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Un contrato de Asesinato por Tamao

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Notas del capitulo:

Hola! Espero que les esté gustando el fic. No olviden comentar cómo les va pareciendo y si tienen aportes, bienvenidos sean

Que lo disfruten!

Senritsu había dejado a Killua y Gon en la sala de estar de la mansión. La chica se había marchado con la excusa de ir a resolver asuntos del trabajo y pidiéndoles que esperarán ahí hasta que ella volviera.

Tanto el moreno como el de ojos zafiro se sentían abatidos ante la situación, que claramente no salió como ellos esperaron. Killua aún se sentía inseguro respecto a la decisión de venir a ver al rubio, pensando en que posiblemente Illumi los hubiera seguido, más aún, porque todavía no ideaba un plan para hacer desistir al de ojos oscuros en su trabajo pagado.

- Killua. – llamó de pronto el moreno. - ¿Crees que Leorio logre convencer a Kurapika de que le ayudemos? – preguntó cabizbajo.

- No lo sé. – soltó él. – De todas formas, creo que debemos pensar mejor nuestro siguiente movimiento. Si ya estamos aquí, deberíamos vigilar al menos que Illumi no se acerque. –

- ¡Claro! Tienes razón, Killua. Aunque Kurapika no quiera nuestra ayuda, podemos encargarnos de su seguridad de todas formas. – dijo animadamente el de cabellos azabaches mientras miraba a su amigo.

Entonces, Killua reaccionó. Ver a Gon con esa actitud positiva, su conversación en el avión y todo el tiempo que estuvieron separados le hizo comprender la razón por la cual había omitido la opción de que su hermano lo estuviese utilizando para encontrar al rubio. En realidad, el albino había usado la situación como excusa para volver a reunirse con Gon y había usado todos los medios para conseguirlo, incluso poner en peligro al Kurta.

Se sintió tan culpable que había ocultado su rostro de los ojos dorados del moreno. Estar con él nuevamente era despertar tantas cosas en su corazón que casi no podía soportarlo. Tenía ganas de salir a buscar aventuras a su lado, pese a que ya no tenían doce años, de volverse más fuerte juntos, de ayudarlo con su entrenamiento, de pasar días y días juntos sin nadie más.

Esos sentimientos lo confundían demasiado, porque si bien antes no lo comprendía del todo, Killua ahora podía entender que lo que estaba sintiendo por Gon ya no era una simple amistad... era algo mucho más profundo.

- ¿Estás bien? – le preguntó el chico acercándose a él.

- Gon... lo siento. – le dijo él, incapaz de mirarlo. – Creo que fui egoísta al hacerlos venir aquí sin considerar la opción que dijo Kurapika. –

- No te culpes por eso. Incluso considerando que Illumi nos siguiera creo que habría venido de todas formas para protegerlo. – el moreno le sonrió, pero su amigo se negaba a mirarlo.

- No lo entiendes, baka. – le soltó con fuerza. – Sin darme cuenta yo... - el Freecss se acercó más intentando encontrarse con la mirada de su amigo. – Yo hice todo esto porque quería volver a verte... no estaba pensando realmente en Kurapika, soy un egoísta. –

- Killua... -

Cuando el albino se volteó, su corazón dejó de latir por un segundo. Gon estaba muy cerca de él, su olor embriagaba sus sentidos y su cabeza había dejado de funcionar. Lo estaba mirando con una sonrisa y sus ojos brillantes. El de cabellos blancos se movió por instinto y tomó la mano de él con firmeza, acercándose lentamente, dejándose llevar por las necesidades de su cuerpo.

Gon se quedó quieto, pero no pasó inadvertido por el otro chico que se había puesto rojo por la cercanía que tenía con él. Hace dos años, era una situación que nunca había pasado, que sus cuerpos se sintieran atraídos uno al otro al punto de ponerse nervioso cuando se rozaban, ahora, quien estaba inmovilizado era el moreno, hipnotizado por los ojos claros de su amigo que cada vez estaban más cerca... y más cerca... casi rozando sus...

- Argh, estoy de muy mal humor. – escucharon de pronto cuando la puerta de la sala se abrió de golpe y entró Leorio malhumorado. Ambos se separaron instantáneamente. Killua evidentemente enojado se puso de pie y pateó la pierna del mayor sin previo aviso.

- ¿Qué no sabes tocar? – le gritó iracundo. Una parte de él se sintió aliviado de detenerlo cuando había perdido el control de sus actos, pero la otra estaba tan molesta de haber matado aquel momento que pensó seriamente en matar al de lentes.

- ¡Mocoso malcriado! A qué viene esa agresividad. – exclamó el más alto mientras afirmaba su pierna adolorida.

- Eres un viejo entrometido. – le dijo al tiempo que se sentaba nuevamente en el sillón junto a Gon, con los brazos detrás de su cabeza y el rostro ligeramente sonrojado. A su lado, el moreno estaba inmóvil y rojo hasta las orejas.

- Maldito mocoso. – dijo mientras se sentaba en uno de los sillones individuales. – A todo esto, creo que deberíamos pensar en un plan. – soltó de pronto. Gon lo miró con sorpresa. – Independiente si Kurapika está de acuerdo o no, deberíamos estar cerca para vigilar que el sádico de tu hermano no se le acerque. – Leorio miró a Killua con seriedad y el albino hizo lo mismo.

- Poniéndonos en el caso de que Illumi nos siguiera, no sé qué tanto tiempo vaya a tomarse para actuar. Además, seguramente traerá algunos hombres agujas para retrasarnos. – comentó el de cabellos blancos. – No retrocederá ante nada, salvo que... - en ese momento, algo reaccionó en el chico y se puso pensativo ante la mirada de sus compañeros.

- ¿Qué pasa? – preguntó el de lentes.

- Detener a Illumi será complicado... mucho. La única opción que tenemos es retrasar su trabajo lo más posible. Además, estaba pensando, que es arriesgado dejar que le quiten el Nen a Kuroro... - parecía que el Zoldyck estaba hablando para sí mismo y Gon y Leorio se miraron unos instantes, dejándolo meditar con tranquilidad. – Creo que lo que debemos hacer es encargarnos del sacador de Nen. – dijo finalmente, mirando con seriedad a sus dos amigos.

- ¿Estás loco? No podremos encontrarlo nunca. – exclamó el mayor confundido.

- Piénselo bien. Ir a buscarlo es una forma de escapar de Illumi, retrasando su trabajo. Como no sabemos la condición para quitar el Nen que tiene, no podemos simplemente ir huyendo todo el tiempo. Además, si nos encargamos del tipo mataremos dos pájaros de un tiro: primero, evitamos que Illumi le haga daño a Kurapika y segundo, evitamos que Kuroro recupere su poder. – ante las palabras del chico, sus dos amigos quedaron mudos y contrariados. El plan que proponía el albino parecía ser el correcto, pues solucionaría todos los problemas que traía la situación. Sin embargo, sabían que encontrar al usuario no sería fácil... para nada.

Fue cuando la puerta del salón se abre y entra el rubio junto a Senritsu. La chica venía con una sonrisa y una bandeja con té y galletas, mientras que el Kurta caminó con paso calmado hasta los sillones y después de darle una mirada iracunda al mayor, le sonrió a Gon y a Killua.

- Debo decir que ustedes no cambian, salvo por sus apariencias. – les dijo con cariño. – Lamento la postura que les mostré, no quiero involucrarlos en algo peligroso nuevamente. –

- Somos amigos, Kurapika. Eso no cambiará nunca. – le dijo Gon mientras se ponía de pie y le sonría animadamente. – Estamos para ayudarnos. –

- Gracias, Gon, Killua. – los miró a los dos al momento de nombrarlos y luego suspiró. – Debo decir que venía con la intención de pedirles que se marcharan, pero después de escuchar la explicación de Killua creo que no puedo desentenderme del tema. Aunque llegue a enfrentarme a Illumi, es posible que Kuroro se las arregle de otra forma para hacer que el sacador de Nen haga su trabajo, por lo cual, coincido con ustedes en que debemos ir a buscarlo. – Senritsu avanzó hasta la mesa que estaba entre los sillones y dejó las tazas de té frente a cada uno de los cazadores. Kurapika se sentó frente al sillón grande donde el moreno y su amigo estaban.

- Yo también estoy de acuerdo con Killua, pero no será fácil encontrarlo. – comentó Gon mientras se cruzaba de brazos y fruncía el ceño.

- Eso no es lo único complicado. No sabemos si las arañas estarán con Kuroro, protegiéndolo y además debemos encargarnos de Illumi. – el de lentes bebió un poco de té, evitando la mirada molesta del rubio.

- Killua, ¿tienes algo en mente? – preguntó el Kurta observando atentamente al albino.

- Ciudad Meteoro. – dijo después de beber té. Sus amigos se sorprendieron. – La araña podría estar ahí y es un buen lugar para ir a buscar pistas en caso de no ser así. En el camino podemos evadir a Illumi y pensar nuestro siguiente objetivo. –

- Claro, tienes razón. – Kurapika se puso pensativo un momento.

- Entonces, pueden partir mañana temprano y quedarse a descansar esta noche. – ofreció Senritsu. Kurapika la miró preocupado.

- Discúlpame, Senrtisu. ¿Podrías encargarte de todo por unos días? – preguntó con una sonrisa afligida. La chica asintió muy animada.

- No te preocupes. Todo estará en orden, sólo quiero que te cuides, por favor. – pidió ella y luego miró al resto de los chicos presentes. – Ustedes también cuídense mucho. –

- Gracias, por todo, Senritsu. – le dijo Leorio mientras se ponía levantaba del sillón y se ponía en cuclillas para mirar de frente a la chica. – Yo me encargaré de ese orgulloso. – le dijo en susurro, refiriéndose al rubio.

Después de conversar un rato en el salón, Kurapika los guió hacia las habitaciones que ocuparían esa noche para descansar. La mansión contaba con un sin número de cuartos que no eran utilizados por nadie, pero que de vez en cuando usaban para los invitados a los eventos de la familia Nostrade.

Killua entró al suyo que contenía una cama de dos cuerpos, un velador junto a ella, un pequeño ropero en una esquina y un ventanal similar al cuarto donde vieron por primera vez a Kurapika una vez entraron a la mansión. Se sentía un poco ansioso con la idea de que su hermano anduviera por los alrededores y más aún por todo el asunto de su nuevo trabajo, aun cuando el Kurta les había dicho que la seguridad en el lugar era mucho más alta de lo que ellos podían imaginar y que si el de ojos negros quería entrar, lo sabrían de inmediato.

Las cosas habían pasado más rápido de lo que él pudo controlar y aún sentía que había muchos cabos sueltos y situaciones que no podía visualizar correctamente. Su instinto de asesino le decía que debían moverse rápido o los cazarían sin darse cuenta.

Mientras vigilaba por la ventana hacia el patio delantero de la mansión, siente el llamado a su puerta y con sorpresa notó que Gon entraba a su habitación con mucho nerviosismo. Verle los ojos brillosos y el semblante inquieto le hizo recordar su encuentro en la sala de estar y un sonrojo se posó en sus mejillas.

- Gomen, Killua. Quería hablar contigo sobre... bueno, en realidad, me sentía un poco nervioso pensando que quizá Illumi pudiera entrar y buscarte. – se excusó el moreno.

- Di la verdad, sólo querías venir a verme. – dijo con una mirada gatuna el otro chico mientras se acercaba divertido hacia su amigo.

- Me descubriste. – dijo con sinceridad el Freecs.

- Nee~, ¿jugamos a las vencidas? – preguntó el albino.

- Hai! –

Después de unas horas tratando de ganarle al Zoldycs, Gon se rindió y comenzaron a hacer un poco de ejercicio, incapaces de quedarse quietos por mucho rato, al tiempo que el albino le contaba historias de sus viajes junto a Alluka y el moreno le preguntaba sobre los lugares y las comidas que probó. El chico de cabellos azabaches le conversaba sobre lo bueno que se había vuelto Zushi y lo estricto que estaba Wing con él después de contarle sobre su experiencia con las hormigas quimera y todos los entrenamientos que había hecho hasta el día que se vieron.

- Me alegra que hayas decidido ir con Wing. Biscuit te hubiese matado. – comentó el albino cuando estaban tirados en el piso, uno junto al otro después de dar muchas vueltas.

- Sí, ha sido un camino difícil, pero estoy feliz de ir mejorando poco a poco. Además, volver a estar los cuatro juntos me ha llenado de energía y me siento fuerte otra vez. –

Killua volteó su cabeza para ver a Gon quien tenía su vista hacia el cielo que se mostraba tras la ventana. El moreno siempre estaba en su mundo pensando en ideas locas y en aventuras extraordinarias. Su imaginación y su corazón puro hacían de su mente un lugar fascinante al cual el albino siempre había querido entrar.

No se dio cuenta de que su mirada cariñosa había sido percibida por su amigo, quien también se había volteado para mirarlo detenidamente. Al moreno le encantaba Killua, sus ojos zafiro, su cabello blanco y sedoso, su cuerpo varonil y ese olor embriagante que lo caracterizaba tanto. Eran tan inteligente que lo envidiaba por eso, pero nunca le molestó que lo guiara cuando se sentía perdido o cuando no sabía qué hacer.

- Me alegra mucho estar contigo de nuevo. – le soltó Gon, haciendo que el otro chico se pusiera más serio y se acercara más a él, sentándose a su lado sin dejar de mirarlo. El moreno lo imitó, sentándose y quedando muy pegados.

- Yo también, Gon. –

El albino comenzó a acercarse hasta su amigo lentamente. Estaba nuevamente en ese trance donde sus hormonas dirigían su cuerpo y lo hacían sentirse tan atraído hacia Gon. No podía controlar los impulsos de estar cerca de él y sentir esa electricidad que recorría su cuerpo de forma tan placentera cada vez que rozaba su piel.

Quería sentirlo más cerca, necesitaba tenerlo más cerca. Dos años lejos de la persona que lo entendió desde el primer día que se conocieron, dos años lejos de la persona que podía seguir sus más locas ocurrencias y hacer disparates juntos. Dos años lejos de la persona que se había ganado su confianza, cariño, respecto y atención... dos años era... mucho tiempo.

El Zoldyck se atrevió a mover su mano y tomar con ella el rostro de Gon que estaba muy sonrojado. Apoyó su palma en la mejilla de él mientras con el pulgar le hacía suaves caricias que habían provocado que el otro chico cerrara sus ojos. Fue cuando sintió que Gon temblaba ligeramente.

- ¿Estás asustado? – le preguntó el albino, preocupado de que quizá el chico no tuviera la misma idea que él.

- De ti, nunca. – le soltó inesperadamente mientras apoyaba más su mejilla en la mano del albino.

- No puedo detenerme, así que, si quieres que pare, deberás hacerlo tú. – le advirtió mientras disminuía más distancia entre sus rostros.

- Yo... no entiendo lo que siento. – le dijo de pronto mientras abría los ojos y lo miraba exaltadamente.

- No puedo explicártelo todo, baka. – dijo Killua y le dio un beso en la frente. – Tendrás que arriesgarte tú. –

Killua sabía lo que sentía por Gon. Tuvo mucho tiempo para pensarlo y una hermana menor que no paraba de hablar del tema. Sin embargo, sabía que el moreno podía tener sus dudas y no comprender bien lo que sentía. Probablemente era una simple amistad para él, o quizá era porque ambos estaban en plena adolescencia y sus hormonas le estuvieran pasando una mala jugada.

Fuera lo que fuera, el albino sabía que su amigo tenía que ordenar un poco sus sentimientos antes de lanzarse a cualquier cosa, de lo contrario, se sentiría como abusando de Gon y era lo que menos quería: jugar con su inocencia.

"O quizá sí quiero jugar con su inocencia... pero, lo haré con calma. "

- Gon, vamos a dormir. Mañana nos levantaremos tarde. - 

 

Notas finales:

Ay, quería escrbir algo más... pero creo que es mejor no lanzar todo de una vez no?

No teman, lo mejor está por venir (;

 


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