Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Relación de Intereses por OneMinuteBack

[Reviews - 33]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Disclaimer: El universo de Harry Potter, su historia, así como todos sus personajes pertenecen a J.K. Rowling. Está historia está escrita sin ningún fin lucrativo.


Prólogo

El plan

Terminó el informe de su último caso, enrolló el pergamino y le dio dos golpecitos con su varita, haciendo que este volase hacia la oficina de su jefe. Estiró los brazos, desperezándose, notando el agradable pinchazo que daban sus músculos al destensarse. Dio la vuelta sobre su asiento, clavando la vista en Neville.

— ¿Vamos a almorzar?

— Un minuto —Harry lo vio hacer exactamente lo mismo que él había hecho segundos antes, para luego soltar un suspiro relajado—. Listo, ¿vamos?

Ambos caminaron por los pasillos del Ministerio, dirigiéndose hacia la cafetería, donde Ron se les había adelantado para guardarles sitio.

— ¿Has conseguido cerrar el caso de Gellert?

El moreno bufó, mientras entraban en el ascensor.

— Sí. Al final resultó que su mujer no había desaparecido, sino que se había fugado con su amante.

Neville le miró asombrado durante un momento, con las cejas alzadas y un indicio de sonrisa incrédula. No podía culparle, él también se había sorprendido al enterarse.

— Madre mía.

Salieron del ascensor, entrando en la abarrotada cafetería. Distinguir el cabello rojo de Ron era bastante fácil, así que pronto lo encontraron sentado en una de las mesas del fondo, con cuatro cafés y un montón de bollos sobre esta.

— Menos mal, ya creí que iba a morirme de hambre.

Harry y Neville compartieron una mirada burlona, antes de sentarse y elegir cada uno un café.

— ¿Cómo te ha ido el día?

— Un aburrimiento —farfulló el pelirrojo mientras se metía un bollito en la boca—. Esta semana he pasado más tiempo sentado que otra cosa.

— Bueno, no todos los días vas a batirte en duelo con alguien.

— Yo la verdad es que prefiero estos días en los que estás tranquilo —admitió Neville.

— Pues a mi no me gustan. Es un asco estar todo el día en la oficina.

— Oh, pobrecitos Aurores —dijo Seamus, con voz de fingido pesar—, que se aburren por estar sentados dos días seguidos. ¿Sabes qué es un autentica mierda? Trabajar en el Oficina de Realojamiento de Elfos Domésticos —respondió, señalándose a sí mismo, mientras se sentaba con ellos y cogía el único café que quedaba.

Harry disimuló su sonrisa tras su vaso.

A Ron, Neville y a él no les había costado nada entrar en el cuerpo de Aurores. Eran héroes de guerra. Podían pedir lo que quisieran, que el Ministerio se lo daría en bandeja de plata. Ni si quiera tuvieron que pasar por ningún entrenamiento, directamente les pusieron una mesa con su nombre en la Oficina de Aurores, una insignia y su licencia.

Seamus, en cambio, había terminado sus estudios y había postulado para entrar en el Cuartel General de la Liga de Quidditch de Gran Bretaña e Irlanda. Hasta que se cruzó con Ebony Clark, una chica que trabajaba en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. Entonces decidió que el Quidditch podía esperar.

— ¿Lo bueno de todo esto? —dijo el irlandés con una sonrisa insinuante—: que Ebony ha aceptado tener una cita conmigo.

— ¿Y ese milagro? —se burló Ron.

— Mi implacable perseverancia.

Neville y él soltaron una carcajada.

— Después de dos años tras ella, lo tuyo no es perseverancia, es acoso —pinchó Harry, ganándose un golpe en el brazo por parte de su amigo.

— No todos tenemos un novio maravilloso como el tuyo.

El moreno sonrió sin ganas, asintiendo con la cabeza.

— Ya.

Sus amigos se quedaron en silencio, compartieron una mirada entre ellos y luego clavaron sus ojos en él.

— ¿Todo va bien con Adam?

— Sí.

— ¿Seguro? —insistió Neville.

— Sí, no sé... Es que todo va demasiado bien —se quejó, removiéndose en su silla.

— ¿Y eso es malo? —cuestionó el pelirrojo.

— No es malo, es solo que Adam es tan conformista —expresó—. Todo le parece bien, si le pregunto por algo él solo dice: "Como quieras Harry. A mi me da igual" . Siempre tengo que decidir yo las cosas.

— ¿De qué te quejas? Ojalá yo tuviera una novia que me dejase hacer lo que quisiera.

Harry rodó los ojos ante el comentario de Seamus.

— Me quejo porque eso no es una relación, si no puedo contar con su opinión. Es igual que cuando viajamos a Paris por nuestro tercer aniversario —explicó en un bufido—. Fuimos allí porque yo quise, y cuando llegamos me enteré que a Adam ni si quiera le gusta Francia, pero no me lo dijo para que no me lo tomase mal. Ni que fuera un jodido ogro.

Soltó una gran exhalación cuando terminó de hablar. Casi podía notar que se había quitado un peso de encima al decir todo lo que pensaba en voz alta. Llevaba ya meses dándole vueltas al asunto, pero hasta entonces no había querido decir nada porque pensaba que tal vez solo era un pensamiento fugaz. En ese momento se dio cuenta de que su manera de pensar era definitiva.

— Lo que le pasa a Harry es que le gusta que le den caña, y Adam es un café descafeinado —opinó Seamus con voz burlona.

— ¿Has hablado con él? —preguntó Neville, ignorando al otro.

Resopló, bebiendo de su café.

— ¿Para qué? Si lo único que me va a decir es: "Esta bien, Harry. Como quieras"

— ¿Vas a dejarle entonces?

Esa era un posibilidad que se le pasaba más veces por la mente de las que debería. Una parte de él quería terminar su relación con Adam porque se sentía lastrado a su lado. Era como si tuvieran ritmos de vida diferentes. Pero había otra parte, que no podía dejarle. Adam era un buen chico, y le había dado más de tres años de su vida. No quería romperle el corazón.

— No lo sé. Siento que él depende de mi, y no quiero dejarle y que él de repente se encuentre solo.

Hubo un silencio en la mesa, antes de que Seamus hablase.

— Hombre, hay una solución factible a eso.

— ¿Cual?

— Haz que te deje.

— ¿Qué?

— Eso —instó el irlandés—. Tú no quieres dejarle, entonces haz que él te deje, así conseguirás lo que quieres sin sentirte culpable.

— ¿Y cómo voy a conseguir tal cosa?.

El chico le miró como si fuese obtuso.

— Haciendo que alguien se cruce en la vida de Adam.

— Debes estar bromeando —replicó Neville con incredulidad.

Harry lo reflexionó.

No era un mal plan. De hecho era un bastante factible, porque si Adam se enamoraba de otra persona, el no sentiría ningún remordimiento por terminar la relación, ya que su novio tendría la compañía de alguien, y no se sentiría tan atado a Harry.

— Es un opción —comentó.

— Debes estar bromeando —resopló Neville.

— La cuestión es dónde vas a encontrar a alguien que esté dispuesto a quitarte al novio.

Asintió a lo dicho por Ron. Eso era un gran inconveniente.

A su lado, Seamus sonrió como el gato de Cheshire.

— Tengo lo que buscas —dijo, dándose le vuelta para coger El Profeta de una de las mesas de atrás. Luego plantó el periódico frente a él, abierto en la sección de anuncios, apuntando a uno en particular.

— MagicMeet —leyó en voz alta—. ¿Estás solo? ¿Te sientes vacío? ¿Necesitas impresionar a alguien en la próxima cena de navidad y no tienes con quién hacerlo? ¿Tus padres te presionan para que encuentres pareja? ¡Tenemos a alguien para ti!. Siempre hay un roto para un descosido y nosotros nos encargamos de encontrarlo. Solo tienes que visitarnos, dejarnos tus preferencias, y encontraremos a alguien que pueda hacerte compañía en esos momentos. Puedes encontrarnos en el número 192a del Callejón Diagon.

Harry leyó el anuncio tres veces más, intentando averiguar si lo que había entendido era realmente lo que creía.

— ¿Prostituyen gente? —preguntó Ron.

Sí, esa también era la conclusión a la que él había llegado.

— No la prostituyen porque no tienen sexo. O bueno, eso es lo que me he escuchado, no es como si yo hubiera ido allí para nada.

Los tres entornaron los ojos hacia Seamus.

— ¿Y qué más has escuchado? —cuestionó Neville con sarcasmo.

— Se trata de una relación mutuamente beneficiosa. Tú vas allí, les dices para qué necesitas la compañía de alguien y lo que buscas, y ellos encuentran al candidato o candidata perfecto para ti. Normalmente la gente lo utiliza en eventos especiales, durante un día o dos.

— ¿Y a cambio?

— Pues les pagas, obviamente.

— Eso es prostitución —reiteró Neville.

— No encontrarás nada mejor —aseguró el irlandés —. ¿A quién vas a encontrar que no se asuste cuando le digas: "Oye, quiero que te ligues a mi novio para poder quitármelo de encima"

— Tiene un punto —apoyó Ron—. Seguramente esa gente habrá visto de todo.

— No les hagas caso, Harry. Solo deberías ser sincero con Adam. Contratar a alguien para que lo enamore no solucionará nada, porque al fin y al cabo es un romance de mentira.

El moreno asintió a lo dicho por Neville, dejando el periódico a un lado.

— Tienes razón. Hacer eso sería contraproducente.

Aun así, estuvo todo el día dándole vueltas al asunto.

Cuando llegó a su apartamento, encontró a su novio sentado en el sofá viendo la tele que había adaptado para que funcionase con magia. Era un piso pequeño y funcional. Ninguno de los dos pasaba mucho tiempo allí, Harry por su trabajo como Auror y Adam porque trabajaba en una editorial que también le absorbía bastante. Harry había tomado la decisión de mudarse juntos, y había decidido en qué apartamento vivir. Adam solo había estado de acuerdo.

— Has llegado pronto hoy —saludó el chico con una sonrisa.

Adam tenía el cabello rizado y de color castaño, sus ojos eran marrones claros, tenía una sonrisa bonita y un hoyuelo en la mejilla izquierda que en momentos atrás a Harry le había encantado besar.

— ¿Qué te apetece cenar hoy?

— Lo que quieras.

El moreno resopló por lo bajo ante la respuesta.

Meses atrás no le habría importado, habría sonreído y lo habría dejado pasar. Pero en ese momento, ese tipo de respuestas le agobiaba.

Había conocido a Adam poco después de que la guerra terminase. Se habían conocido por casualidad, en la heladería Florean Fortescue donde Adam trabajaba en aquel momento. Se había hecho amigos y habían tardado dos años enteros en confesarse el uno al otro. En aquel entonces, Harry había pensado que ese chico era lo mejor que le podía haber pasado en la vida, porque él necesitaba tranquilidad. Llevaba toda su vida viviendo a carreras, luchando por su vida año tras año, y se había cansado de eso. Adam le daba una paz que no había sabido encontrar.

Pero ahora era diferente. Harry ya había encauzado su vida, ya había podido poner sus pensamientos en orden. Ya nadie amenazaba con matarle continuamente. Así que ese sosiego que Adam le producía se había convertido en una apatía que le disgustaba. Sentía que llevaba el peso de toda la relación a sus espaldas.

Necesitaba vivir. No había podido ser un adolescente normal. Tenía veintitrés años y quería vivir plenamente su vida, con alguien que le apoyase y le contradijese si fuera necesario. Una persona que no simplemente se dedicase a sentir a todo lo que él dijese. Le ponía nervioso el conformismo de Adam, como si su vida ya fuera lo suficientemente buena, como si no tuviera ninguna aspiración. Sí, su vida en general era buena, pero siempre se podía mejorar ¿verdad?.

Aun así, Harry le quería

Por eso se encontraba en una encrucijada. Sabía que ya no era amor lo que sentía, pero le tenía un aprecio especial a su novio. Se sentía en el deber moral de estar con él, porque Adam estaba solo. Sus padres y su hermana se había ido a vivir a Estados Unidos hacía bastante tiempo, y él se había quedado en Inglaterra para cuidar de su abuela, la cual había fallecido poco antes de que ellos iniciasen su relación. Entonces Adam se había apoyado en él, había pasado una etapa de depresión bastante dura, y sabía que la soledad era un tema difícil para Adam.

Él, al fin y al cabo, lo entendía mejor que nadie, después de haber crecido sin familia.

Por eso, el plan de Seamus no era para nada malo.

Si Adam se fijaba en otra persona, tal vez no dependería tanto de él, y no le dolería tanto su ruptura.

— ¿Estás bien?

Parpadeó, mirando a su novio, quien estaba apoyado en el marco de la puerta de la cocina.

— Sí.

— Llevas quince minutos con la nevera abierta.

Harry miró la escena, dándose cuenta de que tenía razón.

— Es que no sabía si elegir pollo o ternera —Adam se encogió de hombros con una sonrisa—. ¿No te apetece nada en especial?

— Me da igual.

Claro, pensó con resignación.

Ni si quiera sabía porqué seguía intentando que su novio le respondiera algo claro por una vez.

— Ternera será, entonces.

— Bien.

Con un suspiro, recordó el anuncio que había le había enseñado Seamus.

Tenía que hacer algo, terminar con eso, y en ese momento el plan de su amigo era su mejor opción.

 

Notas finales:

¡Hooooooooooooola gentecilla!

Pues ya estoy aquí, una vez más, con una historia nueva.

En realidad, esto no era lo que tenía pensado publicar. Llevaba tiempo con una historia en la cabeza, en plan SugarDaddy y todo eso. Pero, como siempre antes de publicar algo nuevo, me asaltaron las dudas, y pensé que era un tema muy cliché, que obviamente no está mal, porque lo cliché siempre mola bastante, y quería hacer algo diferente, así que se me ocurrió esto a última hora.

Y aquí estamos.

No sé si podré actualizar muy seguido, porque como he dicho, es una historia que se me ha ocurrido de la nada, así que no tengo una trama estructurada en mi cabeza todavía, y a partir de mañana empiezo a trabajar, como la gente normal— así que, aunque quiero actualizar al menos semanalmente, no sé si podré conseguirlo, pero lo intentaré.

Y nada, espero que este pequeño prologo os haya dejado con ganas de leer más

¡Nos leemos pronto!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).