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You're Always Sorry, Charles por midhiel

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You’re Always Sorry, Charles

Capítulo Tres: Remordimiento

Peter Maximoff estaba muerto. La frase resonaba en la cabeza de Charles sin alcanzar a cobrar aun la dimensión que se merecía. Recordó cuando lo conoció siendo un adolescente impulsivo y resuelto. Recordó que se había ganado su confianza cuando desde la escalinata del avión, le arrojó las llaves del coche rentado. Entregarle un vehículo por el que tendría que responder si no regresaba a la agencia en tiempo y forma fue una manera de decirle que creía en el joven. Después volvió a verlo cuando vencieron a En Sabah Nur. Charles se acordaba tan nítidamente de la primera noche que Peter pasó en la mansión recién reconstruida. Estaba nervioso, no había probado la cena y no se podía dormir. Charles le preguntó cariñosamente qué le estaba pasando al cruzárselo en la cocina y el muchacho le confesó que Erik era su padre biológico y se había marchado esa misma tarde sin saberlo. Charles recordaba el afecto con que lo abrazó y la seguridad con que le dijo que él lo ayudaría a contárselo. A partir de ese momento, el telépata se convirtió en un modelo para él. Peter comenzó a admirarlo con devoción y después a quererlo como si se tratara de su propio padre. Podría decirse que Charles Xavier lo adoptó y el muchacho se convirtió en el hijo que todavía no había tenido.

Después siguió el momento en que Erik supo la verdad. La supo de boca de Peter y Charles estaba con el joven, apoyándole la mano sobre el hombro para brindarle confianza. Magneto sintió que había recuperado a su familia, que tenía un hijo del cual sentirse orgulloso y un amante del cual estaba enamorado. ¿Qué más podía pedir? ¿Y qué más había podido pedir Charles, que de crecer solo en la inmensa mansión con padres distantes, ahora tenía un hombre al que amaba y un hijo al que adoraba?

Pero ahora Peter ya no estaba más. ¿Cómo se sentiría Erik? Mejor no pensarlo.

El llanto de Kurt lo regresó a la realidad.

-Raven, acompaña a Kurt a la cocina para que beba líquido – solicitó Charles y se volvió hacia Hank -. Luego, llévenlo al laboratorio y hazle un examen general, por favor.

Hank y Raven asintieron. Mystique abrazó al joven cerúleo y lo empujó suavemente para que se marchara con ella. Kurt dio algunos hipidos, estaba más conmocionado que de costumbre. Antes de que se alejaran por el largo corredor, Charles leyó los recuerdos del joven para entender qué había pasado. Lo vio junto a Peter, cerca de la planta nuclear, discutiendo qué medidas tomar para rescatar a los científicos. Peter repetía una y otra vez que quería ganarse la confianza de Charles nuevamente, que haberlo decepcionado le dolía más que un reproche de su propio padre o de su madre, y que quería regresar pronto para enseñarle lo que había hecho y darle la noticia que tanto quería darle. Fue en ese momento cuando Kurt le aconsejó que tenía que cuidarse porque “llevaba un bebé en la barriga”.

Charles empalideció y cerró los ojos con un suspiro.

-Esa era la noticia – murmuró -. Oh Dios, Peter estaba esperando un hijo. Eso trataba de decirme.

El impacto fue tan grande que Charles no pudo contenerse más y lloró. Lloró por Peter, lloró por Erik y lloró por esa criatura inocente.

……………..

Entre Hank y Raven llevaron Kurt a la cocina y lo ayudaron a sentarse frente a la mesa. Raven le acercó un vaso con agua natural, como le gustaba al joven, y afectuosamente le masajeó la espalda para consolarlo. Kurt comenzó a musitar una oración para sí. Raven se acercó a Hank, que buscaba algún bocadillo en el refrigerador para que comiera algo.

-Conozco esa oración – murmuró Mystique para que Nightcrawler no la oyera -. Es un responso.

-Si el rezar lo alivia, déjalo que se desahogue – comentó Hank, que era escéptico con cualquier tema religioso -. ¿Qué piensas, Raven? ¿Habrá estado lo suficientemente lejos durante la explosión?

-¿Te refieres a que si se expuso a la radiación o no?

Hank asintió.

-No creo – contestó Mystique - . Se lo nota bien de salud aunque conmocionado. Además ya nos hubiera contaminado a todos. En cambio, Peter no lamentablemente – suspiró con la voz entrecortada -. Lo más triste es que no contamos ni siquiera con su cuerpo.

-Se pulverizó por completo.

-Hank – sollozó y se cubrió la boca -. Peter no se merecía esto.

Hank sacudió la cabeza y se quitó los lentes para masajearse el puente de la nariz. Ninguno de los dos habló pero ambos sentían ganas de gritar el nombre de Charles Xavier y culparlo de la desgracia. Hank abrazó a Raven para consolarla y consolarse un poco, y buscó los bocadillos y se los acercó a Kurt a la mesa.

Kurt apenas había bebido algunos sorbos y tenía la mirada ausente. Ya había terminado de rezar. Hank se sentó a su lado y Raven permaneció de pie detrás de su silla.

-Come algo pero tranquilo – le aconsejó Hank -. Cuando te sientas mejor bajaremos al laboratorio.

Kurt seguía sin hablar.

Raven le apoyó la mano sobre el hombro.

-No te preocupes por los exámenes – comentó a modo de consuelo -. Se nota que la onda expansiva no te afectó. Hank solo te hará exámenes de rutina.

-Peter no murió solo – habló al fin Kurt con la voz tan baja que ambos debieron aproximarle el oído.

-Sí – contestó Hank -. Un científico murió con él pero salvó al otro.

-No – sollozó el joven y se cubrió la cara. No podía conservar más el doloroso secreto -. Peter estaba esperando un bebé – soltó llorando -. Por eso se escapó esta mañana. Quería contárselo a su papá y cuando vino eso era lo que quería decirle al profesor.

Raven se cubrió la cara y Hank volvió a sacarse los lentes. Los dos se miraron sin poder decirse nada.

Kurt siguió llorando desconsolado. Raven lo abrazó de manera protectora y fue su manera de consolarse también.

Furioso, Hank se levantó del asiento. Ahora sentía que prácticamente odiaba a Charles. Era su amigo pero un engreído, si solo hubiese dejado que Peter hablara, la noticia habría aliviado la tensión en el ambiente y nada de esto habría acontecido. Estarían brindando todos juntos en lugar de llorar una tragedia innecesaria.

Justo Charles entró en la cocina. Raven apretó más a Kurt contra sí y Hank lo miró con ganas de matarlo. Pero el aspecto del telépata lo dejó de una pieza. Estaba pálido, cansino y con la mirada extraviada. De inmediato percibió que todos ya conocían la noticia del embarazo.

-¿Desde cuándo Peter lo sabía? – preguntó Charles al joven.

Raven le deshizo el abrazo para que hablara.

-Se enteró ayer tarde por la noche por medio de un test cuando todos dormían – contó Kurt -. Aunque lo venía sospechando desde hacía días. Por eso viajó hoy temprano a ver a su padre.

-Ya veo – suspiró Charles y bajó la mirada. Recordó, entonces, que le había llamado la atención el relicario de Erik en el cuello del joven, y dedujo que se lo había entregado después de recibir la noticia.

-¿Sabe? – continuó Kurt, mirándolo a los ojos. El telépata levantó la vista hacia él -. Usted era la primera persona a quien se lo quiso contar. Es más, ayer tuve que atajarlo para que no fuera a su cuarto a despertarlo en plena madrugada – Charles sintió un nudo en el estómago y que los ojos se le humedecían -. Luego le sugerí que se lo contara a los dos juntos el viernes pero él no pudo esperar y me pidió que lo llevara a Genosha temprano.

Charles cerró los ojos imaginando qué habría pasado si Peter en verdad lo hubiese despertado y dado la noticia. ¿Qué habría hecho? ¿Cuánto habrían festejado? Le hubiese cambiado el ánimo por completo, hasta podría haberlo hecho sentirse menos arrogante y tal vez no hubiera habido necesidad de tomar la misión. Pero no, eso sonaba imposible. Aunque Peter se lo hubiera confesado, su ego le habría hecho aceptar la misión igual y enojarse con Peter por no haber podido llevarla a cabo. Es que Charles se había convertido en un engreído. Las portadas, las entrevistas, la atención del mismísimo Primer Mandatario. Todo junto había despertado el orgullo latente por tanto tiempo.


-Charles – Raven lo trajo a la realidad -. Llevaremos a Kurt al examen de rutina. ¿Quieres que te acompañe arriba antes? – miró a Hank, que seguía enojado.

Charles juntó aire para reponerse y contestarle.

-No, gracias. Iré a mi despacho y después me conectaré a Cerebro.

Raven se mordió el labio, entendiendo perfectamente. Charles tenía que darle la noticia a Erik. ¿Cómo le diría a un padre feliz y orgulloso que su hijo acababa de morir en una misión por su culpa?

Kurt bebió otro sorbo y se levantó de la silla cansinamente.

-Estoy listo – avisó a Hank.

Hank asintió y miró a Raven. Los tres se retiraron de la cocina. Antes de salir, Mystique se volvió hacia Charles. No necesitaba tener sus habilidades psíquicas para leer lo que pasaba por su mente y su corazón.

-Estaré abajo pero llámame, Charles. Llámame para lo que necesites.

Charles le asintió.

Hank no le dijo nada y Kurt trató de secarse las lágrimas con la muñeca.


…………………

Su despacho era el lugar donde Charles había tenido que cancelar la misión por la ausencia de Peter. El mismo ambiente de horas antes solo que después de esta tragedia el aire se sentía diferente. Ubicó la silla junto al escritorio y abrió el primer cajón, distraído. Allí estaba un ejemplar de la revista “Times” con su foto en primera plana. Sus ojos enfocaban directo al lente de la cámara, y vestía un traje negro de tres piezas de Armani y una corbata lila clara. Se veía seguro, confiado y prepotente. El título lo decía todo: “Xavier: Los mutantes estamos para servir y proteger.”

Charles cerró el cajón con tanta fuerza que hizo saltar la llavecita de la cerradura. Impulsivo, alzó la botella de whisky para servirse un trago generoso. Mientras bebía compulsivamente, sonó el teléfono sobre el escritorio. Alzó el tubo y contestó. Del otro lado oyó la voz sentida del presidente. Le dio los pésames por la pérdida del heroico mutante y le agradeció por enésima vez el haberse hecho cargo de una misión peligrosa. Charles apenas pudo musitar un “gracias, señor presidente” y colgó. Después enfiló hacia el sótano donde Hank había reconstruido tantas veces a Cerebro. Lo pensó dos veces antes de calzarse el casco. No iba a ser fácil la plática con Erik, nada iba a ser fácil a partir de ahora ni para él, ni para Magneto, ni para nadie.


…………………


Ya era de madrugada en Genosha y en la comunidad la mayoría de los mutantes dormían, solo Erik se mantenía despierto en su camastro. La alegría y excitación no lo dejaban conciliar el sueño, además, quería permanecer despierto porque intuía que una vez que Charles supiese que Peter estaba esperando un hijo, desearía hablarle. Con los pies cruzados y las manos sobre el pecho, miraba el cielorraso metálico. Pensaba en su hijo y en su futuro nieto. También en quién sería ese yerno mutante y misterioso. Peter le había confesado que lo conocía y Erik deducía que no debía estar viviendo en la mansión ya que el joven no le había contado aun que sería padre. Iba a ser agradable ver cómo su familia se agrandaba. Cuando edificó Genosha, lo había hecho con la intención de que los mutantes considerados parias en el mundo se sintieran contenidos y protegidos, pero también había pensado que, tal vez, en un futuro su propia familia podría habitar allí con él.

Es que Erik anhelaba convivir con su familia. Con Peter, con su nieto y con Charles, especialmente con Charles. Era una lástima que los dos defendieran sus ideales con tanta pasión que estos les impidiesen estar juntos. Bueno, eso podía revertirse alguna vez. Y si no, Erik sentía que después de todo lo triste que le había ocurrido, hoy podía considerarse una persona afortunada.

“Erik.”

Tal como lo había pensado, Charles le habló telepáticamente. Pero había algo extraño en él, su voz sonaba quejumbrosa como sumergida en el llanto.

-Charles, ¿te encuentras bien, amigo mío?

Dentro de la recámara que albergaba a Cerebro, Charles se mordió el labio. Tuvo el impulso de desconectarse y mandar todo al infierno, pero juntó valor. ¿De dónde? Ni él lo sabía. Quiso mantener la calma para hablarle, mas la voz se le quebró.

“Tuve que cancelar una misión más temprano porque Peter no aparecía. Cuando regresó lo regañé, lo regañé con dureza.” Lloró sin poder seguir.

Erik se incorporó en el camastro, asustado. No sonaba nada bien.

-¿Qué pasó, Charles? – reclamó nervioso.

El telépata juntó fuerzas para continuar.

“Tampoco lo dejé que me diera la noticia que tanto quería darme, y lo envié a su cuarto como a un chiquillo. Peter quería impresionarme y se escapó para salvar a dos científicos atrapados en una planta nuclear al borde del colapso y . . .”

-¿Y? – insistió Erik. El corazón le latía casi en la boca.

“La planta estalló y Peter no pudo salir a tiempo,” soltó Charles y se cubrió la cara llorando. “Fue mi culpa. ¡Fue mi maldita culpa! ¡Peter está muerto por mi culpa!”

Erik saltó de la cama y se precipitó sobre un baúl donde guardaba su casco y las notas periodísticas de su asalto a la Casa Blanca. Se lo puso en la cabeza, rompiendo todo lazo de comunicación con Charles.

“Erik”, sollozó Charles al sentir que la conexión se había cortado.

Magneto salió corriendo de la edificación donde dormía hacia la selva. Afuera estaba oscuro y solo la luz de la luna llena alumbraba las construcciones y la arboleda que se levantaba frente a la comunidad. Sin pensar, solo sintiendo un dolor y una furia irrefrenables, Erik se hincó de rodillas en la tierra y gritó hacia la jungla con los brazos extendidos y los puños cerrados. Desató todo su poder y el magnetismo de la Tierra arrancó árboles de raíz y soltó olas en el mar, que bañaron la playa. Luego, Erik apoyó la frente sobre el suelo y lloró.

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