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You're Always Sorry, Charles por midhiel

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You’re Always Sorry, Charles

Capítulo Diecinueve: El Rescate

Apenas Charles desapareció, Erik recorrió cada escondrijo de la recámara y el baño, y salió al balcón para buscarlo. Se aferró a la baranda y estiró el espigado cuerpo hacia adelante para tener una mejor visión del firmamento, pero no encontró ningún vestigio de él. Acto seguido, bajó como reguero de pólvora encendida para avisar a los demás. Estaba desesperado como pocas veces en su vida. En situaciones límites, había sabido controlarse con una frialdad asombrosa pero ahora estaba pálido como la cera. Es que Charles significaba todo para él.

Strange acababa de llegar con Wong, lleno de pergaminos y libros que había encontrado sobre el Imperio Shi’ar, y trató de calmarlo. Fue una mala decisión porque a la desesperación de Erik se le sumaron los celos que no terminaba de procesar. Finalmente Jean se introdujo en su cabeza para transmitirle sosiego y Magneto se dejó caer en un sofá de la sala. Los demás se le acercaron y, poco a poco, fue explicándoles lo que había ocurrido. Una vez que recuperó la calma, Erik se pasó las manos por el rostro y asumió el papel de líder.

-Permanezcan atentos porque Charles tratará de ponerse en contacto, especialmente tú, Jean. Hank, quiero que rastrees cada señal que recibas de la NASA, o de donde sea. Doctor Strange – lo miró intensamente -, utilice todo el conocimiento que tenga de otros mundos para localizarlo – suspiró, buscando aire -. ¡Dios mío, Charles!

Raven se apresuró a posarle la mano sobre el hombro.

-Erik, estamos todos unidos para ayudarte.

Magneto le asintió, agradecido.

Jean sintió que alguien trataba de comunicarse mentalmente con ella y se apartó del grupo en busca de silencio y concentración. Oyó la voz de Charles contactándola por medio del poder de largo alcance de Lilandra. Escuchó con atención el plan que le proponía y se dirigió a avisar a los demás.

…………………..

En un abrir y cerrar de ojos, Charles se encontró tomado de las manos con Lilandra en una sala de operaciones de avanzada tecnología. Había tableros digitales, monitores con una resolución increíble, y datos que corrían incesantes en diferentes pantallas. La iluminación era tan intensa y clara como la que había cuando fue a rescatar a Peter y se preguntó si se hallaba en la misma nave o en algún sitio del imperio Shi’ar.

-Bienvenido – dijo Lilandra, mientras le soltaba las manos -. Necesitarás esto para recorrer el sitio – con un movimiento de manos, teletransportó la silla de ruedas desde la recámara del telépata.

Charles dio un respingo cuando la silla se materializó y se sintió encima de ella. Tomó nota de los poderes de Lilandra: la transportación de objetos a distancia y la telepatía eran al menos dos de sus habilidades. De repente, recordó que había realizado el viaje desde la Tierra sin proteger a su bebé y se tocó el vientre, asustado.

-No tienes de qué preocuparte, Charles – respondió ella, leyéndole la mente -. Nuestro ambiente es similar al terrícola, tu hijo no sufrirá alteración alguna. Podemos revisarte antes de volver si así lo deseas.

-No, gracias – contestó el telépata y rodó la silla hacia atrás para estudiar la cámara con mayor detenimiento. La tecnología que tenía no dejaba de sorprenderlo. Sin buscarlo, percibió la mente de Lilandra. La alienígena había bajado la guardia en su propio hogar y ahora podía leerla. Cuidadoso en extremo, le echó un vistazo fugaz para que ella no se diera cuenta. Leyó la fascinación que le tenía por su poder, igual al suyo, producto de los diálogos que había sostenido con Peter. También leyó que había sido considerada con el joven en su cautiverio y había tomado recaudos para que se sintiera lo más cómodo posible. Pudo ver fragmentos de su niñez: era la tercera hija de los emperadores de Shi’ar, pero su vida fue difícil desde la adolescencia debido a disputas y crímenes familiares por el trono.

No había sido una persona feliz pero sí una soberana justa y pacífica. Por el bien de su pueblo había decidido, hacía un par de años, buscar al mejor heredero que pudiera dejarle, y por eso se había embarcado en la aventura de recorres diferentes mundos para hallarlo. Estaba convencida de que Luna sería la persona indicada y no guardaba ni un ápice de remordimiento o compasión hacia Peter y la pérdida a la que lo había sometido.

Charles no quiso dejar de percibir qué sentía realmente por la criatura y leyó que la consideraba adecuada y estaba dispuesta a prepararla para darle el trono algún día. Además ya tenía en mente a los mejores instructores y se fijaría que nada le faltara. Leyó todo aquello pero en ningún sitio encontró amor. Esto hizo que Charles determinase más aun rescatar a Luna.

Afortunadamente, gracias a su sutileza, Lilandra no sintió su intromisión y le preguntó de manera causal.

-¿Estás preparado para conocer a la niña?

-Sí, claro – contestó Charles.

La emperatriz lo guio hacia un corredor que llevaba a otra cámara. Esta estaba casi en tinieblas y, al entrar, Charles descubrió el motivo: en el centro había un tubo gigante que simulaba un útero y, en su interior, nadaba en el líquido amniótico, la hija de Peter. Tenía el tamaño y el aspecto de un feto de cinco meses y medio. Estaba unida al cordón umbilical que terminaba en la placenta flotante, y se oían los latidos fuertes y constantes de su corazón. Mantenía los ojos cerrados y se movía de a ratos con reflejos.

Charles acercó la silla hacia ella, maravillado. Alzó la mano y rozó con los dedos el vidrio.

-Es asombroso – suspiró para sí. La niña se sacudió suavemente al oírlo. Respondía a los estímulos.

-Estoy admirada y no dejo de contemplarla – confesó Lilandra en voz baja para no perturbar a la criatura -. Como puedes ver, está viva y protegida.

-Pero sabes que este no es el lugar donde debe estar – contestó Charles, sin apartar la vista de Luna -. Sabes, además, que Peter y su pareja la aman.

Lilandra no contestó. Charles volteó hacia ella.

-La niña necesita de sus verdaderos padres, Lilandra.

-Si deseas, te dejaré un momento a solas con ella antes de devolverte a la Tierra – respondió fríamente.

Charles asintió.

La emperatriz lo leyó nuevamente para cerciorarse de que no intentaría llevársela, algo absurdo porque Charles sabía que no sobreviviría fuera de esa máquina, y se retiró.

El telépata mantuvo la vista fija en el tubo hasta que no oyó más sus pasos y buscó velozmente conectarse con Jean.

“Ya estamos en camino,” confesó la joven. “Hicimos lo que usted nos ordenó.”

“Bien, Jean. Ahora atiende, yo estoy en la cámara con la niña. Ella está dentro de una máquina que simula el vientre. Guía a Strange para que me localice. Él es el único que puede sacarla de aquí sin dañarla.”

“De acuerdo,” obedeció.


…………………….

En la sala principal de la Mansión X, la misma que habían utilizado para abrir el portal por primera vez, volvieron a formar la abertura y Kurt teletransportó a Raven bajo su aspecto azul, y regresó a los segundos sin ella. Inmediatamente, Scott tomó el lugar de Magneto para mantener con su rayos la entrada y Wong, el de Strange. De esta manera, Erik, vestido de negro y con el casco puesto, y el Hechicero Supremo con su ropaje azul antiguo, junto con Bobby, Jean y Hank convertido en Beast, fueron teletransportados por Kurt hacia la dimensión. Scott y Wong permanecieron en la sala manteniendo el campo de energía, mientras que Storm los ayudaba con descargas eléctricas desde el techo.

Mientras tanto, Raven, con su agilidad felina, se coló en diferentes sectores. En aquellas cámaras que estaban vacías, aprovechó para leer datos en las computadoras, siempre sigilosa y atenta a cualquier movimiento extraño. Así se dio cuenta de cómo habían utilizado a Peter como incubadora humana, y los planes que tenían para Luna.

A medida que avanzaba de una habitación a otra, Raven se fue cruzando con guardias y científicos de bata. Tomando la apariencia, ya de uno y ya del otro, fue escuchando las conversaciones. No le costó mucho asimilar su lenguaje. Dialogaban de temas triviales y algunos mencionaban a la heredera que la emperatriz había conseguido astutamente. Recordaban a Peter como un terrícola inocente y amable, y citaban que se había tratado de un espécimen adecuado para ser el progenitor de la futura gobernante. A Raven le llamaba la atención la frialdad con que mencionaban el hecho de habérsela quitado y la forma en que se seguía gestando. Comprendió que los Shi’ar eran una sociedad distante en cuanto a las emociones. Como ya lo había notado Charles, no era el ambiente adecuado para que la niña creciera feliz. Llegó hasta un grupo de tres soldados, que platicaban en círculo. Se notaba que era su tiempo de descanso antes del cambio de guardia. Rápido se camufló como uno más de ellos desde la postura hasta el más mínimo detalle del uniforme, que consistía en un traje negro y botas bajas.

-¿Dónde se encuentra la emperatriz ahora? – preguntó Mystique como al pasar.

Dos de ellos la estudiaron de pies a cabeza y, por un momento, Raven deseó que no tuvieran habilidades telepáticas. Por fortuna, ese poder parecía reservado solo para su soberana.

-Los sensores de la entrada indicaron que llegó hace un tiempo con un terrícola y lo llevó a la cámara de la heredera – comunicó uno finalmente -. ¿Eres uno de sus custodios?

-Entro en servicio a partir de ahora – explicó Raven.

-Debe seguir allí – comentó otro e hizo un gesto hacia la izquierda.

Raven comprendió que hacia allá debía dirigirse y tras una inclinación de cabeza a modo de saludo, se retiró. Atravesó un pasillo y, a medida que caminaba, oyó la voz de Charles en su mente.

“Raven, no estás lejos. ¿Está todo bien?”

-Estoy buscando a la tal Lilandra – explicó bajito, tras cerciorarse de que estaba sola -. ¿Cómo te encuentras tú, Charles?

“Estoy en la cámara con la hija de Peter y Bobby. Necesito que Jean guíe al Doctor Strange hasta aquí para que me ayude.”

-La ayuda viene en camino – contestó Mystique y pasó junto a dos guardias con una actitud casual. No levantó sospecha alguna.

“Mantente conectada,” continuó Charles. “Lilandra no debe estar lejos.”

Justo en ese momento, se cruzó con un alienígena que tenía el ropaje de un paje, portando una charola con una fuente tapada. Su instinto de espía lo hizo seguirlo. A pocos metros, el paje se encontró con otro guardia y le preguntó dónde se encontraba la emperatriz para llevarle su comida. El guardia le indicó la dirección y Raven lo continuó siguiendo hasta perder al soldado. Veloz, Mystique se le colocó detrás y, antes de que la notara, lo bajó de un golpe de piernas. Lo arrastró hasta un rincón para esconderlo, robó su apariencia, alzó la charola y enfiló hacia la dirección indicada.

Lilandra estaba en su recámara, sentada en su lecho ovalado. Había mutado el traje negro terrícola por su vestimenta diaria: un traje plateado ceñido al cuerpo, una capa escarlata y botas altas oscuras. Tenía el cabello recogido en un rodete y estaba leyendo informes desde una pantalla táctil. Había dejado la puerta entreabierta, así que Raven empujó con respeto.

-Aquí está su comida, Majestad – anunció, sosteniendo la charola con ambas manos.

Lilandra se puso inmediatamente de pie en alerta. La había leído.

Antes de que Mystique se le arrojara encima con la jeringa con el suero inhibidor de poderes, la emperatriz la congeló mentalmente.

-Así que tú eres Raven – sonrió gélida y la rodeó en círculos, mientras la estudiaba con asombro -. Es maravillosa la manera en que te camuflaste. Tu poder es tan fascinante como los de Charles y Peter. Ustedes son seres increíbles.

Raven había quedado detenida en una posición incómoda. Sin poder controlarse más, cambió el disfraz por su forma azul. Lilandra sonrió, más encantada todavía.

-No sé quién me fascina más – admitió -. Si Charles o tú.

Raven hizo un esfuerzo por concentrarse. Jean se puso en contacto mental con ella. En un parpadeo, Kurt teletransportó a la joven telépata, a Magneto, a Iceman, a Beast y a Strange al centro de la recámara. Antes de que Lilandra pudiera reaccionar, Hank se le lanzó encima empuñando la jeringa y se la inyectó en el hombro. La emperatriz se echó hacia atrás, mientras sentía cómo sus poderes se iban apagando. Confundida, se dejó caer en la cama. Sin perder el tiempo, Erik le apresó las muñecas con el metal arrancado del respaldo del lecho y Bobby la circundó con bloques de hielo para inmovilizarla.

Raven recuperó el control de su cuerpo pero mantuvo su forma azul para tener una concentración del cien por ciento. Beast se le acercó para cerciorarse de que se encontrara bien y se dieron un breve abrazo.

“No somos tus enemigos,” le habló Jean a la emperatriz mentalmente. “Solo queremos tener de vuelta a la niña.”

Lilandra se sacudió inútilmente.

-No te esfuerces – advirtió Erik con desprecio -. Es un suero inhibidor, que hace desaparecer tus poderes por cuarenta y ocho horas – se inclinó junto a ella para mirarla a la cara -. Ahora vas a devolvernos a la niña o – miró hacia sus compañeros -, verás que no es conveniente hacérnosla difícil.

Bobby se apretó los puños y las paredes comenzaron a escarcharse.

-Déjamela a mí, Erik – ordenó -. Me lo dirá por las buenas o por las malas.

-No, esperen – terció Strange, que con Jean, Mystique, Kurt y Hank comenzaba a preocuparse por la actitud de ambos -. No la necesitamos para conseguir a la niña. Jean – volteó hacia la joven -, trata de sentir dónde están Charles y la criatura.

Jean se concentró.

-No están lejos.

-¿Vamos a dejarla así? – se quejó Bobby, mirando a Lilandra con odio -. ¿No va a pagar lo que le hizo a Peter? Erik, ¿la dejaremos sin castigo?

-Bobby – suplicó Jean.

Magneto siguió mirando fijo a la emperatriz y comenzó a ajustarle más y más los metales que ceñían sus muñecas. Lilandra soltó un quejido.

-Erik, basta – ordenó Strange y su tono sonó igual de imperante que el de Charles cuando lo amonestaba.

Pero Erik no le hizo caso.

Lilandra gimió otra vez. Ya tenía las muñecas en carne viva.

-¡Nicht! – exclamó Kurt y se lanzó sobre Magneto para detenerlo. Los dos rodaron por el piso.

Con un brinco ágil, Raven se apoyó encima de Erik para impedirle que se moviera. Kurt se incorporó de un salto.

Bobby clavó los ojos en Nigthcrawler y en Mystique para congelarlos literalmente pero Beast lo detuvo con su fuerza descomunal apresándolo por la espalda.

-¡Basta! – se quejó Strange -. No están siendo razonables y si nos dejamos llevar por las emociones vamos a perder. Vinimos a rescatar a la niña. Jean, guíanos a Erik, Bobby, Raven y a mí hacia la criatura. Hank y Kurt, permanezcan aquí custodiando a Lilandra.

-¿Creen que se saldrán con la suya? – intervino Lilandra despectiva -. En poco tiempo vendrán dos guardias para escoltarme, y otros más seguirán llegando. ¿Creen que podrán detener a mi ejército?

“Stephen,” le habló Charles en su mente. “Dejen a Jean con Kurt y Hank, y sigue mi voz. Ella puede detener cualquier ejército telepáticamente.”

-Es Charles – exclamó Strange, maravillado -. Me está hablando mentalmente y nos dirigirá hacia él y la niña.

Mystique se irguió y Erik pudo levantarse como resorte lleno de celos. Le molestaba que Charles hubiera escogido a Stephen para comunicarse. Sin embargo, sabía que lo hacía porque necesitaba del mago más que de nadie así que se reservó cualquier comentario. Se sacudió la ropa y le asintió al hechicero.

-Bobby – llamó Strange al joven -. ¿Vamos?

Iceman se fue sosegando y, al sentirlo tranquilo, Beast lo liberó.

El Hechicero Supremo miró a Magneto, a Mystique y al Hombre de Hielo, y, girando elegantemente su capa, salió de la habitación. Erik y Bobby intercambiaron miradas, su ira no se había disipado, pero entendieron que lo mejor era seguirlo. Mystique les hizo un gesto para que se apuraran.

Kurt se apersonó junto a Lilandra para vigilarla y Hank se paró frente a ella para estar atento a cualquier movimiento sospechoso de la emperatriz. Jean se ubicó en la entrada, alerta.

Lilandra los observó con recelo. Odiaba admitirlo pero Charles parecía ser más inteligente que ella.


……………………..

¡Hola! Según mis cálculos a este fic le quedan dos capítulos más.

Quería recomendarles un one shot Cherik, que leí hoy y me encantó. Se llama Solaz y es muy romántico.

https://www.wattpad.com/659414734-solaz-cherik-one-shot-solaz






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