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Intentémoslo una vez más por JadeJary

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Esa mañana estaba decido a enfrentarse a Harry Potter, y lo haría. Justo en ese momento eran las cinco y media de la tarde, y él sabía que ese día Harry terminaría su trabajo de auror a las seis, según Pansy Harry no se aparecía directamente en su casa al salir del trabajo, siempre paseaba por el callejón Diagon, ya sea para comprar cosas para Ted, o tomar un café. Dijo que lo buscara tantas veces como sea necesario, ya que podría no aparecer, o estar en la tienda equivocada en el momento equivocado. Que intentara todos los días hasta verlo, y así lo tenía planeado. Antes de salir se dijo a sí mismo que era imposible verlo el primer día, podría irse a casa temprano, o ir a otra tienda y salir rápido, así que no salió con mucha esperanza, y aún así en el momento en que se posó en la pared junto a Flourish y Blotts no pensó en ningún momento que Harry no iría, incluso por su mente pasaban las cosas que diría al verlo, cómo actuaría, hasta imaginó qué contestaría Harry. Pasaron veinte minutos y entró en la tienda empezó a hojear las revistas y con el miedo en la frente de que el auror no vaya ahí, salió. Cruzó la vereda chocándose con magos y brujas y caminó con lentitud…

Fue hasta la entrada de la tienda de bromas Gambol y Japes, entró hasta el umbral de la puerta de Madam Malkin, pasó a la tiendade  artículos para quidditch y miró los estantes, fue hasta la heladería de Florean Fortescue, donde le ofrecieron un helado, y a las siete menos cuarto, fue al Caldero chorreante a ahogar sus penas en cerveza de mantequilla. La angustía que había tenido la semana anterior volvió, y pensó en ya no volver. De verdad creyó encontrar a Harry, hasta pensó las cosas que le diría, todo lo que se aliviaría y cómo Potter lo entendería, lo perdonaría como Pansy dijo.

Ya había pasado casi media hora sentado sin hacer nada, pagó la bebida y con la cabeza gacha abrió la puerta. Cuando intentó cruzarla casi cae al piso por haberse chocado con quien intentaba entrar, y la misma mano que lo sostuvo del abrigo cuando estuvo con Ted, lo tomó antes de que pudiera caer.

Harry se veía aún más destruído que él, estaba despeinado como siempre, y su capa de auror estaba llena de polvo, tenía una bufanda mal tejida puesta y olía a basurero.

-G-gracias… -se golpeó mentalmente por tartamudear.

Aunque ver a Harry lo alegró mucho lo llenó de miedo.

-No, perdón. No sabía que solías venir… -Harry lo soltó-, puedes quedarte si quieres, me puedo ir.

Antes de que Harry se vaya Draco lo detuvo por la manga de auror.

-Yo me estaba por ir, de hecho –contestó-. Aunque si quieres me gustaría hablar contigo.

Harry lo miró muy sorprendido, y entonces Draco se preguntó porqué creería él que Harry querría verlo, o tomar algo con él.

Aún así el auror lo tomó de la manga del abrigo mostaza y lo incitó a sentarse, cuando este lo hizo Harry se aproximó a la barra donde pidió dos bebidas. A Draco le empezaron a sudar las manos, y con una servilleta se las secó, el pecho le empezó a latir con fuerza y estaba a un segundo de que le de un ataque de pánico. Incluso se podía notar a simple vista, porque cuando Hary volvió a la mesa con suavidad le quitó las servilletas de las manos.

-Está todo bien, ¿lo sabes, no? Sigo siendo el mismo Harry Potter de hace ocho años, con más ojeras, pero las mismas gafas.

Draco lo vio a los ojos y pudo volver a respirar con normalidad, las manos ya no le sudaban y aunque tuviese un poco de ansiedad tenía la seguridad que necesitaba para enfrentase a todo lo que no había podido.

-Lamento haberte echado de casa.

-No esperaba otra cosa –Harry le sonrió.

-No estaba listo, y no creo estar listo ahora, aunque tampoco creo estar listo en algún momento.

-¿Entonces viniste aquí por mí?

Draco se sonrojó como una manzana.

-¡¿Qué te pasa?! ¡No te creas tan importante Harry Potter!

El dueño del Caldero chorreante lo miró igual de sorprendido que Harry y todos allí.

-Está bien, lo lamento –Draco volvió a sonrojarse, y se volvió a sentar cuando se dio cuenta que para gritar se paró-. Aunque si te hace sentir mejor, el día que se perdió Ted, te estaba vigilando antes de entrar a la tienda de quidditch, creo que eso incentivó a Ted a ir a buscarte y perderse.

El pecho de Draco casi da un lindo salto, y los hombros se le tensaron por la felicidad que le albergó al escuchar que Harry quería verlo.

-Creo que no puedo enfrentarte porque si te digo lo que me pasa… Bueno, no creo que esté bien que hablemos.

-Draco, sí lo está, lo que pasó para que nos separáramos ya no existe, dejó de existir hace mucho.

-No, no es así… -Draco había vuelto a subir la voz, y Harry le apretó la mano, o para que lo notara o para calmarlo-, no quiero hablarlo aquí. Quiero ir a un lugar donde pueda gritar o llorar, o irme a casa solo a pensar.

-Entiendo –Harry se colgó la maleta de trabajo al hombro con una mano, y con la otra se ajustó las gafas-. Vayamos a mi casa, si llego muy tarde Ted podría asustarse. Está en esa etapa en donde tiene miedo de que no vuelva…

Harry le hizo una seña al dueño del bar para avisarle que estaban por irse, y fue cuando él mismo se paró del asiento aún dudoso. Pensándolo mejor se arrepintió de haber dicho lo que dijo, iba a ser incómodo estar solos en la casa de Potter. Tomó la bufanda color gris que se había sacado al llegar y le dio vueltas alrededor del cuello. Con paso torpe salió del Caldero chorreante.

Harry le ofreció la mano y él la tomó, cuando abrió los ojos ya estaban en su casa. El ambiente era más cálido, olía a tarta de melaza, entonces al auror le seguía gustando… Potter le hizo una seña para que dejara las cosas sobre un sillón gris pequeño que estaba frente a una mesa redonda baja en la sala de estar. Se sacó el abrigo mostaza y la bufanda gris. En las paredes habían muchos cuadros de Ted, y en algunos el color de su pelo era diferente al azul de siempre, en otros cuadros estaba Harry; y sobre un sofá negro había uno peculiarmente grande con la imagen de Remus y Nymphadora. Se sentó en el sofá negro, y se paró sobresaltadamente cuando vio a Hermione entrar a la sala.

Estaba igual que en su época en Hogwarts, y por los diarios sabía que era ministra de magia.

-Hola. –Dijo cuando la vio, de forma atolondrada.

Ella asintió.

-Vengo a veces a cuidar de Ted… Veo que se decidieron a hablar. –Hermione sonrió de lado cuando él se sonrojó.- Lo necesitaban, creo que a ambos les hace falta, Draco. Se veían bien en Hogwarts, se hacían bien, y creo que pueden volver a estarlo.

- ¿Y no te molesta? Que alguien como yo esté con tu mejor amigo.

Hermione se paró frente a la chimenea y se hizo un rodete con un broche de pelo.

-Si me molestara no sería su mejor amiga, Draco. –Agarró un puñado de polvos flú y se metió dentro de la chimenea.- Eres lo que Harry necesita ahora, para pensar más en él.

Cuando terminó de decir eso lanzó los polvos y desapareció.

Draco se quedó mirando el álbum de fotos sobre la mesa redonda, tenía una tapa dura en colores celestes y azules, con encaje blanco. Decía Harry y Ted “2001-2002”. Antes de que pudiera abrir el álbum Harry entró con dos tazas de té, y detrás de él Ted llevaba un plato con masitas. Ted se sentó sobre el sillón gris con una masita en la mano, y Harry se sentó a su lado.

-No quería quedarse arriba, tuve que dejarlo venir, lo siento. –Draco negó con la cabea al escucharlo.- Ted, ¿no saludas?

Ted escondió el rostro en los muslos de Harry, después de eso se bajó del sillón y fue hasta el sofá donde se sentaba Draco, le besó la mejilla y se sentó sobre él.

-B-buenos días –murmuró avergonzado.

Harry se sonrojó como Ted.

-No, Ted, buenos días se dice cuando recién nos levantamos. A esta hora se dice “buenas tardes”.

-No importa –dijo Draco-. Cuando tenía tu edad yo también decía buenos días a cualquier hora. –Sonrió en dirección a Ted.

Después de un rato Ted se sentó en la alfombra a comer masitas, y Harry lo miraba pidiendo disculpas en silencio. Harry le recordaba a cómo era su padre con él cuando era pequeño, sus padres lo sobreprotegían demasiado pero lo cuidaban con mucho amor, siempre lo educaron con respeto y libertad, y lo miraban como Harry miraba a Ted. Cuando se terminó todas las masitas, Ted comenzó a bostezar y Harry aprovechó para llevarlo arriba.

La casa de Harry era parecida a la suya, aunque olía mejor y era más cálida. Al entrar estaba la sala de estar, y la cocina estaba abierta al comedor, en un umbral sin puerta para pasar. Las escaleras estaban vestidas por una alfombra roja con bordes dorados, y al final estaba manchada por pintura color amarilla. Cuando Harry volvió a bajar Draco se puso nervioso, y la mano con la que se quitó las migas de masitas del pantalón tiró la taza de porcelana al suelo.

-No te preocupes, soy mago. –Tomó la varita de la túnica y conjuró reparo. –Ted se quedó en la cama dibujando. Me ponía algo incómodo que no pudiéramos hablar con él enfrente. Creí que te terminarías yendo.

-Pansy cree que deberíamos hablar. –Dijo, era más fácil meter a Pansy y no aceptar que él también lo creía.- Tengo mucho que decirte.

Le comenzaron a sudar las manos de nuevo y le volvieron las ganas de llorar.

-Está bien. Éramos jóvenes y tomamos malas desiciones.

-No, Potter… Fui yo quién se alejó cuando comenzó a trabajar para Voldemort, yo fui el único que tomó malas desiciones.

Harry se sentó junto a Draco y le tomó las manos, y no pareció sentir asco aunque estuviesen sudadas.

-Cuando más me necesitabas, te dejé alejarte. Uno no se aleja solo, necesita el permiso del otro, y yo te dejé ir. Con miedo, y solo no hay buenas desiciones para tomar.

Draco se puso a llorar, y Harry le ofreció el hombro, en que él se apoyó dejando el orgullo de lado, y mostrándose más débil. Si podía llorar frente a Potter ya no había nada que perder.

-Me uní a los mortífagos, y me di asco hasta a mí mismo… No podía dejar que sigas viéndome, en cambio, alejándome cargaba con la culpa yo solo.

-Intentabas proteger a tu familia, eligiste cargar con todo tú solo para proteger a los que querías. Fuiste valiente.

Harry apretó el agarre de sus manos.

-Maté a Dumbledore –Draco se alejó de Harry, y se secó las manos en el pantalón-, lo maté porque me lo dijo. Si hubiese sido valiente hubiera muerto en su lugar.

-No seas tonto, éramos chicos. Estabas asustado –Harry intentaba volver a acercarse pero Draco lo hacía imposible.

-Lo querías, y yo lo sabía. Sabía que lo querías y lo maté. Y como no quería enfrentarte me escapé y te dejé.

Con las mangas de la camiseta se secó las lágrimas. Luego se arremangó la manga izquierda y le mostró la marca tenebrosa a Harry.

-Me marqué como su seguidor. Por eso no uso mangas cortas, porque nadie se siente seguro con un mortífago al lado.

-Malfoy, no puedo culparte de las desiciones que tomaste, porque cuando las tomaste yo no te acompañé. –Harry esta vez forzó a Draco a mirarlo, lo tomó de los hombros y lo obligó a estar frente a él, cara a cara.- Quería a Dumbledore, pero también te quería a ti, y tú todavía estás vivo. Cuando mataste a Dumbledore él ya lo sabía, y Snape ya sabía que estaba muriendo. No estoy diciendo que me dio lo mismo, ni que estaba preparado para su muerte, porque yo no sabía nada. Pero, Draco, no creo que seas un asesino.

-¡Yo sí lo creo! Lo sé, me dijo que no era capaz, que era bueno… Y Snape iba a matarlo, pero pensé en Voldemort, era mi misión y por mi familia.

-Dumbledore quería ayudarte, él sabía que eras bueno, sabía que tenías miedo.

-Lo maté, y lo miré a la cara al hacerlo.

Draco seguía llorando en el sofá, Harry se bajó de éste, se arrodilló frente a él y le extendió las manos.

-No te creo un asesino, y te entiendo. Entiendo el miedo, la presión y entiendo que hayas estado solo. Yo me equivoqué en dejarte y no estar contigo, quisiste preteger a tu familia. La órden y yo lo habríamos hecho, te habríamos resguardado. Pero estabas solo.

Draco se bajó del sofá y ahogado en llanto abrazó a Harry con fuerza.

-Yo tampoco fui valiente. Cuando vi que te ibas solo me quedé mirando porque de esa forma no tenía que pensar, hacer o enfrentar algo.

Harry lo abrazó con más fuerza y con la mano libre tiró suavemente del cabello de Draco. Ambos se quedaron sin decir nada mientras el té se enfriaba. Las piernas del auror se acalambraron, pero no podía abandonar la posición o el abrazo.

-No quería que te vayas. –Dijo Harry con un hilo de voz.

-Yo no quise dejarte. –Respondió.

Notas finales:

Gracias por leer


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