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You're Always Sorry, Charles por midhiel

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You’re Always Sorry, Charles

Capítulo Trece: El Enviado


De regreso a Westchester, Erik y Bobby pasaron a recoger a Strange, que subió al coche acompañado de Wong. Lo introdujo con un lacónico: “Es mi amigo y ayudante de cámara. También es hechicero,” y le ordenó educadamente a Magneto que siguieran el viaje.

Al llegar, todos en la mansión los estaban aguardando en una de las salas más amplias, preparados para recibir y escuchar al hechicero.

Kurt mantuvo la cabeza en alto cuando vio entrar a Bobby, no era ningún cobarde, y el joven rubio lo sorprendió al sonreírle con una mirada de arrepentimiento.

-Lo siento – se diculpó Bobby con sinceridad -. No soy una persona violenta y me avergüenza la manera en que te traté aquella mañana. Viniste a mí con valor a confesarme lo que había ocurrido. No te merecías mi reacción – le extendió la mano.

Kurt sonrió amablemente y se la estrechó.

Mientras tanto Stephen tomó asiento junto a Charles y Hank, y Wong se sentó a su lado. Erik se ubicó celosamente junto a la silla de Charles. Los demás, Scott, Jean y Ororo, quedaron enfrentados a ellos en un sofá de tres piezas, y Bobby y Kurt se acercaron más tarde, ya reconciliados, y se sentaron en unas sillas junto a sus compañeros. Raven estaba ubicada en un sillón aparte junto al ventanal.

Strange presentó nuevamente a Wong con las mismas palabras y fue directo al grano.

-Investigué y efectivamente hubo una apertura extraña esa misma noche. No pudimos determinar el origen pero ocurrió en el desierto de Texas, a veinte kilómetros de la explosión nuclear.

Todos suspiraron fascinados de que la teoría se estuviera comprobando. Charles tomó la mano de Erik y se la apretó con esperanza.

-Por eso no habrá habido reportes de la NASA – dedujo Hank, acomodándose los lentes -. Rastreo con mis computadoras información de la NASA y analizo los reportes que me llegan – confesó tímidamente. Raven lo observó sorprendida de que cometiera ese acto ilegal aunque lo comprendía -. Es por la Seguridad Nacional. No habrá habido registros de datos de la apertura porque la explosión los habrá bloqueado.

-Lo que haga con su tiempo es asunto suyo – contestó Strange sin ganas de juzgarlo -. Lo importante es que un portal dimensional se abrió esa noche cerca de ese mismo sitio, y su amigo pudo haber entrado allí para refugiarse.

-Tenemos que ir a buscarlo pronto – comentó Kurt ansioso.

Strange miró a Charles, buscando su aprobación, y opinó.

-Al conocer las coordenadas exactas podríamos intentar abrirlo.

-¿Cómo? – quiso saber Scott -. No tenemos los medios.

Strange intercambió miradas con Wong como si hubieran escuchado el cuestionamiento más ingenuo del mundo.

-Ustedes, mutantes, son reconocidos por sus poderes a escala planetaria y yo soy uno de los hechiceros más poderosos que han existido – respondió el doctor con arrogancia -. Creo que podremos hacerlo, joven.

-Yo pensé en algo que puede funcionar – habló Charles al fin -. Es un plan que nos involucra a todos. Primero, Hank podrá rastrear las coordenadas exactas de ese lugar. No necesitamos viajar a Texas, ya que el sitio sigue contaminado, pero desde aquí podremos controlar la energía. Una vez que tengamos esos datos, el Doctor Strange con el señor Wong podrán controlar esa energía para abrir la puerta. Erik con su magnetismo y Ororo produciendo rayos eléctricos pueden ayudar a mantenerlo abierto. Yo entraré para buscar a Peter. Tú, Kurt, me transportarás hacia allá y tú, Jean, estarás concentrada porque desde esa dimensión me comunicaré directamente a tu mente. Los demás, Scott, Raven y Bobby permanecerán atentos para lo que se los necesite y eso puede significar entrar en la dimensión a ayudarme.

-¡Charles! – exclamó Erik, procesando sus palabras -. ¿Vas a entrar en una dimensión desconocida a rescatar a Peter solo con Kurt? ¿Tú? ¿En tu estado?

Charles miró a su amante y asintió con determinación. Estaba seguro y convencido del riesgo que iba a tomar.

-Así es, Erik. Peter se comunicó conmigo porque soy la única persona con la que puede hacerlo desde donde está. Puedo rastrearlo con mi mente pero solo si estoy en la misma dimensión que él. Kurt me llevará y me esperará en algún sitio mientras busco y regreso con Peter. En cuanto a mi estado, estaba pensando que Hank puede diseñar alguna especie de escudo que me proteja el vientre y aísle a la criatura de cualquier exposición peligrosa que pueda haber allí.

-Sí, Charles – replicó Hank -. Fabricaré algo seguro enseguida.

Pero Erik no estaba de acuerdo.

-Es una misión demasiado arriesgada, Charles – opinó Raven desde su asiento.

Charles volteó hacia ella.

-Tenías razón, Raven, cuando discutíamos que los enviaba a ti y a los chicos a misiones cada vez más arriesgadas. Lo hacía para ganarme el favor del presidente y del resto de los humanos. Lo hacía por nuestra seguridad y por mi ego. Pero esta vez se trata de Peter, mi hijo del corazón, y es algo enteramente personal. No voy a abandonarlo y si hay que tomar algún riesgo, seré yo el que lo tome.

-¿Qué hay del bebé? – cuestionó Erik, frunciendo el ceño.

Charles se acarició el vientre.

-Lo protegeré y si noto que corre peligro, regresaremos con Kurt y abortaremos el plan al instante. Escuchen – miró a todos -, tomo este riesgo porque soy el único que puede localizar a Peter allí.

-Estoy de acuerdo – congenió Stephen -. Siempre que veles por la salud de tu hijo gestante y no te arriesgues más de lo estipulado.

-No – rebatió Erik sin convencerse -. Esto es igual a las misiones arriesgadas que aceptabas antes, Charles. No estás midiendo el peligro. Llevas en tu vientre a mi hijo y no permitiré que lo expongas.

-Llevo en el vientre a nuestro hijo y voy a protegerlo – contestó Charles, enfatizando la palabra “nuestro” -. Además me arriesgo para traer de regreso a nuestro otro hijo, tan tuyo como mío en el corazón.

-Esto no tiene sentido.

-Sí que lo tiene – replicó Charles, con poca paciencia -. Dime si existe alguien además de mí, que pueda cumplir la misión con éxito.

-Esto es lo mismo – refutó Erik, enfadado -. No cambiaste, Charles. Es tu ego el que sigue hablando.

Charles quedó de una pieza. Movió su silla hacia atrás para alejarse de su amante.

-Creo que hay lugares y momentos para una discusión así, Erik, y no es apropiado ante gente ajena a nuestra relación – miró a todos, que habían enmudecido con el altercado -. Si me disculpan, subiré un momento.

Los demás asintieron condescendientes y casi sin quererlo voltearon hacia Erik, que tenía los puños cerrados, mitad avergonzado por haber discutido con Charles ante terceros y mitad enojado por la obstinación de su amante. Miró a todos y mandando al demonio la reunión, subió a buscar a Charles.

……………..

Charles se había refugiado en su balcón para respirar aire fresco. Erik entró en la recámara y, al ver las puertas abiertas y la cortina que flameaba, salió a buscarlo. El telépata tenía los brazos apoyados en la baranda y estaba observando el paisaje privilegiado que tenía de los jardines.

-Quiero disculparme por regañarte delante de todos – admitió Erik, recargándose en el umbral.

Charles ni siquiera lo miró.

-Pero sigo pensando que es una locura que viajes hasta esa dimensión.

-¿Podrías ser tan amable de decirme, entonces, quién está en condiciones de entrar en ella y rastrear a Peter? – cuestionó Charles con calma y sin mirarlo.

Erik suspiró.

-¡Charles! Estás esperando un hijo. ¿Qué es eso de un escudo protector? Vas a llevarlo a otra dimensión, completamente desconocida, que no sabemos cuán peligrosa pueda resultar. ¿Cómo puedes ponerlo en riesgo de esa manera?

-Eso significa que sigues pensando que me arriesgo o arriesgo la vida de otros en misiones peligrosas para alimentar mi ego.

-¡No dije eso! – rebatió Erik enseguida.

Charles, al fin, volteó hacia él.

-Fue exactamente lo que dijiste recién abajo, Erik, que era mi ego el que hablaba.

-No, yo no quise – trató de defenderse.

-Eso fue lo que dijiste, lo que pensaste – continuó Charles lastimado -. Antes me tenías respeto, Erik, respeto por mis decisiones. Buscábamos lo mismo por distintos medios y, aunque no compartías los míos, no los cuestionabas. Ahora me acusas de ser un arrogante egoísta delante de la gente que confía en mí, delante de mis amigos.

-Dije que lo sentía.

-Decir lo siento a veces no basta – rebatió Charles, ahora enfadado -. No basta porque aunque te disculpes, sé que sigues pensando de la misma manera. ¿Cómo se te ocurre que voy a arriesgar al hijo que llevo en mi seno? ¿Crees que no pienso en él? Lo hago en todo momento. Fue por él que traté de mantenerme lúcido y no caer en la depresión en el momento más oscuro de mi vida. Fue por él que luché por sobrevivir y no caer en las adicciones. ¿Cómo puedes pensar eso de mí?

-Charles, lo siento – repitió Erik, ahora sentido.

Charles lo miró a los ojos y notó lo acongojado que estaba.

-No lo hago por mi ego, Erik. Mi arrogancia se acabó cuando, gracias a ella, creí que perdí a Peter. Lo hago por nuestro hijo mayor y lo hago por ti, porque sé lo que significa para los dos que Peter regrese – suspiró, sintiendo que la emoción le iba ganando -. Me duele – sollozó -, me duele que sigas pensando así de mí.

Erik se mordió el labio sin saber qué responderle. Estaba triste por haberlo lastimado.

Charles se secó los ojos y corrió la silla hacia atrás para apartarse de la baranda y entrar en su recámara. Al pasar junto al umbral, Erik se movió para hacerle espacio e ingresó detrás de él.

-Charles.

Charles se detuvo cerca de su lecho. Erik se le acercó, contrito.

-Charles, yo no sé qué decir – admitió con la voz trémula. El telépata lo miró y notó sus ojos tristes -. Anoche vi la desesperación que sentías porque temías que Peter estuviese sufriendo, entendí cuánto lo amabas y lo importante que es para ti. No sé, no sé quién podría suplantarte y, además, creo que Peter te está esperando a ti, solo a ti y a nadie más para que lo traigas de regreso. No eres egoísta sino que lo amas. Yo – suspiró y se miró las manos -, yo iría de tener tu poder, pero solo tú puedes hacerlo.

-¿Me estás autorizando?

-No necesitas mi autorización y lo sabes – contestó Erik resuelto.

Charles asintió.

-Nunca vuelvas a pensar que puedo arriesgar la vida de este hijo ni la de Peter.

-Nunca, Charles.

El telépata rodó la silla hacia la puerta.

-Ahora bajemos, no hay tiempo que perder en discusiones.

Erik se mostró de acuerdo.

………………..

Erik y Charles bajaron. Los demás habían continuado debatiendo pero el plan del telépata continuaba siendo el mejor. La única con sus habilidades era Jean y no tenía aun la destreza para manejar su poder en una dimensión desconocida. Cuando la pareja expresó que estaba dispuesta a seguir ayudando, continuaron diseñando el plan tal cual Charles lo había fijado.

Hank puso manos a la obra y se encerró en su laboratorio con Charles para modelar el escudo. En cuestión de horas diseñó una coraza de material resistente y flexible que cubría el torso completo de su amigo. También diseñó un reloj digital para que Charles se lo calzara en la muñeca y pudiera leer en la pantalla los signos vitales del feto, así podía controlar el estado de su hijo de forma constante. Cuando Charles se cerró el escudo alrededor del vientre, lo notó cómodo y su flexibilidad le permitió moverse sin problemas. Agradeció a Hank su ayuda y subió a enseñarle el diseño a Erik. Al conocerlo, Magneto se sintió tranquilo. De igual manera seguía nervioso pensando en la misión y en Charles, y también le ganaba la ansiedad por reencontrarse al fin con Peter.

-Al menos ver lo seguro que es te alivia – comentó Charles al notar cómo se calmaba mentalmente.

Erik se hincó de rodillas y lo abrazó, emocionado. Tomó las mejillas de Charles entre sus manos y lo besó. Al apartarse, lo miró directo a los ojos.

-Te amo – declaró después de tantos meses de rencor y la confesión le salió del alma -. Perdona la discusión de hoy, no es que no confiara en ti sino que te amo, Charles, y la sola idea de que te arriesgues aun por nuestro hijo, me hizo actuar así.

Charles sonrió conmocionado y se quedó sin palabras. Simplemente lo abrazó con fuerza y sepultó el rostro en su cuello. Si traía a Peter sin inconvenientes, la dicha sería perfecta.

-¿Vamos? – sugirió Erik, después de un rato.

Charles se apartó del su cuello y asintió. Erik se irguió y se colocó detrás de la silla. El telépata leyó cuánto deseaba empujarlo como una manera de protegerlo y se lo concedió. Así fueron juntos al ascensor y bajaron a la sala principal donde los demás los aguardaban frente a la escalera bifurcada de roble. Ya había caído la tarde y estaban listos para comenzar. Guiándose con las coordenadas precisas, Strange y Wong sacaron a relucir sus habilidades mágicas y, con movimientos de manos, abrieron lentamente el portal.

Una vez que la apertura se hizo visible, Erik se concentró para mantenerla con su magnetismo y Ororo, desde la avenida, se elevó hasta el techo para crear una corriente eléctrica con los rayos y enviarla hacia el portal. De esta manera, los cuatro, Strange, Wong, Magneto y Storm, mantuvieron la entrada abierta. Charles terminó con Hank de controlar en funcionamiento de la coraza y la lectura del reloj por última vez. Los signos del niño se notaban normales. Charles llamó a Kurt al centro de la sala y se tomaron de las manos. En un abrir y cerrar de ojos desaparecieron.

………………………












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