-Deseo que Ritsu esté más receptivo...
El sonido de la alarma despertó a Masamune de un extraño sueño, donde estaba hablando con el enorme peluche de conejo que había en Emerald, Twinkle...
Le hubiera gustado quedarse más en la cama, y ya si estuviera acompañado sería el mejor plan... Pero no. Aquello había sido un sueño y más valía ponerse en marcha.
Entró en el baño y se duchó y vistió rápidamente. Cuando salió le pareció ver actividad en la cocina... Sería muy raro, ya que vivía solo. Se dijo que aún estaba pensando en cosas raras y se dirigió allí a hacer el desayuno.
Cuál fue su sorpresa al ver ahí a Ritsu con un delantal blanco con estampados de corazoncitos rosa, preparando lo que parecían ser tortitas en forma de corazón...
-¿Rit... su?
-¡Bueeenos díiias, Mune! Aquí tienes tu suculento desayuno. -Le puso el plato enfrente. En efecto, tortitas en forma de corazón decoradas con sirope de fresa. Demasiado azúcar para Takano, que se conformaba con un café bien cargado acompañado de tostadas. Algo no iba bien, Takano pensó en el conejo, pero al final decidió quitárselo de la cabeza y disfrutar de las atenciones de Ritsu.
-¿Cómo has entrado aquí?
-Con mis llaves, amor. Me he levantado pronto y se las he pedido al conserje...
-¿Tú no desayunas?
-Oh, yo ya he desayunado. Además esto es una muestra de mi amor por ti...
Definitivamente el tsundere de Onodera nunca diría algo como esto... Ni aunque tuviera 15 añitos. Algo había cambiado... ¿Sería obra de Twinkle?
-Me gusta tu delantal. Oye, ¿desde cuándo cocinas?
-Aprendí a cocinar por ti, cariño~...
Más vale que disfrute de las atenciones, aunque en cierto modo sean extrañas... Y es que había algo escalofriante en la actitud de Ritsu. Es decir, Takano quería que fuesen como la típica pareja joven acaramelada, pero ahora que lo había conseguido, algo no cuadraba en su mente.
-Amor~ ¿vamos juntos al trabajo?
-Claro Ritsu, yo te llevo.
Subieron al coche de Takano y lo dejaron en el aparcamiento de la editorial. Nada más salir del coche, Ritsu cogió a Takano de la mano por voluntad propia, sin que nadie se lo dijera. Takano se giró a mirarlo y no vio su habitual expresión malhumorada ni su ceño fruncido. En su lugar Ritsu mostraba una expresión de adoración adornada con un leve sonrojo. Takano había rogado durante mucho tiempo por ver a Ritsu mirándolo así, pero ahora que lo tenía, se sentía ¿extraño? No lo comprendía. Ritsu se acercó a él y antes de entrar en el departamento Emerald le dio un besito corto en los labios.
-Buenos días a todos.
-Buenas.
Entraron en Emerald aún cogidos de la mano y Kisa no tardó en darse cuenta.
-Ohh, Ricchan, Takano-san, qué bonita pareja hacen, ¿verdad, Mino? -El eterno sonriente asentía con la cabeza. Hatori, como de costumbre, los miró con su característica cara de póquer.
-Sí~ estamos muuuy felices, ¿verdad, cariño? -Ritsu seguía mirando a Takano con ojos de cordero degollado, parecía que no le importaba estar en el trabajo... Y Takano volvió a sentirse raro al no ser capaz de corresponder.
Además, cuando se sentó en el escritorio, enfrente de Twinkle, no podía dejar de pensar en ese conejo, y lo que es peor, le daba la impresión de que el animalito de peluche lo miraba con una expresión de te lo dije.
¿Será todo un mal sueño? Takano se pellizcó disimuladamente, y sintió un leve dolor. No, no era un sueño.
-Tengo una junta, así que os dejo solos. ¡A trabajar! -Takano hizo intención de marcharse, pero Ritsu se le pegó como una lapa, entre risitas tontas.
-Cariño~ no me dejes solito mucho tiempo... ¿Te acompaño?
-No hace falta, Ritsu... -Takano intentó tener tacto con su pareja, puesto que su actitud ya empezaba a resultarle molesta. Ritsu pareció entenderlo, pero igualmente le dijo:
-¡No pasa nada, cariñito! En cuanto termine y vayamos a casa, te daré un masajito con muuucho amor...
Espero no volver con él. Dios santo, era tan totalmente opuesto al Ritsu de siempre que ya estaba empezando a causarle vergüenza ajena...
La junta transcurrió sin grandes problemas (además de los gritos entre Yokozawa y Takano y los aplausos y jaleos de Isaka), y Takano regresó al departamento. Allí se encontraban un Ritsu encima de su nubecita rosa de amor y cursilerías varias, Kisa con expresión conspiradora, Hatori con ganas de matar a alguien y Mino... Bueno, a Mino le resbala todo.
Kisa se acercó a Takano-san como quien va a sentarse en el banquillo de los acusados.
-Takano-san, ¿puedo hablar con usted un momento?
-Dime.
-En privado, si no le importa... -Takano levantó la voz para distraer a los otros tres.
-¡Kisa! Me acaban de informar que una de tus mangakas te está esperando en el recibidor. Venga, vamos.
Kisa y Takano entraron en una sala de juntas vacía y cerraron por dentro.
-Tú dirás, Kisa... Aunque me temo que ya sé por donde van los tiros.
-Sí, es sobre Ricchan... ¡Está descontrolado! No ha hecho nada en todo el día, sólo dibujar corazones rosas en una hoja, dice que es tan feliz que quiere crear su propio manga... Y además... -Frenó de repente ya que lo que iba a decir no le gustaría nada al editor en jefe.
-Además, ¿qué?
-Pues... Ricchan dice que... No le hace falta trabajar tanto porque es el novio del jefe... Es una suerte que hayan estado en una junta ya que si lo llegaban a oír Yokozawa-san o Isaka-san, hubieran tenido problemas...
Esto ha llegado demasiado lejos, pensó Takano. Tenía que actuar rápido...
-De acuerdo, Kisa. Gracias por avisarme.
Volvieron a Emerald, tan pronto lo vio llegar, Ritsu se posicionó al lado de Takano y se puso a hablarle en ese tono meloso que había llegado a odiar:
-Muuune, cariiiño. ¿Nos vamos a casa? -Takano pensó en otra maniobra de distracción.
-Ritsu, tengo que quedarme un rato a terminar cosas pendientes... ¿Qué te parece si te vas a casa y empiezas a preparar la cena? Quiero comer de nuevo algo hecho por ti...
-Bueeeno... Está bien. Pero antes, dame un besito~. -Se besaron y Ritsu se fue, luego se fueron juntos Kisa y Mino, y a los pocos minutos el que se marchaba era Hatori.
De nuevo, Takano se quedaba solo en Emerald... ¿Hemos dicho solo?
-Jiji... Qué día tan divertido...
-¿Quién habla? -Takano habló sin pensar, le habían pasado tantas cosas raras que estaba dispuesto a hablar incluso con el conejo.
-Humano tonto... ¿No te acuerdas de mí?
-Twinkle...
-El mismo. ¿Qué tal tu primer deseo?
-Horrible, la verdad. Ritsu está tan cambiado que ahora soy yo el incapaz de corresponderle... Echo de menos la emoción de la conquista, y además tengo una sensación rara en el estómago... Como si quisiera vomitar arcoiris...
-Qué gracioso eres. ¿No has pensado en presentarte al festival del humor?
-Maldito conejo... Amigo de Isaka tenías que ser.
-No insultes a Ryu en mi presencia. -Takano enmudeció. Estaba hablando con el conejo y éste lo había ¿amenazado? El conejo siguió hablando. -Vaya... Así que no funcionó el primer deseo.
-Y dale con los deseos. No me creo ni media palabra. Isaka y tú me han visto cara de tonto.
-No te he visto la cara de tonto, humano. Me caes bien, pero pienso que eres rematadamente imbécil. Aunque puedes hacer que cambie mi idea sobre ti con los siguientes deseos... Piensa bien lo que pides...
-Tonterías. ¡Deseo que Onodera me deje tranquilo! -Takano estaba al límite.
-Deseo... Concedido. -Twinkle mostraba una gran expresión de te lo dije en su rostro. -Si no te convence este segundo deseo, aún tienes una última oportunidad... ÚLTIMA.
-Sí, claro, lo que tú digas. Me voy a dormir...
Esa misma madrugada, Twinkle y Suzuki comentaban los sucesos del día, riéndose de Ritsu y sobretodo del escéptico Takano.
-Suzuki, están locos esos humanos. Ese Takano podría haberlo tenido todo, pero ya ha malgastado dos de sus tres deseos en tonterías.
-Jeje, a mi humano también le falta un tornillo. Deberías ver lo que hace.
-¿Vamos?
-Si tú quieres...
CONTINUARÁ...