Cuando Gon había salido del baño, Killua ya estaba acostado en su cama. Aparentemente se había ido a bañar a la habitación de Leorio y Kurapika y eso hizo sentir un poco mal al moreno.
La mente del chico era un caos que no paraba de reproducir la escena donde el albino había estado sobre él, acariciándolo con suavidad y mirándolo de esa forma tan seductora. La erección no pudo disminuir hasta que se tuvo que encargar de ella, y la vergüenza de admitir que sólo pudo culminar si pensaba en el ex asesino, le impidió salir en dos horas del baño.
Se acostó en su cama y miró una última vez a Killua antes de poder conciliar el sueño.
Eran pasado las tres de la mañana. Killua se despertó y se volteó para acomodarse y volver a dormir. Abrió los ojos un poco para ver a Gon en la otra cama, todo destapado y moviéndose inquietamente. Le llamó la atención y se sentó para corroborar que estuviese bien hasta que lo escuchó murmurar cosas sin sentido, entre ellas, su nombre.
Con sorpresa se acercó más a él y aunque estaba todo oscuro, pudo notar un leve sudor en su frente y una notoria erección en su entrepierna. Gon estaba excitado en su sueño y gemía su nombre.
No lo pensó dos veces y se subió a su cama, sobre él, y lo miró con deseo unos instantes antes de acercarse un poco y tocar delicadamente el miembro de su amigo. Gon se removió más, pero Killua sabía que aún dormía, después de todo, tenía el sueño muy pesado.
Dejándose llevar, metió la mano al pijama de él y tomó su hombría con firmeza mientras la masajeaba de arriba a abajo, con una lentitud torturadora que hizo que el moreno gimiera con fuerza.
Sin darse cuenta, el albino se había excitado tanto que estaba prácticamente acostado sobre Gon, masturbándolo al tiempo que frotaba su propio miembro contra la pierna de él. Comenzaba a aumentar el ritmo al tiempo que su compañero gemía su nombre una y otra vez, sin tener indicios de que iba a despertar cuando, por fin, el azabache se corre en la mano de su amigo y casi al mismo tiempo, Killua también llega al orgasmo.
Una sonrisa se dibujó en el rostro del albino mientras jadeaba un poco y miraba el rostro sereno de Gon que aún dormía. Le besó la frente y fue al baño a limpiarse antes de volver y acostarse junto al moreno.
Cuando el moreno despertó en la mañana lo primero que notó fue que su pantalón de pijama estaba manchado. No era la primera vez que le pasaba, supuso que las hormonas hacían lo suyo de noche. Sin embargo, cuando se volteó, se encontró con el perfecto rostro del albino tranquilamente dormido a su lado. El rubor subió a sus mejillas recordando que había soñado con él y no tardó en asociar que aquellas manchas habían sido provocadas por su subconsciente deseando a su amigo.
El chico corrió al baño a cambiarse de ropa y se lavó bien el rostro antes de aparecer nuevamente en la habitación. Killua se había despertado y se estiraba perezosamente en la cama cuando se percató de la presencia del azabache. Le sonrió con cariño y se puso de pie para acercarse a él.
- ¿Qué pasa? ¿Dormiste mal? - le preguntó notando lo incómodo que se veía el moreno. Él sabía que Gon no tenía idea de lo que había hecho la noche anterior, pero no podía perder la oportunidad de jugar un poco con su mente, aparentando no haber notado nada.
- N-no, sólo son cosas mías. - murmuró mientras un sudor frío le bañaba la espalda.
- Ohh... Ya veo. - dijo el Zoldyck casi dibujando unos gestos gatunos. Se acercó entonces al chico y le pasó el brazo por los hombros mientras le sonreía divertido. - Vamos a comer algo, tenemos un avión que tomar pronto. -
La cercanía con Killua lo tensó levemente y un sonrojo se posó en sus mejillas. Pero no pudo evitar dejarse llevar por sus palabras, por sus gestos, acciones y todo lo que lo envolvía, así que le sonrió de vuelta y asintió para luego ir por sus cosas a encontrarse con sus otros dos amigos y partir hacia Yorkshin.