Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

You're Always Sorry, Charles por midhiel

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

You’re Always Sorry, Charles

Capítulo Siete: El Mensaje

La segunda semana de reposo fue más difícil que la primera. Charles esperaba que la costumbre de estar en la cama la volviera más soportable, pero se equivocó. Lo positivo fue que al cumplirla, Strange fue a visitarlo y encontró al padre y a la criatura, saludables. Le recomendó continuar subiendo de peso pero no le gustó su espíritu desanimado. Sin indagar el motivo, recomendó a Hank que si no mejoraba su ánimo, deberían buscar a un especialista porque temía que Charles estuviera a un paso de caer en la depresión, lo que no sería beneficioso ni para él ni para su hijo.

La mañana siguiente a la visita de Strange, Charles trataba de distraerse con programas banales de la televisión, cuando Hank entró a darle la noticia de que Robert Drake, también conocido como Bobby o Iceman, acababa de llegar y estaba en un salón atendido por Raven.

Charles se alegró de escuchar noticias de su exalumno, al que no veía desde hacía al menos seis meses, y se frustró por encontrarse confinado y no poder bajar a saludarlo.

Hank se acomodó el puente de las gafas, nervioso.

-Hay algo más, Charles. Bobby preguntó por Peter, parece que era su pareja.

-¿Bobby? – repitió Charles, sorprendido.

Hank asintió.

-Dice que estaba en Alaska cuando se enteró de la noticia y recién ahora pudo juntar el valor para venir. Está destruido – estudió a Charles para ver el efecto de sus palabras. Charles pasó saliva pero se mantuvo firme -. Dice que apenas hace unos días se sintió mejor para viajar hasta aquí.

-No sabe del niño, ¿cierto?

-Peter no se lo había podido decir – recordó Hank -. No, no lo sabe todavía, Charles, y no sé si estará en condiciones de saberlo.

Charles se masajeó la frente. Mientras trataba de sanar, y él sabía lo que se esforzaba por lograrlo, aparecían nuevos indicios de la dimensión de la tragedia.

-Si solo lo hubiese dejado hablar esa noche – murmuró para sí. Hank lo escuchó y se mordió el labio -. Estaba excitado por darme la noticia y mi reproche lo llevó a actuar sin pensar. Ahora me entero de que Bobby – se frotó los ojos -. Dios mío, Bobby.

-Charles – llamó el joven con persuasión -. Por favor, no sigas echándote la culpa. No es bueno para ti, ni para el niño, ni para nadie.

Charles respiró hondo para calmarse.

-Tienes razón, Hank. Por favor, baja a atenderlo con Raven. Dale mis saludos y explícale que estoy haciendo reposo pero lo recibiré más tarde.

-Sí, Charles – obedeció y se retiró, cerrando la puerta.

Abajo, sentado en un sofá, Bobby se encontraba con la cabeza baja, masajeándose las manos. Se notaba lo alicaído de su aspecto con solo mirarlo. Tenía los ojos enrojecidos y circundados por orejas. El pelo rubio revuelto y la ropa sucia aumentaban su semblante desahuciado.

Raven estaba de pie en silencio. Hank se les aproximó y se detuvo al lado de Mystique. Bobby lo miró y saludó, asintiendo.

-Charles te envía sus saludos pero tiene que guardar reposo – le comunicó -. Sin embargo, si más tarde quieres subir, va a recibirte.

-¿Qué opina Charles de todo esto? – preguntó Iceman, observándose las manos. Su voz sonaba apagada.

Hank y Raven intercambiaron miradas, dubitativos, pero antes de que pudieran responderle, Bobby añadió.

-No tenía coraje para venir, solo podía pensar en Peter jugando a ser el héroe. Discutíamos que no sabía medir las consecuencias y temía que le pasara algo así, pero una cosa es temer y otra que ocurra – y se restregó los ojos, que se le habían humedecido -. Peter era más joven que yo y lo comprendo porque yo también solía ser impulsivo hasta que Charles me ayudó a cambiar.

Los tres guardaron silencio por unos minutos hasta que Bobby siguió desahogándose.

-Había viajado a Alaska por un asunto con los témpanos y me enteré por la radio de lo que había pasado. Quise venir a Westchester de inmediato pero sentía que si volvía a pisar este lugar, si veía estás paredes – recorrió el ambiente con la mirada -, no iba a poder soportarlo – suspiró -. Pensé mucho en Peter. No entiendo, las noticias decían que Charles ya había rechazado antes la misión de desalojar esa planta nuclear. ¿Qué demonios hacía Peter, entonces? ¿Desobedeció a Charles? ¿Se marchó igual? ¿Quiso ser héroe? ¿Para qué? No era un soberbio y le encantaba trabajar con el equipo que habían formado. ¿Qué le pasó? – gimió y se cubrió la cara para llorar.

Ni Raven ni Hank supieron qué contestarle. Si decían la verdad, iban a dejar a Charles en evidencia y no podían hacerle algo así, no después de todo el remordimiento que su amigo había tenido que elaborar. Pero Bobby también era amigo suyo y merecía respuestas para calmar su agonía.

-Fue mi culpa.

Los tres voltearon hacia la entrada y se encontraron con Kurt. El joven entró entre tímido y resuelto.

-Peter había discutido con Charles esa noche – confesó con su marcado acento germánico -. Estaba furioso y quería impresionarlo. Yo le dije que habían quedado dos científicos en la planta y corrió a salvarlos.

Bobby luchaba contra su dolor y contra las lágrimas.

-¿Por qué lo hiciste? – reclamó, llorando. No había enojo en su tono, simplemente confusión.

Kurt pasó saliva.

-Me sentía mal por lo de su bebé y creí que si salvaba a esa gente. Charles se iba a alegrar y Peter iba a poder darle la noticia.

Raven se cubrió la boca y Hank tuvo que masajearse la frente para no convertirse en Beast.

-¿Bebé? – repitió Bobby.

-Ouch – suspiró Kurt, bajito, pero el daño ya estaba hecho.

-¿Peter estaba esperando un hijo? – reclamó Bobby y del dolor pasó a la furia. Se levantó y todos sintieron que la temperatura descendía al menos unos dos grados.

-Acababa de enterarse – respondió Raven y miró a Kurt con reprobación.

Bobby llegó hasta Kurt y lo asió de la camisa con ambas manos.

-¡Me estás diciendo que le sugeriste a Peter una misión suicida y lo mandaste con mi hijo! – lo sacudió con violencia.

-¡Ey! – exclamó Hank y corrió a intervenir para separarlos.

Raven corrió junto a Kurt.

-Bobby, por favor – suplicó Mystique.

-¡Engendro azul! – gritó Iceman y le pegó una bofetada.

Kurt trastabilló pero Raven lo sujetó por detrás.

-¡Bobby, basta! – amonestó la joven, enojada -. ¿Cómo puedes llamarle engendro azul? ¿Te olvidas de quiénes somos Hank y yo?

-Entonces, ¡eres un maldito asesino! – vociferó Bobby y quiso seguir repartiéndole golpes. Solo Hank con su fuerza de Beast pudo atajarlo por detrás.

Raven alejó a Kurt, que estaba tan asustado que había empalidecido a celeste, y Hank hizo lo propio con Iceman. Pero Bobby estaba fuera de sí y usó su poder para quemar de frío a Beast. Hank no tuvo más opción que liberarlo. Bobby no vio a Raven, solo clavó la mirada en Kurt, y se le lanzó encima. Kurt cayó al suelo y antes de que comenzara a golpearlo se teletransportó hasta la cocina.

-¿Dónde está? – reclamó Bobby, enceguecido, de rodillas, y comenzó a golpear el suelo de parqué.

“Bobby, calma tu mente”, oyó la voz serena de Charles en la cabeza.

Bobby parpadeó y suspiró hondo. Se sentía un volcán de hielo a punto de explosionar. Furia, dolor, angustia, odio, rencor, todas las sensaciones negativas juntas lo sacudían y clamaban por estallar. Pero la voz de Xavier puso un poco de calma en el torbellino que era su cabeza.

Charles entró manejando su silla. Estaba en pijamas y llevaba una manta sobre el regazo para disimular el vientre que los últimos botones del pijama ajustado no cerraban más.

-Charles, ¿qué haces aquí? – exclamó Raven. Ni ella ni Hank estaban ni para sorpresas ni para más preocupaciones.

El telépata llegó hasta Bobby, que seguía hincado en el piso y le apoyó paternalmente la mano sobre el hombro. Se lo masajeó y percibió cómo las emociones del joven comenzaban a controlarse.

-Yo discutí con Peter y no lo dejé que me diera la noticia, Kurt quiso ayudarlo y no pensó en el peligro al que lo exponía, tampoco Peter lo midió – dijo Charles -. Nadie quería causar daño, nadie quiso provocar la tragedia. Eso no nos absuelve de la culpa pero quiero que sepas que nadie quería lastimar a Peter.

-¿Y eso cómo me consuela? – gimió Bobby y, sin soportarlo más, se dobló de dolor y con la frente apoyada en el piso, comenzó a llorar.

“No hay consuelo, Bobby,” reconoció Charles con resignación. Se metió en su mente para transmitirle un poco de paz. Pero la angustia que percibió era tanta, que se sintió agobiado y el esfuerzo le provocó una punzadura en el vientre. Asustado, se alejó de la mente de Bobby para concentrarse en su criatura y comenzó a masajearse el vientre compulsivamente. Raven notó su mueca de dolor y corrió a socorrerlo.

-¡Charles! – le tomó la mano.

Charles apretó los ojos y se concentró para sentir a su hijo. Apenas lo percibía porque su mente recién se estaba formando, y no sintió nada preocupante. Pero la punzadura era un aviso urgente.

-Raven, ayúdame a subir.

-Sí, Charles – contestó la joven y se ubicó detrás de la silla para guiarla hacia el ascensor. Charles apartó la mano de la palanca de manejo y así pudo usar las dos manos para masajearse el vientre.

Hank se acercó a Bobby. El joven solo hipaba pero seguía ensimismado en su dolor. Le apoyó ambas manos sobre los hombros y se los masajeó para reconfortarlo como vio que su amigo había hecho.

-Peter – sollozó Bobby -. . . mi hijo . . . nuestro hijo . . . ¿Cómo pudo pasar?

Hank no sabía qué decirle y decidió acompañarlo en silencio.

……………..

-Charles, mira que has hecho estupideces pero esto ya es el extremo – amonestó Raven cuando lo hubo ayudado a acostarse y lo cubría con las cobijas -. ¿Cómo se te ocurrió salir de la cama y subir al ascensor para intervenir en una pelea? ¿No piensas en tu hijo?

Charles estaba demasiado cansado para contestarle. Se había quedado preocupado con la visita de Bobby y al escuchar los gritos, comprendió que tenía que bajar a intervenir.

-Ese médico mago va a querer lanzarte un hechizo cuando se entere – siguió Raven, enojada -. Quiero llamarlo para que te controle ahora mismo.

-Raven, no – pidió Charles y le atrapó el brazo -. El niño está bien. Lo sentí y está bien.

-¿Cuánto sabes de obstetricia, Charles? – siguió reprochando -. Sentiste una mente que ni siquiera está formada. ¿Qué hay de su cuerpo y del tuyo? Bajo y lo llamo.

-¡Raven, no!

-Entonces, ¡responde por qué mierda lo hiciste, Charles! – reclamó, furiosa. Enseguida comprendió que no era conveniente gritar a una persona en su estado y juntó aire para tranquilizarse -. ¿Por qué lo hiciste?

Charles solo la miró.

Raven suspiró con resignación y bronca.

-Es la culpa, ¿cierto? Sabes, es necesario que empieces a pensar en un especialista, Charles. Un psiquiatra sería lo más adecuado. No puedes manejar esto y estás poniendo en riesgo tu vida y la de tu hijo. Si quieres tener al bebé, al menos comienza a pensar en su bienestar que no es solamente acostarte a guardar reposo. También está tu salud mental. No estás bien y eso repercute en todo tu cuerpo.

Charles cerró los ojos, agotado. Pero tenía que reconocer que Raven tenía razón.

-Lo siento – murmuró.

-Deja de sentirlo y empieza a pensar en ti y en tu hijo, Charles – contestó Raven -. Bajaré a ver cómo están Kurt y Bobby.

Charles abrió los ojos para asentirle.

Raven salió de la habitación. Mientras se alejaba comenzó a pensar en la única solución posible: no podía esperar a que Charles dejara la cama, Magneto tenía que enterarse cuanto antes. Pero rápido cambió su pensamiento. Se había alejado de la recámara pero no quería correr el riesgo de que a la distancia, Charles le leyera la idea.


………………..

Raven descendió en el corazón de la isla a bordo de un helicóptero contratado. Caminó por un sendero zigzagueante hacia la comunidad. Antes de llegar, tres mutantes le salieron al encuentro. Por el camino ella ya había cambiado a su forma cerúlea, bajo la que Erik más la respetaba. Los mutantes la reconocieron enseguida y le mostraron la admiración que sentían por ella. Es que a lo largo de las décadas, Mystique se había convertido en una heroína para su gente. La acompañaron gustosos hacia la comunidad.

Raven quedó maravillada con la aldea comunitaria que Erik había construido. Observó los detalles de las estructuras de metal y notó que Genosha estaba bien poblada pero nadie se mantenía ocioso. Pasó por la huerta, la herrería y diferentes fábricas artesanales y vio a los mutantes trabajando en ellas.

La guiaron hacia la maderera. Erik estaba en el patio partiendo leña. Aunque podía manipular el hacha con su vista solamente, prefería cortarla de la manera tradicional, utilizando los brazos. Era un recurso para canalizar el dolor y la ira. Con el cuerpo mojado de sudor y la mirada concentrada en la tarea, no se dio cuenta de que se le estaban acercando hasta que Raven habló.

-Hola, Erik – saludó la joven. Los tres mutantes observaron a Magneto, él les asintió, y se alejaron -. Necesito hablar contigo.

-¿Charles te envió? – inquirió, cortante y pateó los dos trozos que acababa de partir -. ¿Manipuló tu cabeza como le gusta hacer con la gente cuando las cosas no le funcionan?

-Vine por mis propios medios para darte una noticia.

-Al menos que sea que Peter está vivo, no necesito saber más nada de ustedes – contestó Magneto, gélido.

-Te encanta cerrarte bien a los demás.

Erik no le contestó y siguió cortando la madera.

Mystique podía tolerar la mordacidad pero no que la ignorara.

-De acuerdo, te la daré aquí mismo. Charles descubrió hace más de dos semanas que está esperando un hijo tuyo – Erik dejó de partir y volteó hacia ella, con los ojos abiertos como platos -. Te lo trató de decir apenas lo supo pero le cortaste la comunicación. Pienso que mereces saberlo. Lo que hagas ahora ya es asunto tuyo. Adiós, Erik.

-Espera, Raven.

La joven lo miró. Erik se pasó la mano por la frente sudorosa, mientras acomodaba las ideas.

-Charles está esperando un hijo mío – repitió para corroborar. Mystique asintió -. ¿Cómo está la criatura?

-A Charles lo está atendiendo un médico de renombre, Doctor Stephen Strange – hizo una pausa para ver si Magneto lo conocía pero no era así -. La criatura se encuentra bien pero Charles debe guardar reposo hasta el tercer mes por precaución. Está haciendo dieta para subir de peso y no está bien de ánimo. Ya sabes, la culpa que siente lo está afectando mucho. Pensé que debías saberlo y aunque le guardes rencor, tal vez deberías pensar en visitarlo.

Erik sacudió la cabeza y acomodó otro bloque de madera para seguir trabajando.

Raven entendió que había hablado de más.

-Pero como te dije, lo que hagas es asunto tuyo. Lo importante es que ya lo sabes. Adiós, Erik.

-Adiós, Mystique – la saludó y descendió el hacha hacia el tronco. Lo partió con más fuerza que antes.

…………….

¡Hola! ¿Qué les pareció la pareja de Peter? Me la sugirió NayenLemunantu y me gustó. Estoy trabajando en el capítulo ocho sobre cómo reacciona Erik con la noticia.









Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).