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You're Always Sorry, Charles por midhiel

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You’re Always Sorry, Charles

Capítulo Doce: La Esperanza

Erik quedó tan aturdido que no podía reaccionar. Observó a Charles directo a los ojos y pudo leer la desesperación en su mirada. La desesperación mezclada con la esperanza de saber que Peter estaba vivo y la desesperación mezclada con la angustia de sentir que estaba sufriendo. Erik se dio cuenta de la culpa que lo había embargado todo ese tiempo y, al fin, comprendió lo que Charles padecía. Lo que sufría por Peter, cuánto lo amaba. Realmente Charles lo adoraba como a un hijo y su pérdida le había provocado un dolor y remordimiento terribles. Lo abrazó con fuerza. Al fin podía entender la angustia de Charles y cuánto lo había afectado la tragedia.

-Erik – gimió desesperado -. Ayúdame a volver a conectarme. Tengo que rastrearlo, por favor.

Erik se apartó apenas y le tomó el rostro con las manos.

-Charles, necesitas calmarte.

-No me crees – exclamó con más desesperación todavía. Estaba tan aturdido que ni pensaba en leerlo.

-Te creo – aseguró Erik con firmeza y sonrió -. ¡Claro que te creo! Todo este tiempo una parte de mí confiaba en que Peter vivía. Además, eres el psíquico más poderoso que conozco, ¿cómo no voy a creerte? Pero ahora necesitas tranquilizarte.

Charles se sintió aliviado. Que Erik confiara en él era todo lo que necesitaba. Magneto le tomó las manos que aun seguían apretando su vientre.

-¿Estás bien? – indagó Erik preocupado -. ¿Sientes si el niño está bien?

-Sí, me esforcé demasiado y mi desesperación hizo que se me endureciera el vientre, eso es todo.

-¿Te duele?

-Solo se me endureció pero con los masajes lo estoy aliviando.

Erik asintió más tranquilo.

-Necesitas recostarte un momento – se irguió -. Ven, te acompañaré a tu cuarto.

-No – lo frenó Charles, tomándolo del brazo -. No quiero acostarme, Erik.

-Entonces, vayamos a la cocina – decidió Magneto con calma -. Te prepararé un té para que lo bebas y te relajes. Más tarde, cuando te sientas mejor, regresaremos aquí.

-De acuerdo – aceptó Charles finalmente.

Erik iba a ubicarse detrás para ayudarlo con la silla pero Charles comenzó a movilizarse por sus propios medios. Subieron en el ascensor y fueron directo a la cocina, donde Erik se dispuso a prepararle un té verde para calmarle el malestar.

Charles llevó la silla hasta la mesa para apoyar los codos y sostener la cabeza con las manos. Se masajeó la nuca, mientras trataba de acomodar las ideas. Peter estaba vivo, vivía pero sufría y ese solo pensamiento lo angustiaba demasiado. A duras penas refrenaba las ganas de regresar para conectarse a Cerebro pero Erik tenía razón, no conseguiría nada estando tan alterado.

Magneto le acercó el té caliente y se sentó junto a su silla. Charles bebió varios sorbos y, poco a poco, se fue relajando. Cuando lo sintió más tranquilo, Erik decidió interrogarlo con cautela. Disimulaba estar sosegado pero por dentro moría de ganas por saber qué había pasado con Peter.

-Cuando te sientas mejor, quiero que me cuentes qué ocurrió, Charles.

Charles dejó la taza sobre el platito de té. Ahora que se sentía más tranquilo, podía percibir la mente de Erik y se dio cuenta del esfuerzo que estaba haciendo por contener la ansiedad.

-Estaba casi dormido cuando escuché la voz inconfundible de Peter llamándome – explicó. Hizo una pausa para tomar aire porque sentía que los nervios le estaban ganando -. Me despabilé y me concentré para escuchar con más claridad. Volví a hacerlo, me llamaba y pedía ayuda. Era su voz y se notaba afligida. ¡Erik! – lo tomó del brazo -. No quiero pensar que esté sufriendo.

-Tranquilízate – pidió Erik y le masajeó la mano -. Luego qué pasó.

-Lo llamé y bajé a conectarme a Cerebro. Lo rastreé por todas partes, creo que nunca rastreé a nadie con tantas ganas. Lo busqué en cada rincón del planeta. Fui hasta lugares que no había ido antes pero no lo encontré. Después sentí que el vientre se me endurecía y tuve que desconectarme.

-Y allí te llamé yo y saliste – recordó Erik.

-¿Qué vamos a hacer? – preguntó Charles. La angustia volvía a poseerlo y aspiró y exhaló para calmarse -. ¿Me acompañarás a conectarme otra vez?

-Ya lo buscaste y no lo encontraste – observó Magneto.

-Pero ahora me siento más tranquilo. Podrías entrar conmigo e intentarlo juntos.

-Está bien – aceptó Erik y le sonrió para tranquilizarlo -. Ahora termina de beber el té y bajemos.

-Erik.

-¿Sí?

-Puedo sentir que me crees y puedo sentir cuánto estás luchando por mantenerte tranquilo y así tranquilizarme a mí. Gracias.

-Y yo puedo comprender al fin lo que has sufrido con el accidente de Peter. Ahora entiendo la culpa que sentías, Charles – suspiró con tristeza -. Te condené mientras tú sufrías un infierno.

-No – suplicó Charles, mirándolo a los ojos -. No más remordimientos, ni disculpas. Solo tratemos de concentrarnos en encontrar a Peter.

Erik lo observó. Necesitaba imperiosamente besarlo. Ya le había ocurrido aquella tarde en los jardines pero ahora, con lo acontecido, el deseo era mayor, ya prácticamente irrefrenable. Sin pensarlo más, llevó sus labios a la boca de Charles, que no se esperaba tal reacción, y le plantó un beso. Charles se sintió confundido y maravillado y, por instinto, abrió la boca. Se saborearon despacio al principio, hasta que Erik tomó sus mejillas con las manos e intensificó el beso. Empujó con la lengua la dentadura del telépata que le cedió el paso gustoso. Exploraron cada rincón con anhelo y pasión contenida. Finalmente, Erik se alejó pero siguió sosteniéndole la cara, y lo miró profundamente.

Quedaron en suspenso unos instantes, perdiéndose uno en la pupila del otro, hasta que Charles volvió a la realidad.

-Creo que estamos listos para regresar a Cerebro – opinó el telépata.

-Vamos – aceptó Erik y se levantó para apartarle la silla de la mesa. Después Charles se movilizó por sus propios medios y él lo siguió detrás.

Regresaron al sótano y entraron los dos juntos en la cámara. Estaban ansiosos como pocas veces. Erik sentía la necesidad de estar presente cuando Charles lo rastrease y Charles sentía la necesidad de su presencia para que le diera seguridad y lo tranquilizara. Era absurdo que él que le había aconsejado a Magneto tantas veces que calmara su mente, necesitara su compañía para sosegarse.

Charles se colocó el casco. Erik recordaba el primitivo que Hank había diseñado décadas atrás para encontrar a los primeros mutantes. Recordaba que se había burlado llamándolo “rata de laboratorio adorable.” Tantos años y vivencias habían pasado y aquí estaban, tratando de encontrar a Peter. Charles cerró los ojos para concentrarse y Erik vio con fascinación las luces blancas y centellantes que aparecían al principio para mutar a rojas. Observó el universo mental que los inundaba y, luego, vio cómo Charles buscaba focalizarse para encontrar al joven. El telépata hizo su mayor esfuerzo, lo buscó concentradísimo, hurgó en cada rincón, lo llamaba y movía los ojos para hallar la luz de su mente.

Erik notó que después de un tiempo Charles comenzaba a desesperarse otra vez y, con cautela, le apoyó la mano en el hombro.

-Debes desconectarte – sugirió despacio -. Necesitas descansar un momento. Intentémoslo más tarde.

Charles siguió buscando un rato más pero entendía que Erik tenía razón. De nada valía rastrear la mente de alguien estando alterado. Finalmente apagó el tablero y se retiró el casco. Estaba agotado y aturdido.

-Vamos, Charles – ordenó Erik y se ubicó detrás de la silla -. Te acompañaré a tu dormitorio.

Charles asintió. Erik tomó las manijas de la silla y lo trasladó por el puente para sacarlo de la cámara. El telépata cerró la bóveda con su mirada y se dirigieron al ascensor, y de allí al cuarto de Charles. Charles se acostó, Erik lo arropó y acomodó la silla de ruedas cerca de la cama. Luego se sentó en la punta del colchón.

-Peter está vivo – suspiró Charles, que todavía no conseguía asimilar la noticia.

Erik tampoco y solo lo miró.

-¿Por qué no puedo encontrarlo? – se lamentó Charles.

-No lo sé – replicó Magneto y le atrapó la mano -. Pero lo importante es que él sí pudo ponerse en contacto contigo.

-Es cierto. Voy a estar atento por si puede hacerlo otra vez.

-Vas a estar atento y vas a descansar – sugirió Erik -. Duerme un poco.

-¿Tú podrás dormir después de saber esto?

-No – rio Erik -. Pero – le acarició el vientre -. No tengo una personita por quien deba hacerlo y tú sí.

En medio del cansancio, Charles sonrió. “Personita” era un término muy tierno y se sentía más conmovedor viniendo de la persona que amaba porque él amaba a Erik, nunca había dejado de quererlo.

-¿Quieres que me quede a tu lado mientras duermes? – se ofreció Erik.

Charles asintió y se movió para darle espacio. Erik sonrió, le estaba sugiriendo que se acostara en la misma cama. Sin pensarlo dos veces, se quitó los zapatos y se ubicó junto a él. Acomodado de costado y apoyándose en los codos, miró a Charles a los ojos y al tenerlo tan cerca, no pudo evitar besarlo por segunda vez esa noche. Fue un beso más sereno y suave, pero más largo. Cuando se separaron continuaron contemplándose.

-Que pases buenas noches, Erik – se despidió Charles tras un bostezo.

Erik le besó la frente.

-Buenas noches, Charles – le hizo una caricia en el vientre y esperó a que su amante cerrara los ojos, para recostarse y cerrar los suyos.

………………………..

Charles se despertó varias veces durante la noche y, en cada ocasión, encontró a Erik acostado boca arriba, con las manos cruzadas detrás de la nuca, meditando. Al verlo, volvía a cerrar los ojos, no sin antes concentrarse para sentir a Peter. Pero el joven no volvió a comunicarse, lo que no quería decir que lo estuviese intentando.

Al llegar el alba, Erik se levantó mientras Charles aun dormía y fue al baño a asearse. Cuando salió, lo encontró despierto.

-Estoy pensando que hay que hablar con Hank – comentó Charles -. Él diseñó a Cerebro y podría ayudarnos.

-Y también es físico – contestó Erik, mientras se secaba las manos con una toalla -. Estuve pensando toda la noche, Charles, y me pregunté si la razón por la que no puedes encontrar a Peter es porque no está en la Tierra.

-¿Qué dices? – Charles se incorporó en el colchón, sorprendido.

-Digo que esa máquina solo te permite conectarte con las mentes de quienes están en este planeta. Mira, si Peter está vivo es porque pudo escapar de una explosión nuclear y aunque sea la persona más veloz, tal vez necesitó ayuda especial, ayuda que no fuera de este mundo.

-Erik, lo que estás diciendo es absurdo – Charles sacudió la cabeza, incrédulo.

-¿Tan absurdo como tantas cosas que nos han pasado? – rebatió Erik -. Viajes en el tiempo, En Sabah Nur son solo algunas de las anécdotas que vivimos y te parece que una ayuda proveniente fuera del planeta sea algo absurdo. Los poderes con los que convivimos ya superan la barrera de lo natural.

Charles comenzó a creerle y se dio cuenta de que su argumento tenía sentido.

-Pienso que lo mejor es llamar a Hank – concluyó Erik -. Despertará pronto y podríamos platicar con él en el desayuno.

-También necesitaremos la ayuda de los demás – añadió Charles y sonrió -. Erik, será increíble si podemos traer entre todos a Peter a casa.

Erik asintió tan feliz y esperanzado como él.

…………..

Hank, Raven, Jean, Scott, Storm y Kurt quedaron atónitos cuando Charles les contó lo que habían vivido esa noche, durante el desayuno. También se llenaron de alegría y esperanza y rápido decidieron ponerse en acción, pero, como Erik y Charles, no sabían por dónde comenzar a buscarlo y, lo primordial, establecer contacto con él.

-Lo que dijo Erik suena coherente – admitió Hank, acomodándose las gafas -. Peter puede no estar en el planeta, tal vez ni siquiera se encuentre en esta dimensión, pero encontró la manera de comunicarse con Charles y pedirle ayuda. Como ya lo dijeron, Cerebro solo sirve para conectarse con las mentes que hay en la Tierra y obviamente solo funciona en esta dimensión que vivimos.

-Entonces, deberíamos buscar la forma de abrir un portal – comentó Jean y Scott le apretó la mano -. Aunque antes deberíamos cerciorarnos sobre qué portal abrir y hacia dónde nos llevaría.

-¿Hay alguna manera de averiguar si algún portal dimensional fue abierto la noche de la explosión? – preguntó Kurt con su usual timidez y todos notaron que había hecho la sugerencia más inteligente.

-Yo lo conozco – respondió Charles rápidamente -. Se trata del Doctor Strange.

Raven y Hank, que lo conocían, reconocieron que era la persona adecuada. Erik también, aunque los celos le hicieron plantearse que solo aceptarían su ayuda por Peter.

-También hay que avisar a Bobby – ordenó Charles -. Él tiene que participar en esto.

-Deja que yo me encargue – decidió Erik, resuelto.

…………………..

Bobby estaba sentado en el sofá de su departamento en Queens cambiando canales. Pasaba las mañanas distrayéndose con programas de talk-shows y entrevistas vacuas. En la mesa de café había latas de cerveza vacías y restos de comida chatarra. Así pasaba el tiempo desde que se mudara. No podía dejar de pensar en Peter y, desde que se enteró de que esperaba un hijo suyo cuando ocurrió la tragedia, su ánimo había recaído aun más.

No tenía contacto con los demás inquilinos y apenas salía del departamento. Trataba de hacerlo de noche para no cruzarse con nadie.

Lo sorprendió oír que golpeaban su puerta. Con su vida de ermitaño, cualquier visita era algo inaudito. Se levantó a atender de mala gana.

-¿Quién es? – preguntó antes de mover el pestillo.

-Erik Lehnsherr.

¿Magneto? ¿Se trataba del padre de Peter?

Bobby quitó rápido la cerradura y abrió.

-Buenos días – saludó Erik serio y directo -. ¿Me dejas pasar?

Sin creerse lo que veía, el joven se hizo a un lado.

Erik entró y estudió el ambiente de una pasada. Vio los restos de comida y bebida, el programa malo en la tele y, más lejos, en la cocina, la pila de platos sucios.

-¿Desea beber algo? – ofreció Bobby finalmente.

Erik lo miró y asintió.

El joven fue a la nevera a sacar dos latas pero se encontró con que solo le quedaba una.

-Olvídalo – recapacitó Erik y buscó algún lugar donde sentarse. Había una silla vacía frente al televisor.

Bobby dejó la lata en la nevera y se le acercó. Magneto era el padre de su novio fallecido y, hasta hacía poco, su relación había sido secreta. Se preguntaba cómo habría tomado la noticia de que él era la pareja de su hijo y si sabía de la criatura o no. Por esto midió con atención sus palabras. Sin embargo, no pudo evitar el llanto.

-Créame que lo siento. Yo amaba a Peter – confesó con la voz trémula y los ojos enrojecidos -. Lo que pasó fue una tragedia para mí, para usted, para todos.

-No te disculpes, no vine a eso – cortó Erik -. Peter me había contado que tenía una relación estable aunque no me especificó que fuera contigo. Me enteré hace poco que se trataba de ti.

-Yo lo amaba – gimió Bobby, secándose los ojos.

-Lo sé.

-Aún lo amo.

Erik se sintió reconfortado de oírlo. El desorden y abandono del departamento eran prueba suficiente de lo que le costaba a Bobby salir adelante. Realmente lo amaba y sufría su pérdida. Peter iba a necesitarlo cuando regresara. Por eso decidió comunicarle la noticia enseguida.

-La razón por la que vine es porque tenemos altas sospechas de que Peter está vivo.

-¿Qué dice? – exclamó el joven y abrió los ojos como platos.

-Ayer se comunicó con Charles por la noche. Le pidió ayuda pero Charles no pudo responderle aunque lo rastreó con Cerebro. Esta mañana nos reunimos todos y tenemos una teoría: que Peter no está en la Tierra, ni siquiera en esta dimensión, y pensamos cómo viajar a buscarlo.

Bobby volvió a sentarse en el sofá, enfrentado a Magneto, interesado y expectante.

-¿Peter está vivo? ¡Dios mío! – sonrió por primera vez en mucho tiempo -. Si pidió ayuda es porque no puede volver solo y si Charles no lo encontró, hay que encontrar la manera de dar con esa dimensión.

-En eso estamos. Mientras yo venía a verte, llamaron al Doctor Stephen Strange, el Hechicero Supremo, Guardián del Santuario, aquí en Nueva York. Es también el médico que está atendiendo a Charles y la persona que puede ayudarnos.

-Bien – parpadeó el joven, procesando la información -. Quiero ayudar.

-Esperaba oír eso de ti – se alegró Erik -. Vine a buscarte precisamente para que me acompañes a Westchester, donde nos reuniremos con este hechicero.

Bobby se levantó y fue a buscar su chaqueta y su billetera. Sentía que ahí sentado solo perdía el tiempo. De pronto, recordó al bebé y volteó hacia Erik, apesadumbrado.

-Supongo que sabrá que Peter estaba esperando un hijo – Erik asintió -. No había tenido tiempo de decírmelo y yo me hubiera alegrado demasiado. Esto me da esperanza de que pueda encontrarme con él y con la criatura, que todavía no debe haber nacido. Sabe – suspiró -. Desde que me enteré de eso, he hecho cálculos y pensaba que de haber vivido estaría atravesando su quinto mes – sonrió -. Ahora sé que sí lo está.

-Me lo dijo a mí esa mañana – contestó Erik. Se acercó al joven y le palmeó el hombro afectuosamente -. Esto nos devolvió la esperanza a todos y te da la posibilidad de pensar en una familia con él.

-Sí – replicó Bobby, feliz.

Los dos salieron y, antes de cerrar la puerta, Bobby dio un último vistazo a su departamento planteándose refaccionarlo si Peter elegía vivir con él allí.


………………….










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