La vida siempre ha sido una lucha para mÃ. De lo que puedo decir, no eran margaritas para todos los demás tampoco. Nunca he dejado de lado la fantasÃa de que un dÃa no habré de sentirme tan solo y aislado del resto del mundo normal. Mi sueño es lo que me mantuvo muchas noches, cuando luché contra el deseo de solo desaparecer. SerÃa más fácil si no hubiera nacido. Estoy seguro de que mi madre ve las cosas de la misma manera. Sé lo que estás pensando y, no, nunca dijo esas palabras, pero mi entrada al mundo cambió dramáticamente el curso de su vida. HabÃa sido una reina de belleza en el pequeño pueblo de Suna donde se habÃa criado. Todo el mundo dijo que ella iba a hacer algo grande algún dÃa, de alguna manera, tal vez su belleza y encanto habrÃan abierto esas puertas, si no hubiera conocido al hombre que ayudó a darme la vida. El hecho es que se escapó para convertirse en una estrella y se enamoró de un hombre muy casado quien no me reconoció, ni la ayudó, por temor a empañar su posición social en la gran ciudad de Iwakagure no Sato.
Una choza de una habitación en las montañas de Iwa es donde pasamos la primera parte de mi vida. Hasta el dÃa en que mi madre se levantó y decidió que la vida serÃa más fácil en Konoha. En la costa sur, podÃa encontrar trabajo, y la luz del sol serÃa buena para ambos, o al menos eso dijo. Yo sabÃa que ella necesitaba un escape, o tal vez sólo un lugar para empezar de nuevo. Si una persona pudiera ser un imán para los perdedores, mi mamá se ajustaba al perfil, y, por desgracia, estaba a punto de traer a otro niño a la inestable vida a la que se las arregló para dar lugar, la que, en gran medida, confiaba a un niño —a m× para manejar las cosas. Si me hubiera dejado tomar las decisiones por ella en el mundo de las citas, como lo hizo con el resto de su vida. Pero, por desgracia, nos estábamos dirigiendo al sur de Konoha, donde el sol se supone que debe brillar más y lavar todas nuestras preocupaciones... sÃ, claro.
Estar y comenzar aquà de nuevo es un fiasgo total. Aunque yo jamás y casi nunca socialiso gracias a que mi madre es más bien la adolescente y no yo, a veces pienso si esto es un castigo, que diablos hice en mi vida pasada para marecerlo. En mi instituto jamás he hablado con alguien. Para mi no hay tiempo para hacer amigos, coquetearle a algún chico, bueno coquetear con alguien seria lo último en que pensarÃa por lo menos, no desde la última cita de mi mamá quien está embarazada por segunda vez... De un maldito perdedor.
Sin embargo el hecho de que ella haya vuelto cometer el mismo, no significa que no la ayudaré ya que de todos modos no pensaba pasar mi verano como un adolescente normal. De hecho jamás lo he sido y tal vez jamás tenga la oportunidad de hacerlo.
Vaya que vida la mÃa. La de Naruto Namikaze
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