No creo que exista peor forma de iniciar el día, y sí existe que nadie me lo diga.
La resaca y la vergüenza me estaban matando, tenía puestos unos lentes oscuros para resguardarme de la luz y llevaba una bebida energizante en la mano, tenía la garganta seca y no había dormido absolutamente nada.
Me apresuré a tomar el ascensor para llegar al piso en el cual se encontraba mi oficina mientras en mi cabeza me preguntaba una y otra vez que podría decirle a Cristian Wayne una vez lo tuviera al frente. Dato curioso no se me ocurría nada que permitiera salvar mi dignidad.
Inhale fuerte mientras me daba razones para no dejar todo tirado y salir huyendo, hasta que recordé que necesito un empleo para pagar no sólo mis deudas sino también las de mi padre, con el cual por cierto ni me dirijo la palabra, obtenidas al quebrar su propia empresa.
Al salir del ascensor sentí que el camino a mi lugar de trabajo jamás fue más largo, el cuerpo entero me pesaba de tal manera que dar cada paso era una tarea titánica, el ruido de la gente me estaba sacando de quicio, y la luz... Gracias al cielo llevaba lentes oscuros.
A lo lejos podía ver a las chicas de la oficina mirarme al pasar, debería verme terrible de hecho así me sentía, pero... un Alfa jamás se permitiría verse derrotado. Acomodé mis lentes, peiné mis cabellos negros, preparé mi mejor sonrisa y tomando una voluntad que creía haber dejado descansando en casa, mejoré mi postura y sacando pecho le recordé a todos el Alfa imponente que era, caminé a paso fuerte. Absolutamente nada, ni siquiera una jaqueca, podrá contra David Greiff.
- Buen día señor Graiff - saludó Lilian, la excepción a la regla.
- hola, Lilian - saludé menos formal - sucede algo?
- sólo quería informarte que la junta de hoy será aplazada hasta la próxima semana - le miré incrédulo - el señor Wayne se tomó el día libre, es por eso - valla una buena noticia después de todo, no tendría que confrontar al dueño de los labios que me arrebataron mi noche.
- te deseo buen inicio de día, Dave - dijo mientras me guiñaba un ojo y movia sus rizos rubios en él aire, perdí el habla al instante, con ese sólo gesto consiguió toda mi atención para verla andar de regreso a su oficina, el triunfo de la beta sobre el alfa era marcado con su meneo de cadera y yo sería un buen perdedor que se limitaría a observar, está mujer sería mi perdición.
- Calma tu testosterona macho Alfa - saludó Margaret cuando me vió aproximarme - vas a lograr que todas entremos en celo si sigues marcando todo con tu aroma así. - se burló
- lo siento - dije calmando un poco mis ánimos y controlando las feromonas que mi cuerpo excretaba - qué tal terminó tu noche?
Se encogió de hombros mientras mostraba una sonrisa de complicidad - invítame a almorzar y quizás te cuente. - dijo mientras retiraba mis lentes. - sabés que no debes usarlos en la oficina Dave - rayos, acaso todos empezarían a usar este diminutivo, gracias Cristian molestas incluso cuando no estás.
- Damelos, los necesito - dije mientras extendía mi mano para tomarlos de vuelta
- sí que los necesitas - dijo mientras tocaba mi frente, y viendo ahora mis ojos desnudos - te ves fatal, ¿Qué rayos hiciste anoche? - yo no quería hablar del tema
- Tomé unas copas con el diablo - me limité a decir, un diablo que logró arrebatarme la cordura y hacerme olvidar por unos segundos de la que creía mi gran amor - Tráeme un vaso de agua cariño y algo para el dolor de cabeza. - me devolvió mis lentes, para luego retirarse a cumplir con mis caprichos
Hoy será un día bastante largo...
Mientras tomaba mi vaso de agua, realizaba mis labores con desgana, pedí a Margaret dejar el archivo sobre el escritorio del niño rico, por lo menos mi parte del trabajo estaba cumplida y en cuanto el quisiera regresar podría cumplir con la suya de leerlo, también solicité no pasarme ninguna llamada. Mi celular sonaba incansablemente, sólo lo ingnoré no quería hablar con nadie.
Mi mente repasaba las escenas del día anterior, que rayos me había ocurrido. Un Alfa besando a otro, ese trago debió contener algo extraño, me arrepiento totalmente de haberme dejado llevar a tal extremo, sin embargo, deseaba tener esos suaves belfos contra los míos nuevamente, me relami lentamente mis labios y ronroneaba bajo, recordando ese leve aroma que me hizo perder la cabeza. Wow ese olor no podía ser suyo, él era un Alfa, ellos no huelen de ese modo, tal vez pertenecía a alguna omega que aquel intento de playboy haya seducido ese día antes de dirigirse a mi oficina, me gustaría conocer a esa Omega definitivamente.
Una vez dejó de sonar me atreví a revisar mi celular, 5 llamadas perdidas del tipo que me había arrebatado todos los pensamientos en mi santa mañana, algunos mensajes de este mismo que quizás respondería más tarde, los ingnoré todos no quería hablarle en estos momentos. Una notificación llamó mi atención, Lilian posteó una nueva imagen.
Amaba las fotografías que publicaba la beta, no tenía nada que envidiar a ninguna omega, sus atributos físicos volvían loco a cualquier alfa y su personalidad era totalmente arrolladora. Ella sabía lo que tenía, ya que siempre subía fotos mostrando sutilmente algo de piel, las cuales yo siempre veía fascinado como desearía tenerla nuevamente entre mis brazos.
Grande fue mi sorpresa, era una fotografía de ella y Cristian, él con su camisa un poco desabrochada, permitiendo ver un trabajado pecho, aunque no tanto cómo el mío, modestia aparte, y ella de ropa ligera, el fondo de divisaba una hermosa olaya, lo que me llenó de irá fue verla cómo besaba una de las mejillas del castaño mientras el sonreía y la abrazaba por la cintura. - No que no tenías nada con ella! - ahogue un gruñido.
"Recupérate pronto, para qué podamos repetir este maravilloso día." El pie de foto fue la gota que desbordó, lancé lejos mi celular mientras mis gruñidos eran oídos por todo el edificio. Nuevamente mi oficina se encontraba a desbordar de mi olor.
Margaret escogió el restaurante para el almuerzo, era uno tipo ejecutivo que no quedaba lejos de la oficina, ella conocía mis gustos sabía que me encantaba la comida de este lugar, me acomodé los lentes y tome a mi leal compañera del brazo para entrar.
Maldita sea mi suerte, Lilian y su séquito se encontraban allí, y sentadas junto a la única mesa vacía del lugar. Margaret notó mi incomodidad, y sólo se pegó más a mí dirigiendome una sonrisa extremadamente coqueta, amo a esta mujer supo sin decirle nada que necesitaba de ella. siguiéndole el juego la envolví por la cintura para acercarme lentamente a su oído y susurrarle cualquier tontería sólo para que todos nos vieran.
Caminamos juntos mientras todas las miradas se posaban sobre nosotros, antes ya nos habían dicho que de estar juntos seríamos una hermosa pareja y quizas tuvieran un poco de razón puesto que ella era una de las omegas más hermosa que había conocido jamás, lástima no sentir nada más que una fuerte hermandad el uno por el otro.
Nos sentamos muy cerca, logrando acaparar toda la atención de nuestras vecinas de mesa, realizamos nuestro pedido con total naturalidad.
Platicámos trivialidades del trabajo mientras finalizamos la deliciosa comida, y a su vez me encargaba de sacar todas mis fuerzas para no mirar a la mesa de al lado.
- ayer conocí un Alfa fantástico, - dijo Margaret con una radiante sonrisa - quizás esté sí sea el indicado. - así inicio una divertida plática sobre un hombre que conoció en el metro, me alegraba demasiado por ella, sé lo mucho que las y los omegas desean tener una pareja a su lado, es su instinto natural querer enlazarse para formar una familia, yo aún no entiendo el motivo para querer amarrarse de este modo.
- No te daré tan fácil a ese Alfa - dije jugando - eres mía Margaret, si te casas, ¿quién podría aguantarme?
- Seguiré trabajando Dave,- respondió entre risas - además hasta el momento sólo intercambiamos números.
- Soy mejor alfa que él - dije poniendo sonrisa de galán y ella se reía, ligeramente se burlaba de mí, yo me reía también de mis monerias - él jamás podrá darte ésto - saqué un estuche de mi saco y se lo entregué - feliz cumpleaños, compañera omega
- Dave, fue hace una semana - dijo fingiendo indignación - pero gracias. - lo abrió al instante, revelando el collar de plata y minúsculos diamantes en su interior, abrió sus ojos sorprendida.
- no tenías que hacerlo - dijo - es demasiado
- te lo mereces - respondí poniendo el collar sobre su cuello mientras ella sonreía, la quería como a una hermana, los demás en el restaurante pensaron diferente.
Lilian salió disparada del lugar, Margaret tomó mi mano y juntos la vimos partir, al final mi hermosa cómplice río a carcajadas.
De regreso a la oficina no había mucho que hacer, sin el gran CEO en este lugar el trabajo era realmente mínimo.
Mi celular timbró, era él nuevamente, cerré mis ojos con fuerza mientras se me erizaron todos los vellos del cuerpo. Debía contestar, no podía seguir ignorando a mi jefe.
- hola, habla David - dije en seco
- hola Dave - respondió. - pensé que tampoco no ibas a contestar esta llamada.