-Un mensaje de Jungkook le había llegado. No estaba muy de acuerdo el que durmiera en casa de un amigo siendo entre semana, pero si era por un trabajo del colegio no podía decir nada.- Abrígate bien y nos vemos mañana.- Fue lo último que tecleo en el celular antes de entrar a su casa.
Juraba que estaba vacía. Que las luces estaban apagadas y todo estaba tranquilo... ¿por qué el sentimiento de huir corría por su cuerpo?
-Sus intentos lo obligaron a dar pasos hacia atrás, con la intensión de abrir nuevamente la puerta y alejarse.- ¿A dónde vas, Jimin? -El temblar de sus manos no le permitió terminar el acto. Al contrario, dio la vuelta encontrándose a Suga sentando en la escalera, observándolo con esos ojos oscuros que lo caracterizaban de ser alguien peligroso.- ¿No vas a contestar?- El azabache se levantó, yendo hacia él.-
-Jimin siguió retrocediendo, hasta quedar pegado a la puerta.- N-no m-me h-hagas daño.
-Suga se empezó a reír. Levanto su mano y acaricio la mejilla regordeta y lastimada del mayor.- Es lo que más quiero, Jimin. Quiero hacerte daño al punto de matarte.
Jimin: Por favor, no.
Suga: Pero no puedo.- El azabache, se fue acercando poco a poco a Jimin, como si un imán más que repelarlos, quisiera unirlos. No aguanto más y junto levemente sus labios, saboreando la bendita esencia de lo prohibido en ellos.-Jimin.
Jimin no sabía que pasaba con su cuerpo. Cerró sus ojos queriendo sentir más los labios de Suga y lo que estos provocaban en él. Por eso, cuando Suga tomo su cintura y metió su lengua en su cavidad, correspondió retando a la lengua del contrario y pasando sus manos por los cabellos oscuros del que era su amante destinado.
Jimin: Suga.
-Eso le encendía. Escuchar su nombre de los labios de Jimin era como avivar el fuego que estaba dentro de él.- No sabes cuánto te deseo.- El hijo de Ares tomo de las piernas a Jimin, levantándolo para recargarlo en la puerta. Este tampoco se resistió y enredo sus piernas en la cadera del dios, haciéndolo gemir cuando sus erecciones chocaron.- Te hare mío, Jimin. Tantas veces como quiera.
-Esas palabras hicieron un clic en la cabeza de Jimin, bajándose del azabache. De lo asustado que estaba lo alejo, corriendo hacia las escaleras.- Demonios... que estoy haciendo.
Suga: ¡Jimin!
-Ignoro los gritos del dios y entro a su habitación, cerrando la puerta.- ¡Vete!
Suga: ¡Deja de fastidiarme, Jimin!- El chico pateo la puerta, asustando al mayor.- ¡Tú quieres esto tanto como yo!
Jimin: ¡No es cierto!
Suga: ¡Por todos los dioses del olimpo, Jimin! ¡Ríndete ya! ¡Sé que también te gusto!
-Jimin estaba recargado en la puerta, tapando sus oídos.- ¡No es cierto! –Era cierto. -¡Yo no soy homosexual! –A quien quería engañar. Desde que conoció a Suga se había convertido en un manojo de emociones extrañas.- ¡Aléjate de mí! ¡Por favor! –En lo único en que pensaba, era en el azabache. En su rostro, voz, manos. Quería ser mil veces tocado por él... su corazón era un desastre cuando se trataba de Suga.- ¡Esto está mal! –Al no recibir más golpes desde hace rato como respuesta, quito las manos de sus orejas. No se escuchaba nada.- ¿Suga?- Lo llamo, pero no hubo respuesta. Abrió la puerta con la esperanza de que el dios se había ido. De inmediato un pie le prohibió que cerrara otra vez, dejando entrar al dios.
-Jimin fue retrocediendo conforme Suga avanzaba hacia él. Se abrazó con miedo al no tener un lugar a donde escapar. Sin embargo, cuando abrió los ojos, se sintió completamente extrañado que el azabache lo estuviera abrazando con cuidado.- No está mal, tonto. Si me amas y yo...- El dios suspiro.- Y yo te amo, eso lo vuelve un sentimiento correcto porque es mutuo. Así que no tengas miedo a quererme.
-Jimin cerró sus ojos disfrutando la protección que estaba recibiendo. Aquella que lo hacía sentir bien.- ¿No me harás daño?
Suga: No si me obedeces.
-Los ojos de Jimin se abrieron de golpe. Empezó a moverse con la intención de zafarse, pero Suga apretó más el agarre.- Esta vez no haré nada, relájate.- Jimin lo miro de forma afilada.- Lo prometo.- Fue entonces que la resistencia que puso el mayor, ceso.
Esa noche, Jimin durmió tranquilo... más o menos.
Jimin: Deja de tocarme.- Las manos de Suga iban bajando hacia su pantalón.-
Suga: Juega conmigo un poco.- El hijo de Ares había bajado de la litera, metiéndose en la cama de Jimin, abrazándolo por la espalda. Su boca estaba pegada en el oído del hombre mientras sus manos querían escabullirse de nueva cuenta en su entrepierna.- Se siente bien cuando te toco.- Una sonrisa traviesa apareció en sus labios cuando el mayor se quedó quieto. Fue por eso que mordió el lóbulo de su oreja y volvió a meter sus manos en la pijama ajena, haciendo gemir a su pareja.
-Si algo le quedaba de conciencia a Jimin, la perdió cuando sintió aquellos dedos largos y fríos frotar su hombría. No lo pensó dos veces en voltearse y besar a Suga mientras el también metía sus manos en la entrepierna del dios, haciéndolo perder el aire.- Suga.- El respirar era un reto para los dos mientras se masturbaban.- No sé porque hago esto si apenas te conozco. Es una atracción aterradora.
-Suga cerró los ojos mientras disfrutaba el tacto que le daba su pareja.- Porque te gusto.- El dios, podía escuchar el corazón acelerado de Jimin.- Demasiado.
Jimin: Pero tales sentimientos no se pueden desarrollar tan rápido.- Jimin gimió cuando Suga acelero sus movimiento, obligándolo hacer lo mismo.-
Ambos se vinieron, dejándolos con falta de aire.
Suga: Si puedes.- La oscuridad de las pupilas de Suga devoró la luz de Jimin con lo último que dijo.- Si eres un dios.