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Tal Vez en Otra Vida... por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Infinitas gracias a NirahGasai y Loretta Mink por sus bellos e inspiradores reviews <3

Capítulo 2: Primer Contacto

Las semanas transcurren bastante rápido, abstrayendo a Vegeta en un bucle constante e interminable de tareas y exámenes, los cuales no dejan espacio a nada que no sea permanecer tres cuartas partes del día con la mirada en los libros. Sus horas de sueño se ven reducidas a menudo por causa de sus estudios, por lo general gracias a su estúpidamente agradable profesor de Derecho Penal, quien es un experto en exprimir al máximo el potencial de sus alumnos.

Las clases con él resultaron ser las más provechosas de todo el semestre, ya que como dedujo desde el primer día, Son Goku es sumamente hábil e inteligente. Les pasa la materia con una pasión y creatividad tal, que incluso a quienes no les gusta aquella área del Derecho terminan involucrándose en ella con increíble interés. Y si bien su comportamiento suele ser pacífico y hasta infantil gran parte del tiempo, a la hora de aplicar trabajos prácticos o exámenes, su carácter se transforma de tal manera que se convierte en alguien sumamente serio y perspicaz.

En aquel preciso instante da un último vistazo a lo escrito en el blancuzco papel entre sus dedos, corrigiendo un par de puntos a medida que lo revisa. Faltan quince minutos para que acabe el tiempo designado para resolver el examen, mismo que él ya terminó sin mayor dificultad. Muy seguro de sus respuestas, suspira satisfecho y guarda el lapicero de vuelta en la mochila, colgándosela en el hombro y tomando la hoja para encaminarse hasta el escritorio de su profesor. Se la extiende y éste le dedica una mirada indescifrable al recibir de vuelta la prueba ya resuelta, regalándole una sonrisa sumamente cautivadora, gesto habitual en él desde algunas semanas atrás. Frunce el ceño y sin decirle nada dirige sus pasos hacia la salida del aula, sintiendo nacer en su interior esa ya familiar sensación de nerviosismo que tanto le fastidia.

Goku vira los ojos a la hoja en sus manos, una vez que la puerta se cierra luego que el menor se escabulla como un rayo tras ella. A la rápida le da una ojeada a las respuestas, percibiendo una inmensa oleada de satisfacción al encontrarlas perfectas. El joven peliflama le ha demostrado en más de una ocasión ser sumamente inteligente, tal como sus compañeros docentes le dijeron en su momento, lo cual lo enorgullece de sobremanera. Saiyan es por lejos el mejor alumno de su clase, algo que muy en el fondo de su subconsciente lo cautiva cada vez más, provocando en su pecho una inexplicable calidez siempre que lo tiene cerca.

–Diez minutos, chicos– avisa, guardando el examen de su estudiante prodigio dentro de una carpeta archivador.

~~~

Vegeta inhala hondo el aroma dulzón de la brisa primaveral, apoyándose distraído contra la pared de cristal grueso que se extiende de lado a lado por todo el corredor con el fin de impedir accidentes. Pasea su mirada por la inmensa explanada llena de árboles y césped que yace justo debajo suyo, sonriendo al ver a Kai jugando básquetbol con sus compañeros de carrera en una de las canchas de deporte libre que tiene el campus. El idiota es sumamente atlético y popular, sin embargo cada vez que alguien se le acerca más de la cuenta con intenciones de coquetearle, Keoni aparece en escena y logra espantarlo de tal manera que el desafortunado de turno ni siquiera se atreve a volverlo a mirar. Le resulta impresionante la forma en que el mayor de los gemelos se comporta, todo un cretino molestándolo y burlándose de él a la más mínima oportunidad, pero sobreprotegiéndolo excesivamente y cuidando cada uno de sus pasos desde las sombras. Su amigo ni siquiera imagina lo obsesibo que su hermano suele actuar a menudo, atribuyéndole sus fallidos intentos de tener novio a no más que un fatal y triste brote de pésima suerte en el amor.

Se gira a recibir un pase y es ahí que nota que Vegeta lo está viendo desde el segundo piso, por lo que le lanza un beso con una traviesa sonrisa plasmada en los labios. Él no puede evitar sonreír más que divertido con esa actitud suya tan típica, levantándole el pulgar en señal de aprobación.

El intercambio de gestos entre amigos es observado a detalle por cierto joven profesor de cabellera alborotada, quien justo camina por el corredor luego de dar por finalizado su examen.

–¿Tu novio?

El joven de cabellos en forma de flama se sobresalta al oír esa familiar voz tan cerca de su oído, volteándose y encontrándose a Son Goku justo detrás suyo, mirándole con un rictus en el rostro demasiado difícil de interpretar.

–¿Eh…?– emite sintiéndose más que extrañado, no pudiendo evitar enarcar una ceja en confusión.

–El chico al que ves…– aclara su profesor, denotando en sus ojos bastante seriedad. –¿Es tu novio?

¡Un momento! ¡¿Qué?!

Por inercia se imagina siendo novio de Kai, algo que le resulta muy perturbador. Lo que siente por él es un infinito amor de hermanos, por lo que pensar en ellos así… ¡por poco le produce un trauma!

Pero lo raro es: ¿por qé su profesor le pregunta algo así? O, dicho de otra manera, ¿por qué se ve tan interesado en saberlo? A Vegeta le extraña su comportamiento, pero no se anima a decírselo por temor a ver pisoteada su dignidad.

–No– niega, apartando la mirada para esconder bien sus verdaderas emociones. –Es sólo mi mejor amigo.

Goku no sabe por qué, pero escuchar tan simple aclaración por parte del menor, le despierta en el pecho un sentimiento de alivio tal, que se ve forzado a suspirar hondo para mitigarlo un poco.

–Entiendo– asiente, volviendo a sonreír de aquella encantadora manera que tanto lo caracteriza. –Nos vemos luego, Vegeta.

Y sin más se va, alejándose a paso tranquilo a través del largo pasillo con rumbo a las escaleras.

¿Pero qué diablos fue eso? Piensa Saiyan, la actitud del mayor resultándole demasiado inverosímil

~~~

Observa ensimismado los gráciles movimientos con que el lápiz se desliza sobre el papel, la mejilla acunada en la palma de su mano con el codo sirviéndole de soporte sobre la mesa. Llevan ya alrededor de diez minutos encerrados en un box de la biblioteca, los cristales de la puerta y paredes aislando el bullicio que tienen fuera los demás estudiantes. Kai dibuja con máxima concentración el bosquejo de un cómic estilo manga en el que ha trabajado durante meses, tan abstraído en los trazos que plasma en la hoja que ni siquiera es consciente de que lo miran. Perfila el rostro de uno de sus personajes, eliminando a ratos trazos fallidos con el borrador.

 –¿Dónde aprendiste a dibujar así? – inquiere en voz baja, en verdad sorprendido con su destreza.

–No lo sé… creo que sólo sucedió y ya– expresa su amigo, sus labios esbozando una suave sonrisa.

–¡Pero qué modesto!– ironiza Vegeta, sonriendo de lado para así volver a centrarse en su tarea.

Debe realizar una investigación para Derecho Procesal, materia que es complementaria de Penal, aunque mil veces más tediosa e innecesaria. La imparte la profesora Milk Ox Satán, cuyo cabello lacio hasta la cintura es tan negro como su infernal carácter. Es la típica mujer controladora y manipuladora hasta la médula, defecto que no sólo saca a relucir con los alumnos a su cargo, sino que con su prometido también. Y dicho prometido… ¡No es nadie más que el profesor Son!

Resulta sorprendente la manera en que ejerce poder sobre él, al punto de hacerlo retractarse de alguna decisión con sólo dedicarle una mirada desaprobatoria. En la facultad muchos ya se han dado cuenta de esto, pero nadie es lo suficientemente valiente –o estúpido– para expresarlo abiertamente. Al curso de Vegeta le ha tocado varias veces tomar ambas clases como una sola, ya que al ser asignaturas complementarias es más fácil dictar ciertos temas en conjunto. Y es realmente incómodo –desagradable, repulsivo, enfermante– ser testigo de como el siempre alegre y encantador profesor Goku se convierte en un trozo de arcilla entre sus dedos, llegando hasta a rezagarse a segundo plano, mientras ella toma absoluto protagonismo frente a los estudiantes.

Un completo asco…

¡Un momento! ¿Realmente acaba de llamarlo Goku?

–¡Vegeta!

Un fuerte chasquido de dedos lo regresa a la realidad, haciéndolo parpadear un tanto confundido.

–¿Qué?– cuestiona molesto, resoplando hastiado al captar la mirada juguetona que le dedica Kai.

–¿Quién te tiene colgando en las nubes, Veg?– le pregunta en tono travieso, sonriendo maliciosamente.

–Nadie– espeta, apagando el portátil y tomando de la silla junto a él la mochila para guardarlo.

–Hmm… como digas– canturrea, mientras la malicia en su voz crece, sin apartar los ojos de lo que hace Saiyan.

–Es en serio, Kai– le increpa, metiendo el cargador junto al portátil. –Para de fantasear conmigo y alguien que no existe– se cuelga uno de los tirantes de la mochila al hombro, esperando a que el otro acabe de acomodar sus cosas también. –Tienes que dejar de leer tantas historias, estás enloqueciendo. Al paso que vas, terminarás vinculándome en tu mente con todos en la facultad.

Éste ríe, sus ojos adquiriendo un extraño brillo y misterio que a Vegeta le es imposible descifrar.

–Créeme que sólo te vinculo con una persona en mi mente– declara en tono suave y algo tierno, posando la mano en la mejilla de su amigo, mientras corta poco a poco la distancia entre ambos.

Por inercia él retrocede, una sensación abrumadora apoderándose de cada ápice en su cordura.

¡¿Y ahora qué jodidos le pasa?!

Pero cuando ambos pares de labios están apenas a centímetros de rozarse, tres rápidos y fuertes golpes contra el cristal de la puerta, los hace apartarse de un gran sobresalto. Enseguida el peliflama impone la máxima distancia posible entre los dos, sus ojos reflejando el desconcierto que siente, mientras Kai regresa a la realidad, mostrándose sumamente avergonzado. Vegeta lo mira confuso y con una clara interrogante en el rostro, pero antes siquiera que alguno pudiera decir algo, la puerta del box se abre de golpe y Keoni entra con semblante sombrío. Les dedica una mirada desafiante, agarrando a su hermano del brazo y prácticamente llevándoselo a rastras.

Vegeta queda estático allí, procesando a duras penas la inverosímil situación recién acontecida.

¡¿Qué demonios acaba de suceder?!

~~~

Sale de la biblioteca cruzando la cristalizada puerta, la sensación abrumadora sin dejar de atosigarlo ni un segundo. Son ya pasadas las seis de la tarde, por lo que el campus poco a poco va vaciándose de estudiantes. Ya no tiene más clases, por lo que decide irse de una vez a casa, pues lleva encima un agotamiento físico que requiere urgente al menos seis horas corridas de sueño.

Avanza a paso tranquilo por las muchas avenidas que conectan entre sí a las diversas facultades con que cuenta la universidad, inmerso en la melodía relajante de Boulebar of Broken Dreams que resuena a través de sus auriculares. Visualiza uno de los portones de salida a unos metros de distancia, por lo que acomodándose la mochila camina con andar despreocupado hasta allí, sus pensamientos inmersos en el bizarro suceso compartido hace apenas minutos con su mejor amigo.

Por más que trata de dilucidar por qué Kai actuó así, no obtiene ninguna respuesta coherente. Sabe que es poco probable que le guste como potencial pareja, ya que ambos en más de una ocasión determinaron que jamás se atreverían a poner en riesgo su amistad para intentar llevar una relación de pareja que quizás ni siquiera funcionara. Por eso no logra salir de su desconcierto, las ganas de aclarar las cosas con él acrecentándose cada vez más.

–¿Qué otra cosa extraña me pasará hoy?

–Hola, Vegeta.

Oh, no. No, no, no… ¡Por favor, no!

Esa voz…

–Profesor Son.

Allí está, justo delante suyo, vistiendo aquel atuendo semi formal que lo hace verse tan malditamente sensual y apetecible. Su piel pálida contrasta tan bien con los colores fríos que siempre usa, otorgándole a su apariencia un atractivo aún mayor. El tipo es jodidamente guapo, por mucho que luche por negárselo a sí mismo.

–¿Todo bien?– le pregunta, dedicándole una mirada escrutadora.

Vegeta asiente con la cabeza de forma fugaz, resguardando todo sentimiento o pensamiento indecoroso bajo la impenetrable coraza de indiferencia y desinterés que tan bien lo caracteriza.

–Excelente– sonríe –¿cuál es su afán de sonreírle siempre de esa forma tan encantadora?–, sus rasgos aniñados y perfectos reluciendo bajo el efecto de aquel gesto tan bonito. –¿Ya te vas?

–Sí– dice en tono casual, dejando los auriculares alrededor de su cuello para no verse descortés.

A Goku el aura de rebeldía de su alumno más aplicado le provoca una atracción de la cual no es cien porciento consciente, despertándole unas inmensas ganas de compartir más tiempo con él.

–Si quieres te llevo– ofrece, sus ojos reflejando tanta dulzura y candidez que resulta increíble.

–No– niega su oferta, reacio a estar con él más de lo necesario. –Eso no sería correcto, profesor.

Una risa suave, divertida y tierna a partes iguales, abandona esos labios finos y sonrosados. Sus ojos lo obserban una vez más con ese sentimiento que no es capaz de interpretar, mientras una atmósfera algo extraña los rodea y le hace pensar que es momento de huír ahora que puede.

–Sólo te llevaré a casa, Vegeta– aclara, sereno. –Créeme que nada más pasará entre nosotros.

–Lo sé– se apura a decir, frunciendo el ceño. –Después de todo sólo soy su alumno, profesor Son.

Goku asiente, su semblante ensombreciéndose unos segundos, aunque bien puede ser su imaginación.

–¿Entonces?– insiste tras un breve silencio, ladeando el rostro para observarle mejor. –¿Te llevo?

Vegeta suspira, encogiéndose de hombros. No entra en sus planes relacionarse con Son Goku más de lo estrictamente necesario, más aún estando consciente de que el tipo le produce un sentimiento extraño y sensaciones difíciles de reprimir. Sin embargo la idea de pasar tiempo extracurricular con él en cierto modo también le resulta atractiva, pues ambos tienen visiones similares de la vida y al estar lejos de la opresión de la universidad podrán compartir alguna conversación más allá de sus cortos y escasos intercambios de frases durante las horas de clase.

–Bien– accede, chistando la lengua con obvio desinterés. –Será como usted quiera, profesor Son.

Él le vuelve a sonreír –¿acaso no le duelen las mejillas?– y tras un gesto de su mano lo sigue rumbo a su auto. Ambos suben y así, en un cómodo aunque denso silencio, salen finalmente del campus.

~~~

Aparca el vehículo frente a la entrada del condominio donde recide su alumno, dejando puesto el intermitente para seguidamente girarse a mirarlo con intensidad. Éste le devuelve el gesto con la mayor calma posible, amagando bajarse de una vez. Pero antes que su mano siquiera toque la manija de la puerta para abrirla, el sutil roce de unos dedos acariciándole el cabello lo detienen.

Y es que no pudiendo más contra esa fuerte atracción magnética que Vegeta ejerce sobre él, Goku se permite perder el control por un milisegundo, durante el cual su mano va ni lenta ni perezosa a tocar esos cabellos en forma de flama que tanto le llaman la atención. La suavidad de cada ebra bajo su tacto le resulta deliciosa, al igual que el levísimo sonrojo que su repentino gesto causa en las acaneladas mejillas del joven Saiyan.

Desliza las yemas acompasadamente por un par de esos sedosos mechones azabaches, sus ojos fijos en los de su alumno como queriendo sumergirlos bajo alguna especie de trance hipnótico. El varonil aroma del perfume que usa llega sin dificultad a las fosas nasales del menor, una alarma de sonrojo inminente encendiéndose en su cerebro. Por mera inercia se tira hacia atrás, prácticamente pegándose a la portezuela, todo con tal de evadir aquel repentino e inesperado contacto con su profesor, el cual está a punto de hacerlo perder la cordura. Sabe que probablemente está mal interpretando las cosas, por más inverosímiles que parezcan, lo cual de seguro lo hace ver como el ser más patético del mundo.

Y aunque intenta permanecer en calma, su corazón acelerado clama a gritos en cada latido que para nada lo está logrando. Porque por más que lucha por negárselo, se siente horriblemente nervioso y vulnerable ante aquella situación que no vio venir ni en sus sueños más irracionales.

Los ojos del mayor se fijan entonces en aquellos labios sonrosados de apariencia tersa, el deseo de sellarlos con los suyos en un beso voraz y apasionado naciendo y cobrando cada vez más fuerza dentro de él. Su piel se estremece  ante la sola idea de sobrepasar los límites y aprovechar al máximo aquellas favorables sircunstancias en que se encuentran, oportunamente a solas y lejos de cualquier mirada indiscreta, la cordura lanzándose a correr por la ventanilla del auto y dejando todo en manos de sus instintos más primitivos. Es ahí que comprende que en serio desea a aquel chiquillo rebelde y en ocasiones hasta maleducado, sin embargo debe ser racional y reunir autocontrol por muy difícil que esto sea.

Finalmente aparta la mano del sedoso cabello de su alumno, negando con la cabeza en un ademán bastante sutil, mientras exhala el aire en un suspiro largo e insonoro. ¡No puede dejarse llevar! Sería una completa estupidez de su parte, la cual de seguro acarreará consigo consecuencias nefastas y malos ratos que para nada está dispuesto a afrontar.

Vegeta lo observa agachar la cabeza levemente, ocultando la mirada bajo su abundante flequillo azabache, algo que sin saber por qué le produce un bizarro sentimiento de decepción, en el cual prefiere no ahondar más de la cuenta por el bien de su ya casi inexistente cordura. Es entonces que Goku alza el rostro hacia él una vez más, sonriéndole algo incómodo antes de explicar la razón de aquel actuar, para el menor, tan sumamente extraño.

–Es que tenías una basurita en el cabello, Vegeta. Siento si te incomodé, no era esa mi intención.

Sí, sabe perfectamente que es una mentira descarada. Pero, ¿qué otra cosa puede decirle? “Acabo de darme cuenta que me encantas y muero por besarte hasta que el sabor de tus labios se quede impregnado en los míos”. Claro que no hará semejante declaración… ¡No está tan loco!

Saiyan asiente con la cabeza y sin más abre la puerta del auto, tomando su mochila y bajando como si seguir en presencia de Son Goku le produjera un desagrado total. Le da una última mirada antes de cerrar, recibiendo de vuelta ese típico sentimiento en sus ojos que no es capaz de interpretar.

–Gracias por traerme, profesor– se despide de él rápidamente, alejándose con andar tranquilo y aparentemente seguro.

Lucha por mostrar calma. Una calma que, por supuesto, no experimenta en lo absoluto.

Porque ese tan ínfimo roce en su cabello le abrió los ojos a una realidad que lleva semanas reusándose a aceptar, propinándole un terrible golpe directo a su dignidad y orgullo.

Aquél estúpidamente agradable y jodidamente guapo hombre le gusta mucho más de lo que llegó a pensar, por más que se empeñe todos los días de su vida en seguírselo negando a sí mismo.

Está flechado por el encanto de su mirada inocente, por la belleza angelical de sus rasgos juveniles, por su hermosa sonrisa dulce y por lo seductor de su cuerpo tan atlético y varonil.

–Estoy jodido– musita al llegar a la puerta de su departamento, mordiéndose nervioso el labio inferior.

Y al ver a Kai aparecer desde la esquina del pasillo que da directo a donde él está, comprende que las bizarras sorpresas que la vida le destinó para vivir ese día todavía no terminan.

–¿Podemos hablar?

Sí, definitivamente está jodido.


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