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Un contrato de Asesinato por Tamao

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Cuando se separaron, los dos amigos volvieron al salón donde tenían sus asientos. Leorio se había dormido de una forma incómoda apoyado en la ventanilla así que ellos decidieron sentarse en otro lugar para no despertarlo. Killua se burlaba del poco poder Nen que tenía el moreno y este trataba de parecer más fuerte físicamente, incluso se retaron a unas vencidas, terminando como vencedor el albino.

- Maldición, ¿cómo es que todavía no te gano? – se quejó el moreno. Killua tenía la mano adolorida y se mostró asombrado por el poder que tenía ahora su amigo.

- Se nota que has entrenado bastante, tendré que ponerle más empeño si quiero seguir siendo el mejor. – desafió el de ojos zafiros mirando a su amigo con una sonrisa torcida.

- Nee, Killua. ¿Cómo está Alluka? – preguntó el de ojos dorados, cambiando de tema.

- Está bien, ha aprendido a controlar mejor los impulsos de Nanika, pero se ha vuelto más rebelde. – se quejó el albino un poco molesto, haciendo que Gon sonriera.

- ¿Y dónde está ahora? – Gon miró a su amigo abrir los ojos con sorpresa y luego le sonrió, como lo hacía siempre que tenía un buen plan en mente. Esa sonrisa hizo que el de cabellos azabaches se pusiera un poco nervioso.

- Con Colt. – informó mientras levantaba su dedo índice sin dejar de sonreír. El moreno se sorprendió mucho, abriendo sus ojos enormemente.

- ¿De verdad? ¿Está con Kite? – preguntó muy feliz y asombrado.

- Creí que sería buena idea que pasara tiempo con él. Nosotros aprendimos mucho de Kite y, además, en caso de que Illumi se aproveche y quiera intentar raptarla, está lo suficientemente escondida por la asociación y protegida por las hormigas que quedan. – comentó el albino tranquilo al respecto, sabiendo que era la mejor decisión para cuidar a Alluka.

- Debe extrañarte mucho. – dijo el moreno sonriéndole, mientras recordaba a la dulce hermana de su amigo.

- Es una consentida. Siempre exige atención y no le gusta que ninguna otra chica se me acerque. Al único que no le pone condiciones es a ti, incluso había días en que ella insistía en que te llamara pese a que sabía que estabas ocupado en tu entrenamiento y - de pronto se detuvo a analizar sus palabras, era como si le estuviese diciendo a Gon que Alluka lo aprobaba para estar con él. Una parte de su mente sabía que Gon jamás lo hubiese interpretado de esa manera, pero no pudo evitar avergonzarse al pensar que quizá se le estaba insinuando.

- Mooo~ debiste haber llamado. Me hubiese puesto muy feliz de que me llamaras más seguido, Killua. – el albino estalló en rubor al escuchar la sinceridad del de ojos dorados.

- Baka. No lo digas así, ¿qué no te da vergüenza? – le reclamó. Gon siempre sería Gon. Ni siquiera ya siendo adolescente iba a cambiar esa inocencia tan característica de él.

Unas horas más tarde, el avión aterrizó en su destino. Los menores despertaron a Leorio para desembarcar y dirigirse hasta la salida del aeropuerto donde Senritsu ya los estaba esperando con una sonrisa. El mayor le sonrió de vuelta y esperó que le dijera algo sobre Kurapika, pero el semblante de la chica cambió a uno de preocupación y suspiró antes de hablar.

- Los latidos de tu corazón sólo dicen lo obvio, sé que estás preocupado por Kurapika pero... - en ese momento, Senritsu miró fijamente hacia Killua y Gon y les sonrió muy animada. – Me alegro de escuchar que sus corazones siguen latiendo en sincronía. – comentó, haciendo que ambos se sonrojaran un poco.

- Argh, no sé a qué viene eso, pero es mejor que nos movamos para hablar en privado sobre el tema de ese tonto de Kurapika. – le soltó Killua evidentemente avergonzado.

Los cuatro se fueron hasta una de las limusinas que eran propiedad del jefe para el cual estaban trabajando la chica con el del clan Kurta y sin decir muchas palabras comenzaron a moverse por la ciudad. Era pequeña y de edificios de pocos pisos, parecía que sus construcciones eran muy antiguas y tampoco parecía sobre poblada. A simple vista, se veía ideal para esconderse del mundo.

- Siento no haber hablado por teléfono con ustedes, pero en este momento, Kurapika está siendo buscando por más de una persona y, hasta que las cosas se calmen, debemos ser reservados para que no tengamos problemas. – se disculpó la chica después de un par de minutos en silencio.

- No hay problema, Senritsu. Además, preferimos hablar con él en persona. – dijo Killua sonriéndole.

- Puede resultar problemático. Kurapika ha estado aislado durante todo este tiempo, ni siquiera está contestando su celular. Sale únicamente para hacer su trabajo y cuando debe investigar, pero más allá de eso dirige a la guardia de la familia Nostrade desde el refugio y se pasa el resto del tiempo encerrado en la bóveda donde guarda los ojos de su clan. –

- Seguramente saldrá si sabe que llegamos a verlo. – las palabras de Gon fueron seguidas por un silencio de parte de la chica.

- Le comenté que ustedes venían, sin embargo, su reacción de sorpresa fue muy corta. Dijo que todo seguiría igual y que yo me encargara de cualquier situación. – la respuesta de Senritsu hizo que el mayor se molestara.

- Ese malnacido. Cómo puede tratarte como su sirvienta. Ya verá cuando lleguemos hasta él. –

- Sé que estaré faltando a su lealtad, pero dejaré que pasen a verlo una vez lleguemos a la mansión. Estoy preocupado por él, cada día su corazón late con mayor rencor e inseguridad, no he podido ayudarlo en nada más que su seguridad... - la chica parecía deprimida con el tema, el de lentes puso su mano sobre la de ella para darle apoyo.

- Nosotros nos encargaremos ahora. -

Una hora más tarde, llegaron a las afueras de la ciudad, donde una resguardada mansión de medianas dimensiones se alzaba entre la naturaleza para imponerse con el frío cemento y acabados finos. La reja de grandes barrotes de fierro se abrió apenas el vehículo estuvo a metros de ella y se cerró con rapidez una vez entró al patio delantero por el camino dispuesto para los automóviles. El chofér se detuvo en la entrada de la mansión, dejando bajar a los pasajeros y posteriormente se fue sin decir ni una palabra.

Senritsu avanzó con paso firme y subiendo unos pequeños peldaños llegó hasta la enorme puerta de madera barnizada para abrirla y dejar pasar a los invitados. El recibidor le recordó a Gon la casa de los mayordomos de los Zoldycks, todo muy limpio y ordenado. Avanzaron siguiendo los pasos de la mujer hasta unas escaleras ascendentes.

El segundo piso estaba compuesto por un pasillo lleno de habitaciones, ella se dirigió hasta la última y al abrirla, se mostró ante ellos un cuarto con un ventanal alto como el techo, adornado por unas cortinas de color verde oscuro, al centro había una mesa rectangular con seis sillas y algunas tazas de té. Las paredes estaban desnudas y pintadas de un color crema pálido.

Al fondo de él, parado junto a un mueble con algunos libros y adornos, estaba el rubio de ojos grises, con un traje negro y camisa blanca sin corbata. Su piel se mostraba pálida, más de lo que ellos recordaban y unas ojeras se dibujaban acompañando a ese semblante serio e inexpresivo.

- Kurapika. – dijo Leorio atónito. Se sentía muy fuera de lugar, pese a que la ansiedad por verlo le había quitado el sueño y el apetito muchos días, verlo así sólo le decía que debió venir antes a ayudarlo, a conversar con él, a ayudarlo de alguna forma...

- Kurapika, no sabía que estarías aquí. – dijo Senritsu sorprendida.

- Supuse que los traerías hasta este cuarto para llevarlos hasta mí, así que preferí hacer las cosas rápido y venir por mi cuenta. – su voz sonaba algo ronca y cansada, Gon estaba muy preocupado.

- Ha pasado mucho tiempo, Kurapika. Perdón por no haber venido antes a verte. – le dijo el moreno acercándose un poco hasta él.

- No te preocupes por eso, Gon. Me alegro mucho de que ustedes estén bien, además, están mucho más grandes de lo que recuerdo. – Kurapika sonrió sin ganas, pero claramente había notado lo mucho que habían crecido los menores.

- Oe, tenemos que hablar. – dijo de pronto Killua, acercándose más. – Supongo que puedes saberlo ya, pero Illumi fue contratado para matarte por orden de Kuroro. Hemos venido para avisarte y para protegerte. –

- ¿Protegerme? – dijo Kurapika mientras cerraba sus ojos y suspiraba antes de volver a mirarlos con neutralidad. – Déjame preguntarte algo, Killua. ¿Cómo supieron sobre el supuesto trabajo de Illumi? –

- Él me lo dijo. – respondió el albino con un mal presentimiento. – Nos encontramos cerca de dónde me estaba hospedando hace unos días y me lo confesó. –

- ¿Te lo encontraste de casualidad o fue planeado? – la pregunta del rubio sorprendió al resto de los presentes, sus ojos se notaban muy serios al mirar uno a uno a sus amigos. - ¿Cómo sabes que el hecho de que Illumi te haya dicho sobre su trabajo no era una estrategia para llegar hasta mí? – Killua entonces pareció entender algo que el resto de sus amigos no, provocando que un sudor frío recorriera su espalda. – Como yo lo veo, es probable que Illumi te haya dicho eso sabiendo que me advertirías del peligro y vendrías a buscarme con Leorio y Gon. Eso le haría más fácil encontrarme... -

"¿Cómo pude ser tan ciego? Busqué las opciones más rebuscadas para explicar el comportamiento de Illumi y no se me ocurrió pensar que era una trampa para traerlo directamente hacia su presa."

El de cabellos blancos se sintió realmente mal ante la nueva teoría sobre el comportamiento de su hermano mayor, si era verdad lo que Kurapika decía, probablemente Illumi los hubiese estado siguiendo desde el momento en que le contó lo de Kuroro.

- Eso no cambia las cosas, Kurapika. – dijo de pronto Leorio, sacando del trance al Zoldyck y llamando la atención del Kurta. – En primer lugar, deberías aprender a contestar las llamadas. Todos estábamos preocupados por ti y la única forma que tengo de saber que sigues vivo es gracias a la amabilidad de Senritsu, a la cual por cierto tienes muy preocupada con tus estúpidas acciones. –

- No es de tu incumbencia. – le soltó de pronto Kurapika. – No tengo que darte explicaciones sobre mis actos, y tampoco te importa mi relación con Senritsu. –

- Eres un cretino, se supone que somos amigos. Estamos para ayudarnos en las buenas y en las malas, y en este momento tienes un gran problema encima en el cual queremos apoyarte. ¿Qué no puedes simplemente dar las gracias y permitirnos estar a tu lado en estos momentos difíciles? –

- Leorio tiene razón, Kurapika. Sé que ha pasado mucho tiempo, pero solo queremos ayudarte. – Gon se sentía realmente afligido sin tener idea de cómo ayudar a Kurapika o hacerlo entender que querían estar ahí para él.

- Aprecio sus intenciones, pero haré esto solo. –

Un silencio reinó en la habitación por unos segundos. El albino podía sentir cómo la culpa lo comía por dentro de no haber pensado mejor la situación y haber actuado precipitadamente. Por su parte, Gon no podía entender la postura que había adoptado el rubio respecto a ellos. Después de lo sucedido en Yorkshin, pensó que Kurapika estaba más dispuesto a aceptar ayuda en su misión de vengar a su clan y darles un trato digno a los ojos que fueron robados, sin embargo, verlo en ese momento tan a la defensiva, evidentemente más delgado y claramente cansado, solo podía deducir que algo estaba sucediendo y era el motivo por el cual Kurapika se negaba a aceptar ayuda y compañía.

- Gon, Killua, Senritsu. – los nombrados miraron a Leorio, confundidos ante el llamado que les había hecho. – Por favor, déjenme sólo con él. – pidió entonces. Esas palabras venían cargadas con muchos sentimientos, pero Gon percibía en ellas una gran tristeza.

El moreno sintió entonces la mano de Killua sobre su muñeca y al mirarlo le hizo una señal para que salieran del cuarto y los dejaran hablar tranquilos. Antes de salir de la habitación, miró por última vez a Kurapika quién evitaba los ojos del mayor, a la vez que éste había dejado su maletín en el piso y parecía a punto de ponerse a llorar.

Una vez la puerta se cerró, Leorio esperó unos segundos para acercarse lentamente hacia el rubio. Rodeo la mesa con calma y cuando estuvo a un metro de él, lo miró fijamente hacia los ojos, sosteniendo la mirada apagada del Kurta.

- Siempre has querido mantenerme al margen de las cosas que te pasan. – le dijo de pronto, sobresaltando un poco el corazón del rubio. – Aun cuando me he esforzado en estar pendiente de ti, cuando he intentado ayudarte sabiendo lo inferior que soy en cuanto a fuerza y habilidad como cazador respecto a ustedes... Nunca me importó arriesgar mi vida para estar a tu lado cuando lo necesitaste. Sostuve tu mano las horas que estuviste inconsciente tras la pelea con las arañas mientras ardías en fiebre. – Kurapika fue lentamente bajando la mirada, evitando los orbes brillantes de Leorio tras los cristales de sus lentes. – Sé lo importante que es tu clan para ti, sé que prefieres trabajar tú solo, pero no puedo entender... cómo eres capaz de rechazarnos cuando hemos hecho lo imposible por venir hasta aquí sólo porque nos preocupas. –

- Leorio, yo no les pedí-

En ese momento, el más alto empujó al rubio contra la pared y puso uno de sus brazos apoyado en ella, justo al lado de la cabeza de su compañero, acorralándolo con su propio cuerpo. Kurapika entonces se forzó a mirarlo y se encontró con el ceño fruncido de Leorio, con un montón de sentimientos y emociones queriendo escapar por su boca, pero que él contenía mientras pensaba en las palabras correctas para decirle, para hacerle entender algo que en la mente del Kurta no calzaba.

- Cuando nos enfrentamos a las arañas te prometí que no te iba a dejar solo. Y aunque no te guste, voy a seguir aquí, esperando a ese malnacido que tiene Killua de hermano para evitar que te haga daño, lo quieras o no. – Kurapika se percató que estaban cerca, muy cerca y sin poder evitarlo su corazón latía tan rápido que pensó que se desmayaría.

"Sólo él... "

- No te pases de listo conmigo. No soy tu sirviente para seguir tus órdenes y desaparecer cuando se te dé la gana. – Leorio se había acercado más y más, tanto que podía sentir el olor al metal de las cadenas que guardaba el rubio en su mano derecha.

"Sólo él puede hacer... "

Entonces, los labios de Leorio se apoyaron en los del Kurta. A diferencia de los del mayor, éstos estaban fríos y secos, pero con suavidad, el de lentes comenzó a mover los suyos, humedeciéndolos con ternura y paciencia, sin ser aún correspondido por Kurapika.

"Sólo él puede hacer que mi corazón despierte de esta soledad y del frío que me invade cada vez que la culpa y el rencor me ahogan. "

Cuando el más bajo decidió corresponder a ese beso, por la necesidad de volver a sentir ese calor en su corazón, esa llama que sólo el futuro doctor podía encender en él, Leorio se separó y lo miró con intensidad antes de poner distancia entre sus cuerpos y darle la espalda.

Antes de que el Kurta se diera cuenta, el de lentes ya estaba abriendo la puerta y se había detenido para mirarlo.

- Cuando se te pase el berrinche, quiero que vayas y te disculpes con Gon, Killua y Senritsu, baka. – y dicho esto, cerró la puerta una vez que salió del cuarto, dejando completamente confundido al del clan Kurta. 

 


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