasiones he logrado ver sus ojos, oscuros, casi negros, tan profundos; cuando lo veo, yo realmente soy feliz y sin motivo aparente sonrió y me basta para sonreír el resto del día.
Cada vez que lo veo me hago diferentes preguntas ¿Cómo se llama? ¿Qué canción escucha? ¿Cuál es su banda favorita? ¿A dónde va a la escuela y en qué grado? ¿Por qué siempre come una galleta? Y sobre todo ¿a quién mira cuando, en quien piensa, cuando sus ojos parecen perdidos mirando a la nada?
He intentado hablarle muchas veces, decirle “hola”, pedirle la hora o algo, lo que sea con lo que él tenga que mirarme, con lo que pueda escuchar su voz, pero me atemoriza, me da tanto miedo ser rechazado sin haber confesado si quiera mis verdaderos sentimientos ¿El amor siempre es tan complicado? ¿Si yo fuera una chica, esto sería distinto?
Después de pasar 5 estaciones, lo miró suspirar con algo de nostalgia, como arrepentido de no haber hecho algo y se prepara para bajar en la próxima estación, yo igual quiero acercarme a él, pero como siempre no lo hago y con una sonrisa seguida de un suspiro pienso “tal vez mañana…”
Me despierto con más ánimo del habitual, era el día indicado, me armare de valor, lo detendría y aunque piense que estoy loco por de la nada simplemente llegar y confesarle cuanto me gusta, prefiero decirlo ahora en lugar de seguir ocultando este sentimiento tan bello, quiero compartirlo, compartirlo con él, que sea feliz aunque sea al pensar que tiene alguien que cada día, lo mira, que piensa en él. Sin embargo, subo al tren y no está ahí, miró el reloj, es la hora exacta, pero igual no me subo, tal vez en el siguiente tren, pero tampoco esta y así ya pasó una hora, y así el resto de la semana y es cuando entiendo la importancia de no ocultar nunca nuestros sentimientos, de siempre decirlos y sobre todo, de nunca dejar pasar una oportunidad, porque tal vez no exista otra después.
Ya pasó una semana de que deje de verlo, por eso me sorprendo cuando al subir al tren se encuentra ahí, en el lugar de siempre, con su cabello azul, sin sus audífonos, con la galleta en su mano… una galleta que comparte con la chica a su lado, una bella chica de cabello rosa que le sonríe de forma cariñosa…
“En ese instante oí que se quebraba algo en mi interior, por un instante pensé que era mi corazón, pero no, el corazón no se rompe…Después entendí que se me había roto la esperanza y estaba saliendo por mis ojos tibia y salada…"